lunes, 13 de febrero de 2023

Cursed Cap 2: The Beast






Los primeros días en la mansión pasaron rápido y sin acontecimientos notables, Flug simplemente se estaba acostumbrado a su nueva vida, aprendiendo las reglas y a navegar por aquella extraña casa. 


Lo primero que aprendió fue que Black Hat prefería ser dejado solo, solo aceptaba compañía a las horas de las comidas o en las tardes durante el té. 

Lo siguiente que aprendió era que su nuevo amo estaba enfermo, sufría algún doloroso padecimiento del que no sabia mucho aun, pero Shisui ya le había enseñado a preparar sus tés medicinales. 


-A veces vas a oírlo gritar, te recomiendo que te mantengas alejado de su cuarto cuando eso pase-.

-¿Qué es lo que tiene?-preguntó mientras molía hojas secas en un mortero.

-No está en mi derecho decirte, puedes preguntarle-.

-Dudo que me diga nada, ni siquiera me dirige la mirada-suspiró.

-No te acomplejes, es como un gato malhumorado, ya se acostumbrara a ti-rió.

-¿Es por esa enfermedad que nunca sale?-.

-Así es, escucha, te lo dije nada más porque no quiero que te lleves un susto el día que, inevitablemente, lo veas con un ataque ¿Entiendes? Pero es mejor si lo tratas como si nada le pasa, la mayor parte del tiempo está en buena salud, así que no debes preocuparte demasiado-. 

-Entiendo-asintió-Termine-.

-Oh, excelente-.


Shisui tomó el mortero y vertió su contenido en un pequeño caldero, burbujeaba con suavidad, soltando vapores perfumados. 


-¿Y para qué es?-.

-Ya te enseñe a hacer las infusiones-sonrió-Esto...-dijo dándole un golpecito al caldero-Es para su baño-.

-¿Baño?-alzó una ceja.

-Un baño caliente le ayuda a aliviar el dolor, así que preparó shampoos y jabones medicinales para él, tú también aprenderás como-.

-Ok...Oye Shisui ¿Y cómo es que vives con él?-le sonrió-¿También rompiste algo?-.

-No-rió-¿Sabes lo que soy? Flug-.


El doctor lo miró, atento. Shisui, un joven de edad indefinida, cola y orejas de lobo, extraños ojos bicolor, etéreamente hermoso. Alguien con habilidad para las pociones y al que, y esto Flug lo sabía porque ya le había dado varios sustos, se le daba por aparecer de la nada. 


-Un brujo-.

-Así es, se me encomendó cuidar de Black Hat, he estado siempre con él-.

-Oh, ya veo...-Flug siguió machacando hierbas, pensativo-Y...eh...-.

-¿Quieres saber qué tipo de relación tenemos?-sonrió con picardía.


El doctor asintió, agradeciendo que la bolsa tapaba su sonrojo. 


-Hn, pues somos más que conocidos, pero no se si somos amigos, Black Hat es una persona muy difícil y no le caigo del todo bien, pero me tiene confianza-lo miró fijo-¿Por que?-.

-Curiosidad-intentó evadir la mirada ajena, sentía como que estaba siendo leído de pies a cabeza.

-Bueno, entre Black Hat y yo es puramente platónico, es como un niño para mi-rió.

-Oh, ok, entiendo-sonrió apenas. 


Aprendió, diligente, a preparar todas aquellas cosas. Era fascinante en realidad, Shisui tenía una forma muy delicada y eficiente de hacer las cosas y, a la vez, tenía un extraño aire maternal.


Hacía las cosas con amor. 


Y así pasó una semana, dos, y tres... Flug llevaba casi un mes sirviendo en aquella mansión. 


Deseaba fervientemente el poder hablar con Black Hat, tener una conversación de verdad, aunque fuese breve, pero sus interacciones se limitaban a recibir órdenes y acatarlas. Sin embargo, una tarde otoñal especialmente fría, una antesala al crudo invierno que se aproximaba, su deseo se hizo realidad. 


Flug rara vez lo veía, Black Hat siempre estaba en sus propios asuntos y prefería su soledad, el doctor no tenía permitido inmiscuirse en nada al menos que lo llamaran. 

Por ello la hora del té era su favorita, en aquella sala acogedora, rodeados del silencio y al aroma a libros viejos y el siempre presente fuego, Flug podía darse el lujo de observarlo mientras le preparaba su té. 


¡Bella criatura! ¡Tan fascinante! ¡Oh, cómo deseaba conocerlo mejor! 


Flug no era estupido, sabía que ese “amor” suyo era superficial, no conocía a ese hombre, pero deseaba hacerlo, de alguna forma esa pequeña ilusión lo hacía feliz, nunca se había enamorado antes y, quizás, siempre había tenido un crush en la bestia de la leyenda, era su obsesión, lo que lo mantenía despierto en las noches y ahí estaba, en carne y hueso, tan cerca que podía tocarlo si se atrevía.


-Ay, que tonto, perderias una mano-murmuró para si mismo, vertiendo el té en una de las elegantes tacitas de porcelana. 

-¿Qué dices?-Black Hat alzó una ceja, intrigado.

-Ah, Jefecito, lo siento, pensaba en voz alta nada más-rió-¿Quiere pastelillos o scones?-le sonrió, amable. 

-Pastelillos-se acomodó en el sofá, cubriéndose más con la manta que tenía sobre los hombros.


Flug lo miró, preocupado, había oído sobre su enfermedad, pero hasta el momento nunca la había visto en acción. 

Normalmente Black Hat tenía una postura firme, elegante, con un aire de absoluta perfección, pero en ese momento estaba con los pies recogidos sobre el sofá, hecho bolita, tiritando de frío. 


-¿Se encuentra bien?-.

-Solo necesito mis medicinas, apurate-le gruñó. 

-Si, lo siento-. 


Terminó de preparar el té y los dulces y lo dejó ante él en una bandeja. 


-Con su permiso...-Flug iba a retirarse, como siempre hacía, pero la voz de su jefe lo detuvo.

-No, quédate, Shisui no está y ...-miró a otro lado-No me gusta estar solo, en momentos así-. 

-Oh, está bien-Flug se sentó en uno de los otros sofás, tímido-Sera un placer hacerle compañía, Jefecito-. 

-Un privilegio, dirás- bromeó, tomando un sorbo de té, torciendo su gesto, aquel brebaje era muy amargo, le dio un mordisco al pastelillo y sonrió-Red Velvet~-dijo con un leve ronroneó en la voz. 

-¿Puedo?-preguntó, jugando con sus dedos, apenado.


Black Hat miró la bandeja repleta de pastelillos, debatiéndose entre darle gusto o ser egoísta...No tenía fuerzas ni ánimos para ser egoísta.


-Deleitate, Doctor-. 

-Oh, gracias-. 


Flug no podía resistirse, desde que empezó a vivir allí la comida le había resultado una maravilla, nunca había probado cosas más deliciosas, Shisui cocinaba de maravilla por supuesto, pero había algo más...


-Es sangre ¿Verdad?-dijo, limpiándose crema de la boca y mirando el interior rojo del pastelillo.

-Todo lo que prepara Shisui tiene algo humano entre sus ingredientes-sonrió, siniestro-Pero, considerando lo que eres, no creo que te moleste-.

-Es exquisito-sonrió como si nada. 


El demonio sonrió apenas, complacido, sabía por instinto que el sujeto frente suyo no era normal ni era, mucho menos, una buena persona. Le gustaba eso, no necesitaba mortales remilgados molestando con su sentido de la moral. 


Por un momento solo se escuchó el sonido del fuego, de las tazas contra sus respectivos platos, el viento afuera agitando las hojas de los rosales... Era pacifico y, a la vez, ominoso, como si algo estuviese a punto de pasar. Flug se sentía un poco tenso. 


Black Hat comenzó a toser, primero un tos leve y esporádica, luego una tos fuerte y constante. Se dobló sobre sí mismo y, entre espasmos, tosió sangre sobre la alfombra, abundante y espesa.


De la sangre derramada nacieron rosas y espinas. 


Todo eso pasó en unos segundos. Flug miró todo, paralizado. Nunca había visto algo así, se veía tan...Agónico.


Prefirió dejarlo ser un momento, cuando la tos disminuyó se acercó a él y, con temor, le acarició la espalda.


-¿Se encuentra bien?-.

-No-dijo en tono de obviedad.

-¿Necesita algo?-preguntó, paciente. 

-No, solo...-lo miró, claramente molesto consigo mismo, avergonzado-Quédate hasta que pase-.

-Ok-Flug se hizo espació a su lado, muy juntos en aquel sofá que era para una sola persona, y lo sostuvo con gentileza. 


Black Hat se tensó, sorprendido por la cercanía, pero no protestó, en cambio lanzó un suspiró y se acomodó en aquellos brazos, estaba demasiado cansado para protestar de todas formas.


-Cuando Shisui me dijo que usted estaba enfermo, no esperaba algo así-comentó, mirando las rosas en la alfombra, se estaban... ¿Moviendo?

-¿Esperabas una enfermedad normal en algo como yo?-rió apenas. 

-No, supongo que no-rió-No hay nada común en alguien como usted-. 


Black Hat lo miró, curioso de cómo había cambiado sus palabras a propósito, pero no dijo nada. Aquel sujeto era extraño, no le tenía miedo, no realmente, estaba ahí, abrazándolo como si nada. 


-Te parezco algo curioso ¿No es así? ¿Quieres estudiarme?-siseó, provocandolo con tonos de burla y sarcasmo.


Flug lo miró también, se lo veía pequeño en sus brazos en esos momentos.


-Si-admitió-Pero no voy a hacerlo, aunque pueda-lo sintió tiritar, así que retomó las caricias en su espalda-Estoy para cuidarlo, como me lo pidió-.

-Deberías odiarme, te tengo aquí encerrado-.

-No hay mucho más para mí allá afuera, si le soy sincero, no me hace ninguna diferencia, ser libre o no-. 

-Ya veo, así que estás solo-.

-Mucho-.


Tras eso, tras haber llegado a algún tipo de entendimiento secreto, pasaron el resto del día conversando de esto y aquello, tranquilos junto al fuego.

De vez en cuando la tos volvía y más rosas crecían en la alfombra y, cada vez, Black Hat lucía más pálido y débil, pero Flug no dijo nada al respecto y solo lo abrazó y le dio consuelo con diligencia. 


Esa criatura en sus brazos, sabía él, era temible y poderosa, pero ahora solo era triste y frágil, necesitada de compañía y afecto. 


Black Hat estaba solo y él también. Flug sintió su corazón dar un brinco de egoísta alegría, quería estar ahí para él, serle valioso, especial, irremplazable. 


-¿Cuánto tiempo lleva así?-.

-Desde que puedo recordar, creo que había algo antes de esto, pero por lo que se he estado siempre en esta mansión, enfermo-. 

-Entiendo-.

-Un día ese pueblo comenzó a construirse y de eso ya han pasado varios siglos y, en los tiempos que aún salía afuera, me hice fama de ser temible y hambriento de carne humana-rió, siniestro-Así que nadie se acerca-. 

-Yeah, crecí con esas historias-sonrió-Siempre quise conocerlo en persona-.

-Pues aqui estoy-lo miró-¿Decepcionado?-.

-Para nada-negó.

-Debiste verme cuando era más joven y sano-.

-Creo que mi corazón no lo habría soportado, Jefecito-Flug rió, pero se detuvo en seco al notar lo que había dicho-Q-quiero decir...Yo...-.

-Ya lo sé, no soy estupido-lo miró con calma-No me molesta, pero tampoco me interesa, asi que no te hagas ilusiones solo porque te dejo estar tan cerca-.

-Lo se, no se preocupe-agachó ligeramente la cabeza, eso ya se lo había esperado, sin embargo luego sonrió-Shisui tenía razón-.

-¿Sobre qué?-alzó una ceja.

-Es como un gato malhumorado-rió.

-¡Oye!-rió también-Pero lo digo enserio, no te creas mucho solo porque te permito acercarte-.

-Lo sé-.

-Y ni sueñes en estar tan cerca cuando me siento bien-.

-Lo se, Jefecito-suspiró-Es una situación especial-.

-Eso mismo...-se acomodó-Luego debes limpiar eso-señaló las rosas con la cabeza. 


Cuando Black Hat se quedó dormido, Flug se apartó con cuidado, lo cubrió mejor con la manta y, finalmente, se acercó a inspeccionar las rosas que habían crecido en la alfombra. 


Estaban vivas, literalmente. Los pétalos eran carnosos, en el centro tenían una boca que se abría y cerraba con amenazantes colmillos. Le nacían lianas que se movían como tentáculos, intentando vanamente desarraigarse de la alfombra. 


-Fascinante...-Flug sacó un bisturí de su bolsillo y, con extremo cuidado, quitó la madeja de plantas y la llevó a su cuarto, sintiendo como se movían entre sus dedos. 


Le costó un poco encontrar un recipiente y recoger algo de tierra del jardín, pero finalmente tuvo la extraña planta acomodada en el marco de la ventana de su cuarto.


-Voy a estudiarte, quizás encuentre una cura para el Jefecito-sonrió, picando la planta con un dedo, haciendo que emitiera leves sonidos-Eres bastante adorable a pesar del dolor que provocas-.

“Chirp” dijo la planta, feliz por la atención, al parecer. 


Black Hat durmió el resto del día y, al día siguiente, lucía mucho mejor. Su antigua actitud había regresado también, era frío y cortante con Flug, ordenandole que se marchara apenas cumplia lo que sea que le había encargado. Flug obedecía sin tener otra opción. 


Le dolía, pero ¿Qué podía hacer? Era estupido de su parte, no se conocían realmente, Black Hat solo había aceptado su compañía por pura necesidad. 


Sin embargo su corazón tenía ese innegable capricho, Flug no solía ir en contra de lo que su retorcido corazón deseaba, por muy peligroso e imposible que fuese. 


Black Hat parecía sentirse mejor, pero a decir verdad estaba muy agotado. En esos momentos de su enfermedad prefería estar solo en su cuarto y dormir, libre de la tos, podía simplemente dejar su cuerpo recuperarse solo. 


No podía dormir. 


Era plena noche y no podía dormir. 


Las sombras de su cuarto danzaban en el techo, una manifestación de su poder y su psique. Se burlaban de él. 


“¿No puedes dormir? ¿Por qué será? ¿Estás pensando en alguien?” 


Decían, su propia voz, burlona. 


El demonio se giró, mirando hacia el ventanal de su cuarto, las lianas de las rosas trepaban los cristales. 


Dolían.


Los sentimientos dolían. 


No los quería. No era más que veneno, una cosa tóxica que exacerbaba su enfermedad. Debía ser siempre frío y estoico para disminuir la agonía. 


¿Por qué arriesgarse de todas formas? Ese mortal gustaba de él, eso era cierto, así como era cierto que llamaba su atención, eso no iba a negarlo, pero no tenía interés en ceder a su curiosidad por él, no tenía interés en amantes ni mucho menos en una pareja. 


Era solo un capricho, Flug era algo nuevo, eso era todo, pronto esa novedad pasaría y sería tan irrelevante como los viejos muebles que decoraban su mansión. 


Se giró de nuevo, hacia la penumbra de la habitación. 


Esa bestia no conocía más que soledad, su corazón enfermo y adolorido por siglos. Le asustaba encariñarse, le asustaba amar y perder, así que cerró su ojo y durmió, empujando esos sentimientos muy lejos.