miércoles, 28 de diciembre de 2022

En lo profundo Cap 8: Mi corazón



Durmieron muy juntos esa noche, como si temieran que alguien pudiera aparecer y quitar al otro de sus brazos, al mismo tiempo sentían paz, había tantas heridas que sanar, pero por el momento, ahí acurrucados, todo estaba bien.

Fue bien entrada la noche, ahí cuando se marcaba la hora de las brujas, que algo llamó a Black Hat de vuelta a la costa. 


-¿Qué quieres? Padre-lo miró, serio. 

-Tu insolencia no tiene límites ¿No es así?-su creador le devolvió la mirada, fríos y azules ojos de dragón. 

-Oh, es tan extensa como tu despreció por mi- le sonrió, su lengua de serpiente asomándose con burla. 

-Nunca debí crearte, no traes más que problemas- negó-Tengo planes para este mundo, no voy a permitir que los arruines-. 

-No tengo intenciones de intervenir en lo que sea que haces-.

-No intencionalmente, no-suspiró-Pero, cada vez que te enamoras de ese doctor tuyo, no traes más que destrucción, estoy cansado de moldear estos mundos a mi gusto, solo para que los ahogues en tus lágrimas-. 

-...- Black Hat miró el suelo, así que era por eso-¿Cuántas veces ha pasado?-.

-Demasiadas, siempre que ese sujeto muere te lamentas hasta destruir todo lo que te rodea, pierdes tu poder y empiezas todo de nuevo, incluso si me deshago de tus memorias, aun asi buscas por él-. 

-No tengo muchas ambiciones esta vez, Seto, solo quiero quedarme con él-dijo, rodeandose con un brazo, acariciando el otro. 

-Ese es justamente el problema, me eras más útil cuando conquistabas mundos a tu antojo, creando tu negocio y tus cultos, pero cada vez que Flug aparece lo arruina todo-.

-...-.

-Incluso ahora, que te encerré y te impedi conocerlo, te impedi cultivar tu propio poder, aun así lograste reunirte con él y amenazas con arruinar otro de mis planes- Seto le hablaba con fría calma, con desprecio, claramente harto de su presencia. 

-¿Por eso querías dejarme en manos del Nephilim?-.

-Debí dejarte con él la primera vez que te atrapó-espetó con un gruñido bajo, como un reptil enorme-Debí matarte al menos, por lastima, incluso cuando no lo recuerdas, las cicatrices que dejó en tu mente siguen presentes y no es más que problemas-.


Se le acercó con paso firme y Black Hat retrocedió un par de pasos. No le tenía miedo, pero se sentía intimidado como el niño que era ante un padre cruel, le mantuvo la mirada, desafiante. 


-¿Para que me hiciste?-.

-Porque podía y punto-lo sujetó de las solapas del abrigó, separando sus pies del suelo-Agradece que te protege la luna, pero te lo advierto, si destruyes este mundo, me comeré el alma de Flug personalmente-lo arrojó al suelo-Quizás deberías considerar cortar tus lazos con él, no haces más que sufrir, ademas, seria por el bien de ambos-.


Tras decir eso, el Diablo se esfumó en una masa de fuego y horrores. 

Black Hat ignoró la advertencia de su creador por muchos años, decidido a aprovechar su dicha junto a Flug. Pasaron los años, las décadas, los siglos. Por su especie, Flug se mantenía siempre joven, mil años condenado a vagar por esa tierra por intentar tomar su propia vida en el pasado. 

Pero el tiempo pasaba, las arenas se agotaban, pasaría pronto, muy pronto... 


Black Hat no sabía qué hacer, si dejaba las cosas seguir su curso natural, iba a destruir ese mundo con su pena y Flug sería castigado por ello, pero ¿Entonces que? Quizás debía ser él quien partiera antes, pero no podía morir. 

Entonces... Entonces, para protegerlo, debía romper por siempre los lazos que los mantenían juntos. 


-Estás seguro, mi niño-.

-Estoy seguro-asintió. 


Estaba con Shisui, solo los dos. Entre ellos una mesa y, en la misma, una daga.


-Si lo matas con tus propias manos, usando esta daga, cortaras los lazos del destino que teji para ustedes hace ya tanto tiempo-dijo con pena y melancolía. 

-Es por su bien-Black Hat jugaba con sus propias manos, no acostumbraba sentir dudas-Además, me dijiste que no va a estar solo, incluso si no se encuentra conmigo cuando reencarne de nuevo-.

-Tiene alguien más a quien amar-asintió-Mis lazos, solo aseguran reencuentro, no que va a amarte, eso es cosa de ambos-sonrió levemente-Pero es lo que siempre terminan haciendo, porque son tal para cual-. 

-Solo le traigo pena, a la larga, ni siquiera puedo darle todo lo que necesita para ser feliz-. 

-Black Hat...-.

-Se que eres un pervertido y que te gusta observarnos, pero ya me decidi, no dejare que Seto le haga daño, ni el Nephilim, ni esa mujer, ni nadie-tomó la daga y se la guardó en el abrigo-Si tengo que dejar de amarlo para eso, entonces está bien-. 


Shisui no le dijo nada, solo lo vio salir de la habitación aparentemente decidido. 


Para Flug, aquellos siglos habían sido no más que pura dicha, era feliz, pero sabía que su tiempo estaba cerca, en su cabello de intenso rojo se asomaban tímidas canas, la primera señal de vejez en todo ese tiempo. Temía por ello, no por la muerte a la cual había buscado a propósito tantas veces, si no por su esposo, al que dejaría solo por la eternidad. 


Se encontraba observando el océano, de espaldas a la casa, podía sentir a Black Hat aproximándose y sus instintos le decían que había peligro, pero no se volteó. 


-Hace una noche muy linda¿No cree? Jefecito-le sonrió al cielo. 


Black Hat no le contestó, sacó la daga de entre su ropa y la elevó, dispuesto a, literalmente, apuñalarlo por la espalda, pero le temblaba el pulso. Apretó los dientes, furioso consigo mismo. 

Como siempre, la ira era una de sus emociones dominantes. Jaló a Flug de un brazo y lo arrojó al suelo de roca con rudeza, se le subió a horcajadas para impedirle huir, la daga en alto, tener que mirarlo a los ojos lo hacía más difícil pero...Pero ¡Tenía que hacerlo! ¡Tenía que hacerlo por su bien!


Flug lo miraba, sus bellos ojos que tanto le gustaban grandes como platos, la esclera completamente negra, iris y pupila puro blanco, una estrella en el cosmos ¡Oh, cómo iba a extrañar esos ojos! ¡Y ese cabello de fuego! ¡Las cicatrices, las manos ásperas! ¡Su estúpida bolsa! ¡Su voz y su risa! 


¡No podía! ¡No podía! ¡Lo amaba demasiado! 


-Es egoísta y cruel- dijo el demonio, su ojo lloroso y su voz amarga.

-¿E-el que? Jefecito-tartamudeo, no de miedo, pero sí de sorpresa y duda. 

-El amor, es egoísta y cruel-bajó la daga, pero no la soltó-Amarte es cruel, porque vas a morir y dejarme solo, amarte es egoísta porque por más que se que te haré daño con mi presencia, no quiero dejar de verte-. 


Flug no supo qué decir, Black Hat tenía razón, el amor de ambos era cruel y egoísta, como todo lo que hacían, pero lo hacía tan jodidamente feliz, no se arrepentía de nada. 

Lo miró, su demonio luciendo tan hermoso como siempre, aprovechó la posición para acariciarle las piernas, de haber podido, Flug habría hecho ese momento durar por siempre, no más que ellos en la costa, el estrellado firmamento. Solo los dos por siempre bajo las estrellas, en aquella íntima posición, escuchando el sonido del mar, el paraíso.


Pero no podía durar para siempre, nada lo hacía... 


Black Hat miró la daga aún en su mano, esa cosa vieja, el arma de algún dios...Quizás no iba a matarlo, pero iba a destruir su cuerpo, podía partir antes, podía evitar su propia pena y podía evitar que el Diablo castigara a Flug por ello. 


El doctor no tuvo tiempo de nada, solo pudo ver impotente, cómo el demonio clavaba la daga en su propio corazón. 

Cayó a un costado y Flug lo tomó en brazos con desesperación, apegandolo a su pecho, viéndolo desangrarse con una sonrisa en el rostro. 


-Es todo lo que podía hacer, lo siento-elevó una mano, intentando alcanzar su mejilla, pero apenas podía moverse, podía sentir su cuerpo morir-De...Dejame ve...Verte-. 


Flug se quitó la bolsa de la cabeza, mirándolo con una mezcla de profundo amor y repentino rencor. 


-Eres tan hermoso... mi Doctor-sonrió débilmente.

-Pudimos encontrar otra forma, yo...-.

-No hay otra forma...-buscó su mejilla de nuevo y Flug lo ayudó, tomando su mano y poniéndola contra la misma con suavidad-Te...Amo...Tanto-.

-Oh, Black Hat-a Flug se le caían las lágrimas, silenciosas, le beso la mano, siempre tan fría- Yo también lo amo, demasiado-. 

-Nos...Veremos de ... Nuevo...-el demonio soltó un profundo suspiro, su mano cayó y todo quedó en silencio. 


Solo se oía el mar y el mar creció, y las olas que golpeaban la costa los alcanzaron y cada ola se llevaba un poco de su cuerpo, disolviéndose entre la espuma hasta que ya no quedó nada.


Flug miró con horror sus brazos vacíos y finalmente rompió en llanto, profundo y amargo, resonando por toda la pequeña isla. 


Se dobló sobre sí mismo, gritando y jalándose los cabellos en desesperación. Hasta que vio acercarse unos zapatos de tacón alto. 


-¡Shisui!- Flug, aun de rodillas, se colgó de su abrigo-¡Matame! ¡Por favor matame!-le rogó-¡Quiero ir con él! ¡Por favor!-. 


Shisui lo miró con cariño y lastima, asintió y procedió con aquel ritual en silencio. 


Le puso una moneda de plata bajo la lengua, Flug la aceptó sin protestar, aunque se sentía como quemaba, sacó una espada de alguna parte y entonces, en un simple ¡Swoosh! lo decapitó. 


El mar se llevó primero su cabeza y luego su cuerpo, ahora Shisui estaba solo en la costa. El mar le devolvió un sombrero y un par de goggles. Los acomodó juntos sobre su cabeza.


-Oh, qué final tan desafortunado, espero que tengan más suerte la próxima vez, en otra parte, en otra vida, en otro mundo, nos volveremos a ver, mis queridos-sonrió con esperanzadora dulzura y desapareció en un montón de humo. 


A ninguno de los tres ese mundo le concernía más. Flug iba a renacer en otra parte, Black Hat dormiría por un largo tiempo, y Shisui se quedaría a esperar, siempre atento. 


Los lazos del destino eran eternos e irrompibles, siempre tensandose y enredándose, para bien y para mal. 

Todos iban a volver a reencontrarse.



FIN



martes, 27 de diciembre de 2022

En lo profundo cap 7: Perfume y Fuego



Cecilia estaba a la orilla del río, como ninfa que era, cuando ese pulpo se le presentó con una propuesta. 


-Aumentare tu poder, ninfa, quiero que hipnotices a ese doctor, que lo convenzas de que te ama, de que se vaya contigo para tener una familia porque es lo que desea más que nada-. 

-¿Y tú qué ganas?-le cuestiono con desconfianza.

-Black Hat-.

-Tsk ¿También te gusta esa cosa?-la chica chasqueó la lengua con asco-¿Qué le ven?-.

-Realmente no es tu asunto ¿No es así?-August frunció el ceño, no le hacía gracia hacer tratos con una cualquiera, pero a decir verdad estaba desesperado- Tu obtienes a ese hombre que es tu capricho y yo obtengo al mio-.


Cecilia lo consideró unos momentos y luego sonrió. 


-Es un trato-. 


La chica de cabello rosado podría parecer estúpida y superficial, pero en realidad era bastante lista, nada más le faltaba...Talento. Todo lo que era y hacía lo había obtenido de otros, usando sus encantos, su habilidad de manipular y lucir inocente. Sin eso, sin su belleza y el poder de nublar las mentes ajenas, era una inutil. 


Eso nunca la había detenido, sin embargo, los mortales y en especial los hombres, eran fáciles de hipnotizar y ahora, con ese poder que el Nephilim le había regalado, podía ir incluso más lejos con las ilusiones que metía en las cabezas de sus víctimas. 


Solo debía manejarselas para encontrarse con Flug a solas. 


Si, quizás Cecilia no tenía mucho en habilidades propias, pero la que tenía, la manipulación, realmente era buena en ello.

Contactó con los clientes que Black Hat y Flug tenían en la isla y usó en ellos su tóxica esencia, ese perfume intoxicante que les impedía pensar en nada que no fuese ella, en complacerla y en seguirla como perros fieles. 

Era una mujer inteligente después de todo, sabía cómo armar planes y ejecutarlos, siempre y cuando contara con lacayos. 


No tardó en guiar a Flug hacia su trampa, él se resistió por supuesto, pero su dulce perfume no tardó en envenenar su cerebro y en convencer a su corazón de cosas que no eran.


Ahora solo había Cecilia, solo importaba Cecilia, iba a casarse con Cecilia, tener hijos con Cecilia.

 

Amaba a Cecilia. 


Y solo en aquella isla diminuta, el demonio había perdido su voz. 


¡¿Pero...Pero cómo?! 


Aún tenía sus poderes, así que se desapareció de la isla, directo al pueblo donde sabía se encontraba Flug. 


Y allí se ejecutaba una ostentosa boda, todo era blanco y rosa y apestaba a perfume, conocía ese aroma repugnante, la esencia de una ninfa. 


Y ahí estaba Flug, con esa mujer del brazo, vestidos de novios. 


Le dolía el corazón, le zumbaban los oídos ¡¿Que estaba pasando?! Iba perdiendo sus poderes y lo consumió el pánico y el dolor. 


Se acercó a la pareja y lo apartó de un tirón, ignorando la hipnotizada multitud que se cerraba sobre él. 


Quiso hablar, gritar, pero no salió nada y Flug solo lo miraba, inexpresivo. La mujer le sonreía, maliciosa. 


-¿Qué hace aquí?-le preguntó el doctor. 


Black Hat no podía contestar, así que en cambió tomó ambas de sus manos y las puso junto con las suyas sobre su pecho, le latía con fuerza, dolía. 

Flug lo miró, sintiendo el corazón ajeno latir y simplemente negó. 


-Prefiero a Cecilia- dijo fríamente. 


En un segundo el demonio sintió su mundo derrumbarse, la vieja maldición cayó de golpe sobre él, tal cual había sido al principio, sin la intervención de Shisui.

No podía hablar, no tenía poderes, su cuerpo entero era agonía. Casi cae al suelo, pero alguien lo atajó. 


-Nos vemos de nuevo, dulzura-. 


Black Hat emitió un leve ¡gasp! Era todo el sonido que podía hacer, miró al Nephilim, completamente aterrado, y no tuvo de otra más que permitir que este lo cargara en brazos. 

Era pequeño entre los mismos, lo hacía sentir indefenso. 


-¿Realmente pensaste que podías escapar de mí?- le sonrió, amplio, hambriento. 


El demonio se debatió vanamente en sus brazos, intentando alcanzar a Flug, que seguía ahí parado, junto a aquella mujer. 


-Ay ¿Crees que puedes quitarmelo?-se burlo Cecilia-Flugy~ ...-lo jalo hacia si, hablando con coquetería-Dile a esta cosa horrible porque me prefieres. 


Flug sonrió felizmente al hablar.


-Porque puedes darme una familia-. 


Black Hat dejó de luchar y lo miró con dolor, quería llorar, pero no lo hizo. Solo se quedó quieto en los brazos de August, sabía que Flug estaba siendo controlado, pero... ¿Qué tal si en el fondo era verdad? ¿Qué tal si era lo que realmente quería? 


Por su doctor Black Hat podía hacer arder el mundo, por su doctor era capaz de todo y eso incluía su propio sufrimiento. No tenía otra forma de expresarle su amor más que su dedicación a hacerlo feliz. 


-¿Vamos a casa? Mi dulce Ragna~-. 


El Nephilim lo arrastró de vuelta a las profundidades y lo arrojó a su cueva marina, ahí donde estaba seco y donde alguna vez había torturado a un conocido. 


-Aquí estarás más cómodo, no voy a devolverte tus aletas, eres demasiado veloz con ellas-le envolvió el cuello con sus tentáculos y apretó, cruel-Además, este cuerpo me parece mucho más delicioso, será más  divertido jugar contigo así-. 


Lo tuvo así un rato, sosteniéndolo del cuello por encima del suelo, privandolo de aire, el demonio no iba a morir por algo tan simple, pero podía sentir agonía. August lo miraba en silencio y sonreía. 


Black Hat intentó defenderse con sus garras, pero la viscosa piel de los tentáculos era muy dura, August no lo dejó ir hasta que su cuerpo quedó flojo, exhausto. Lo soltó, dejándolo caer con dureza sobre el suelo de roca. 


-Voy a desposarte primero-le dijo con suavidad, acariciandole una mejilla.


El demonio lo miró con odio y asco, pero no podía siquiera protestar. Así que desvió la mirada y se quedó ahí tirado, respirando con dificultad. Había perdido todo de repente y se sentía miserable. 


-No creo que tu padre se oponga y el Leviatán no puede hacer nada aunque quiera, hiciste un trato conmigo y ustedes los demonios respetan demasiado ese tipo de cosas ¿No es así?- dijo con tono burlón, sus tentáculos formando rizos, claramente estaba muy feliz consigo mismo- Nos casaremos y tendremos muchos retoños...-le sonrió, mostrando los colmillos, babeando con hambre-Oh, no puedo esperar...-. 


El Nephilim lo manoseaba por encima de la ropa y Black Hat se mordía la lengua, lastimándose, no podía moverse, no podía oponerse de ninguna forma. Ese hombre le daba náuseas, le tenía miedo. 


No podía hacer más que quejarse levemente, lo que el otro hombre quería hacerle le aterraba, nunca había estado con nadie aparte de Flug, no quería estar con nadie más, mucho menos August, que lo hacía sentir pequeño, indefenso y miserable. 


-Lo único bueno de este cuerpo al que me condenaron son estos tentáculos-le dijo, colando las frías apéndices bajo su camisa-Las cosas que puedo hacerte con ellos, Ragna, las formas en que puedo ultrajarte y hacerte sufrir-no dejaba de babear, temblaba de la emoción-La única razón por la que esperare a nuestra noche de bodas es solo para torturarte más, mi querido, es tu castigo por oponerte a tu destino tanto tiempo, por darle a otro lo que me pertenece por derecho-. 


El demonio, mudo, solo pudo gemir en protesta. Intentó mirar a otro lado, pensar en otra cosa, pero o era esa situación o Flug y ambas dolían demasiado. 

Finalmente el Nephilim lo dejó en paz, no le había hecho mucho más que destrozarle la ropa y pasar sus sucias manos y tentáculos por todos su cuerpo, pero sentía náuseas, deseaba desaparecer. Morirse.

Pero no podía, August iba a hacerle cosas peores y él no tendría ni siquiera el alivio de la muerte, aquel dolor iba a ser eterno. 

Su corazón roto, su cuerpo ultrajado, su mente hecha añicos. 


Iba a ser eterno. 


Black Hat sollozó apenas, pero no se permitió llorar esta vez, no iba a darle gusto. El Nephilim se marchó sin decir nada, dejándolo solo en el frío, húmedo, piso de roca. 


La cueva lucía como un pequeño cuarto, al parecer el Nephilim tenía su propia colección, así como Black Hat tenía la suya. Todo estaba levemente iluminado por seres marinos bioluminiscentes que August había encerrado mágicamente en burbujas, flotaban cercanos al techo, revolcándose en su encierro.

El demonio consideró que igual era su situación, no podía escapar y nadie iría ahí por él, importaba tan poco como un simple pez, incluso si le rogaba a su padre este nunca iba a ayudarlo.


Su abuelo simplemente no podía.


Y Flug... ¡Oh, estaba tan preocupado por él! Sus propias dudas y debilidades le habían impedido defenderlo y ahora ¿Qué sería de él? ¿Se encontraba bien? ¿Qué planes tenía esa mujer para su doctor?


Se preguntó qué tanto estaba bajo el control de la ninfa y que tanto eran sus propios deseos, una familia, un matrimonio de verdad, sabía que eran cosas que Flug anhelaba. 


¿Había fallado en hacerlo feliz? No estaba seguro, había cosas que no podía darle, pero muchas otras que sí y sabía bien que eran felices juntos, incluso si no entendía mucho de sentimientos, ni siquiera los suyos propios, lo sabía, podía darse cuenta por la forma en que se miraban el uno al otro. 


Quería volver con él, darle a esa mujer horrible su merecido, recuperar lo que era suyo, pero estaba indefenso, ni siquiera podía nadar lejos, no con esas piernas, a aquellas profundidades iba a hundirse como una roca. 


Estaba perdido ¿No es así? Ni siquiera estaba ese entrometido para ayudarlo...


-¿Seguro de eso? Mi niño-Shisui estaba ahi de pie, inclinando mirandolo, su larga cortina de pelo negro caia, cubriendolos a ambos. 

-Tan odioso...-.

-Ah, pero estabas pensando en mi-rió-No puedo hacer mucho esta vez, no contigo, porque ya te hice un favor antes-.

-Flug...-.

-Flug-asintió-Si logra despertar y me llama, le ayudaré, pero es cosa suya-.

-...-.

-Oh, no pierdas la esperanza ¿Si? Solo queda esperar y ver que pasa-.

-Realmente odioso-. 

-Yo también te quiero~- rió y se esfumó de ahí.


Black Hat suspiró con fastidio y... Alivio, quizás al menos Flug iba a estar bien. 

El demonio rió para sus adentros ¿Desde cuando se preocupaba tanto por el bienestar de alguien más? Bueno, era solo por Flug, era especial. Llevaba todos esos años sin cuestionarse ese afecto, simplemente era tan natural como respirar, era solo que él no necesitaba respirar, no necesitaba sentir, ni podía hacerlo con normalidad tampoco, solo había espacio en su corazón para uno y ese era Flug, desde siempre, desde mucho antes de verlo por primera vez. 


Por primera vez sintió deseo algo ajeno a sí mismo, un deseo que no era egoísta, solo deseaba que Flug estuviese bien.


Y Flug estaba...Estaba...Flug no sabia donde estaba.


Todo era una rosada nebulosa, estaba atrapado en su mente, intentando salir, gritando a su yo de afuera que reaccionara, pero era inutil. Había otras voces aparte de la suya, voces que gritaban ¡Cecilia! sin cesar, ahogando lo que era realmente importante. 

Su yo de afuera se había olvidado de Black Hat y, cuando hablaba, solo decía lo que Cecilia quería que dijera, no era dueño de sí mismo en lo absoluto y el yo de su mente, atrapado en esa nube rosa, golpeaba contra la imagen de afuera como si fuese una ventana de cristal ¡Oh, si solo pudiese romperla y salir! ¡Necesitaba despertar! ¡Necesitaba volver con Black Hat!


Necesitaba...Necesitaba...


El Flug de afuera acarició aquel abrigó de piel, el que llevaba décadas colgado esperando por su dueño, ajeno al paso del tiempo y el polvo del ambiente. 


-¡Si, eso! ¡Llámalo! ¡Di su nombre!-el otro Flug golpeó aquel vidrio abstracto con fuerza-¡Dilo! ¡Shisui! ¡Shisui!-. 

-Shisui...-.


El mencionado se hizo presente con un sonoro ¡Poof! apareciendo justo enfrente del hipnotizado doctor. 

Se miraron por un instante y entonces ¡Paff! la cachetada resonó por toda la pequeña cabaña y Flug cayó sentado al suelo.


-¡Shisui! ¡¿Qué diablos te pasa?!-le gritó, llevándose una mano a la mejilla. 

-Bienvenido de vuelta, mi querido Flug-Shisui le sonrió con su habitual dulzura.

-Ah...-a Flug, completo y ya presente, le tomó otro par de segundos poner todo en orden-¡Black Hat!-se paró de un salto-¿Dónde está?-.

-Puedo señalarte su ubicación, yo me encargo de la ninfa y sus esclavos, así que toma tu submarino y ve-. 

-N-necesito un momento...-Flug se dejó caer en el sofá cercano y se dobló sobre sí mismo, poniendo su cabeza entre sus rodillas. 


Había hecho cosas con esa mujer o, más bien, esa mujer lo había obligado a hacer cosas, se sentía tan...Sucio. 


-Le fui infiel...-murmuró. 

-No le fuiste infiel ¿Que dices?-Shisui se sentó a su lado y le acarició la espalda-Ella te drogó, no es tu culpa y lo sabes bien-Flug no podía verlo, pero Shisui tenía una sonrisa muy siniestra, estaba furioso-Puedo castigarla por ti, Flug-habia algo ahi, detras de su dulce y calma voz, que sonaba como el gruñido de un canino, uno grande, antiguo y hambriento. 

-Hazlo-sentenció fríamente-Como te parezca mejor, no me importa-.

-Con gusto~ Ahora, ve por Black Hat, no va a ser fácil-lo alentó, dándole fuertes palmadas en la espalda.


Flug se secó las lágrimas y se puso de pie, salió corriendo de ahí sin decir nada, directo al faro. 


Su proyecto, ese por el que había conocido a Black Hat en primer lugar, estaba listo, o casi listo, no sabía si podía ir tan profundo como lo necesitaba, pero debía intentarlo. 

Debía intentar porque...Porque...

Le zumbaban los oídos, ahí estaban otra vez esas voces, ese perfume asqueroso ¡No,no,no,no! ¡No podía dejar que lo intoxicara de nuevo! Pero el veneno seguía en su cuerpo y no había forma de sacarlo. 


Flug cayó de rodillas y vomitó un monton de liquido rosa, se sentía enfermo, la esencia de Cecilia era como una droga y él estaba en abstinencia desde hacía un par de horas, de hecho ¿Donde estaba la chica? No le importaba, aunque estaba seguro de que Shisui tenía algo que ver. Se limpió la boca y respiró hondo varias veces, intentando recobrar la compostura. 


Quitó de un tirón la sábana que cubría el submarino, había avanzado mucho esos años, lucía como un pez mecánico enorme, espacio suficiente para dos, cargado de armas, Black Hat se lo había recomendado, había cosas peligrosas allá abajo. Era oportuno, le sería útil. 

-Bueno, mi niña, tenemos una misión importante, así que no me falles-le dijo a la máquina con cariño, palmeando la superficie de metal. 


El submarino se sumergió en el océano, lento y estable, Shisui le había dado una locación, estaba lejos, muy lejos. Aquello iba a llevar un tiempo y con ello su preocupación y malestar crecían, lo bueno era que allá abajo, rodeado de agua salada, encerrado en la esfera esteril y de limpio oxígeno del submarino, ya no sentía deseo de volver a oler la repugnante esencia de Cecilia. 


Allá, en lo profundo, se organizaba rápidamente una boda. El Diablo había entregado la mano de su desdichada creación sin problemas, solo quería deshacerse del problema y el Nephilim era, en su opinión, una solución perfecta. A diferencia de lo que este pensaba, jamás sería libre de su prisión submarina y, mientras tanto, mantendría a Black Hat con él, impidiéndole cumplir con la profecía de su nacimiento. Dos pájaros de un tiro, por así decirlo. 


Habían movido a Black Hat a un cuarto en el palacio, vaciandolo magicamente de agua, August aun negándose a al menos devolverle sus aletas y permitirle movilidad. Aun así, estaba encadenado a la pesada cama de un tobillo, por si se le ocurría intentar escapar de todas formas. 

El demonio miraba el mundo acuático allá afuera, lleno de odio y rencor, él no pertenecía ahí, pertenecía a la superficie, con Flug. 


Ni su padre ni su abuelo le habían explicado nunca porque el primero había decidido arrojarlo al mar, porque habían hecho de ese mundo su prisión, ya no importaba, solo le esperaba ser el juguete del Nephilim. 

Todavía podía sentir sus tentáculos viscosos y fríos tocándolo sin permiso, tan diferentes a las manos cálidas, ásperas, apasionadas y gentiles de Flug, el cual siempre le pedía permiso para todo, como si no llevaran años juntos. Temía por él, por su seguridad, lo había dejado solo, esclavo de la voluntad de esa ninfa. 

Seguramente...Seguramente no lo vería nunca más. 


¡Toc, toc, toc! 


Black Hat abrió grande su único ojo, por un momento pensó que estaba viendo un narval de aspecto curioso, pero no, eso era el submarino de Flug, tocando ligeramente el cristal de la ventana con el largo cuerno que la máquina tenía enfrente. 

-¡Flug!...- intentó acercarse, pero alcanzaba apenas, la cadena deteniéndolo-Flug...-.


El mencionado lo saludó tímidamente desde la cabina. Se quitó la bolsa para, en su lugar, ponerse un casco extraño, abrió un compartimiento del submarino y salió por ahí. Unos propulsores en su espalda le ayudaban a nadar, llegó ante la ventana y la abrió de una patada, el agua era detenida mágicamente y no entró al cuarto, pero Flug pudo cruzar esa barrera sin problemas, se sentía muy extraño, como meter el cuerpo entero en gelatina. 


Se quitó el casco al notar que el cuarto estaba seco y apenas tuvo tiempo de nada más cuando Black Hat se le tiró encima, abrazándolo con fuerza.

Flug le correspondió y se sostuvieron el uno al otro un rato sin decir nada. 


-¿Estás bien?-preguntaron al unísono. 

-Jaja, estoy...Estaré bien, Jefecito-Flug suspiró-¿Y usted?-.

-Bien, eso creo-le acarició las mejillas-No pude protegerte, lo siento-.

-No es su culpa, nos tendieron una trampa esos dos-negó.


Compartieron un suave, tierno, beso y un momento más de silencio, ambos pensando en que hacer a continuación. 

Flug sacó una herramienta de entre sus ropas y cortó la cadena que apresaba al otro sin problemas.

Black Hat lo miró, indeciso.


-Incluso si me sacas de aquí, mi padre y el Nephilim nunca nos dejarán marchar, Flug-.

-No me importa, voy a intentarlo de todas formas-. 


El demonio nada más sonrió y permitió que Flug lo cargara en brazos, cruzaron la barrera de agua y se metieron sin dificultades al submarino. 


-No me dijiste que lo habías terminado-dijo, mirando con curiosidad el interior.

-Si, bueno, tuvimos otras cosas de por medio ¿Que le parece?-.

-Mucho mejor que ese en el que casi te matas-.


Flug rió y dio marcha a la máquina nuevamente, esta comenzó a ascender con lentitud. 


-Sabe, Jefecito, siempre sentí que el mar me llamaba, que había algo aquí abajo para mi, algo que debía encontrar, por eso queria crear esta cosa-lo miró con una gran sonrisa, su boca llena de pequeños colmillos-Pero, cuando lo conocí a usted, ya no sentí ese llamado, así que supongo que era usted-.

-Lo mismo me pasaba con la superficie-asintió.


Se tomaron de la mano, los guantes mojados, y se quedaron callados una vez más, viendo cómo ascendían, esperando a que algo pasara, a ser atacados en cualquier instante.  


Estaban a punto de llegar a la superficie cuando...


¡Crank! Algo hizo crujir con fuerza el metal, por la ventana se veian los tentaculos negros, con sus grandes ventosas pegadas al cristal. 


Black Hat no pudo evitar dar un leve grito, de hecho recién caía en que tenía su voz de nuevo a pesar de que había estado hablando con Flug, lo que quería decir que sus poderes debían de estar también.

Chasqueo los dedos y ¡Pum! ¡Salieron disparados del agua!


El submarino rodó por la costa de roca, expulsandolos a ambos, ellos rodaron también, sujetándose el uno al otro. 


August salió del agua, al igual que antes, cuando había ido por Black Hat la primera vez, se arrastró no sin cierta dificultad sobre la roca, sus tentáculos haciendo un sonido enfermizo, repugnante y viscoso. 


Black Hat se puso de pie, manteniendo a Flug a sus espaldas, bufandole a August como un gato enfadado, no podía hacer mucho contra él. 

Sin embargo, así sin decirse nada, tenían un plan. 


-¿Piensas pelear contra mi? Dulzura-los tentáculos de pulpo se elevaron con furia-Es la segunda vez que te me escapas y será la última- lo sujetó de los tobillos y lo elevó en el aire para luego azotarlo con fuerza. 


El demonio se dejó, su cuerpo podía resistir eso y más, sabia bien que August solo tenía atencion para él, que Flug no le interesaba en lo más mínimo. 


El doctor hizo de tripas corazón y se escabulló, aprovechando aquella distracción. Se le revolvía el estómago al escuchar a Black Hat gritar, el sonido de su cuerpo quebrándose una y otra vez iba a atormentarlo por siempre. 

Pero tenían un plan.


Se metió a la volcada nave y no tardó en encontrar exactamente lo que buscaba, debía ser preciso, apuntar con cuidado...


-Agh...- fue un sonido muy leve el que emitió el Nephilim, dejó caer a Black Hat una última vez, soltandolo, y se miró el pecho. 


Dos grandes arpones le atravesaban el pecho. 


-Desgraciado...-se giró a mirar a Flug, le salía sangre por la boca-Te matare, maldito seas...-atentó a arrastrarse hacia el científico, pero algo lo detuvo, sacándole un grito ahogado. 


Black Hat había aprovechado que ahora le daba la espalda a él para sujetar los arpones y jalar. 


Se clavó al suelo con sus sombras y jaló con todas sus fuerzas, los gritos del Nephilim y el sonido de su carne desgarrándose llenaron el aire. Ahora era él quien estaba intentando huir. 


-Hagamos pulpo asado-dijo Flug, conteniendo una malvada risita. 


August miró con horror como este sostenía un lanzallamas.


-Esto no va a matarte, August, pero te va a doler-le siseó Black Hat, lleno de rencor y veneno-Saborea algo de fuego infernal, bastardo-.


Flug jalo el gatillo y produjo una gran llamarada, aquello era en efecto fuego infernal, Black Hat se había encargado de ello, las llamas lo alcanzaron, pero eran cálidas caricias, para el Nephilim en cambio, él que era tan ángel como humano...


El Nephilim gritó y gritó hasta que el fuego le quemó la lengua y la tráquea, entonces quedó en silencio, retorciéndose miserablemente. No iba a morir, no podía morir, su condena era la eternidad justo como lo era para Black Hat, no importaba cuántos mundos, cuantas vidas se repitieran, eran eternos y, mientras ardía y su cuerpo se carbonizaba, juro solemnemente vengarse, ahora no eran solo sus deseos de por medio ¡Quería venganza!


August se arrastró de vuelta al mar, derrotado, al menos por el momento.


Flug y Black Hat se acercaron antes de dejarse caer de rodillas, abrazados, agotados. 


-Te amo...-murmuró el demonio, la voz áspera, apenas audible.

-Yo también lo amo, nunca lo dude de nuevo-. 

-Me alegro de que todo resultara-.


Se giraron a mirar a quien hablaba, era Shisui, llevaba arrastrando a alguien. Cecilia. 


-¡Tú!...- Black Hat intentó abalanzarse sobre ella, quería arrancarle la cara a mordiscos, pero Flug lo detuvo y lo sentó de nuevo.

-Deje que Shisui se encargue, ella no merece su atención, Jefecito-. 


Black Hat resopló, quería hacerla sufrir por lo que le había hecho a Flug, pero iba respetar sus deseos, además sentía curiosidad, nunca había visto a Shisui tan furioso. 


Tal vez Black Hat era cosa de pesadillas, con su ira y sus formas horribles, pero la belleza y fría calma de Shisui podía ser igual de aterradora, sonreía con dulzura, mientras los ojos ardían con pura ira. 


-Así que, Cecilia Amanda Kelly, te gusta recibir atención ¿No es así?- la arrojó al suelo y la miró fijamente, sin dejar de sonreír con aterradora dulzura. 


Cecilia temblaba en su sitio, nunca había visto hombre o mujer más hermoso, incluso en esa situación le tenía envidia y Shisui se daba cuenta de ello. 


-Oh~ ¿Crees que lucir de esta forma tiene algún beneficio?-rió, agitando el largo cabello negro con coqueteria y elegancia-Si belleza irresistible es lo que quieres, te lo concedere, ninfa-.

-Ah, no me digas- Black Hat sonrió ampliamente, entendiendo las intenciones del otro. 

-Nada mejor que el castigo irónico ¿No crees?-tomó a la chica del rostro con ambas manos, obligándola a mirarlo a los ojos-Tendrás eterna juventud, irresistible belleza, la habilidad de encantar a otros con tu cuerpo, condenar a los mortales a hacer tu voluntad, todo esto a cambio...-. 


El cuerpo de Cecilia comenzó a cambiar, le nació una cola y un par de cuernos, así como un par de delicadas alitas de murciélago en la espalda. 


-De ser la puta de los demonios, pequeña súcubo condenada a alimentarte de lujuria, tu eterna droga, necesitarás atención para vivir, literalmente- rió con inusual crueldad y la soltó. 


La chica se retorcía, intentando arrancarse los cuernos de la cabeza.


-Te habría perdonado, sabes, pero se te ocurrió aprovecharte de Flug cuando era incapaz de negarse, así este es tu castigo por ello-. 


Shisui hizo un ademán de desdén, se abrió un pozo infernal y Cecilia calló con un largo grito. 

Mientras caía a su nueva, horrible, existencia, la chica pensó en venganza y en recuperar a quien consideraba su propiedad.