jueves, 20 de junio de 2024

Hiding Place




La mansión era grande e intrincada al punto del absurdo, como esas pinturas de escaleras interconectadas que suben y bajan sin lógica aparente. Cada día aparecía un nuevo pasillo, una nueva habitación, una puerta misteriosa. 


Todo eso hacía el limpiar una tarea monumental así que, una vez al mes, toda la familia se juntaba para limpiar a fondo. 


A Flug le había tocado el ala Este, donde normalmente los cuartos se usaban casi exclusivamente a modo de depósitos, allí la familia guardaba lo que ya no usaba pero que no querían tirar. 


Estuvo un rato sacudiendo polvo con mente ausente, pensando en otras cosas, el trabajo, las vacaciones que se sentían tan lejanas, el tiempo de calidad con sus hijos, en Black Hat...


Esos últimos días habían sido difíciles, por lo que esperaba que el andar limpiando le sirviera a su esposo para distraerse, pero no podía culparlo por caer en periodos de depresión. 


Cada tanto, cosa de dos o tres veces al año, Black Hat entraba en celo, como un animal, construia un nido con mantas y cojines e invitaba a Flug a pasar tres dias maravillosos llenos de sexo salvaje e interminable, tal vez la unica ocasion donde el doctor se cansaba primero. 


Pero luego el demonio caía en un pozo depresivo, tal vez era solo la bajada en hormonas, pero aun así, era preocupante, era triste verlo aplastado en el sofá, llorando silenciosamente mientras se ahogaba en licor, helado y novelas baratas. 

Sin embargo, no se podía hacer más que dejarlo ser y hacerle compañía hasta donde lo permitiera. 


Así que si, Flug esperaba que al menos se estuviese distrayendo en esos momentos. 


Abrió una habitación, pequeña y llena de cajas polvorientas como todas las demás. 


Algo llamó su atención.


Un cofre elegante, enorme y sin una mota de polvo, como si hubiese sido limpiado recientemente. 


Lo abrió, curioso. 


Por un momento no sabía lo que veía. 


Ovalos de un material duro y brillante, de un negro profundo con una franja rojo sangre en el centro. 


Eran ... ¿Huevos? 


Estaban acomodados en el fondo acolchado del cofre, claramente bien protegidos.


Tomó uno con cuidado y lo examinó, era ligeramente más grande que un huevo de avestruz, eran fríos al tacto, como un cristal. 


Le tomó unos momentos entender del todo lo que veía y sintió su corazón quebrarse. 


-Oh, Black Hat-se lamentó con un suspiro. 


No quería regañarlo, pero aun así...


-¿Por qué no me dijo nada?-.


Black Hat estaba ahora en ese cuarto con él, mirando los huevos en el cofre. 


El aire se sentía pesado y las sombras se movían solas, señal de que Black Hat estaba en profunda angustia. 


-Son suyos...nuestros ¿Verdad?-le dijo, al ver que el demonio no le contestaba. 

-No viven mucho, Flug...-dijo, abrazándose el vientre y mirando a otro lado-Solo unas horas, quedan fríos y vacíos ¿Para que decirte nada?-.

-Jefecito...-.

-Temía que te decepcionaras de mí-admitió con un leve sollozo-No te sirvo para darte hijos, lo siento-.


Flug no sabía que decirle, así que solo lo abrazó con fuerza, protector. La verdad es que no necesitaba más hijos, estaba contento con los que ya tenían, pero Black Hat claramente sentía diferente. 


-Me molesta más que no me dijera nada, que decidiera sufrir a solas-le dijo, apartandolo lo suficiente para verlo a los ojos-Pensé que se deprimía por las hormonas-.

-Pueden ser ambas ¿No?-sonrió apenas-Flug, amo a nuestros hijos, pero en verdad quisiera un par que sea de ambos, que tengan un poco de mi y de ti, pero de mi vientre solo sale muerte y no es justo, es lo único que deseo que no es egoísta y es lo único que no puede tener-. 


Black Hat rara vez lloraba, le era difícil hacerlo, pero cuando sus emociones eran muchas, sus lágrimas fluían como un río. 


Flug le secó las lágrimas con besos y le sonrió. 


-Sabe, Jefecito, creo que tengo una solución, aunque no prometo nada y debe prometer no enfadarse ni conmigo ni con usted mismo si no funciona-.


Black Hat lo miró con profunda intriga, notando la seguridad en sus ojos, junto a ese brillo de locura científica. 


-Quiero ver que planea, Doctor~-le sonrió.