martes, 7 de febrero de 2023

PaperPunk Cap 10: The Sickness (The Bond)



Los siglos que siguieron fueron dicha, cuando había paz el Infierno era, de hecho, un lugar hermoso.

Flug era feliz, en la biblioteca tenía todo el conocimiento del mundo al alcance de sus manos, habido y por haber. 

Había lugares fascinantes que visitar y largos días en los que no había nada que hacer más que pasar su tiempo con Black Hat. 


Querían aprovechar al máximo esos años que les quedaban, tanto como se pudiera. 

Lamentablemente, los complots y la guerra habían reducido ese tiempo a menos de la mitad, para Black Hat aquello era un pestañeo, un tiempo tan breve, tan efímero y doloroso. 


Cada vez que pensaba en ello, en el paso de las horas, los días, los años...Le dolía el pecho, tosía sangre y de esa sangre nacían rosas. 

Eran las flores más bellas, tan rojas como la sangre de las que habían nacido, exquisito e intoxicante aroma, en el centro se escondía una boca de afilados colmillos. Eran tan hermosas como letales, su veneno tan potente que el solo oler su perfume podía causar la muerte. 


Era la maldición de Hatfield.


Mientras más tiempo pasaba, mientras más próxima era la muerte de Flug, más enfermo se sentía el demonio, en su corazón estaban creciendo espinas, manifestación de su amor, su angustia, su duelo. 


Los nobles del Infierno estaban preocupados, Black Hat había resultado ser un buen líder, un digno sucesor de su padre, temían por la vida de su joven gobernante, pero nadie sabía cómo deshacerse de la maldición, pues Hatfield la había inventado en el momento. 


Había días especialmente malos en los cuales Black Hat no podía levantarse de la cama, los mismos días en los que a Flug se le notaba el cansancio de los años. 

El doctor no había envejecido un día, pero a veces se sentía cansado y, en consecuencia, hacía a su demonio enfermar.


-Lo siento, Jefecito-.

-No pasa nada, no te preocupes-.


Estaban ambos en la cama, en su habitual abrazo íntimo, mirándose a los ojos. 


-De hecho, está bien-agregó, acariciándolo con ternura-Es ...Es como envejecer juntos-.


A Flug se le escapó un sollozo, Black Hat tenía una forma tan especial de ser romántico. No quería llorar y arruinar el momento.


-Oh, Jefecito-lo besó, un leve mordisco-Tan cursi-.

-Agh, luego te quejas de que no te digo cosas lindas-rodó su ojo, divertido-Pero lo digo en serio, siempre quise crecer contigo, estoy cansado de ser inmortal-.

-Black Hat...-.

-Incluso si pierdo mi poder y mis memorias, incluso si empiezo de cero, las cicatrices siguen ahi, los eones de dolor y trauma siguen ahí, sin importar que haga siempre debo verte morir-le apartó el cabello del rostro y le acarició las mejillas-Y esta maldición no va a cambiar nada, pero al menos puedo pasar este dolor contigo-.


Flug lo abrazó con fuerza y se permitió llorar. Black Hat hizo lo mismo. 


Mientras tanto, Shisui estaba preocupado. No tenía cómo sanar a Black Hat, le preocupaba que muriera de verdad y él, a diferencia de Flug, nunca podría reencarnar. El demonio no tenía un alma tal cual, no había nada que Shisui pudiese recolectar y poner cuidadosamente en un sitio nuevo, como hacía con los mortales y otros seres con almas. 

¿Entonces que? ¿Iba a sufrir por el resto de sus días? ¿Aun más de lo que lo hacía habitualmente?


Sabía que la presencia de Flug mitigaba su dolor, pero en cuanto este se fuera iba a ser pura agonía ¿Que podía hacer?


Shisui se paseaba por su hogar, de un lado a otro, como animal enjaulado...


-Oh...Supongo que podría preguntarle-sonrió.


Busco un rincón de sombras y metió la mano. Como un mago sacando un conejo de su sombrero sacó, de entre la oscuridad, a Hatfield. 


-Buenos días, querido-lo saludó-¿La pasaste bien en mi limbo?-.

-No-el hombre frunció el ceño-¿Qué quieres? ¿Es que al menos no tengo derecho a dormir?-.

-¿Tenías un buen sueño? Lucian-lo jaló y lo sentó en un sofá.


Hatfield llevaba todo ese tiempo encerrado en un vacío, Shisui a veces le hablaba, quizás porque le daba lástima su soledad, pero aparte de eso no podía hacer mucho más que flotar por ahí y dormir. 

El dios, compasivo, le preparó una taza de té y unos pastelillos.


-Soñaba con August-admitió, intentando que no se notara cuanto ansiaba probar bocado. 

-Me lo imaginaba-se sentó ante él, sonriente-De hecho, de eso quería hablar-.

-Déjame adivinar, quieres que te de la solución a la maldición que le impuse a My Dear a cambio de que me dejes reencontrarme con August ¿Verdad?-sonrió apenas y tomó un sorbo de té.

-Sabelotodo-rió-Si, esa es exactamente la idea-.

-Está bien-asintió-Pero también quiero mi libertad-.

-Por supuesto-.

-Ok, es de hecho bastante simple, primero Black Hat debe olvidar quien es, eso es fácil, lo ha hecho antes, debe olvidar a Flug también, entonces en su nueva vida, debe enamorarlo de nuevo-.

-¿Por qué?-.

-Porque me preguntas algo que ya sabes, dios de la luna-alzó una ceja-¿A qué juegas?-.

-Oh, solo dejo que las cosas sigan su curso, Lucian-suspiró-Pero, también, quería confirmarlo nada más-. 

-Pues ya sabes-. 


Así que, en realidad, el plan era el de siempre. Flug iba a morir y Black Hat iba a llorar, lloraría tanto que su pena ahogaría el mundo, a sí mismo, lavaría sus memorias y se llevaría su poder en la corriente. 

Entonces empezaría de nuevo, en otra parte, donde Flug estaba esperando.


Pero había una importante diferencia, la maldición. 


Por ahora, la misma no estaba en completo efecto, porque Flug estaba ahí, haciendo fuerte ese corazón que era, secretamente, tierno y frágil. En soledad, en cambio, la maldición estaría con todas fuerzas, encerraría su corazón en una cárcel de espinas, más duro e inalcanzable que nunca y, si Flug no lo amaba, si lo rechazaba, las espinas iban a matarlo. Black Hat iba a morir, de verdad, para siempre. 


Sin embargo, era también la clave de su sanación. Las maldiciones eran algo caprichoso, con sus reglas, trucos y excepciones.


Era como en los cuentos de hadas, el verdadero amor rompería la maldición, el problema era que Black Hat había encontrado ese amor mucho antes de ser maldecido, así que en vez de sanarlo solo mitigaba sus efectos, por eso debía empezar de nuevo. 


-Ya te di lo que querías, toca mi parte-.

-Oh, claro-Shisui nada más sonrió, la voz de Hatfield lo había sacado bruscamente de sus pensamientos-¿Y qué harás?-.

-Creo que me portaré bien por un tiempo, estoy cansado, ya veremos luego-sonrió, malicioso.

-Eres cabeza dura, en fin...-chasqueó los dedos y alguien más apareció en el cuarto. 

-¿Qué? ¿Dónde?-el Nephilim miró a todos lados, su rubia cabeza casi rozando el techo.

-¡Darling!-Hatfield fue corriendo hacia él y, de un salto, quedó colgando de su cuello.

-¡¿Darling?!-August lo sostuvo por puro instinto, mirándolo con profunda sorpresa y confusión.

-Tenle paciencia, Nephilim, pasar tanto tiempo en mi limbo le revolvió un poco los sesos, ya se le pasara-Shisui reía para sí mismo, ese par era tan despreciable, pero le resultaban entretenidos. 

-Vamos a casa, Darling~-.

-Llevalo a casa, Darling~-se burló Shisui.

-Este hombre no es mi responsabilidad-objetó el rubio, un ligero tic bajo uno de sus ojos.

-Haz de cuenta que llevas a casa un malvado, extraviado, gatito-suspiró-Eso es ¿No es así? ¿Una mascota?-.

-Ugh...Bien como sea-August aceptó aquello de mala gana, cargándose a Lucian sobre la espalda, a caballito-Aun estoy enojado contigo, Lucian, me prometiste que tendría a Ragna-le reclamó.

-Lo obtendremos la próxima vez, Darling-sonrió, ocultando el afilado rostro entre los cabellos dorados.


El Nephilim, incierto, rodó los ojos y desapareció de ahí junto con Hatfield. 


El Infierno empezó su preparaciones, pasarían un largo tiempo sin gobernante, así que muchas cosas debían ser puestas en orden. No era tan malo, tanto Lucifer como Seto solían ausentarse también, si su nuevo gobernante prefería vivir entre los mortales, una nueva vida cada vez, no les molestaba. 


Un día, finalmente, el tiempo de Flug llegó a su fin. 


Una muerte pacífica en los brazos de su esposo, despedido con un beso, su último suspiro inmediatamente seguido de un crudo lamento. 


Black Hat lloró por días, su pena creando tormentas, lloró hasta quedarse sin voz, hasta agotar sus fuerzas, hasta dormirse, exhausto. 


Aun asi, las lagrimas no se detuvieron, ahogaron todo a su alrededor, hasta que su cuerpo se hundió en un mar de su propia creación, el mar de lágrimas se llevó sus recuerdos, su pena, su poder, lo mando a navegar, durmiente, a un mundo nuevo, allí donde Flug lo esperaba. 


FIN~