miércoles, 30 de noviembre de 2022

En lo profundo Cap 2: El Nephilim y El Brujo




-Oh~- un joven de cabello negro exhalo humo y dejo caer la ceniza del cigarro en el cenicero con un leve tap-Suena a una sirena o un tritón, aunque he escuchado que por esta zona viven demonios de agua-.

-¿Y hay diferencia?- inquirió el otro hombre, bebiendo un sorbo de café.


Eran solo los dos en aquella pequeña casa, en aquella isla de roca, junto a aquel faro. 


-La hay- asintió-Tritones y sirenas nacen en el mar, los demonios son entidades que se adaptan a su entorno, el agua en este caso, pero si viven mucho tiempo en la misma su naturaleza sigue las mismas reglas, así que es solo una diferencia sutil, es como nacer en un país y criarte en otro completamente diferente, tienes un poco de ambos-.

-Entiendo-.

-¿Qué te preocupa? Flug, querido-.


Flug miró al otro, ese joven de nombre Shisui, era un sujeto de lo más extraño, cuando se lo tenía cerca incentivaba a hablar sin cesar, como si destapara algo en el corazón o la mente y forzará a salir todos esos sentimientos e ideas que normalmente estaban embotellados. 


-Nada, realmente, fue un encuentro extraño nada más-suspiró-La única otra criatura del mar que conozco eres tú-.

-Soy un silkie, Flug, no me compares con los peces-negó-A diferencia de ellos, puedo salir del agua a mi antojo y mi corazón no esta frio por las aguas-. 

-Haz mencionado eso antes, sobre el corazón-.

-Vivir en oscuridad, en lo helado del mar, vuelve el corazón frío-apagó el cigarro y miró por la ventana, hacia el mar embravecido-Es un lugar aterrador, allá abajo, no hay luz ni calidez de ningún tipo, las criaturas de ese mundo tienen el corazón helado, es por ello que es cruel cuando los mortales los enamoran-.

-¿Cruel?-alzó una ceja.

-Solo hay espacio para uno en sus corazones, si alguien del mar te amara, lo haría para siempre, con toda su devoción-.


Flug no pudo evitar reír.


-Oh bueno, dudo que sea el caso-.

-¿Y por qué te salvó entonces?-.

-No lo sé... No me interesa, dudo que vuelva a verlo a él o ella-. 

-¿Qué preferirías?- le sonrió con picardía-Él o ella-.

-Ambos me gustan-. 

-Debo ser todo un espectáculo para ti entonces-bromeó.


Flug lo observó nuevamente, etéreamente hermoso, andrógino, el cabello largo, negro y sedoso, los ojos bicolor, un rubí y un zafiro, la piel pálida y el cuerpo grácil, pero aun así...


-No eres mi tipo- negó.

-Me lo imaginaba-rió-Me tengo que ir, me cuentas si vuelves a ver a esa criatura marina-.


Shisui dio los pocos pasos que separaban la mesa de la cocina-comedor de la puerta de salida y descolgo un largo abrigo negro del perchero, estaba hecho de lo que parecia la piel de algun animal, esponjoso y de un negro tan profundo que brillaba.

Flug lo siguió afuera, nada más que pare ver nuevamente aquel fenómeno tan peculiar.

Shisui caminó hasta la costa, sus coquetas botas de tacón alto tocaban el agua, se puso el abrigo y, así sin más, se transformó en un lobo marino. Aunque, no lucía como ningún lobo marino que Flug hubiese visto antes, era lo que identificaba como especie, pero al mismo tiempo no se parecían en nada, realmente extraño. 


-Nos vemos- habló el, ahora, animal antes de desaparecer entre las olas. 


Flug se quedó mirando un poco más, le fascinaba el océano y todo lo que ocultaba, aunque su experimento reciente había sido un verdadero desastre, pero no iba a rendirse. 

Solo debía seguir experimentando, aunque necesitaba más materiales y más sujetos de estudio, especímenes en los que probar la capacidad pulmonar, cuanta presión aguantaba un cuerpo, las consecuencias de la exposición prolongada al agua salada, la falta de oxígeno, etc

Era trabajo arduo y lo hacía solo, pero le encantaba.

Se preguntó acerca de la criatura que lo había rescatado, que sería y dónde estaba, pero no tenía mucho caso darle vueltas, seguramente había sido cosa de una vez y ya, quizás algún tritón o sirena que le había tenido lastima. 


 Allá abajo, en las profundidades, Black Hat también meditaba sobre todo el asunto, flotaba suavemente, dejándose llevar por las corrientes, dándole vuelta al incidente una y otra vez. 

No podía estar enamorado ¿Verdad? Eso era imposible, nunca había sentido nada más que desprecio o indiferencia por otros, nunca se había creído capaz de sentir ese tipo de cosas, pero no podía negar esa leve calidez en su corazón y estaba aterrado. 

Si lo amaba sería por siempre ¿Y entonces que? El sujeto iba a morir tarde o temprano y él se quedaría a lamentarse por el resto de la eternidad.

 

El asunto era que podía quedarse sin hacer nada y ser forzado a casarse con alguien que no le gustaba o podía hacer algo y, tal vez, ser feliz por un par de décadas. 


Pero ¿Como? Habían restringido sus poderes, no podía cambiar de forma, no podía formar piernas para salir a la superficie. 

Su propio poder le era inutil, así que debía buscar el de alguien más. 


En el océano había brujo y brujas, gente del mar con magia poderosa que concedían deseos a cambio del precio justo, el problema era que Black Hat, siendo quien era, no estaba precisamente en buenos términos con ninguno de ellos, habia alli una rivalidad natural, pues él mismo era capaz de conceder lo que otros deseaban a cambio de su alma o algo similar, simplemente no podía usar sus poderes sobre si mismo, asi que no le quedaba más que negociar. 


Uno a uno fue rechazado, un par incluso decidieron que era buena idea desafiarlo y terminaron con sus colas cortadas a la mitad, mientras Black Hat los veía forcejear en el agua, intentando nadar vanamente, para finalmente ser tragados en la oscuridad del abismo.


Solo le quedaba una última opción, August. 


August y Black Hat tenían algo en común, no habían nacido en el mar. August era un Nephilim, habia hecho enojar a su dios y fue desterrado al oceano, donde largos tentaculos negros reemplazaron sus piernas. 

Era la última opción y la menos deseable. Se habían visto una sola vez, cuando Black Hat había sido mucho más joven e imprudente. 

Ese pulpo repugnante lo había envuelto con tentáculos viciosos y, de no ser porque el Leviatán andaba cerca, quizás seguiría prisionero de los mismos hasta el día de hoy.

Solo pensarlo lo hacía estremecer del asco.


A pesar de lo vasto que era, el mar era un mundo pequeño cuando se trataba de rumores, todo mundo sabía que August tenía algo por Black Hat, no era ningún secreto y aun así el demonio decidió ir, no teniendo más opciones. Quería huir de ese mundo, de su padre y su abuelo, de un matrimonio forzado y del propio Nephilim en el que rara vez pensaba, pero que siempre había sido una amenaza latente.


No le tenía miedo. Incluso si le temía, sus anhelos y su deseo de ser libre podían un poco más. Su deseo de volver a ver al hombre del faro podía un poco más, esa calidez que mitigaba el helado mar era incentivo suficiente. 


Así que se escabulló por las intrincadas y estrechas cuevas marinas, su cuerpo largo y sinuoso colándose con facilidad, hasta dar con el hogar del Nephilim. 

Allí estaba él, como esperandolo, sonriente. 


De la cintura para arriba era un hombre de piel clara, cabello rubio, ojos grises, hermoso y tan perfecto que provocaba un extraño desagrado. 

De la cintura para abajo largos tentaculos negros se rizaban con gracia, formando espirales y corazones al ver al otro. 


-Black Hat ¿Que te trae por aquí?-se le acercó, no nadaba, si no que se adhería al suelo o las paredes y se impulsaba con sus tentáculos. 

-Creo que te haces una idea...- intentó mantener la distancia, pero un tentáculo se enredó alrededor de su cintura y se lo impidió.


No pudo evitar temblar ¿En qué momento había hecho eso? ¿Qué tan lejos llegaban esas cosas?


-Quieres ir a la superficie a satisfacer tus caprichos- lo tomó del mentón, no con su mano, sino con otra de esas apéndices horribles-Sigues siendo un mocoso- lo forzó a mirarlo a los ojos-Mi dulce Ragna~-. 


Black Hat apretó los dientes, era repugnante escuchar su verdadero nombre salir de esos labios. Más y más tentáculos lo envolvían, sosteniéndolo de las muñecas, manteniendo sus brazos pegados a su cuerpo e impidiéndole defenderse con sus garras. 

Forcejeo vanamente, lo tenía bien sujeto. 


-No te asustes, estoy dispuesto a hacer un trato contigo- el rubio le sonrió, aunque era solo su boca la que se torcía en aquel gesto, sus ojos grises seguían igual de fríos e impasibles que antes. 

-¿Y si no aceptas tus términos? August-le siseó.

-Eres libre de irte, en dicho caso...- resopló con fastidio-Creeme, dulzura, si estuviésemos en la superficie, con nuestras verdaderas naturalezas...- se saboreó-No tendrás escapatoria-. 

-No tienes vergüenza ¿No es así?- se encontró aterrado de él, pero aun así intentó mantenerse firme, no iba a doblegarse tan fácilmente. 

-No, no la tengo-admitió-Todo lo que hago es al servicio de mi dios, no me arrepiento de nada-lo apretó levemente y sonrió de nuevo-Pero hablemos negocios-.

-¿Qué propones?-.

-Te dare piernas y todo lo demás, pero nada es gratis como un demonio como tu sabe de sobra, tomare tu voz, esa con la que tientas a los mortales y los haces perecer en las aguas, y cada paso que des será agonia, porque es el castigo para un hijo desobediente, yendo a donde le prohibieron ir...- lo apretó más y acercó su rostro al del otro, casi tocándolo.


Black Hat ladeó la cara con asco, pero no dijo nada.


-Y, si ese mortal que es tu capricho no te besa antes del final del tercer día, te arrastrare de vuelta al mar y te hare mi esposo-.


Black Hat lo miró, considerando sus opciones, si lo rechazaba iba a terminar casado con algún indeseable de todas formas, al menos así tenía una oportunidad. 


-¿Algo más?-.

-Eso es todo, dulzura-.


El Nephilim lo soltó y se apartó a buscar algo, paseando por su cueva submarina con calma, sabiendo de sobra que el demonio ya había tomado su decisión.


-Está bien, acepto-. 


Mientras era golpeado por las olas y vomitado por el mar con crueldad contra la costa rocosa, tuvo tiempo de pensar que quizas habia cometido un error, no tenía voz, ni poder y todo dolía, pero al ver la casita del faro, con sus cálidas luces encendidas, sus dudas se disiparon. Podía hacer eso, solo debía obtener un beso, no podía ser tan difícil ¿No es así? 


Intentó ponerse de pie, pero no tenía fuerzas ni mucho menos podía pedir ayuda, aunque quisiera y lo dejara el orgullo. Estaba desnudo en la costa a mitad de la noche, una tormenta se aproximaba ¡Oh, quizás si había cometido un error! Si ni siquiera podía salir de ahí, estaba perdido. 


-Oh, mi niño, vaya que eres imprudente-le habló una voz dulce. 

-¿Quien...?-miró débilmente hacia arriba, encontrándose con lo que identificaba como algún tipo de selkie, aunque nunca había visto un hombre de la especie antes. 

-Te han maldecido con tu consentimiento, así que no puedo romper la maldición del todo-.


Shisui se agachó a examinarlo, se había esperado encontrarlo ahí tirado, aunque era peor de lo que anticipó, aun así podía ayudar un poco. 


-¿Qué es lo que quieres? Déjame en paz- le gruñó, terco, orgulloso y bastante confundido, iba perdiendo la conciencia por momentos. 

-Aliviare tu maldición- Shisui lo cubrió con su abrigo de piel y lo tomo en brazo con facilidad, comenzando a caminar hacia la casa-Para el beso, tienes una semana y, mientras más cercanos se vuelvan, más recuperaras tu voz y tu poder y menor será tu agonía-. 

-¿Cómo puedes hacer todo eso?- lo miró, tenía la piel pálida como la misma luna que iluminaba el camino y observaba, atenta. 

-Soy un brujo- le sonrió con simpleza.

-¿Y qué quieres a cambio?-.

-Nada, observar- sonrió nuevamente, aunque esta vez lucía un poco más siniestro, como un animal que acababa de divisar algo muy sabroso-Pero te advierto, le diste tu consentimiento al Nephilim, no puedo romper el contrato que hicieron, incluso si obtienes un beso, aun estarás en riesgo, así que escucha bien antes de que te duermas-.


Black Hat asintió, de alguna forma confiaba en ese joven tan extraño.


-Si él llegase a amar a otro, serás arrastrado de vuelta al mar y August será tu esposo ¿Entendido? Debes procurar enamorarlo-.


El demonio no dijo nada, no había considerado la posibilidad de tener que hacerse querer, se había conformado con la idea de seducirlo y pasar un tiempo con él, incluso sin ser correspondido, era más que suficiente para él, no se consideraba digno de ser amado de esa forma y aun le sorprendía poder sentir en lo absoluto. 


No dijo nada y terminó por dormirse, calentito en aquel abrigo y en algo que, aunque no lo sabía, era un cariño bastante maternal. 

Shisui, sea lo que fuese, amaba a esos dos y estaba ansioso de ver que pasaba.