martes, 21 de marzo de 2023

Let me teach you Cap 2: Reacción Quimica




Black Hat extendió, sin abrir su ojo, su mano hacia el lado opuesto de la cama, buscando algo, a alguien...


No había nadie.


Abrió su único ojo, la pupila expandiéndose y contrayéndose como la de un gato. Siempre despertaba solo. 

Como tantas otras veces, había llevado alguien a su casa a pasar la noche y, como tantas otras veces, esa persona había desaparecido antes de que saliera el sol. 


Siempre lo hacía sentirse usado, deseado e indeseado al mismo tiempo, solo era bueno para una noche de pasión y nada más. 


Normalmente estaba cómodo con su soledad, pero en momentos como ese la odiaba, al menos podrían quedarse hasta la mañana, decir “La pase bien, pero me tengo que ir” pero no, todos se marchaban lo más pronto posible. 


Se sentó en la cama y se estiró, su cuerpo flexible cediendo con facilidad. 


Tomó una ducha, se sirvió una taza de café y dedicó unos minutos a atender sus plantas. Eran su única compañía y su hobby secreto. 

Miró a su alrededor, el apartamento era espacioso, quizás podía comprar una o dos plantas más.

Era nuevo en la ciudad, así que no tenía mucha idea de donde, pero podía ocuparse de eso luego. 


Salió con un poco de prisa, un auto lo esperaba. 


-Mr Hatfield-sonrió, entrando al vehículo.

-My Dear~-.


Durante el camino hablaron de esto y aquello, poniéndose al día con sus obligaciones, entre otras cosas.

Black Hat lo miraba con disimulo, el distintivo perfil, la piel morena, la sonrisa de dientes inusualmente blancos y caninos prominentes. 

Hatfield tenía el porte de un gentleman, vestía como tal, de no saber que era humano, Black Hat habría pensado que era un vampiro.


Miró su mano sobre el manubrio, sobre la palanca de cambios, gesticulando cuando hablaba...

Debía de ser cálido, como tendían a ser los humanos, quería tomar su mano.


“De seguro él se quedaría” pensó con cierta inocencia e ilusión. 


-¿Pasa algo? My Dear-le preguntó sin apartar su vista del camino-Te quedaste callado de repente-.

-No pasa nada-negó, dirigiendo su atención a la ventana, cuando lo llamaba así, le hacía sentir mariposas en el estómago. 


No quería hacerse ideas, Hatfield lo doblaba en edad, seguramente lo veía como a un niño, pero al mismo tiempo era tan galante y atento. 


Black Hat suspiró con anhelo y Hatfield rió.


-¿Enamorado? My Dear-.

-¿Q-que? Nooo ¿De quién? ¿Que dices?-miró a todos lados, sintiendose tonto en su propio panico, sentia las mejillas arder. 

-Solo bromeo-rió de nuevo-He oído que eres bastante popular con los alumnos-.

-Ugh-rodó los ojos-No me interesa-.

-Escuche que Flugslys te puso el ojo-continuó, sonando más serio.

-Ah, el Nachzehrer, si lo note-.

-Ten cuidado con él, My Dear, no tiene exactamente la mejor reputación, quiero decir, no estarías haciendo nada ilegal, solo un poco inapropiado y no te despediría por ello, pero no él no es exactamente...-.

-Lo se, Mr Hatfield, puedo cuidarme solo-le aseguró-No tengo interés en salir con ningún alumno de todas formas-.


Hatfield le sonrió y detuvo el vehículo, se bajó y rodeó el auto para abrirle la puerta, ofreciéndole su mano. 


Black Hat la aceptó, sabiendo de sobra que lo miraba con ojos de cachorrito, pero no podía evitarlo. 

-Siempre tan adorable-besó su mano con galanura.

-Mr Hatfield, por favor...-suspiró, apartando su mano, avergonzado. 


Hatfield rió y lo dejó marchar, ambos tenían mucho que hacer. 


Black Hat entró a su salón de clases, como cada día desde hacía una semana, ese chico era el primero en estar ahí, esperándolo. 


-Buenos días, profesor-lo saludó.

-Buenos días, Flugslys-suspiró con fastidio-Siempre tan puntual-.

-Tengo razones para serlo-dijo con tono coqueto.


El demonio prefirió ignorarlo, era mejor si hacía como que no pasaba nada fuera de lugar. 

Acomodaba sus libros sobre el escritorio, cada ¡Thud! de los pesados tomos resonando en el aula vacía.


Flug se puso de pie y se le acercó, mirando todo con curiosidad, tomó uno de los libros del montón y sonrió. Era un libro de botánica, de esos antiguos, con bonitas ilustraciones hechas a mano.


-¿Le gustan las plantas?-

-Un poco-se lo quitó de las manos y lo devolvió a su lugar-Vuelve a tu asiento, Flugslys-.

-Ay, dígame Flug, por favor-.

-¿Si lo hago volverás a tu asiento?-siseó, molesto, estaba demasiado cerca.

-Tal vez...-.


Sin verguenza alguna, Flug tomó su mano, la que descansaba sobre el libro que le acaba de quitar, estaban frias, tanto que podia sentirse a través de los guantes de cuero negro. Le gustaba, pero lo que le gustó más fue su reacción.


Black Hat se estremeció completo, ese toque tan cálido, se sentía como electricidad.


-Sabe, trabajo en una florería, vendemos de todo, aunque nos especializamos en plantas medicinales-sonrió-Puedo darle la dirección, por si le interesa-. 

-Oh...Ok-lamentablemente si le interesaba, las plantas al menos. 

-Bien, lo anotare para usted-soltó su mano y, con un lápiz, escribió en la primera hoja del libro-Ahí está...-se apartó-También le deje mi numero-le guiñó un ojo y prácticamente corrió de vuelta a su asiento antes de que Black Hat pudiera protestar. 


Flug estaba muy contento consigo mismo, de vez en cuando volvía mirar su mano, aun sentía el frío ajeno. 


-Te estás haciendo muchas esperanzas, Flug-Shisui, siempre al pendiente, le murmuró con cautela.

-Creo que tenemos química, sabes-suspiró con anhelo. 


Shisui nada más sonrió, podía darse cuenta de muchas cosas con solo mirar a alguien, incluyendo cuando un par se gustaban entre sí, quizás Flug tenía algo de razón. 


Como siempre, durante clases, Flug simplemente lo observaba. Tenía decoro suficiente como para no interrumpirlo, además no quería ser esfumado a la nada como ya le había pasado a algunos.

Nadie sabía a donde eran enviados y, cuando volvían, no querían hablar de ello, pero se les notaba en los ojos que era algún lugar horrible. 


Pero era tal su fijación por él que lamentaba no poder verlo más que un par de horas al día, se encontraba extrañando a alguien que no conocía. 


Black Hat en cambió, en ese día en particular, también se encontraba pensado en él. Aun podía sentir su calidez, esa sensación eléctrica en su piel.


Sabía de la reputación de su alumno, un seductor empedernido que no pasaba más de una noche con nadie, ciertamente no era de su interés. 

Contrarió a su fría y estoica naturaleza, Black Hat deseaba compañía, alguien que lo entendiera y se deseara permanecer, no un muchacho que se servía de los otros alumnos como si fuesen parte del menú de la cafetería. 


Black Hat rió para sí, eso era bastante literal en el caso de Flug, era un no muerto después de todo, se alimentaba de personas como los humanos se alimentaban de ciertos animales. 

Se preguntó de dónde conseguía sus alimentos, no podía estar viviendo solo de sangre ¿Verdad? El hambre lo habría vuelto loco hacía tiempo, era un milagro que no lo estuviese ya de por sí. 

Pero, si comía la carne de sus víctimas, las mataba en el proceso, seguramente sus presas no eran parte del cuerpo estudiantil, sería demasiado obvio que, algunos de los que iban a pasar una noche con él, no volvían. 


¿Entonces que? ¿Casaba en secreto y de sus conquistas se conformaba solo con sus sangre? Debía de ser frustrante para tal criatura, tan dada a sus propios vicios. 


Le daba curiosidad, quizas podia preguntar, quizás hasta podía saciar esa curiosidad más a fondo pero... Pero en verdad no quería involucrarse con él, no de esa forma al menos. 


Le gustaba Mr Hatfield, su querido Lucian, el que besaba su mano y lo llamaba “My Dear” él que lo miraba como a algo valioso y lo trataba bien. 


¡Oh, pero pobre, inocente, demonio! ¡Lucian B Hatfield no era más que un rufián!


En su oficina aquel hombre, aquel Warlock con disfraz de gentleman, miraba por su ventana con mal humor. 

Desde allí podía ver todo el campus y, con su magia, un poco más allá. Difícilmente algo sucedía sin que él se enterara.

Sin embargo, los asuntos mundanos de sus alumnos poco le interesaban, si querían hacer trampa en los exámenes, fornicar en los baños y meterse sustancias cuestionables por la nariz y las venas, podían hacerlo. No le importaba. 


De hecho, le beneficiaba.


Los jóvenes producían energía, grandes cantidades y, mientras peor se portaran, mejor. 

La ubicación de ese lugar, la arquitectura, los diseños en las baldosas del suelo y la discreta pintura en las paredes. 


Era un círculo mágico enorme.


Y era todo suyo. 


Alimentaba su poder, lo mantenía joven, pero era inconstante y podía serle arrebatado fácilmente. Al menos que sellara el lugar y su unión a él con un pacto demoníaco. 


Lucian no estaba dispuesto a vender su alma, suficiente tenía con quien había sido su patrón, al cual había asesinado sin remordimientos. No, usaría un método diferente. 


Si, literalmente, sellaba a un demonio a los terrenos, entonces ese lugar sería eternamente suyo.


Recientemente había encontrado a la víctima perfecta.


Joven, lleno de potencial y poder y, aun así, tan inocente. Su querido Black Hat. 


Sabía que el demonio gustaba de él ¡Oh, era una lástima que no fuese una chica! Pero estaba dispuesto a jugar con él para obtener lo que quería. 


Por el momento debía prepararse, sellar a un demonio era tarea difícil, requería todo tipo de rituales y sacrificios. 


Hatfield se divertía con ello, seduciendo damitas con hambre de aventura y viudas desesperadas, más que dispuestas a seguirlo, a dejarse seducir, sin saber que terminarían en un altar con el pecho abierto y la sangre drenada. 


Black Hat de sus intenciones no sabía nada, lo miraba con ojos de enamorado, ansioso de aceptación y cariño.


¡Jajaja, cómo tenía que resistir para no reír en su cara! 


A decir verdad, a veces quería golpearlo. Odiaba su seducción, sus tentaciones. Hatfield no tenía interés en otros hombres, pero por él...Tal vez solo un poco. 


El día continuó con normalidad y llegó a su fin. 

Flug se apresuró a salir junto con Shisui, camino al trabajo de ambos. 


Shisui era dueño de una adorable florería, también funcionaba como herboristería. 

Destacaba allí en la ciudad, una pequeña tienda que parecía salida de otro tiempo, de algún pueblo remoto. Lucía acogedora, como si te invitara a tomar un té y oler las flores con su frente de madera y sus luces cálidas. 


Black Hat se llevó una sorpresa al encontrarla, olía a magia muy antigua. Algo que no era bueno ni malo, solo extremadamente viejo. 


Entró, su llegada siendo anunciada por una campanita. 


-Profesor, bienvenido-ahí estaba Flug, con delantal y guantes gruesos, cargando una maceta. 


En la misma había una planta con su flor, moviéndose con algo que parecía ser ira. 


-No luce feliz-sonrió el demonio.

-Ay, es que odia que la cambien de lugar-dijo, intentando alejar la cara del alcance de la flor, tenía dientes.


Black Hat se acercó, interesado. 


-¿Cuánto cuesta?-preguntó, acariciando las hojas con delicadeza. 

-Eh...No estoy seguro, de hecho, deje que revise-dejó la maceta sobre una mesita y fue a revisar el pesado libro sobre el mostrador.


Tras informarle sobre el precio de la planta, se quedaron conversando sobre otras especies que tenían a la venta mientras Flug seguía con su trabajo.


-...Y Shisui se encarga de preparar todo tipo de hierbas medicinales, yo no sé mucho de eso, de hecho no sabía mucho de jardinería-rió-Pero, es un trabajo agradable-.

-Parece que lo es-asintió, de alguna forma se sentía muy relajado, era agradable conversar con él en ese ambiente con aroma a flores, hierbas y magia. 


Shisui apareció en algún momento y, en silencio, les sirvió té y bocadillos. Flug no detenía su trabajo, era muy eficiente.

Black Hat simplemente tomó asiento, viéndolo trabajar mientras disfrutaba del brebaje. 


Aquello era agradable y hablar con Flug era inusualmente fácil, por un momento se olvidó de que eran profesor y alumno, se olvidó de Hatfield y se olvidó de la reputación de Flug. Simplemente se permitió disfrutar del momento. 


-Uff, por fin-Flug tomó asiento también, exhausto-Lo siento, vino aquí a hacer compras, pero lo he estado acaparando con tanta cháchara-.

-No me molesta-negó.


Flug sonrió feliz. Ese hombre le intrigaba tanto, quería conocerlo mejor. Extendió su mano hacia la suya, que descansaba sobre la elegante mesita de jardín que los dividía, y tocó su mano y su antebrazo con sutileza, colando sus dedos enguantados bajo la manga del abrigo ajeno. 

Lamentaba no poder sentir su piel, pero no quería ir muy lejos tampoco. 


Black Hat no se apartó, por un momento pensó en darle una oportunidad, quizás su reputación era exagerada, parecía un chico agradable y dulce...


-Oye, Flug, odio interrumpir-Shisui se asomó-Pero ¿No estabas trabajando con la salvia hace un segundo?-.

-Ah...-.


Black Hat miró las manos de ambos, sus dedos apenas rozando por encima de su muñeca, comenzaba a arderle la piel.


-Idiota-.

-Lo siento, lo olvide-Flug se apartó de inmediato, en pánico. 


Los demonios y otras criaturas tenebrosas eran naturalmente alérgicos a la salvia. En demonios menores era letal, en demonios como Black Hat, solo provocaba un desagradable sarpullido. 


-Lo siento mucho, lo siento...-repetía Flug mientras lo curaba con la medicina que Shisui acababa de traer.

-Te pasa por pensar en cosas que no deberías-lo reprendió.


Lo miró curar su antebrazo con extremo cuidado y manos hábiles, limpiando las heridas y vendandolas con maestría. 


-En verdad lo siento-dijo, terminando de vendarlo y soltando un suspiro-¿Cómo se siente?-.

-Bien-apartó su mano y la flexiono-Supongo que no es tu culpa, debía darme cuenta yo tambien-.

Lo siento...-Flug bajó la mirada. 


Black Hat no le dijo nada, lucía tan arrepentido, tenía la postura de haber crecido en un ambiente donde no se permitían tales errores. 


-No pasa nada-le aseguró, tomando su mano. 


De nuevo esa sensación eléctrica, esta vez se estremecieron los dos, pero no se dijeron más nada, Black Hat se marchó con plantas nuevas y un buen descuento, había pasado una tarde agradable y su opinión de ese chico había cambiado bastante. 


Flug lo miró marchar, ilusionado.