viernes, 10 de marzo de 2023

Vanquished Cap 1: Todo arde

 




La isla ardía.

El calor, el brillo intenso de las llamas en el cielo nocturno, el olor del humo. La ceniza que caía como nieve sobre el mar. 


La isla ardía...


¡La isla ardía y él no podía hacer más que mirar! 


Flug observaba, impotente, desde su nave. 


¡¿Qué había pasado?! ¡Oh, por los dioses! ¡¿Qué había pasado?!


Intento contactar con alguien, con Demencia, 505, los hatbots, incluso con el mismísimo Black Hat, pero nada... 


Solo había silencio. 


El doctor aterrizo donde pudo, las llamas lo consumían todo con rapidez y fiereza. 


Una vez en el suelo llegó a su nariz el olor a carne quemada y no tardó en encontrar su origen. Villanos y civiles, yacían en formas retorcidas, la carne negra y chamuscada. 


-¡505! ¡Demencia!-llamó, sin importarle tragar ceniza y humo-¡Black Hat!-.


Se abrió paso entre las llamas, estaba acostumbrado a quemarse, podía soportarlo. Nunca había visto algo como eso, todo ardía con una intensidad sobrenatural. 


La mansión ¡La mansión ardía como una vela! Una gigantesca llama, la silueta del sombrero apenas distinguible. 


-¡505! ¡Demencia! ¡Black Hat!- llamó de nuevo, tosiendo, su corazón acelerado, su mente zumbando en creciente pánico. 


No... No podían estar ahí dentro ¿Verdad? 


Flug se dejó caer de rodillas, no sabía que hacer, no podía pensar. 


Se quedó ahí, el suelo tan caliente que le quemaba la piel, pero el fuego nunca lo alcanzó, así que se quedó ahí, a esperar.


Llegó la mañana, el fuego se apagó y de la isla y de la mansión, solo quedaron escombros. 


A Demencia la encontró entre los mismos, su cuerpo retorcido y negro como todos los demas. Flug la miró con pena, por su posición sabía que había estado viva mientras ardía, por sus habilidades de regeneración sabía que la muerte había tardado en llegar. 


¿Por qué no había huido? 


A 505 lo encontró entre los restos del avión, sollozó de alivio al encontrar la flor entre el montón de cenizas. La guardo en un recipiente especial, por el momento no le permitiría regenerarse, no lo consideraba seguro. No tenía idea de que estaba pasando. 


En cuanto a Black Hat...


Allí, en el centro de la casa reducida a escombros, había un sombrero negro. Intacto. 


Pero su dueño no estaba.


¿Es que los había abandonado? 


Flug frunció el ceño, sin duda era lo más posible. 


Siempre había tenido sentimientos encontrados por su jefe, lo admiraba, le era leal, deseaba su aprobación...


Pero también le tenía rencor, solo un poco, ahí en lo profundo de su ser. No le tenía rencor por el maltrato ni la constante explotación, sino porque sabía que Black Hat no lo valoraba, era un empleado más, perfectamente reemplazable.


Y ahora... Los había abandonado. 


Fue cuando vio llegar los helicópteros de PEACE que supo lo jodido que estaba. Lo jodido que estaban todos, a decir verdad.


Quizás Black Hat era un monstruo desalmado, pero PEACE era una organización tirana y ahora no había nadie que se les interpusiera. 

De eso Flug estaba seguro, algo le decía que no solo Black Hat había desaparecido, ya no había organización ni culto. Todo se había ido con las llamas, con su desaparecido jefe. 


Ya nada protegía el equilibrio de ese mundo, cosa irónica era aquella, porque la presencia de Black Hat, su maldad, era lo unico que mantenia a PEACE a raya, pero ahora eran libres de hacer lo que quisieran, de controlar el mundo a su antojo. 


Cuando Flug intentara recordar lo que pasó después, le resultaría borroso. De un momento a otro fue capturado, puesto en una celda de máxima seguridad y, si era sincero, esperaba ser ejecutado por sus múltiples crímenes, pero en cambio fue forzado a trabajar, a crear cosas para PEACE.


Armas no letales, rastreadores, artilugios capaces de suprimir todo tipo de habilidades... 

Pronto se dio cuenta de lo que se proponían y era horrible.


Captura y reacondicionamiento. 


Cualquiera fuera de la ley, cualquiera considerado un villano, iría a parar a algún campo de concentración donde sería puesto en regla a la fuerza y esos collares que Flug estaba creando, esos que podían monitorear y restringir, tendrían que llevarlos en sus cuellos por siempre. 

Los que no obedecieran morirían y lo que sí, no serían realmente libres ya nunca. 


El tiempo pasó para él sin que lo notara, rodeado de cuatro paredes sin ventanas, trabajando día y noche. No era tan diferente de su vida anterior, pero al menos antes había tenido con quien hablar.


Se encontró extrañando a Demencia y a 505 más que a nada. Su querido oso había sido guardado en su contenedor en alguna parte, le habían dicho que, si se comportaba, quizás se lo darían de vuelta.


A veces incluso extrañaba a su jefe, pero mientras más pensaba en él más crecía su rencor, los había abandonado.


De seguro le había parecido mucha molestia oponerse a PEACE y, simplemente, había dejado el planeta para buscar conquista en algún otro lugar, después de todo a ese demonio nada le importaba realmente.


No le importaban sus seguidores, no le importaba su negocio. 


Ciertamente no le importaba Flug.


Para esa criatura vil todo había sido un juego y ahora se había ido, había dejado todo atrás y Flug sufría las consecuencias. 


Nunca supo cuánto tiempo pasó realmente, pero un día lo dejaron salir, su propia invención alrededor de su cuello. 


Seguiría trabajando para PEACE por supuesto, pero al menos ahora podría ir a “casa”. 


Le asignaron un departamento, pequeño y miserable. 


Mientras lo transportaban allí tuvo la oportunidad de ver la ciudad. El símbolo de PEACE por doquier, un discurso tiránico sonando constantemente, el líder de PEACE siempre presente en enormes pantallas. 


Todo era tan...


Blanco y limpio. 


Esteril.


PEACE quería perfección, una “utopía” donde reinara su propio sentido de la paz, la moral y, al parecer, la estética. 


Los villanos como Flug no tenían un lugar en semejante mundo. Herejes que siempre habían ido contra la corriente, criaturas inhumanas, mutantes y monstruos. 

Así que eran los escogidos para ser oprimidos, para servir de ejemplo de lo que pasaba cuando se salía de la línea designada. 


El mundo lucía limpio, artificial y condenadamente miserable. 


Flug se preguntó cómo sería el mundo contrario, uno donde Black Hat de hecho hubiese tomado el control, en vez de manejar todo desde las sombras y con discreción. 


Hacía mucho que el doctor había dejado de pensar en él con cariño, pero al menos sabía que Black Hat dejaba a sus súbditos hacer lo que quisieran mientras resultara útil. 

Igualmente hubiera sido un tirano pero...


Flug sacudió la cabeza, no quería pensar en cosas que nunca serían, ni mucho menos querían pensar “bien” de su ex jefe.


Era un monstruo y punto, con él mundo habría ardido en fuego y azufre o algo así, los había torturado a todos hasta aburrirse y, al final, se habría marchado.


Si, eso era lo que tenía más sentido. 


En su nuevo “hogar” Flug por fin pudo respirar tranquilo. Ya no habia camaras vigilandolo, solo ese estupido collar monitoreando sus movimientos, pero poco más. 


Los agentes de PEACE confiaban en él, en su aparente debilidad y servidumbre, así que habían aceptado dejarlo relativamente tranquilo. Solo debía seguir trabajando y reportarse con regularidad ante las autoridades.


También le habían devuelto a 505, aunque ahora era del tamaño de un hamster y no tenía permitido dejar su jaula. 


-Lo siento, pachoncito, pero te tendras que acostumbrar-le sonrió, dejando la jaula sobre un mueble-Empezaran a pagarme un sueldo minimo, asi que podre comprarte algunas cosas para que sea más cómodo ahí dentro-. 


El oso no entendía mucho, así que solo sonrió y asintió, feliz de simplemente estar de vuelta con su padre. 


Flug simplemente se dejó caer en la cama, el departamento no era más que una cocina, un baño y una habitación. Se podía recorrer todo en un par de pasos. 


Miró el techo sucio y agrietado, en esa zona de la ciudad vivían los pobres y los parias de aquella nueva sociedad.


-Al menos tiene personalidad-suspiró.


Cerró los ojos, preguntándose qué sería de él en ese mundo. No tenía un lugar, ya no.

No podía pertenecer entre villanos porque todos sabían que trabajaba para PEACE.

No podía pertenecer a PEACE porque todos sabían que era un villano. 


Nunca podría ser “alguien” en aquella sociedad porque ni siquiera era humano. 


Se giró a mirar por la ventana. Daba al edificio vecino, igualmente sucio y roto. 

Era extraño pensar que, a solo un par de kilómetros, estaba la ciudad, blanca, limpia y esteril. 

Con sus civiles y sus héroes portando el símbolo de PEACE en sus ropas, pensando que el futuro era perfecto, utópico. 


Se preguntó si había habido guerra. Seguramente sí, pero él de eso no sabía nada, porque su hogar había sido atacado primero y él había sido capturado antes que nadie. 


Su hogar. 


A pesar de todo, a pesar de lo mucho que odiaba a su ex jefe, ese monstruo le había dado un hogar, un lugar al cual pertenecer, un propósito.

Ahora no tenía nada, como cuando era joven, de nuevo no tenía nada. 


-Oh, Jefecito ¿Por que tuvo que marcharse?-se lamentó y, después de tanto tiempo, por fin se permitió llorar. 


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