viernes, 3 de marzo de 2023

Cursed Cap 5: The Dance




 -¿Seguro que estás bien?-.

-Le pregunto lo mismo-.


Black Hat y Flug paseaban por el amplio jardín trasero, usándose el uno al otro de soporte. La nieve les llegaba hasta los tobillos, amortiguando sus pasos, hacía el caminar un poco difícil, pero estaban disfrutando de su paseo de todas formas. 


-Estoy bien, ya paso lo peor, debería sentirme bien por unos días-.

-Es horrible, lo que tiene-.

-Lo es-.


No se miraban, solo caminaban siempre mirando al frente, sintiendo el corazón del otro latir debido a la cercanía.

Flug tenía un brazo alrededor de su cintura, Black Hat un brazo sobre sus hombros. 


-¿No te duele? ¿Con el frío?-.

-¿Las cicatrices?-Flug suspiró-No, una vez que cierran ya no duelen, las quemaduras a veces, es como si los nervios nunca sanaran del todo en ese caso-.


Black Hat se apartó suavemente, asegurándose de que el otro no iba a caer si lo soltaba del todo, y se acercó a inspeccionar un arbusto de rosas. 


Flug lo observó, las manos elegantes acariciando con delicadeza los pétalos. Sintió envidia de esas flores. 


-Para ser algo que le provoca tanto dolor, en verdad le gustan mucho ¿No es así?-sonrió.

-Adoro el color, el aroma...-el demonio asintió-Además, atenderlas me mantiene ocupado, no hay mucho que hacer aquí encerrado-. 


El doctor se le acercó, le temblaban un poco las piernas, después de todo hacía poco más de un día había perdido la cabeza, literalmente, pero logró llegar hasta él y abrazarlo desde atrás. 


Black Hat se lo permitió, nada más que para darle gusto, se lo merecía después de todo. 


Flug se deleito en la sensación de esa figura delicada, quizás podía conformarse solo con eso, esa cercanía y poco más. 


-Lo quiero, Jefecito-le confesó con un temblor en la voz.

-¿Por qué?-el demonio sostuvo las manos que lo rodeaban con las suyas, el corazón le latía deprisa, de alguna forma sentía miedo. 

-No se-admitió-Pero lo hago y no puedo cambiarlo-. 

-No se si puedo quererte-. 

-Lo sé...-sollozó apenas-Estoy bien con ello-.


Black Hat se giró en aquel abrazo y coló sus manos heladas bajo la bolsa de papel, sintiendo las cicatrices, viejas y nuevas. 


¡Oh, como le aterraba quererlo! ¡No podía! ¡No debía! ¡No quería sufrir! ¡¿Qué sería de él si le daba un lugar en su corazón a ese mortal?! ¡¿Que sería de él cuando ya no estuviese?! ¡Su enfermedad iba a consumirlo! ¡Iba a matarlo! 


Apartó la bolsa solo un poco y le plantó un beso en la mejilla. Flug se estremeció, las manos y los labios helados, eran tan suaves y tan peligrosos a la vez, le provocaban mariposas en el estómago, una sensación de vértigo, quería quedarse y quería huir. 


-No se si puedo quererte, pero puedo tratarte mejor, lo intentaré al menos-.

-Oh, Jefecito-rió-Gracias-no sin cierto temor, le puso una mano en la mejilla, acariciándolo con el pulgar-Quiero besarlo-admitió.

-No~-.

-Ok-.


Retomaron juntos su caminata. Shisui les había recomendado a ambos tomar aire y darle una vuelta a la mansión parecía buena idea. 


-Jefecito...-.

-¿Hn?-.

-¿Puedo quedarme? Incluso si crecen las rosas ¿Puedo quedarme?-.

-Flug...-lo miró-Eres libre de ir venir como se te plazca-.

-Entonces me quedo-rió. 

-Que raro eres-negó-Como quieras, no te voy a detener, pero en verdad no lo entiendo-apartó la nieve de una banca y se sentó, mirando al lago congelado.

-¿El que?-Flug se sentó a su lado y tomó ambas manos ajenas, buscando darle algo de calor.

-¿Por qué quieres quedarte? Este sitio, es muy aburrido, no hay nada que hacer, no es más que una prisión, un lugar al que me descartaron por mi enfermedad-.

-Quiero quedarme porque está usted-sonrió, apretando sus manos-No...No sé explicarlo, es como si hubiese esperado toda mi vida por conocerlo, Jefecito-. 


Black Hat no le dijo nada, simplemente acarició aquellas manos cálidas con las suyas, tan frías como la nieve a su alrededor. 


No podía permitirse quererlo, pero mientras estuviese ahí con él, podía darle una vida cómoda y placentera. 


-Puedo hacer algo, con esto...-liberó una de sus manos y la coló bajo la bolsa, como había hecho antes-Son nuevas, puedo sanarlas, no del todo, pero solo serán líneas en tu piel-.

-No es necesario-se recargó contra su mano-No quiero que se esfuerce, Shisui me dijo que usar sus poderes le afecta-.

-No importa, estaré bien-suspiró-Piensalo ¿Si?-.

-Esta bien, lo pensaré-asintió.


Poco después volvieron al interior de la mansión. Shisui los esperaba con el fuego encendido, chocolate caliente y pastel. 

Se acurrucaron junto al fuego y Flug eligió un libro de la vasta biblioteca para leer en voz alta.


Ambos sentían que aquello era un privilegio.


El demonio, que creía que no merecía amar ni ser amado. El Nachzehrer, quien creía que su amor no era lo suficiente para el otro. 


Flug lo tenía entre sus brazos y, de vez en cuando, dejaba un beso tímido en su mejilla, en el dorso de su mano, en su cuello, apenas un roce. 

Black Hat lo dejaba, no pudiendo evitar ronronear con fuerza, feliz y complacido. 


Shisui no les decía nada, solo aparecía de vez en cuando para ver si necesitaban algo, sonreía ampliamente, le gustaba verlos tan cerca, tan felices. 


Sin embargo con esa nueva rutina, con ese paso en su relación y el transcurso de los días, Black Hat comenzaba a sentirse inquieto.

Quería ser bueno con él, pero no sabía cómo.


-¿No has aprendido nada de mi todos estos años que llevo cuidándote?-.


Shisui estaba con él, atendiendo el jardín. No aquel que rodeaba la mansión, si no uno secreto, en el interior de la misma, donde siempre estaba cálido y crecían todo tipo de plantas extrañas. 


-Aprendí que eres molesto e intrusivo-le siseó.

-Yo también te quiero-suspiró.

-Solo dime que hacer-dijo con fastidio, lanzando una rata muerta al aire y viendo, con una sonrisa, como una flor enorme se la tragaba de un bocado. 

-Podrías admitir tus sentimientos por él y hacer todo esto más fácil-.

-No tengo sentimientos por él-.

-Claro, claro-rodó los ojos y decidió mejor seguirle el juego-Pero lo estas tratando bien, dejándolo estar tan cerca y todo, solo se conocen hace unos meses y ya están tan cómodos juntos-.

-Bueno, eso sí...-admitió, levemente sonrojado, intentando distraerse de ello mientras cortaba hojas secas de una planta-Pero no puedo sentir por él-.

-Entonces finge que lo haces, hazlo feliz, es lo que quieres ¿No?-.

-Si-.

-¿Por qué?-.

-Porque el muy idiota me quiere y casi se mata intentando ayudarme-lo miró-Siento que estoy en deuda con él-. 

-Entonces tratalo como si lo amaras-sonrió.

-No se como-le gruñó-Por eso te pregunto-.

-Como dije, lo has estado haciendo muy bien-rió-¿Qué tal un gesto romántico?-.

-¿Como que?-.

-Una cena y un baile-juntó sus manos con gesto soñador-Si, sería perfecto, ambos vestidos de gala, bailando al compás de una romántica melodía-.


Black Hat nada más asintió, le gustaba la idea.


Shisui lo dejó solo y el terco demonio fue libre de sumirse en sus pensamientos, en su auto impuesta soledad. 


Nunca había dejado a Shisui acercarse, a pesar de que cuidaba de él con diligencia, solo disfrutaba la compañía de las plantas y de los libros.


Acercó su mano a una planta repleta de pequeñas flores, sus finas ramas se agitaban con emoción al sentir su presencia, deseosas de alimento y cuidados. 

Las plantas no pedían por mucho, solo alimento, tierra, algo de sol y agua y a cambio otorgaban belleza, compañía que no reclamaba ni le pedía cambiar, no tenían molestas voces para decirle lo que estaba mal con él.


Black Hat no deseaba cambiar por nadie, ni mucho menos deseaba amar y ser rechazado cuando la otra persona descubriera todo lo que estaba mal, lo roto que estaba, lo irremediablemente malvado y cruel que podía ser. 


No deseaba ni había deseado nunca por compañia, los sentimientos dolían, hacían su enfermedad inaguantable. 


Le aterraba pensar en amar a ese doctor y resultar lastimado, ser rechazado, ser dejado por cosas mejores, ya no podría volver nunca a su soledad, su corazón iba a doler, iba a llorar y sangrar e iba a ser consumido por las rosas. 


¡Oh, pero Flug era tan dulce, tan dedicado y devoto! No solo eso, Flug era como él, sin moral, retorcido, había oscuridad en su ser detrás de esa fachada nerviosa y atenta. 


¡Le gustaba! ¡Oh, cuánto le gustaba! Pero no podía darle un lugar en su corazón, se sentía como un cobarde, temiendole a todo aquello, pero estaba cansado de sufrir, no quería más de ello.


Su dolor se sentía antiguo y eterno, como si hubiese pasado muchas veces, más de las que podía recordar. Había allí el leve recuerdo de una pérdida, de un corazón roto, no quería pasar por ello. 


No de nuevo. 


Y, sin embargo, quería ser bueno con él. Así que le daría gusto, aunque fuese solo un poco. 

Además, la idea de un baile de gala lo complacía. 


En secreto y con discreción, Shisui preparó un banquete, Black Hat los arreglos florales y, juntos, decoraron aquel elegante y enorme salón de fiestas al que nunca se le había dado uso. 


Por primera vez en siglos se abrieron las ventanas, se prendieron las luces. El salón brillaba en todo su gótico esplendor. 


Ahora solo quedaba prepararse ellos mismos, incluyendo Flug, que no sabía nada del asunto.


-Shisui, a donde me llevas, tengo muchas cosas que hacer sabes-le reclamó, intentando soltarse de su agarre, Shisui prácticamente lo arrastraba por los pasillos.

-Esto es más importante...-lo empujó a un cuarto, su cuarto-Date una ducha en lo que elijo algo para ti-.

-¿Qué? ¿Algo de que?-lo miró con pánico.

-Ropa-le sonrió como si nada-Si...-se acercó a lo que parecía otro cuarto dentro del mismo, pero era en realidad un enorme closet-Algo en blanco te quedaría de maravilla- sonreía como un bobo, buscando entre la amplia colección de ropa.


Flug no entendía nada, pero sabía que cuando se trataba de Shisui y sus ideas, era mejor hacerle caso. 


Poco después Flug estaba mirándose al espejo, vestido de elegante blanco, Shisui detrás de él, ajustandole el traje y arreglandole el cabello. 


-Es de un hermoso color-le sonrió, peinandolo hacia atrás.

-Realmente no quiero mostrar mi cara-evadió mirarse a sí mismo, odiaba su reflejo más que a nada. 

-Black Hat estará muy feliz con ello-.

-Aún no se que es lo que...-.

-Flug, solo disfruta de lo que esta noche va a ofrecerte ¿Si?-.


Cuando entro al salon, se sintió como en sueño. Había algo etéreo en ese lugar, era gentilmente iluminado por los candelabros, el techo brillaba con vida propia, simulando el firmamento nocturno. Era tan lúgubre y hermoso, tanto como...

-Black Hat...-Flug no pudo evitar quedarse con la boca abierta.


Black Hat lo esperaba al pie de las escaleras con una mano extendida, luciendo más tentador que nunca, vestia de negro como era habitual, la ornamentada tela se ajustaba deliciosamente a su figura. Lucia distinguido, como un noble, ahí en su perfecta pose de caballero.

Uno que no esperaba por una dama, si no por él. 


-Doctor~-le sonrió-Luce verdaderamente encantador-.


Flug tragó saliva y alcanzó su mano con la suya.


-No me mienta, por favor-le rogó, temblando.

-No lo hago-acercó la mano que sostenía y la besó, gentil-Te ves exquisito-.

-Realmente no entiendo que planea, Jefecito-suspiró, aunque de alguna forma se sentía más tranquilo.

-Es un regalo, solo aceptalo-lo llevó consigo-Vamos a cenar, Shisui nos matara si dejamos que la comida se enfríe-.


Disfrutaron del banquete en relativo silencio, era en realidad bastante cómodo.

Buscaban sus manos sobre la mesa, acariciandose los dedos con discreción, como si hubiese alguien más presente que fuese a juzgarlos.

Quizás era una tontería, dejarse llevar, pero Flug era de corazón débil y un par de copas de vino lo convencieron lo suficiente. Quería disfrutar de esa noche, aunque todo fuese una mentira, un juego. 


Poco después del postre, llegó a los oídos de ambos el sonido de la música y la voz de Shisui, cantando. 


-Vamos-Black Hat tomó su mano con entusiasmo-Bailemos-.

-¿B-bailar? No se como-.

-Solo deja que te guíe-.


Black Hat lo llevó al centro de la pista. Flug miró con admiración el techo, allí en el centro era como estar bajo la mismísima Vía Láctea. 


-¿Te gustan las estrellas? Doctor-dijo, empezando a guiar sus pasos.

-Si, mucho-sonrió, dejándose guiar, el corazón le latía deprisa, estaban muy cerca y, de alguna forma, se sentía diferente a otras ocasiones. 

-A mí también me gustan, tus ojos me recuerdan a ellas-.

-Ay...-rió, sonrojado-¿Que dice?-.

-La esclera negra, el iris y la pupila blancos-dijo, acariciándole una mejilla-Como estrellas en el vacío del cosmos-.


Flug rió de nuevo, azorado, y ocultó el rostro contra el cuerpo del otro, acercándose más. 

Abandonaron la típica posición del vals y en cambio se abrazaron, sin dejar de bailar. 


-¿De qué sirve tener ojos bonitos con esta cara?-.

-Deja que sane lo más reciente-.


Flug miró su reflejo en las amplias ventanas, ahí enlazado tan íntimamente con Black Hat, quien era tan hermoso y perfecto a sus ojos. 


-Está bien-.


Siempre sin dejar de bailar, Black Hat lo apartó apenas, dejó en cada mejilla un beso. Flug observó, con cierto horror, como el rostro de su jefe se abría con sus propias heridas, para luego sanar como si nada en un instante. 

El doctor miró su reflejo de nuevo, las cicatrices de su boca ya no estaban.


-¿Mejor?-.

-Mejor-sollozó levemente. 


Black Hat sonrió al notar al otro más relajado y feliz. Él mismo se sentía de esa forma, su normalmente quieto corazón latía con fuerza, algo revoloteaba en su estómago, cada paso que daba se sentía en las nubes. 


La música terminó, se quedaron mirándose, como en un trance. 


-¿Puedo besarlo? Jefecito-

-Si~-.


Flug lo besó, suave y tierno. Quería ir despacio, pero sus manos tenían mente propia, acariciaban su figura con vehemencia, recorriéndolo desde la nuca, pasando por su espalda, deteniéndose de mala gana en sus caderas.

Mientras lo hacía profundizaba el beso, sintiendo al otro gemir, correspondiéndole con algo que parecía timidez. 


-Jefecito...-dijo, separándose apenas de sus labios-¿Será que es su primer beso?-.

-N-no, claro que no, cállate-replicó, rojo como tomate. 


Flug rió y la risa macabra de Black Hat lo siguió al instante. 


-No es que no tenga experiencia, es que ha pasado tiempo-admitió el demonio.

-Ya veo, está bien, no me molesta ir despacio-.


Fueron a sentarse al balcón, donde no tardaron en retomar aquel beso. Mientras más lo besaba, mientras más Flug lo envolvía en sus brazos, más sentía Black Hat que su corazón iba a estallar, sentía su pecho en llamas, de seguro aquello lo iba a hacer enfermar, pero no le importaba.


Le gustaba demasiado.


Quería seguir, darle más esa noche de lo que había planeado originalmente. 


-Vamos a mi cuarto, Doctor~-le ronroneó. 


Flug asintió con absurdo entusiasmo, haciendo al otro reír. 


¿Hacía cuánto que no compartía lecho con nadie? Siglos, seguramente. Antes de que su enfermedad tomara control de su vida, había tenido un par de amantes, personas irrelevantes.


Había pasado demasiado tiempo.


Allí, en la cama con él, portándose dócil y entregado sin siquiera pensarlo, cada caricia se sentía como algo nuevo.


La noche pasó cargada de pasión y éxtasis, la mañana los encontró exhaustos. 


-¿Flug?-lo llamó.

-¿Si? Jefecito-.

Flug le sonreía felizmente al techo, demasiado contento como para preocuparse de nada en esos momentos. Black Hat estaba a su lado, su cabeza sobre su pecho, una de sus largas y tentadoras piernas reteniendolo con firmeza.


-Quedate conmigo, siempre-.

-Ay, Jefecito, no necesita pedirlo-.