jueves, 30 de marzo de 2023

Let me teach you Cap 4: Historia Antigua



Decir que Herbert se arrepentía de sus decisiones era decir poco. Había decidido romper con Flug, había decidido “robarse” a Cecilia, aunque a decir verdad la chica se le había acercado primero. 


¡Ugh, como la odiaba!


La encontraba aburrida y superficial, hipócrita de su parte, considerando que estaba con ella solo por las apariencias, porque ella era socialmente aceptable, hermosa y popular.


Nada como Flug.


Pero era a Flug a quien extrañaba. Cecilia era aburrida en la cama, él tenía que hacer todo, como si ella pensara que el solo existir era incentivo suficiente. Extrañaba las manos inquietas de Flug, siempre yendo a los lugares correctos. 


-¿Que te tiene tan pensativo? Mejor préstame atención, Herby-le dijo Cecilia con tono coqueto, intentó rodearlo con sus brazos, pero él la empujó.


La chica cayó de la cama al suelo, pero no se quejó, solo lo miró con reproche. 


-Ay, nunca quieres-se cruzó de brazos.

-Tal vez porque eres una perra desabrida, Cecilia-.

-¡Oye...!-.

-No me levantes la voz-le dijo con tono amenazante-¿O quieres lo de la última vez?-.


Esta vez Cecilia se encogió en su sitio y negó, no quería lo de la última vez. 


Ella también había tomado malas decisiones. Tal vez Kenny no era popular, tal vez no salia tan bien en las fotos, pero él nunca le habría levantado la mano como hacía Herbert, ni siquiera la habría insultado, en su tiempo juntos siempre le había hablado con dulzura. 


Lo había usado para que le hiciera la tarea, para acercarse al círculo de Herbert, lo traicionó en cuanto tuvo oportunidad y, por un tiempo, creyó que su decisión había sido la mejor.

Tenía todo lo que quería, popularidad, un novio guapo y famoso. 


Pero Herbert había resultado narcisista y cruel. 


Ciertamente, se merecían el uno al otro. 


En la universidad mantenían su imagen de pareja perfecta


Cecilia formaba parte de una sororidad y Herbert tenía su fraternidad, aparte de ser una estrella en los deportes.


El problema era que, académicamente, ninguno de los dos destacaba mucho. De hecho eran unos inútiles y cada vez se les hacía más difícil mantener el estándar necesario. 


Así que cuando fueron llamando a la oficina del rector, se preocuparon ¿Iban a ser expulsados? Eso lo dudaban, había alumnos haciendo cosas peores que sacar malas notas, pero aun así..


Aun asi, les sorprendio ver al rector tras su escritorio, con su sonrisa predatoria, a punto de ofrecerles un trato. 


En otra parte, en un espacio muy reducido, otro par disfrutaba de un momento a solas. 


Tal vez habían decidido ir lento, pero no quería decir que no pudieran darse un poco de “cariño”. 


Black Hat miró la leve penumbra del closet de la limpieza, podía distinguir la forma de las botellas, de las escobas, pero si le preguntaban el nombre de cada cosa no iba a poder responder, no estaba pensando, sus sentidos nulos, solo había Flug y nada más. Su mente se iba a navegar a otra parte y solo quedaba su cuerpo, embriagandose placeres, sintiendo cada caricia, saboreando los aromas...


-¿Se encuentra bien?-le preguntó, apartándose lo suficiente para poder verlo a la cara.

-¿Qué?-Black Hat suspiró-Si, estoy bien-.

-Parecía estar disasociando un poco-le acarició las mejillas-¿Seguro que está bien?-.

-Yo...-no sabia que decir, nunca le habian preguntado si estaba bien-No pasa nada, continua-.

-Me gustaría que esté presente, profesor-le dio un leve mordisco en el cuello-Dígame si algo le molesta-. 

-Eres demasiado atento-rió a la par de un leve gemido. 


Estaba aferrado a su estudiante con brazos y piernas, mientras este lo tocaba por todos lados, haciéndolo estremecer y reír un poco por las cosquillas. 

Sabía que eso que hacía su mente no estaba bien, que no era normal, pero con Flug era diferente, lo hacía porque se sentía seguro, podía dejar de pensar, de estar alerta, y solo disfrutar del momento.


Con otros era un mecanismo de defensa, una forma que tenía su mente de evitar alguna clase de...Trauma.

Con Flug era, simplemente, el reflejo de la confianza que le tenía. 


-Si lo veo yendo muy lejos, le daré un mordisco para despertarlo-rió.

-Me parece bien-ronroneó


Se besaron y las manos de Black Hat decidieron que era su turno de explorar. La pálida piel de Flug tenía marcas por doquier, cicatrices y quemaduras, todas diferentes, algunas apenas se sentían y otras eran profundas, como depresiones en un mapa. 


-¿Quién te hizo todo esto?-le cuestionó, sintiendo las heridas en su espalda.

-No tiene importancia-negó-Es historia antigua nada más-. 

-Solo dime a quien tengo que despellejar y yo me encargo-bromeó, aunque, a la vez, hablaba en serio.


Flug rió con fuerza, soltando un “snork” que hizo a Black Hat reír también, le parecía adorable. 


-No hace falta, de verdad-suspiró-Solo me importa el ahora, usted...-le dio un beso rápido y juguetón-Así que...-otro beso-Intente...-un beso más-Quedarse...-uno más-Conmigo...-.


Esta vez el beso fue con ganas y Black Hat le correspondió con gusto. Le gustaba el sabor de su boca, de esa lengua traviesa, sabía a mentas, pero había ahí un sabor familiar. Sabía depravado, a tabú, a la dulce boca de un depredador. 


-Me gustas-ronroneó sin darse cuenta.

-No creo que tanto como yo gusto de usted-sonrió, recorriendolo entero. 


Adoraba ese cuerpo fino, se sentía delicado entre sus manos, se estremecía con tanta facilidad, era tan sensible. 

Pero Flug era consciente de cómo funcionaba el trauma, porque él tenía muchos, le dolía verlo apartarse, su ojo vivaz nublandose, su mente yendo a otra parte, a algún lugar seguro. 


¿Es que alguna vez lo habían tratado mal? 


¿Quién podría? No solo porque Black Hat tenía “peligro” escrito por todos lados, sino porque, al menos para Flug, ese cuerpo exquisito y ese rostro hermoso solo invitaban a tratarlo bien, se sentía empujado a pedirle permiso para todo, a darle adoración y puro placer. 


-Flug...-.

-¿Mmm?-dijo, dando leves mordiscos en los hombros descubiertos, apenas pellizcando la piel.

-No hagas que me arrepienta de sentirme seguro contigo, no voy a perdonartelo si lo haces-.

-No hay nada de lo que deba preocuparse-le aseguró.



Salieron del pequeño closet, acomodándose la ropa e intentando no lucir tan agitados. 


-Ya tengo lista nuestra cita de mañana-.

-Oh ¿Y a dónde me va a llevar?-.

-Es una sorpresa-sonrió con picardía.


Alguien más se hizo presente, dándoles un pequeño susto, ambos suspiraron con alivio al ver que solo era Shisui. 


-Parece que estaban entretenidos ustedes dos-sonrió.

-Shisui...-dijo Flug con advertencia. 

-¿Estaban estudiando anatomía?-rió.

-Shisui...-dijo Black Hat, también en tono de advertencia.

-Ay, Black Hat, no seas remilgado, no se como te le resistes, con lo bueno que es en lo que hace-señaló a Flug con la cabeza.

-¿Y tú qué sabes?-se cruzó de brazos.


Flug iba buscando donde esconderse. Quizás podría volver al closet. 

-Oh~ si se, querido-sonrió ampliamente, claramente intentando no reír. 

-¡¿Qué?!-.

-Fue el Halloween pasado ¿No es así? Flug-.

-Yo no sé nada-negó rotundamente. 

-Flug...-Black Hat gruñó.

-Black Hat, por favor, fue cosa de una vez, además no me reconoció-.

-Ibas vestido de mujer y ninguno de los dos estaba sobrio-suspiró-Profesor, por favor, solo quiere molestar, no se lo tome enserio-. 

-Nada más pensé que tenías mejor gusto que eso-señaló a Shisui.

-Yo también pensaba tener mejor gusto, pero el alcohol le hace cosas a uno-.

-Yo también los quiero-Shisui infló las mejillas. 

-Como sea, Shisui ¿Querías algo?-Black Hat lo miró, intrigado, Shisui tenía esa mirada de cuando algo no le gustaba.

-El cerdo de Hatfield quiere verte-.

-No lo llames así-suspiró-Bien, iré a verlo-.


Black Hat salió de allí apresuradamente, dejando a los otros dos solos. 


-Le sigue gustando Hatfield ¿Verdad?-.

-¿Necesito decirte lo que es obvio?-.


Todo mundo sabía, porque los habían visto pasear juntos por el campus, los ojos de cachorrito enamorado de Black Hat eran innegables, así como que Hatfield estaba en profunda negación. 


-Si alguien aquí tiene mal gusto, es Black Hat-.


Shisui se sentó sobre un viejo escritorio, aquel salón se usaba para guardar cosas en desuso, aparte de tener el dichoso closet de la limpieza que media universidad usaba para hacer cosas a escondidas. 


-Shisui, dime la verdad ¿Es algo de lo que deba preocuparme?-.

-No si haces las cosas bien-dijo, cruzándose de piernas y encendiendo un porro-Hatfield le da largas y Black Hat no es paciente-suspiró, soltando humo-Lo quiero mucho, como no tienes idea, pero a veces me dan ganas de sacudirlo, cualquiera se da cuenta de que Hatfield no es de confianza-.

-Uno pensaría que un demonio sabría de esas cosas-Flug extendió su mano y Shisui le pasó el porro-Quiero decir, Black Hat no tiene nada de ingenuo-. 

-Pues no, pero Hatfield es mayor que él, tiene más experiencia, sabe cómo manipular, sabe exactamente qué decir y cómo actuar para encantar a alguien, incluso demonios-.


Fumaron en silencio un rato, afuera se oían las aves, empezaban los días cálidos, de alguna forma los meses habían pasado muy rápido y Flug sentía que había estado perdiendo el tiempo, solo observando a su profesor con anhelo en vez de hacer algo al respecto. 


-¿Cómo los conoces? Shisui-.

-Yo se que no parece, porque me visto como si un gótico y un hippie hubiesen tenido un hijo-rió-Pero mi familia es rica y de prestigio, yo soy una vergüenza pero...-se encogió de hombros-Aun así asisto a fiestas y eso, ahi conoci a Black Hat y, asi mismo, es donde Black Hat conoció a Lucian-. 

-Hn...-se quedó pensativo, de alguna forma algo no encajaba.

-Pero tu deberias saber, considerando quienes eran tus padres-.

-Nunca me dejaron ir a ese tipo de eventos-negó-Pero, hasta lo que pasó después, nunca escuche sobre nadie llamado Hatfield, sin embargo nombres como Sadamoto y Black Hat, me suenan más familiares-. 

-Ciertamente, Hatfield salió de la nada-asintió. 

-Hn...-.

-Flug, sabes que pasara si indagas mucho, por el momento Black Hat puede cuidarse solo, pero...-.

-Pero vamos a interferir si pasa algo-asintió-Lo sé-. 



Black Hat entró a la oficina, la conocía bien, muchas veces se había reunido allí con Hatfield para tomar el té o algún licor, si las horas eran apropiadas. 


-My Dear-. 


Lucian le tomó una mano y la besó, como de costumbre, pero además puso su mano libre en su cintura, acercándolo más. 


-Mr Hatfield...-Black Hat se sorprendió y se tensó ante el tacto repentino.


Hatfield siempre mantenía la distancia, era cierto que besaba su mano y le tocaba el hombro, pero siempre había una distancia. 

Una distancia que Black Hat siempre se había sentido tentado a acortar, pero le intimidaba, no quería espantarlo ni parecer desesperado.

Siempre había sentido que Lucian lo hacía a propósito, que se divertía con su nerviosismo y su timidez hacia él. 


-¿Por qué tan tenso? ¿Algo te asusta? My Dear-remarcó, apegandolo más a sí, de forma bastante agresiva. 


Black Hat se tensó aun más al sentir el calor de su cuerpo, el perfume varonil, el aliento a tabaco, le temblaban las piernas. 

El haber estado con Flug hacía unos momentos tampoco ayudaba, en su cabeza de demonio hedonista sólo había lujuria y...Miedo.


Pero ¿Por qué? ¿Por qué le temía a un simple mortal?


-Mr Hatfield, por favor...-intentó apartarlo, pero Lucian no se lo permitió. 

-Has estado portandote mal-le levantó el mentón y le acarició los labios con el pulgar-Te advertí que no te acercaras a ese niño-.

-Solo son cuatro años de diferencia y él es un adulto, no estoy haciendo nada ilegal-dijo, aun sabiendo que no era eso a lo que Hatfield se refería y que, en realidad, poco importaba. 


Tuvo el breve impulso de morderle la mano, pero no lo hizo. 


-Te advertí que es malas noticias, solo va a lastimarte-negó, sin dejar de acariciarle los labios, apretandolos suavemente.

-Él no me ha hecho nada-.


De nuevo, en brazos de ese hombre se sentía pequeño e indefenso. Antes lo había considerado algo bueno, porque era nuevo y especial, pero ahora le daba miedo. 


Los demonios no eran buenos entendiendo sentimientos positivos, pero los negativos ¡Oh, esos los entendían muy bien!


¡Hatfield quería hacerle daño!


-Eres tan dulce, My Dear, tiemblas como una hoja-lo tenía bien sujeto de la cintura y no dejaba de tocar sus labios con gesto pensativo-Siempre me has parecido adorable, si fueses una damita, habría aceptado tu capricho por mi desde el primer dia-.

-¿Qué es lo que quiere? Mr Hatfield-ladeó el rostro, para que dejara de tocarlo. 

-Que sigas mi consejo y te alejes de él-.

-¿Y entonces qué? ¿Va a seguir jugando conmigo?-rió-Déjeme-forcejeó, pero Hatfield no aflojo su agarre ¿Como podía ser tan fuerte?

-Te dare lo que quieras, My Dear, lo digo en serio-se le acercó aún más y le habló al oído, suave y seductor-Te quiero para mi, no me gusta que andes por ahí con alguien que no te merece, creeme cuando te digo que solo va a lastimarte-. 

-Él no es...-.

-¡Calla! My Dear-le gruñó, apretando su figura con fuerza-Tú eres joven, prácticamente un niño para tu especie-volvió a acariciarle el rostro y los labios, hablándole muy de cerca-No sabes como son los mortales, lo peligrosos que podemos ser, lo poco que nos importa lastimar para satisfacer nuestras ambiciones-. 

-¿Seguro que no es usted el que quiere hacerme daño?-.

-Solo estoy celoso, My Dear, lo siento-aflojó su agarre y le acarició la espalda-Me preocupo por ti, es todo-. 


Black Hat aprovechó para empujarlo y, literalmente, esfumarse de ahí. Lucian nada más sonrió, su gesto predatorio, todo iba justo como deseaba. Miró a su oficina, rodeado de magia antigua, esa capaz de detener al joven demonio si era necesario.


¡Oh si, todo iba justo como planeaba!


El demonio no sabía qué sentir o qué pensar, era un lío.

Por un lado Hatfield le asustaba y le gustaba.

Por otro lado, Flug le gustaba mucho, pero su reputación y las palabras del rector lo hacían desconfiar.

Le gustaba tener la atención de ambos y, a la vez, deseaba no tener la atención de ninguno, para no tener que lidiar con sentimientos que no entendía en lo absoluto. 


-Te ves agitado, Black Hat-.

-¡Gah!-.


La aparición repentina de Shisui le dio tal sorpresa que no pudo evitar dar un brinco y erizarse como un gato, a eso le sumó un manotazo que el brujo recibió sin quejas. 

-¿Estás bien?-le preguntó, no pudiendo evitar reír. 

-¿Qué hago?-le preguntó simplemente, sabiendo que, de alguna forma, Shisui siempre sabía todo.

-Pues, debes seguir y ver qué pasa, querido-le sonrió con dulzura-Tienes una cita pendiente con Flug ¿Por qué no ves que tal les va?-. 


Así que, al día siguiente, tuvieron su cita. 


Black Hat alejó todas esas preocupaciones de su cabeza apenas se encontró con él. Se lo veía tan adorable y entusiasmado. 


Le sonreía de forma tan genuina. 


Hatfield se equivocaba ¿No es así? Podía confiar en él ¿Verdad?


Black Hat no quería que Flug se hiciera la idea de que era siempre estirado y serio, así que lo llevó a sitios divertidos, aunque igualmente bastante costosos, porque de su dinero si quería presumir. 


Un muy exclusivo arcade al que Flug siempre había querido entrar, una pista de hielo solo para ellos dos, donde Flug se dio un par de golpes, pero donde terminaron danzando en perfecta, peculiar, sincronía. 

La sección VIP de un club nocturno, donde podían disfrutar de bebidas y una conversación sin quedar sordos por la música ni sofocados por la multitud. 


En algún momento, con tanto alcohol y esa sensación de dicha, Black Hat había terminado por sentarse en las piernas de Flug. 


-No pesa nada-rió, acariciandole las piernas.

-Hn...-el demonio en cambio colaba sus manos bajo la bolsa, sintiendo el rostro con cicatrices y el cabello abundante y suave.


Lo deseaba. 


Se deseaban. 


-Oye, Flug, olvidemos esa tercera cita ¿Quieres?-.

-Me parece bien-rió bobamente, ebrio de algo más que alcohol.


Se sentía enamorado. 


Flug había creído amar antes, a Herbert y a Cecilia, pero si lo comparaba con lo que sentía por Black Hat, esa adoración, esa indescriptible sensación de lealtad, de no querer soltarlo nunca...


Entonces lo que había sentido por ellos no era nada. 


Fueron a la casa de Black Hat, simplemente quedaba más cerca. 


Flug no se detuvo a admirar la fina arquitectura ni los muebles antiguos. Le interesaba más lo que tenía entre sus brazos, esa criatura de pesadillas que le arrancaba la ropa a arañazos.


Mientras le hacía el amor entre sábanas de seda, le entregó su corazón, no muy seguro de si Black Hat lo quería siquiera, pero lo hizo de todas formas. 


Lo amaba y todos los demás, su exes y sus amantes, eran historia antigua.