viernes, 11 de noviembre de 2022

Admirandote Cap 3: Intoxicante




Flug nunca había conocido hombre o mujer más intoxicante. Con Black Hat era imposible pensar, era como el más exquisito de los licores, la más adictiva de las drogas. 

Era indescriptiblemente hermoso, todo de él le gustaba. El cuerpo ligero, la piel de serpiente, las largas piernas, los peligrosos colmillos y garras que dejaban marcas por doquier. 

A pesar de lo temible y peligroso que era, en sus brazos era dócil, Flug le sacaba lo más adorables sonidos, lo hacía rogar por más. Le gustaba oírlo gemir su nombre. 

La noche se les hacía corta en su pasión ¡Oh, las noches! ¡Esas gloriosas horas cuando no había trabajo, ni Hatfield, solo ellos dos! ¡En las noches era solo suyo! ¡Era tan dichoso, por unas pocas horas era tan jodidamente dichoso!

Pero entonces llegaba la mañana y todo era nuevamente sobre trabajo y su querido Mr Hatfield ¡Flug quería volarse los sesos cada que salía el sol! 


Llevaban así dos semanas.


Flug hacía lo que le pedían simplemente, las noches su único consuelo. No iba a mentir y decir que no se sentía usado, pero sabía a lo que se atenía trabajando para ese demonio, haciendo tratos con él. Quizás era sencillamente algo mutuo, se usaban el uno al otro y el doctor se conformaba con su situación.


Durante las horas de trabajo, que en general eran solitarias pues aun no habían contratado a nadie más, Black Hat aparecía y juntos jugaban a ser novios, siempre que Hatfield estuviese presente por supuesto. Después de todo, el objetivo era darle celos.

Flug no estaba muy seguro de si realmente estaba funcionando, el hombre parecia más que dispuesto a ignorarlos o hacerse el tonto. 

Pero al mismo tiempo, cuando los veía juntos, podía notar como apretaba los anormalmente blancos dientes. A Flug realmente no le interesaba, iba a aprovechar aquello tanto como pudiera. 

No era solo el sexo, cuando Black Hat fingia ser su novio era tan galante y dulce, tanto que en un principio lo habia tomado por sorpresa, pero parecia que el demonio tenia un lado naturalmente cariñoso que él mismo no conocia. 

Podía ser que solo le gustaba la atencion, quizas solo era que le gustaba que Flug lo mimara y lo llenara de halagos, pero al doctor no le importaba, verlo sonreir y escucharlo ronronear como un enorme minino era lo mejor del mundo.


Así que ahí estaba él, jugando a ser novios con un ser infernal, todo para darle celos a un hombre despreciable, y no le importaba.


Black Hat por su parte estaba siendo puramente hedonista, le gustaba la atención de su doctor, le gustaba ver los celos sutiles florecer en el serio semblante de Lucian. Disfrutaba ser el centro de la atención de ambos, así como secretamente disfrutaba ser dulce con Flug, ser tierno y dócil era algo que nunca había podido expresar con nadie más que con él. 


En las mañanas compartían un silencioso desayuno, cansados de la noche anterior, era un cómodo silencio y luego simplemente iban juntos al trabajo.
Al mediodía, cuando el trabajo se ponía lento y aquel laboratorio silencioso era apenas iluminado por las pequeñas ventanas que daban al mundo exterior, Black Hat se sentaba a almorzar con Flug. 

Se tomaban de las manos sobre la mesa y se tocaban juguetonamente con los pies mientras hablaban de esto y aquello, Black Hat siempre se aseguraba que Hatfield anduviera cerca para verlos interactuar, pero en ocasiones se olvidaba de ello y simplemente disfrutaba del momento, entretenido con la conversación. 

Cuando su atención estaba en Hatfield sin embargo ¡Oh, era tan feliz! Verlo celoso era tan divertido, se sentía peligroso de alguna forma, era excitante. 

Si, le divertía jugar con esos dos. 


Y Mr Hatfield... Mr Hatfield estaba furioso. 

Sabía de sobra que Black Hat hacía todo eso para darle celos ¡Y vaya que estaba funcionando!

Cuando los veía llegar tomados de la manos, compartiendo sus horas hablando de tonterías ¡Cuando los veía besarse! ¡Odiaba ver a ese doctor patético tocar lo que era suyo! 

Ese hombre patético no tenía derecho a ponerle las manos encima a SU Black Hat, el mocoso era suyo y de nadie más ¡Su estatus y poder le pertenecían solo a él!

Hatfield estaba teniendo un berrinche interno, como un niño al que le habían quitado un dulce que decía no querer. 

Pero no iba a darle gusto, sabía que solo intentaba manipularlo y jugar con él, así que se decidió a ignorarlo, al menos a simple vista, porque no estaba ignorandolos en lo absoluto.

Lucian los espiaba, los seguía cuando iban a sus pequeñas citas, viéndolos compartir un picnic o el té de la tarde, como un par de novios. Los veía almorzar juntos y pasar largas horas en el laboratorio, simplemente hablando. De no saber mejor habría pensado que se querían, pero eso era imposible porque ese monstruo era incapaz de querer de verdad y, en todo caso, solo tenía ojos para él, Flug era un simple capricho, un juguete del que se aburriría pronto ¡¿Verdad?!

Pero no podía evitar sentirse enfadado y celoso ¡Quería gritarle a ese demonio que no era más que una puta, gimiendo en los brazos de otro con tanta facilidad!

Pero no podía hacer eso, estaba su propio orgullo de por medio. Black Hat iba a aburrirse pronto de sus juegos, solo debía esperar. 


Mientras sus caprichos no afectarán al negocio, todo iba a estar bien.


Con el dinero de Mr Hatfield y los muchos contactos de Black Hat, formaron un culto de nobles y mafiosos, la crema y nata del crimen y la corrupta nobleza se reunía con frecuencia en secreto. 

Bastaba con que Black Hat mostrará de lo que era capaz para que sus clientes no dudarán un segundo en seguirle y firmar todo tipo de contratos con él, su culto y su organización podían ofrecer de todo, la imaginación era el límite después de todo. 


Mr Hatfield era el fundador y líder, Black Hat la temible fuerza secreta detrás de todo y Flug el que hacía de aquello un negocio próspero, con sus inventos, productos y servicios varios. 

El culto del sombrero negro y Black Hat Organization eran todo un exito. 

Y con todo eso ya había pasado casi un año, entre negocios, conspiraciones y juegos de amantes. 


Mientras estaba ahí tendido en la cama con Flug, a Black Hat se le daba por pensar que quizas podia conformarse con eso, el doctor le gustaba mucho, era perverso y malévolo a su modo, tal vez no era Hatfield, pero tenía lo suyo propio que le gustaba mucho.

Lo miro en la penumbra del cuarto, ya se había dormido, la luz de la luna iluminaba la pálida piel y el cabello rojo fuego. Un chico como ese, que era igualmente malvado y dulce, seguramente iba a querer hacerlo cambiar, iba a pedirle que fuese una persona diferente.

Black Hat quería, o creía querer, que Hatfield lo amará porque entonces no tendría que cambiar nada. Creía, con cierta peculiar inocencia, que solo porque se parecían, Hatfield iba a amarlo tal cual era. 

No sabía que era más bien todo lo contrario y que Flug nunca iba a pedirle que cambiara, que ya lo amaba como era, pero estaba demasiado ciego en su ilusión por Lucian para notar lo que ya tenía y solo pensaba en lo que no. 


-Hn... Jefecito- Flug lo buscó para abrazarlo.


Black Hat suspiró y se puso a su alcance, Flug no perdió tiempo y lo envolvió en sus brazos con fuerza. 

Flug abrió los ojos apenas, adormilado. No pudo evitar sonreír al ver esa criatura hermosa, estaba enamorado de él, aunque si le preguntaban no sabía muy bien por qué. Realmente no necesitaba un motivo, los sentimientos no tienen lógica.

Si buscaba una razón, tal vez era que con él sentía que tenía donde pertenecer, un propósito, alguien que incluso en su crueldad y exigencia lo aceptaba como era, un científico loco y retorcido sin escrúpulos cuando se trataba de ciencia y experimentos, alguien innecesariamente sensible y nervioso que se esforzaba demasiado y tendia al fracaso. 


¿Por qué no podía ser correspondido? Si le daba todo de sí, incluso su dignidad, y aun así Black Hat no lo amaba, solo estaba usándolo hasta que consiguiera lo que en verdad quería o terminará por aburrirse, lo que pasara primero. 

Usar era una palabra un poco fuerte, no estaba usandolo, tenían un acuerdo y Flug era estupido, devoto y leal, asi que había aceptado aunque dolía. 


Lo apretó en aquel abrazo y lo escuchó ronronear, al menos aun tenía esos momentos, sabía que el demonio estaba contento con él.


-Jefecito...-.

-¿Qué quieres? Vuelve a dormir-.

-¿Puedo preguntarle algo?-.

-... ¿El que Flug?-suspiró.

-No piensa en él cuando está conmigo ¿Verdad?-.


Black Hat lo miró, su ojo felino brillando en la oscuridad. No pudo evitar reír.


-Claro que no, Doctor~, pensé que era obvio, con lo mucho que gimo tu nombre-.

-Oh, ok, está bien entonces-.

-Eres un idiota ¿Lo sabias?-.

-Lo siento-se acomodó, dispuesto a volver a dormir.

-Han sido entretenidos estos meses contigo, consiga a Hatfield o no, no me arrepiento de nada- le aseguró.

-Lo mismo digo, Jefecito-. 

-Oye, Flug...-.

-¿Si?-.

-Ven al baile, será un baile de máscaras, así que debería estar bien ¿No?-.

-¿Me está invitando?-sonrió.

-Si, ven conmigo, te sacaré a bailar y todo-.

-Nada más me gustaría más-. 


Aquel era un baile de celebración por los éxitos del último año y la oportunidad perfecta para llevar a cabo un ritual muy importante. Detrás del elegante baile de ensueño, detrás de la gente hermosa, los vestidos opulentos y las máscaras de fantasía, había violencia, la sangre de los inocentes, horribles rituales caníbales y toda la decadencia de la que los humanos eran capaces. 


Pero nada de eso importaba mucho en ese momento, porque era el tiempo del vals y Black Hat no podía evitar sonreír en toda su amplitud. 

Flug lucía tan... Hermoso. El traje blanco le sentaba de maravilla, la mascara blanca y dorada resaltaba los peculiares ojos negros y el cabello de intenso rojo.

Bailaban en perfecta sincronía y, por un momento, para ambos no hubo nada más en el mundo que ellos dos y la música y la belleza que los rodeaba.


Era todo un espectáculo a decir verdad, el gran salón, opulento y lúgubre, las figuras enmascaradas, misteriosas y tetricas, pero indescriptiblemente hermosas y atrayentes. Todos danzando bajo un techo que simulaba el cosmos, parecían muñequitos de porcelana en un escenario cuidadosamente hecho a mano. 


Había tal belleza en esa oscuridad y ellos dos se sentían tan a gusto, que por un momento en verdad se olvidaron de todo, danzando y mirándose a los ojos. Uno de negro y otro de blanco, parecian un par de novios, hacian el perfecto contraste y sus ropas, tan llena de delicados detalles, daba la ilusion de que aquello era un retrato, una pintura bien elaborada que se movia magicamente, mostrando un posible futuro. 


Flug se sentía flotar, dichoso. Black Hat resplandecía en su tétrica elegancia, tan galante y guapo, lo hacía sentirse afortunado y...Querido. 


Black Hat se daba cuenta también de que, tal vez, si quería a su doctor de esa forma, quizás solo era el ambiente, la música, o quien sabia que, pero se le antojaba decírselo.


-Flug yo...- comenzó a decir, pero alguien los interrumpió, era Hatfield, de mala gana ambos dejaron de bailar.

-Siento interrumpir, My Dear, Doctor- Hatfield les sonrió-Pero necesitamos hablar- dijo, tomando a Black Hat de la mano.

-Disculpame un momento, Flug- suspiró, no sin cierto fastidio.

-Ugh, ok...- Flug miró a Lucian con desprecio, sentía que iba a pasar algo importante y aquel desgraciado los había interrumpido a propósito. 


Lucian nada más sonrió con sorna y se llevó a Black Hat con él.


-¿Qué es lo que quiere? Mr Hatfield-inquirió, deseando nada más que volver a la pista de baile con su doctor-Si quiere sacarme a bailar, podría haber esperado a que terminara la pieza-. 

-No quiero bailar, My Dear, hay cosas más importantes que atender-.


Hatfield lo llevó lejos, a los pasillos ocultos. Estaba furioso, tan amargamente celoso y lleno de rencor y envidia que lo sentía en la boca, podía saborear su propia amargura. 

Había podido soportarlo todos esos meses, pero cuando los vio bailar, tan compatibles, luciendo como... Pues como un par de recién casados, decidió que ya era suficiente, iba a darle a ese niño una lección, nadie jugaba con él, nadie tomaba lo que era suyo. 


Black Hat se dejó llevar, intrigado.


Mr Hatfield lo azotó contra la pared cercana, una mano sosteniendole ambas manos sobre su cabeza. Lo besó con furia, tomando al demonio por sorpresa. 

Black Hat no reaccionó al principio, solo se dejó besar, saboreando aquella boca con tonos de licor y tabaco, por alguna razón le asustaba un poco su repentina brusquedad. 


-Mr Hatfield...-alcanzó a mascullar, agitado.

-Shhh, My Dear- lo calló, apenas apartándose de sus labios-Tenemos que hablar tú y yo, asi que estate quieto un momento ¿Si?-.


Black Hat tragó saliva y asintió, mirándolo con incertidumbre.

Hatfield le sonrió, con su mano libre le acarició el rostro, bajó por su cuello, su pecho, su vientre... Podía sentirlo estremecer. 


-Has sido muy travieso ¿No es así? My Dear-le habló con suavidad al oído.

-Mr Hatfield...- Black Hat quería protestar, pero el mayor se lo impidió.

-Que te calles- Lucian no elevó la voz, pero sonaba a reprimenda-¿Te divierte darme celos? My Dear-le dijo con claro rencor a la vez que le metía la mano en los pantalones y frotaba con cierta rudeza.


Black Hat no pudo evitar gemir, le temblaban las piernas, estaba seguro de que se derrumbaría en el suelo si Hatfield dejaba de sostenerlo. 

Quería poder soltarse y aferrarse a sus hombros al menos.


-Mr Hatfield, por favor...-le rogó, gimiendo.

-Dime ¿A quién le perteneces? My Dear- ignoró su ruego y en cambió comenzó a masturbarlo, sonriendo con malicia ante sus gemidos, podía sentir su cuerpo entero temblar- Contestame...- le exigió, deteniéndose.


Black Hat ya no estaba pensando en lo absoluto, gemía en puro nebuloso éxtasis, su lengua asomandose, una expresión de placer sin pensamientos.

Se lamentó al notar que el otro se había detenido e intentó soltarse en vano.


-Habla, My Dear-.

-Usted... Le pertenezco a usted-.


Eso era lo que quería escuchar ¿Verdad? ¡Oh, por favor que fuese eso! Iba a perder la cordura si Hatfield no continuaba.

-Muy bien...- Hatfield sonrió nuevamente-Vas a terminar con ese doctorcito ¿Entendido?-.


Black Hat nada más asintió.


Hatfield rió, se burló de él, pero el demonio no lo noto, solo gimió con ansias cuando el hombre retomó lo que había estado haciendo.

Quería que soltara sus manos y poder tocarlo también, pero Lucian no parecía dispuesto a soltarlo. 


-Mr Hatfield, por favor...- dijo por segunda vez-Déjeme... Yo también quiero...Usted-.


Hatfield no le daba mucho espacio para hablar y su mente inundada de placeres carnales apenas podía formar una frase coherente.


-Eres tan adorable, pero tengo otros asuntos que atender, así que terminemos con esto rápido-.


Aumentó el ritmo de sus caricias hasta hacerlo llegar al clímax, lo miró retorcerse con la más encantadora expresión ¡Divina criatura! Podía jugar así con él todo el día, si era sincero consigo mismo. 


-¿Vas a comportarte a partir de ahora? My Dear-.


Black Hat asintió y Hatfield lo soltó por fin, el demonio cayó al suelo como un muñeco y se quedó ahí, mirando la nada.


-Tengo cosas que hacer, My Dear, nos veremos luego-Hatfield se acomodó la ropa y se marchó sin más, caminando firme y con las manos enlazadas tras su espalda. 


Black Hat no supo muy bien por qué, pero se le escapó un sollozo y se quedó ahí unos minutos más, abrazándose a sí mismo.