viernes, 10 de marzo de 2023

Vanquished Cap 2: En la cama

 



A la mañana siguiente, Flug fue a trabajar.

Debía tomar el tren subterráneo y, para ello, debía pasar por varios controles de seguridad. 

Lucía como esos arcos que había en los aeropuertos, pero además de buscar por metales, escaneaba el artilugio alrededor de su cuello, enviando a la computadora cercana toda su información, su historial, su pasado...


El agente de seguridad lo miró con ojo crítico. 


-Tengo permiso de circular de casa al trabajo y del trabajo a casa-le dijo con tono monótono-Además de una hora al día para hacer las compras-suspiró.

-¿Y por qué un sujeto como tú trabaja para PEACE?-el hombre alzó una ceja, considerando si todo lo que leía en el monitor era, de alguna forma, falso.

-Sin mí, no tendrías esto...-señalo el collar-Asi que dejame pasar de una vez o llegaré tarde-.

-No me des actitud-le advirtió-Puedes pasar, pero más te vale estar de vuelta en horario-.

-Lo se, lo se-rodó los ojos. 


Mientras más experimentaba su “libertad” más se preguntaba cuánto tiempo había pasado, el mundo había cambiado muchísimo.

Todo era más moderno, todo tenía el sello de PEACE y los civiles parecían más que acostumbrados al nuevo régimen. 


Había también, más notablemente para él, una clara segregación. 


Los que, como él, habían sido villanos, viajaban en los últimos vagones del tren, en los asientos traseros del bus y, definitivamente, no podían tomar un avión, al menos no sin un largo, tedioso e interminable trámite. 

Tampoco podían entrar a ciertos establecimientos y solo eran atendidos en centros médicos específicos. 

Para los ex villanos y sus familias, si las tenían, eran un calvario diario el simplemente existir.

Sus hijos no podían ir a la escuela, los enfermos y heridos difícilmente recibían ningún tipo de atención. 

Conseguir trabajo era, básicamente, imposible.


PEACE había designado a algunos con trabajo, esos que nadie quería hacer, todo lo insalubre, humillante y que les acortaría la vida, pero muchos otros estaban en situación de calle, estaban ahí para servir de ejemplo, para ser señalados, para decirle a los niños “Eso es lo que pasa cuando te portas mal, cuando no obedeces”. 


Y a unos pocos, como Flug, PEACE los empleaba directamente, forzándolos a trabajar desde que salía el sol hasta que llegaba la noche, creando más cosas para ese sistema opresor. 


Le pagaban lo mínimo, disfrutaba de ciertos “privilegios”, pero no eran la gran cosa. 


Era mejor que nada, en todo caso. 



Ese día trabajó como había trabajado todos los días en su celda, no había diferencia, estaba solo por horas y horas, ante él toneladas de trabajo, a su alrededor cuatro paredes. 


Llegó la noche y regresó a casa, no molestandose en saciar su sed ni su hambre, solo tomó una ducha y se desplomó en la cama, a pensar. 


Y pensó, por horas y horas, hasta que salió el sol.


Y se levantó y fue a trabajar...


Y así fue por días, semanas... Él tiempo seguía pasando para él sin ningún sentido, ya ni sabia que dia era, ni qué año.


¿Cuántos años tenía él? De seguro su cumpleaños ya había pasado, pero ¿Cuántos cumpleaños?

Sentía que se volvía loco, intentando pensar, intentando calcular, nadie le contaba nada, tampoco tenía nadie a quien preguntar. 


Recordaba su tiempo en la celda, como el trabajo se había vuelto tan pesado y monótono que se sentía como un sueño. Recordaba ir a dormir, soñando con sus días en la mansión y como eso se sentía tan real, solo para despertar poco después, sintiéndose decepcionado cada vez. 


Ahora era “libre”, pero la monotonía de los días seguía ahí, iba como un zombi, hacia lo que le pedían, volvía a casa y pensaba en todo ello por horas, dormía muy poco y, cuando lo hacía, estaba de vuelta en la mansión, con 505, Demencia y...


Black Hat.


Su delicada figura siempre ante las grandes ventanas de la oficina, misterioso, estoico, inalcanzable, por más que lo intentaba, por más que intentaba caminar o correr hacia él, sus pies no avanzaban, se movía en su sitió y todo iba demasiado lento. 


Quería alcanzarlo y preguntarle.


¿Por qué se marchó? ¿Qué hice mal? ¿Es que acaso no le importo? ¿Alguna vez le importe?


Quería alcanzarlo y hacerle daño.


Quería rodearle el cuello con las manos, abrirle el torso con un bisturí, golpear el rostro hermoso hasta que ya no lo fuese más. Quería desquitarse por todo ese dolor, esa confusión, ese abandono. 


Y entonces despertaba, agitado y hambriento. 


Así que se levantaba, iba a la diminuta cocina y se llenaba el estómago de lo que estuviera disponible, sin nunca sentirse satisfecho. 


Nunca estaría satisfecho.


Su hambre debía ser saciada con la carne de otros, pero PEACE nunca lo dejaría hacer eso de nuevo. Le daban suplementos, para que al menos su cuerpo no se pusiera en su contra, pero su estómago siempre rugía. 


E, incluso si pudiese hacerse con alguna víctima, no estaría satisfecho, porque su hambre era exacerbada por el rencor, por su odio hacia Black Hat, pero él no estaba y nunca podría clavarle los colmillos. 


Asi que sus días pasaban en eterna frustración. Vacíos y monótonos, sin descanso. 


Esa mañana era especialmente fría, amenazaba tormenta. Flug se preparó un cargado café y unas tostadas.

Se sentó en la pequeña mesita, ante él un televisor. No tenía cable ni mucho menos, pero podía ver los canales locales. 

Las noticias eran siempre lo mismo, todo era perfecto y bueno. No había problemas en el mundo. 


Miró el calendario en la pared. Lo único que más o menos le decía en que día estaba. Sabía por ello y por la poca información disponible, que había estado encarcelado un par de años, y ya llevaba “libre” otro par.


PEACE llevaba el control del mundo poco más de una década, pero para él se sentían como días y, a la vez, eones. 


Estaba perdiendo la cordura ¿No es así? Siempre había estado un poco, bueno más bien MUY, loco, pero ahora era diferente. Sentía su mente tan ausente, consumida en la monotonía del trabajo y los constantes recuerdos. 


A veces no quería salir de la cama, quería hundirse ahí y pensar hasta que su mente se apagará por completo, hasta volverse un vegetal inutil, pero no podía, debía seguir, no sabía porque, pero debía seguir. 


Dejó la taza vacía, ya era hora de marcharse. 


-Nos vemos en la noche, 505-suspiró, adoraba al oso, pero no era buena compañía, no podía hablar y, siendo del tamaño de una rata, ya ni siquiera podía darle sus clásicos abrazos. 


En el trabajo nadie le hablaba, excepto para hacerle las preguntas de rutina.

Pasaba por seguridad, contestaba las mismas preguntas una y otra vez y de ahí iba a su “oficina”. 


Allí dentro tenía aún menos noción del tiempo, sólo sabía que cuando entraba era de día y, cuando salía, era de noche. 

Se tomaba media hora para almorzar, tal vez quince minutos para usar el baño o un breve descanso. 


Pensó que ese día sería igual, como tantos otros, pero apenas se había sentado a retomar su proyecto actual, cuando alguien entró.


Una agente de PEACE lo miraba desde el marco de la puerta.


-Venga conmigo, Dr Flug-le dijo secamente. 


Flug miró a la agente con extrañeza, pero la siguió sin protestar. No era como si pudiera negarse, esa diabólica invención suya, no solo monitoreaba sus movimientos, también podía inyectar sedantes y dar choques eléctricos con solo presionar un botón a distancia o en la presencia de signos de agresión.


También monitoreaba sus signos vitales y era capaz de decir si esta nervioso, si mentía, si ocultaba algo. 


En otras circunstancias, estaría orgulloso de su creación. 


Así que la siguió sin rechistar, caminando en silencio por largos pasillos hasta llegar a un ascensor. No tiene botones, solo podía abrirse con una tarjeta especial.

La agente hizo eso mismo, abrió el ascensor con la credencial que colgaba de su cuello, las puertas se abrieron e invitó a Flug a pasar primero.


Bajaron por lo que parecía una eternidad, el silencio era jodidamente incómodo. Flug no podía evitar jugar con sus manos y mover sus pies, meciéndose ligeramente. 

La chica no le decía nada y estaba agradecido por ello. 


Finalmente el aparato se detuvo y abrió sus puertas a otro largo pasillo, pero este estaba oscuro y la única luz provenía de lo que parecían ser...celdas.


Flug se preguntó si lo habían tenido en una como esa, posiblemente, la máxima seguridad posible, aunque la suya no tenía ese frente transparente. 


La agente avanzó de nuevo y Flug la siguió, aprovechando para mirar dentro de las jaulas, algunas estaban vacías, otras contenían a villanos y monstruos de gran renombre.


Los irredimibles, los incurables, los que no podían ser reacondicionados y reinsertados en la sociedad. 


Parecían especímenes dando vueltas en sus hábitats.


Finalmente llegaron ante una celda, prácticamente al fondo del todo. Allí, sentado en el suelo acolchado y sujeto por una camisa de fuerza había un joven.


El doctor lo miró con infinita sorpresa. Lo conocía. 


Largo cabello negro, cuerpo alto y esbelto, ojos bicolor, un hermoso rostro androgino, siempre sonriente. 


-Shisui...-.

-Asi que es cierto, lo conoce-inquirió la agente-Según los registros, este hombre era parte de ese culto-.

-Eh...En efecto-Flug asintió-Del más alto rango, después de Black Hat-. 


La mujer frunció el ceño, apretó un botón junto a la celda y habló.


-Sadamoto Shisui, le trajimos a quien pidió-. 

-Si, puedo verlo, no estoy ciego-rió esté, poniéndose de pie y acercándose al cristal-Hola, querido Flug-. 

-¿P-para que me quieres? No tengo nada que ver contigo-se apuró a decir, nada deseoso de ser acusado de algo.

-No te alteres, solo quiero sacarte de problemas-ladeó la cabeza en un gesto apropiadamente canino, el chico tenía características de lobo-Veras, me capturaron hace nada y estos agentes de pacotilla creen que deje escapar a alguien y que tú, querido, tienes algo que ver-. 

-Oh...-Flug miró a la agente-¿De verdad? Monitorean todo lo que hago, saben que no he hecho más que ir y venir de casa-. 


La agente suspiró, eso lo sabía bien, pero aun así...


-Es un asunto muy delicado y realmente no puedo darle mucha información, Dr Flug, pero este sujeto dejó escapar a alguien muy peligroso y no quiere decirnos nada, y ya que fueron parte del mismo grupo...-.

-Él y yo no tenemos nada que ver-negó-No somos colegas, ni mucho menos amigos, que ambos hayamos trabajado para Black Hat no significa nada-se cruzó de brazos-Y sabe bien que digo la verdad o esta cosa ya me habría dado choques-. 


La chica lo miró y luego miró la tableta que portaba, ahí estaba toda la información de Flug.


Signos vitales sin alteraciones.


Decía la verdad. 


-¿Cree que pueda sacarle información?-.

-¿A Shisui?-rió-¿Sabe quien es? Es el Brujo, él le sacaba información a otros, no al revés-miró al mencionado de reojo-Y mi invención no va a funcionar en él, no con el modelo actual, pero puedo hacerle modificaciones, tal vez resulte-. 

-Bien...-ella sonrió apenas, era lo que los superiores habían predicho, así que todo iba bien.

-Sin importar para quien trabajes, siempre eres tan diligente, Flug-.


Flug no le contestó, evadió su mirada. Shisui podía leer a las personas como un libro abierto, solo le bastaba mirarlas a los ojos. 


Como el doctor no le contestaba, Shisui siguió hablando.


-Me alegra verte, estuve huyendo tanto tiempo que no tuve oportunidad de saber como estabas-sonrió con dulzura-Pero, es verdad lo que ambos decimos, señorita-ahora le sonreía a la chica-Él y yo somos meramente conocidos, nunca hablamos demasiado, ni siquiera en aquel entonces cuando Black Hat estaba presente, él no está confabulado conmigo ni con mi supuesto intento de ayudar a alguien a fugarse-. 

-¿Y entonces por qué él interes? ¿Por qué se preocupa por él?-.

-Oh, querida, supongo que te sorprende porque me ves como un villano y todo eso-rió-Pero te equivocas, yo no soy ni villano, ni héroe, solo soy y Black Hat era mi favorito, me interesa el Doctor porque era importante para él, nada más-.

-¡Ja! Importante...-Flug rodó los ojos y negó-Estas loco-suspiró-Si esto es todo, realmente quisiera volver a mi trabajo-. 


Cuando estuvo de vuelta en su “oficina”, Flug se tomó un momento para calmarse y pensar. Si sospechaban de él, pasaría unos días difíciles. No le preocupaba demasiado, no tenía nada que ocultar. 

No había ayudado a Shisui ni a nadie a escapar de ningún lado. 


Se preguntó dónde había estado ese Brujo, nunca se había detenido a pensar en el destino de los miembros del culto y, a decir verdad, le sorprendió que atraparan a Shisui en primer lugar. 


El sujeto siempre había sido de cuidado, casi tanto como Black Hat.


Bueno, en cualquier caso, eso ya no era su asunto en lo absoluto. 


Volvió a su rutina y trabajó todo el día, hasta que sonó la alarma y se le permitió marchar. 


El viaje de regresó a casa se sintió extraño, por alguna razón se sentía melancólico, suspiró con pesar y cerró los ojos, arrullado por el sonido del tren subterráneo sobre las vías.


Soñó.


Soñó que por fin alcanzaba a Black Hat ¡Por fin! ¡Por fin podría clavarle los dientes!


Se despertó de golpe, por puro instinto, había llegado a su estación. 


Cuando entró a su pequeño departamento, sin prender las luces para no despertar a 505, seguía en él esa pesada melancolía, un sentimiento de extrema nostalgia que no sabía explicar. 


Cruzó los pocos pasos hacia su habitación y, allí, encendió la luz. 


En la cama... En la cama había alguien. 


Una figura delicada, piel negra de serpiente, largas y tentadoras piernas. Dormía, un ojo cerrado pacíficamente, el otro ciego, cubierto por un monóculo.


-Black...Hat-.


Vanquished Cap 1: Todo arde

 




La isla ardía.

El calor, el brillo intenso de las llamas en el cielo nocturno, el olor del humo. La ceniza que caía como nieve sobre el mar. 


La isla ardía...


¡La isla ardía y él no podía hacer más que mirar! 


Flug observaba, impotente, desde su nave. 


¡¿Qué había pasado?! ¡Oh, por los dioses! ¡¿Qué había pasado?!


Intento contactar con alguien, con Demencia, 505, los hatbots, incluso con el mismísimo Black Hat, pero nada... 


Solo había silencio. 


El doctor aterrizo donde pudo, las llamas lo consumían todo con rapidez y fiereza. 


Una vez en el suelo llegó a su nariz el olor a carne quemada y no tardó en encontrar su origen. Villanos y civiles, yacían en formas retorcidas, la carne negra y chamuscada. 


-¡505! ¡Demencia!-llamó, sin importarle tragar ceniza y humo-¡Black Hat!-.


Se abrió paso entre las llamas, estaba acostumbrado a quemarse, podía soportarlo. Nunca había visto algo como eso, todo ardía con una intensidad sobrenatural. 


La mansión ¡La mansión ardía como una vela! Una gigantesca llama, la silueta del sombrero apenas distinguible. 


-¡505! ¡Demencia! ¡Black Hat!- llamó de nuevo, tosiendo, su corazón acelerado, su mente zumbando en creciente pánico. 


No... No podían estar ahí dentro ¿Verdad? 


Flug se dejó caer de rodillas, no sabía que hacer, no podía pensar. 


Se quedó ahí, el suelo tan caliente que le quemaba la piel, pero el fuego nunca lo alcanzó, así que se quedó ahí, a esperar.


Llegó la mañana, el fuego se apagó y de la isla y de la mansión, solo quedaron escombros. 


A Demencia la encontró entre los mismos, su cuerpo retorcido y negro como todos los demas. Flug la miró con pena, por su posición sabía que había estado viva mientras ardía, por sus habilidades de regeneración sabía que la muerte había tardado en llegar. 


¿Por qué no había huido? 


A 505 lo encontró entre los restos del avión, sollozó de alivio al encontrar la flor entre el montón de cenizas. La guardo en un recipiente especial, por el momento no le permitiría regenerarse, no lo consideraba seguro. No tenía idea de que estaba pasando. 


En cuanto a Black Hat...


Allí, en el centro de la casa reducida a escombros, había un sombrero negro. Intacto. 


Pero su dueño no estaba.


¿Es que los había abandonado? 


Flug frunció el ceño, sin duda era lo más posible. 


Siempre había tenido sentimientos encontrados por su jefe, lo admiraba, le era leal, deseaba su aprobación...


Pero también le tenía rencor, solo un poco, ahí en lo profundo de su ser. No le tenía rencor por el maltrato ni la constante explotación, sino porque sabía que Black Hat no lo valoraba, era un empleado más, perfectamente reemplazable.


Y ahora... Los había abandonado. 


Fue cuando vio llegar los helicópteros de PEACE que supo lo jodido que estaba. Lo jodido que estaban todos, a decir verdad.


Quizás Black Hat era un monstruo desalmado, pero PEACE era una organización tirana y ahora no había nadie que se les interpusiera. 

De eso Flug estaba seguro, algo le decía que no solo Black Hat había desaparecido, ya no había organización ni culto. Todo se había ido con las llamas, con su desaparecido jefe. 


Ya nada protegía el equilibrio de ese mundo, cosa irónica era aquella, porque la presencia de Black Hat, su maldad, era lo unico que mantenia a PEACE a raya, pero ahora eran libres de hacer lo que quisieran, de controlar el mundo a su antojo. 


Cuando Flug intentara recordar lo que pasó después, le resultaría borroso. De un momento a otro fue capturado, puesto en una celda de máxima seguridad y, si era sincero, esperaba ser ejecutado por sus múltiples crímenes, pero en cambio fue forzado a trabajar, a crear cosas para PEACE.


Armas no letales, rastreadores, artilugios capaces de suprimir todo tipo de habilidades... 

Pronto se dio cuenta de lo que se proponían y era horrible.


Captura y reacondicionamiento. 


Cualquiera fuera de la ley, cualquiera considerado un villano, iría a parar a algún campo de concentración donde sería puesto en regla a la fuerza y esos collares que Flug estaba creando, esos que podían monitorear y restringir, tendrían que llevarlos en sus cuellos por siempre. 

Los que no obedecieran morirían y lo que sí, no serían realmente libres ya nunca. 


El tiempo pasó para él sin que lo notara, rodeado de cuatro paredes sin ventanas, trabajando día y noche. No era tan diferente de su vida anterior, pero al menos antes había tenido con quien hablar.


Se encontró extrañando a Demencia y a 505 más que a nada. Su querido oso había sido guardado en su contenedor en alguna parte, le habían dicho que, si se comportaba, quizás se lo darían de vuelta.


A veces incluso extrañaba a su jefe, pero mientras más pensaba en él más crecía su rencor, los había abandonado.


De seguro le había parecido mucha molestia oponerse a PEACE y, simplemente, había dejado el planeta para buscar conquista en algún otro lugar, después de todo a ese demonio nada le importaba realmente.


No le importaban sus seguidores, no le importaba su negocio. 


Ciertamente no le importaba Flug.


Para esa criatura vil todo había sido un juego y ahora se había ido, había dejado todo atrás y Flug sufría las consecuencias. 


Nunca supo cuánto tiempo pasó realmente, pero un día lo dejaron salir, su propia invención alrededor de su cuello. 


Seguiría trabajando para PEACE por supuesto, pero al menos ahora podría ir a “casa”. 


Le asignaron un departamento, pequeño y miserable. 


Mientras lo transportaban allí tuvo la oportunidad de ver la ciudad. El símbolo de PEACE por doquier, un discurso tiránico sonando constantemente, el líder de PEACE siempre presente en enormes pantallas. 


Todo era tan...


Blanco y limpio. 


Esteril.


PEACE quería perfección, una “utopía” donde reinara su propio sentido de la paz, la moral y, al parecer, la estética. 


Los villanos como Flug no tenían un lugar en semejante mundo. Herejes que siempre habían ido contra la corriente, criaturas inhumanas, mutantes y monstruos. 

Así que eran los escogidos para ser oprimidos, para servir de ejemplo de lo que pasaba cuando se salía de la línea designada. 


El mundo lucía limpio, artificial y condenadamente miserable. 


Flug se preguntó cómo sería el mundo contrario, uno donde Black Hat de hecho hubiese tomado el control, en vez de manejar todo desde las sombras y con discreción. 


Hacía mucho que el doctor había dejado de pensar en él con cariño, pero al menos sabía que Black Hat dejaba a sus súbditos hacer lo que quisieran mientras resultara útil. 

Igualmente hubiera sido un tirano pero...


Flug sacudió la cabeza, no quería pensar en cosas que nunca serían, ni mucho menos querían pensar “bien” de su ex jefe.


Era un monstruo y punto, con él mundo habría ardido en fuego y azufre o algo así, los había torturado a todos hasta aburrirse y, al final, se habría marchado.


Si, eso era lo que tenía más sentido. 


En su nuevo “hogar” Flug por fin pudo respirar tranquilo. Ya no habia camaras vigilandolo, solo ese estupido collar monitoreando sus movimientos, pero poco más. 


Los agentes de PEACE confiaban en él, en su aparente debilidad y servidumbre, así que habían aceptado dejarlo relativamente tranquilo. Solo debía seguir trabajando y reportarse con regularidad ante las autoridades.


También le habían devuelto a 505, aunque ahora era del tamaño de un hamster y no tenía permitido dejar su jaula. 


-Lo siento, pachoncito, pero te tendras que acostumbrar-le sonrió, dejando la jaula sobre un mueble-Empezaran a pagarme un sueldo minimo, asi que podre comprarte algunas cosas para que sea más cómodo ahí dentro-. 


El oso no entendía mucho, así que solo sonrió y asintió, feliz de simplemente estar de vuelta con su padre. 


Flug simplemente se dejó caer en la cama, el departamento no era más que una cocina, un baño y una habitación. Se podía recorrer todo en un par de pasos. 


Miró el techo sucio y agrietado, en esa zona de la ciudad vivían los pobres y los parias de aquella nueva sociedad.


-Al menos tiene personalidad-suspiró.


Cerró los ojos, preguntándose qué sería de él en ese mundo. No tenía un lugar, ya no.

No podía pertenecer entre villanos porque todos sabían que trabajaba para PEACE.

No podía pertenecer a PEACE porque todos sabían que era un villano. 


Nunca podría ser “alguien” en aquella sociedad porque ni siquiera era humano. 


Se giró a mirar por la ventana. Daba al edificio vecino, igualmente sucio y roto. 

Era extraño pensar que, a solo un par de kilómetros, estaba la ciudad, blanca, limpia y esteril. 

Con sus civiles y sus héroes portando el símbolo de PEACE en sus ropas, pensando que el futuro era perfecto, utópico. 


Se preguntó si había habido guerra. Seguramente sí, pero él de eso no sabía nada, porque su hogar había sido atacado primero y él había sido capturado antes que nadie. 


Su hogar. 


A pesar de todo, a pesar de lo mucho que odiaba a su ex jefe, ese monstruo le había dado un hogar, un lugar al cual pertenecer, un propósito.

Ahora no tenía nada, como cuando era joven, de nuevo no tenía nada. 


-Oh, Jefecito ¿Por que tuvo que marcharse?-se lamentó y, después de tanto tiempo, por fin se permitió llorar.