sábado, 18 de marzo de 2023

Let me teach you Cap 1: Profesor Black Hat?




Era una fría mañana de niebla, quizás era aún demasiado temprano, pero a Flug le gustaba el refrescante aire matutino, le ayudaba a disipar el sueño y, en ese día, la resaca. 

Como tantas otras veces había despertado en la casa de un desconocido, bueno no exactamente un desconocido, un compañero de la uni, y como tantas otras veces tuvo que salir a las corridas, llegar a su casa, ducharse, tragar algo y de ahí salir corriendo a la universidad. 

Era cosa de casi todos los fines de semana, sabía que un dia estaria completamente enfrascado en su trabajo, asi que queria aprovechar que aun tenia un poco de tiempo libre y de que era joven, no se imaginaba en sus treinta haciendo nada de eso, pero a la vez sabía que no era una edad tan lejana, después de todo tenía veintiún años. 


Entre la niebla, delante de las puertas del establecimiento, había una figura. Alto, delgado, portando un sombrero de copa que le daba a su silueta un aspecto muy peculiar. 

Flug se frotó los ojos, había algo tan onírico o, más bien, pesadillesco en esa visión, que por un momento creyó que soñaba, que seguía en esa cama ajena. 

Pero no, era bastante real. 


El hombre se giró a verlo y pareció evaluarlo con la mirada unos momentos. Flug le devolvió el gesto. 


Quizás si soñaba después de todo. 


¡Un hombre tan atractivo no podía ser real! 


Un bonito rostro angular, piel que recordaba a las negras y suaves escamas de una serpiente, un ojo felino, otro cegado por un monóculo opaco. 

De su boca amplia se asomaban dientes como dagas verdes. 

Tenia una figura delicada, incluso con ese pesado abrigo negro que portaba, podian notarse las largas piernas, la fina cintura, las tentadoras curvas...


-...Fuego-.

-¿Q-que? Lo siento, me distraje-Flug rió, siendo sacado de golpe de sus observaciones.

-¿Tienes fuego?-.

-Oh, si-Flug buscó en su bolsillo y sacó un encendedor, pensó en entregárselo directamente, pero en cambió se acercó y lo encendió. 


El hombre frente suyo se acercó un poco más, protegiendo la flama con sus manos, en su boca el cigarrillo. Flug mantuvo su mano firme, sintiendo el frio roce del otro. 


-Gracias-dijo, apartándose, exhalando humo por las comisuras de la amplia boca. 

-D-de nada-quizás debió preguntarse quién era ese hombre antes de pensar nada más, pero Flug no era de pensar con la cabeza para esas cosas-Oiga ¿Le gustaría ir a...?-.


El hombre lo miró alzando una de sus peculiares cejas, como sabiendo lo que el otro iba a proponer, pero antes de que Flug pudiera completar la frase, alguien más entró en escena.


-My Dear, aquí estás-.

-Mr Hatfield-sonrió ampliamente, claramente feliz de ver al otro.


Flug se mordió la lengua y retrocedió un paso, Mr Hatfield era el rector de la universidad. 


-Buenos días, Mr Hatfield-lo saludó por mera cortesía.

-Buenos días- Hatfield apenas lo miró, regresó su atención al tal “My Dear” inmediatamente-Ven, deja que te muestre el campus-.


Se fueron juntos, la mano de Hatfield sobre un hombro de su acompañante.


-Ugh, diablos...-. 



Flug se desplomó en su asiento con mal humor, se había llevado una decepción con alguien de quien ni sabía el nombre. 


-¿Y esa cara?-.


Un chico de cabello negro y orejas y cola de lobo se sentó a su lado.


-Ah, Shisui, buenos días-suspiró-¿Cómo sabes que tengo mala cara?-.

-Puedo “sentir” que la tienes-rió-¿Pasó algo? ¿Mala noche?-.

-La noche fue bien, aunque nada destacable-hizo un gesto de desdén-No, es otra cosa...-.


Flug le contó lo que había pasado, hablando rápido y gesticulando con sus manos un poco más de lo necesario.


-Y entonces ese hombre tan perfecto y delicioso se fue con...Con Hatfield-concluyó con indignación. 

-Sabes que Hatfield está en el closet, no creo que tengan nada-.

-Tenía su asquerosa mano sobre su hombro-negó.

-Te lo estas tomando muy en serio para ser alguien que solo viste esta mañana, sin mencionar que le ibas a hacer una propuesta sin siquiera saber su nombre-.

-Era perfecto, Shisui, perfecto-.

-Bueno, con suerte no lo volverás a ver, así que cálmate-.

-Uff...-se cruzó de brazos, no entendía porque le molestaba tanto, pero lo hacía-¿Y por qué sonríes tanto?-miró a Shisui con desconfianza, nunca era buena señal. 


Alrededor había el típico tumulto matutino mientras todos se iban acomodando en sus asientos, pero callaron cuando alguien desconocido entró al salón. 


-Ay, no puede ser-.


¡Era él! ¡Ah, se movía de forma tan elegante!


-No, por favor, no tomes la...-.


El hombre tomó una tiza...


-Nooo...-Flug lo vio, con horror, girarse a enfrentar la pizarra y ponerse a escribir. 


Black Hat

Decía con grandes, rizadas y adornadas letras. 


Black Hat se giró de nuevo, para enfrentar a sus nuevos alumnos. 


-Pueden llamarme profesor o Mr, si hablan sin levantar la mano, sin mi permiso o osan interrumpirme, los expulsaré de mi clase por el día ¿Entendido?-.

-¿Qué clase de nombre es ese?-preguntó alguien en voz alta, sin levantar la mano. 


Black Hat chasqueó los dedos y el alumno hablador se esfumó con un ¡Puff! y una nube de humo negro. 


-Como iba diciendo...-siseó.


De repente todos los presentes estaban callados y bien sentados en sus lugares, como niños obedientes. Así que Black Hat sonrió y continuó.


-Soy su nuevo profesor de finanzas, conmigo aprenderán el fino arte de los negocios, con suerte y si tienen cerebro, quizás aprendan cómo amasar su propia fortuna-. 


Flug quería que se lo tragara la tierra, estaba seguro de Black Hat se había dado cuenta de lo que iba a pedirle antes de que Hatfield los interrumpiera ¡¿Por que tenía que ser su profesor?!


Flug estudiaba ingeniería, entre otras cosas, quería ser un inventor, pero había tomado finanzas como una optativa. Deseaba ser independiente, crear sus propios inventos y tener su propio negocio. 

Sin embargo, no estaba seguro de cómo iba a concentrarse ahora, eso suponiendo que su nuevo profesor no decidiera expulsarlo de su clase por indecoroso. 


Sin embargo, Black Hat no dijo nada, simplemente siguió con su clase con naturalidad. 

Era un profesor joven y nuevo en todo eso de enseñar, pero su presencia mantenía a sus alumnos quietos y su forma de expresarse y hablar mantenía la clase interesante.


Se notaba que sentía pasión por lo que hacía, hablaba con expertise y soltura, sus manos dando énfasis con gestos elegantes. 


Flug no podía dejar de verlo, lo seguía con la mirada, como hipnotizado. 


-Practicamente se te cae la baba-se burló Shisui.


Flug nada más suspiró, su corazón ya se había encaprichado con la idea. 


La clase terminó, Flug temía que Black Hat fuese a llamarle la atención, pero no le dijo nada, simplemente los dejó a todos ir.


Por suerte, no debía pensar en él el resto del día, demasiado enfrascado en sus otras clases, fue a la hora del almuerzo que su mente volvió a vagar de vuelta a él. 


-Te das cuenta que estás siendo posesivo con un desconocido ¿No es así?-.

-Ya lo sé, Shisui-suspiró, mirándolo-¿Crees en el amor a primera vista?-.

-Si, pero en tu caso creo que es solo lujuria, en especial considerando tu historial-.

-Shisui...-.

-A Cecilia y a Herbert también decias amarlos y ya ves cómo terminó-.


Flug frunció el ceño, Shisui era muy directo, en cierta forma apreciaba eso de él.


-Sabes que lo que pasó ahí no fue del todo mi culpa-se defendió, jugando nerviosamente con su comida-Pero, tal vez tengas razón-. 

-Además es tu profesor, no es buena idea-.

-Lo sé-.

-Y está asociado con Hatfield, al parecer-.

-Lo se-repitió con tono más agresivo-Diablos-.

-Flug, te quiero mucho, pero eres un desastre andante cuando se trata de relaciones románticas, tienes fama de seductor y promiscuo, cosa que te has ganado-.

-Shisui, eres un drogadicto, no me sermonees-le replicó, aunque lo hacía sin malicia, simplemente era así cómo se llevaban.

-Solo digo que deberías dejar la idea descansar por unos días, antes de arriesgarte a que te expulsen por ir tras un docente-.


Flug miró a su alrededor, al campus lleno de estudiantes, algunos almorzaban y conversaban animadamente, otros estaban por su cuenta, la nariz metida en un libro, otros corrían apresuradamente a clases.

De niño y de adolescente el ambiente escolar le había resultado tortuoso, siempre había sido víctima de bullying, el objeto de burlas y bromas pesadas.

En algún punto había escalado a seria agresión física y él, siempre solo, realmente no había tenido quien lo defendiera.


Sin embargo en la universidad era diferente, a nadie le importaba que fuese un nerd, un bicho raro con una bolsa en la cabeza. En parte porque estaban ocupados en sus propios asuntos, pero también era porque en esa universidad en particular, asistían todo tipo de criaturas, humanos con poderes, mutantes, demonios, faes y criaturas de orígenes misteriosos. Así que él ya no era tan “especial” y podía llevar su vida más tranquilo.


Había encontrado también, para su gran sorpresa, que muchos gustaban de él, quizás solo era curiosidad por ver que ocultaba, el morbo de estar con alguien...Algo...Como él, pero no le importaba, disfrutaba de la atención, de las relaciones casuales. 


Había tenido dos relaciones serias en su vida, ambas durante su primer año. 


El primero había sido Herbert, chico siempre popular, se conocían desde niños prácticamente. Era de esas personas encantadoras que a todo mundo le caen bien, tenía una reputación que cuidaba celosamente y pues...


Pues Flug le daba vergüenza.


Flug se cansó de tener que mantener su relación en secreto y terminaron de mala manera. 


La segunda fue Cecilia, chica coqueta y rarita. Al principio todo había ido bien, pero Cecilia comenzó a cambiar, su forma de ser, su forma de vestir, su círculo de amigos y un día...


Los vio a ella y a Herbert juntos.


Cuando lo pensó, tiempo más tarde, Flug se dio cuenta de que Cecilia siempre lo había manipulado, lo usaba para que le hiciera las tareas y lo usaba para colarse en el círculo de los chicos populares, quizás siempre había tenido el objetivo de acercarse a Herbert. 


Quizás habían sido esas dos relaciones fallidas en tan poco tiempo lo que le amargo el corazón, se volvió reacio a la idea de enamorarse, de tener algo serio con nadie, así que solo se divertía y no pasaba más de una noche con ninguno. 


Pero Black Hat le resultaba diferente, había algo en él atrayendo como un imán. 


Tal vez era solo lujuria, o hambre, o ambas. 


No iba a saberlo, ni iba a estar en paz consigo mismo, hasta que lo averiguara. 


-Tomaré el riesgo-concluyó-En el peor de los casos, ya no podré tomar clases de finanzas-se encogió de hombros.

-¿Estás seguro?-.

-Hatfield no puede expulsarme, de eso estoy seguro-. 


En otra parte, cierto profesor ordenaba sus papeles y tomaba notas para la siguiente clase. Su primer día iba, relativamente, bien. 


Era un demonio joven, apenas un par de años mayor que la mayoría de sus alumnos, estaba básicamente en prácticas. 

Mr Hatfield había aceptado contratarlo, llevaba un tiempo buscando un reemplazo. Black Hat estaba agradecido, a decir verdad nadie quería contratar a un demonio como él, así que era una oportunidad de oro. 


-Oh, Mr Hatfield-suspiró para sí, en la soledad del aula.


El rector le gustaba, tenían muchas cosas en común y era galante y generoso con él, pero no quería darse esperanzas, hasta donde sabía a Hatfield no le gustaba otros hombres. 


El demonio estaba bien con su soledad, no tenía planes de salir con nadie.


-Mucho menos un alumno...-murmuró, recordando al chico de la mañana.


Black Hat sabía cuando alguien tenía ciertas intenciones con él, podía olerlo, la lujuria, el pecado. 


¡No quería ese tipo de problemas! 


Solo quería seguir con su carrera en paz. Con su edad podía tomarse la libertad de no tener grandes ambiciones, eso era para los demonios viejos, él en cambio podía tomarse su tiempo, estudiar, trabajar en algo que le gustara, disfrutar de cosas mundanas antes de sumergirse de lleno en negocios infernales. 


No quería ese tipo de problemas ciertamente, así que un alumno no era una opción en lo absoluto, el rector por otro lado...


Sin duda, aprovecharía la oportunidad si Hatfield la ofreciese. 


Sería escandaloso ¿No es así? Porque Hatfield era el rector y él un simple profesor aun a prueba, porque Hatfield era humano y él un demonio y porque Hatfield estaba en sus cuarentas y él sólo tenía veinticinco años. 


Black Hat cerró su cuaderno con fuerza, había estado todo el rato haciendo dibujitos en vez de algo útil.


Ahí estaba Mr Hatfield, un montón de sombreros y, lo más molesto, algo que parecía una bolsa de papel con goggles.