miércoles, 17 de mayo de 2023

Love Me, that way Cap 7: Sorpresas

 



La relación estaba rota de nuevo, eso era más que obvio, la dicha había sido breve y la amargura inconmensurable. 


Venus se sentía culpable, había sido ella quien los había convencido de mantener una relación los tres, sinceramente había pensado que podía funcionar, que Flug iba a ceder y amar al otro tanto como la amaba a ella. 

Pero, tal vez, no había contado con que su esposo tenía un lado muy malvado y egoísta, uno que buscaba solo por su propio placer, para ella tenía amor, comprensión y ternura, pero parecía que Black Hat solo recibía lo peor de él. 


Y Black Hat...


Black Hat se lo estaba devolviendo con creces. 


Interminables horas de trabajo, no más descansos, no más momentos de liviandad, no más horas perdidas en el sofá, no más desayunos y cenas que compartían en cómodos silencios. 


¡Solo era trabajo, trabajo, trabajo!


Black Hat parecía dispuesto a explotarlo hasta la muerte, a romper su espalda, a quebrar su mente con días y días sin dormir. 

Y podía porque Flug era egoísta pero obediente. Le obedecía por lealtad y miedo y por proteger a su esposa del mismo trato. 


-Black Hat, realmente lo siento, yo...-.

-No tienes nada de qué disculparte, Venus-negó-Es él el que no me quiere, por mucho que me esfuerce, por mucho que le profese mi afecto, a él no le importa-Black Hat apretó los dientes, detrás de su voz sonaba como un nido de serpientes-Y lo odio por ello, tú eres libre de marcharte, pero te aseguro de que haré la vida de tu esposo un infierno y nunca lo dejare ir-. 


Black Hat no gritaba, hablaba bajo y frío, con las víboras sumando veneno a su voz. Venus bajó la mirada y se marchó de la oficina, se quedaría, haría la vida de Flug lo más llevadera posible y seguiría ofreciéndole su amistad a Black Hat sin importar que. 


“¿Qué es lo que planeas? ¿Piensas que si haces que te odie entonces podrás olvidarte de él? ¿Crees que si finges odiarlo lo suficiente entonces se hará realidad? ¿Crees que dejara de doler?”


Se burlaba la voz de Black Hat, apretando los hombros del demonio con crueldad.

Black Hat negó enérgicamente, haciendo a su atormentador desaparecer, al menos por el momento.

No sabía lo que quería, no sabía qué pensar o sentir, quizás porque no estaba hecho para sentir nada en lo absoluto. 


Flug tampoco sabía que sentir, trabajaba y trabajaba con diligencia hasta que le dolía el cuerpo entero y ya no podía pensar. 

El poco tiempo libre que tenía lo pasaba con su esposa y evadía a su jefe a toda costa. 


¡Cobarde! ¡Era un cobarde! 


Podía intentar hablarle, disculparse, pero ¿Entonces que? No solo le daba miedo, sabia que no iba a ser sincero, no se arrepentia de nada, Black Hat sabia que él solo amaba a Venus, que entre ellos era solo sexo y nada más. 


Flug sentía por él tanta lealtad como rencor, lo quería y lo despreciaba a partes iguales ¿Por que tenia que hacer todo tan dificil? ¿Por qué no podía aceptar las cosas como eran? ¿Por qué no pudo conformarse y continuar con la felicidad de los tres? ¡Si tanto le molestaba podía buscar a cualquier otro! ¡Pero no! ¡Tenía ese capricho por él! Flug no le entendía, pero calló y continuó trabajando como siempre, de alguna forma eso solo hacía los momentos con Venus más dulces y dichosos. 


Y así, Black Hat en su amargura y Flug en su creciente rencor, pasaron cuatro años. 


Shisui, quien era ajeno a la relación de los tres, no podía hacer más que oírlos hablar, cada noche, a horas extrañas, uno de ellos entraba a la cocina y volcaba su corazón por un rato, mientras el lobo les servía galletas, pastelitos y café.


A veces era Venus, llorando por la desunión de sus amados. 


A veces era Flug, hablando palabras de odio propio que luego se transformaban en profesiones de lealtad y rencor hacia su jefe.


Y, a veces, era Black Hat. 


Su querido Black Hat. 


Shisui podía ver esa sombra que le hablaba al oído palabras cargadas de veneno y desdén, podía verla clavándole las garras en los hombros, poniendo peso en su espalda. 


Podía verlo sufrir en silencio. 


Y sentía todo eso como suyo. 


Su querido niño, reacio a demostraciones de afecto y palabras de consuelo, simplemente hablaba, queriendo ser escuchado pero no aconsejado y Shisui escuchaba, diligente. 


“¿Por qué no me ama? ¿Qué hice mal? Me odia ¿Verdad?” solía decir, sin esperar respuestas concretas. 


Y al lobo le dolía el corazón, porque el dolor de otros era su dolor pero ¿Qué podía hacer? No podía hacer más que escuchar y aconsejar y dar palabras de consuelo, si las querían. 


Era un observador, los ojos de algo más que existía desde hacía mucho tiempo, un vigilante, un emisario de un ente antiguo. 


La encarnación de un dios. 


No podía interferir, no demasiado, solo podía estar ahí y observar. 


Así que, para todos en esa casa, esos 4 años fueron difíciles. Los momentos de felicidad eran breves y, a decir verdad, solo alcanzaban a Flug y Venus.


Los momentos a solas, donde eran marido y mujer. Donde en el mundo no había más que ellos dos. A pesar de todo aún soñaban con hijos y una vida larga e idílica juntos. 


En esos años a la casa se sumaron dos integrantes, pero eran ajenos a los problemas que plagaban a los demás. 


Uno porque no era más que un niño pequeño.


La otra porque, o no le interesa, o estaba demasiado ocupada fantaseando. 


505, adorable criatura con aspecto de oso, tan dócil y gentil. 


¡Y una gran decepción!


Black Hat había pedido por un monstruo, Flug había usado todo su ingenio y esa sustancia maldita que era, sin duda, parte de Black Hat y, aun así, había resultado en un completo fracaso. 


505 no era un monstruo, era un niño dulce y sin una pizca de maldad. Era indestructible, al menos que Black Hat se hiciera cargo, increíblemente fuerte e invulnerable, pero tenía la mente de un bebé, no de un villano. 


Sin embargo Black Hat le permitió seguir existiendo en la mansión, simplemente porque hacía a Flug y Venus felices con su presencia e, incluso en toda su amargura, aun quería verlos sonreír, solo no quería que lo supieran. 


No quería que supieran cuanto se torturaba a sí mismo cuando se forzaba a ser cruel con su doctor, no quería que supieran cuanto su corazón dolía, como se formaba un nudo en su garganta y como esa voz, su horrible voz, lo insultaba sin cesar por ello.


Demencia era un caso diferente, esa niña molestaba había llegado un día de la nada, atraída por los rumores de un hombre muy malvado y su culto. 

Flug estaba seguro que algún otro científico loco la había hecho combinando ADN de humano con varios reptiles, pero la chica nunca se dejó examinar a fondo como para confirmarlo. 


En todo caso, era fuerte, muy fuerte. Podían usarla en el trabajo, la pusieron a la renta y, en ocasiones, iba en misiones con Flug. 


Demencia era indisciplinada y beligerante, constantemente metiéndose con Flug y con el oso.


Por Black Hat era una fan loca, profesaba amarlo y, cuando lo veía, se le caía la baba. Por mucho que le dijeran que él no estaba interesado, ella no desistía. 


El demonio sentía que la odiaba, pero la dejo ser, no era ninguna amenaza para él, si se acercaba demasiado podía matarla con un simple ademán. 


Con Venus y Shisui era la peor. En su cerebrito de humano/reptil creía firmemente que cualquier mujer era “competencia”, que todas estaban detrás de “Su Lord Black Hat”. 


Al igual como se negaba a escuchar el rechazo del demonio, se negaba a escuchar que él y Venus solo eran amigos y que, por mucho que lo pareciera, Shisui no era una mujer. 


-Incluso si lo fuese, él es como un niño para mi, querida-le explico por centésima vez, con una sonrisa nerviosa. 

-Si, como no...-.


Era la misma conversación cada vez, no valía la pena continuar. 


Era una molestia, pero de alguna forma Flug la quería como a una hermana, así que se le permitió quedarse. 


En cualquier caso, incluso con todos sus conflictos, los habitantes de la casa vivían en relativa paz. 


Eran, por aquel entonces, las temporadas bajas. Flug tenía menos trabajo y se lo veía más relajado. 

Dormía sonoramente, después de haber compartido una noche de pasión con su amada Venus. 

Ella yacía a su lado, abrazándolo con fuerza, soñando...


No, no era un sueño, era un recuerdo...


Si, de cuando era niña, un año antes de mudarse a aquella casa, a aquel vecindario donde había conocido a esos dos...


Yeah...Tenía nueve años nada más y estaba perdida en el bosque. 


A donde mirara había árboles, cuando miraba hacia arriba podía ver el sol colarse por la espesura, pero comenzaba a oscurecer. 


Hacía frío. 


La oscuridad era impenetrable. 


Siguió caminando, terca y asustada. Los sonidos eran aterradores, cada roce de las hierbas, de las hojas, hacía saltar su corazón. 

Un par de veces sintió algo corretear por sus pies, entre las sombras le pareció distinguir grandes animales, un ciervo, un gato montés...Un lobo...¡Oh, era enorme!


No podía ver por donde iba y de repente ... ¡Estaba rodando colina abajo!


¡Crack! ¡Uff, ese sin duda había sido su cráneo!


Se quedó mirando el cielo, estaba en un claro, podía ver la luna y las estrellas.


¿Iba a morir?


¡No! ¡No era justo! ¡No había vivido lo suficiente aún!


Una cosa grande se echó a su lado y le lamió la sangre de la cabeza y la cara. 

Era el lobo que había visto antes.


No le daba miedo, al contrario, se sentía segura y cálida. 


-Mi niña...-dijo el lobo, negro como la misma noche, sus ojos un rubi y un zafiro-Que desafortunado es tu destino-.


Venus no dijo nada, extendió una mano y acarició el oscuro pelaje ¡Vaya sensación más curiosa! Así debía de sentirse el acariciar una nube o una sombra. 


-Puede extender las arenas del tiempo, darle cuerda al reloj nuevamente-le sonrió-A cambió de un favor-.


La niña no podía contentar, solo lo miró, atenta.


-Vivirás una vida llena de amor y felicidad, pero a cambio quiero que hagas amistad con un par que es muy querido para mi-ladeó la enorme cabeza lobuna-Solo eso, se su amiga, dales felicidad ¿No es un gran trato? Felicidad a cambio de felicidad-rió, un sonido claro y cantarino, como una melodía-¿Qué me dices?-.


Venus asintió y cerró los ojos. 


No recordaba mucho de su sueño en la mañana siguiente pero, al encontrarse con Shisui, ambos se miraron con cierta complicidad secreta. 


Un lobo negro, un rubi y un zafiro. 


Ambos asintieron y decidieron guardar silencio. 


Tras su sueño/recuerdo nada pareció cambiar ¿Porque aquello había vuelto a sus memorias? Era demasiado vago y apenas lo recordaba realmente, pero sentía una extraña sensación de felicidad e incertidumbre. 

Pasaron dos semanas. 


Venus iba por los pasillos de la mansión, cargando un montón de cajas repletas de partes mecánicas y otras cosas, pesaba bastante, pero ella era fuerte, aunque no lo pareciera a simple vista. 


Black Hat iba caminando en sentido contrario, su postura firme, las manos tras la espalda. 

La relación de ambos no era tan mala, aun eran amigos. Sin embargo, rara vez se dirigían la palabra en horas de trabajo. Si Black Hat necesitaba algo, lo discutía con Flug y con nadie más. 


Así que, en horas de trabajo, simplemente intercambiaban saludos. 


Sin embargo, al pasarla con un seco “Buenos días” Black Hat detuvo sus pasos y retrocedió de regreso a ella. Acorralándola contra la pared cercana. 


Venus se lo quedó mirando con sorpresa mientras el demonio la olfateaba con su lengua de serpiente, siseando con fuerza. 


-Dame eso-le dijo, quitándole las múltiples cajas de las manos.

-Ah, Blacky, yo puedo...-.

-Por lo que entiendo, las mujeres en tu condición no deberían cargar mucho peso ¿No es así?-le contestó con simpleza, avanzando hacia el laboratorio, alguna cajas en sus manos, otras siendo cargadas por tentáculos que le salían de la espalda. }

-¿Mi..Condición? ¿De qué hablas?-le sonrió, siguiéndolo.


Black Hat la miró con algo de pánico y, sorpresivamente, un leve sonrojo. 


-Ya sabes...Tu condición...¿De verdad no sabes?-.

-Blacky, cálmate-no pudo evitar reír. 


El demonio suspiro, había pensado que la chica ya sabía lo obvio, pero claramente no, había caído en la trampa él solito. 


-Creo que, tal vez, estás encinta-. 


Ambos detuvieron su andar por el pasillo, Venus pasó de un color normal, a pálida a roja como un tomate en cuestión de segundos. 

-¿S-seguro? ¿Cómo sabes?-.

-Puedo olerlo-siseó, asomando su lengua de serpiente.


Venus no supo qué decirle, estaba feliz y emocionada, pero no encontraba palabras para ello, así que caminaron juntos en silencio, hasta llegar al laboratorio. 


-Venus, Jefecito-Flug levantó la cabeza del microscopio ante él y los miró a ambos con sorpresa. 


Era raro ver al demonio ahí, el doctor no pudo evitar alegrarse un poco. Cuando su jefe no estaba atormentandolo, aún disfrutaban de hablarse de forma cordial y ese “Jefecito”, que Flug pronunciaba con tanto cariño, nunca había desaparecido del todo. 


Le sorprendió también verlo cargando cosas. 


Black Hat dejó las cajas del suelo y estuvo a punto de irse, cuando Venus lo tomó de la mano y lo llevó consigo, sonriendo de oreja a oreja. 

Black Hat se dejó, le zumbaban los oídos y realmente no sabía muy bien qué hacer.


-Flug, Flug...-dijo la chica, dando brinquitos.


Flug le sonrió y se acercó a ella, extrañado.


-¿Qué? ¿Qué pasa?-. 

-Black Hat, tu dile-le sonrió con picardía.

-No es mi asunto-se cruzó de brazos. 


Venus lo miraba con grandes ojos ámbar ¡Diablos!


-Preñaste a tu esposa, felicitaciones-espetó, rodando su único ojo con desagrado. 


Hubo un momento, que a Black Hat le pareció una eternidad, en los que tanto Flug como Venus se abrazaron y saltaron con gritos de ¡Siii! ¡Aaahhh! ¡Por fin! 


¿Quizás debió irse? Eso quería, pero sus pies se negaban a moverse. 

Flug se le acercó, lo sujetó de los hombros y lo agitó con entusiasmo, moviendo su cuerpo entero como si fuese nada. 


-¿No es genial? Jefecito-le dijo con ojos brillantes y una gran sonrisa, distinguible incluso bajo la bolsa. 


¡¿Por qué?! ¡¿Por qué su toque seguía sintiéndose como electricidad?! 


Hacía cuatro años que Flug no le ponía las manos encima. Black Hat lo tocaba a veces, lo sujetaba con crueldad del cuello o las muñecas, nunca le hacía daño, pero quería hacerle pensar al otro que era capaz de ello. 


Flug nunca había vuelto a tocarlo. 


-Felicitaciones-dijo, saboreando hiel y esfumándose al instante. 


Flug se quedó mirando el espacio vacío, sus manos aun en la misma posición, donde habían sujetado los hombros ajenos. 


No sabía qué pensar de Black Hat pero, al menos, no parecía estar en contra de que él y Venus fuesen a formar una familia. 

Eso siempre le había preocupado un poco, incluso cuando Venus le había asegurado, tal vez con razón, de que Black Hat no iba a oponerse. 


Black Hat reapareció en su cuarto, un lugar lúgubre como todo en su hogar, pero repleto de todo tipo de artilugios y decoraciones, una cama innecesariamente grande, pequeñas plantas que cuidaba con mimo hasta que crecieran lo suficiente... 


En el techo alto, ahí estaba esa...Manifestación de sí mismo, elevándose sobre él como una nube de tormenta. 


No decía nada, solo lo miraba con desprecio, como a algo minúsculo y patético. 


Su mundo daba vueltas, en sus oídos un zumbido, su pobre corazón latiendo como el de un colibrí. 


Shisui entró al cuarto y abrazó al otro con delicadeza, apenas tocándolo. 


-No...No puedo...-murmuró el demonio.

-Ya, déjalo salir, grita todo lo que necesites gritar, yo puedo llorar por ti-le sonrió con dulzura, mientras lagrimas caían silenciosas de sus ojos. 


Black Hat le clavó las garras y ocultó el rostro contra su pecho, gritando.


-¡No puedo hacerlo feliz! ¡No puedo darle nada que lo haga feliz! ¡¿Qué tal si se hubiese quedado conmigo?! ¡Habría terminado siendo miserable!-se lamentó, su voz ahogada, pero su rostro seco. 


Shisui hizo aquel abrazo un poco más firme, Black Hat temblaba enteró, así que hizo que ambos se sentaran en el suelo y le acarició la espalda. 


-¡¿Por qué no puedo llorar?! ¡Duele! ¡Me duele el pecho!-se quejó.

-Lo se, lo se...-lo consoló, sintiendo su dolor como propio, llorando por él. 

-No puedo darle bebés como ella, no puedo darle nada...-.


Shisui no le contestó, solo lo sostuvo hasta que el otro desahogo su pena y se quedó dormido, como un niño agotado.