miércoles, 8 de marzo de 2023

Cursed Cap 7: The Tower (Epilogo)




En aquella vieja torre, ubicada en un bosque solitario, vivían juntos un Nephilim y un Warlock.


El Nephilim, temible gigante, juez inexorable de todo lo corrupto, pensaba para sí mismo “Este Warlock, es mi mascota”


El Warlock, distinguido caballero, poderoso y de ilimitada ambición, pensaba para sí mismo “Este Nephilim, me pertenece” 


Así pasaban juntos sus días, creyendo que el otro era su propiedad.


Así pasarían eternamente sus días, por siempre enredados en un amor tóxico y retorcido. 


Juntos planeaban obtener algo que ambos deseaban. 


Juntos arruinaban sus propios planes, eternamente celosos e inconformes.


Querían lo que no podían tener. 


Se querían el uno al otro. 


No podían tenerse el uno al otro. 


Era un eterno tormento


Era tal la bendición y la maldición de la luna, cruel deidad que velaba sobre los amantes. 


En aquella vieja torre, en medio de un bosque solitario, vivían juntos un Nephilim y un Warlock, siendo uno del otro prisioneros.


Por siempre, para siempre. 






Cursed Cap 6: The Eternity




Flug mordió con ganas la tersa piel de serpiente, como quien prueba con entusiasmo el fruto prohibido. 

Saboreó su sangre con deleite y presionó y jalo hasta arrancarle un trozo, Black Hat gemía de gusto debajo suyo, clavándole las garras. 


-¿Te gusta? Doctor~-.

-El desayuno perfecto-rió.


Rodaron en la cama, abrazados, riendo y retozando en pura dicha. Era todo felicidad, había sido por días, semanas, meses...

El tiempo pasaba para ellos en un suspiro, demasiado concentrados el uno en el otro como para que importara nada más. 


No hablaban de sus sentimientos. Flug temía ser herido y Black Hat temía herir, así que expresaban todo ello en amor físico, en gestos románticos, en días enteros entre aquellas sábanas de seda. 


¡Si solo esa dicha pudiese ser eterna! 


Era lo que ambos deseaban, pero era imposible, así que era otra cosa que nunca se decían. 


Black Hat comenzó a toser de repente y Flug se apartó para darle espacio. El demonio se dobló en el borde de la cama, tosiendo sangre en el suelo. Cada día el dolor crecía. Ese sentimiento, esa felicidad, no eran más alimento para su enfermedad. 


Flug le acarició la espalda, preocupado y en silencio, esperando que esos espasmos horribles cesaran. 

-Le prepare un baño y su té-le dijo cuando, por fin, estuvo más tranquilo.

-Dejale el té a Shisui, bañate conmigo-le sonrió débilmente. 


Obviamente, Flug no iba a negarse a semejante propuesta. 


Se sumergió con él en el agua cálida y perfumada, los vapores le provocaban un leve mareo, pero era agradable. 

Lo abrazó con ternura, protector. 


-Quisiera poder sanarlo-.

-Flug, esto no tiene cura, es lo que es y punto-.

-Lo sé, pero es que... ¿Cómo se enfermó en primer lugar? ¿Cuál es su origen?-.

-Una maldición-dijo secamente-Pero no recuerdo quien ni como, no tengo idea de cómo romperla-.


Flug suspiró, no sabía qué decirle. Le acarició la cabeza, el cabello negro era suave, los cuernos de obsidiana bellos y delicados, su base aun era tierna, como si el demonio aun no hubiese terminado de crecer. 

El doctor sabía que su Jefecito era mucho MUY malvado, pero aun si se preguntaba porque y como alguien era capaz de hacerle semejante cosa, imponer en él una maldición tan cruel.


-Si un día conozco a la persona que le hizo esto, lo voy a viviseccionar-murmuró, abrazándolo con fuerza.

-Jeje...-rió bobamente, complacido-Bueno, tienes mi permiso, Doctor~-.


Incluso guardándose para sí mismos sus sentimientos, eran innegablemente felices, tal vez con eso era suficiente. Black Hat podía soportar el dolor, Flug podía negar el profundo deseo de oír aquellas palabras. 

Quizás, por el momento, eran felices y era suficiente pero...


¿Pero que sería de ellos cuando el tiempo pasara? ¿Que seria de Black Hat cuando Flug ya no estuviese y tuviera que enfrentar él solo la eternidad?


Realmente no querían pensar en ello, se ocuparían de las cosas a medida que pasaran, aprovecharán los años tanto como pudieran. 


Black Hat se quedó mirando el agua, sintiendo la presión en su pecho. Era lo que siempre hacían ¿No es así? Porque ese sentimiento suyo era conocido, había pasado antes, Flug y él, y lo que siempre hacían eran aprovechar los años hasta que se agotaban ¿Era eso? ¿Era ese su eterno tormento? ¿Pasaría la eternidad amando y perdiendo a ese hombre? Eso era, por supuesto, si en aquella ocasión su maldición no lo mataba, tal vez en esta ocasión su pena sería tal que finalmente podría morir, descansar...


Pero, entonces, sería Flug quien se quedaría solo. Condenado a reencarnar y buscar por alguien que no podía volver. 


-Quiero hacerte feliz, Flug-le confesó.

-Ya lo hace-sonrió-No necesito más que usted y estos momentos, no necesita decirme nada, ni darme nada especial-.


Black Hat se acurrucó contra su cuerpo, dejándose querer, un privilegio que no le otorgaba a nadie más. Quería decirle, en verdad quería decirle.


Eran solo dos palabras, pero no podía.


Le aterraba. 


“Te amo” pensó para sí, odiándose por no ser capaz de decirlo. 


Tras eso, ambos bajaron a dar un paseo por el jardín, con la enfermedad de Black Hat aproximándose, pasarían varios días sin poder tomar aire fresco. 


Shisui los observaba, su relación creciendo y floreciendo con tanta facilidad como las rosas que rodeaban la mansión. 

Romper la maldición era tan simple, cosa de viejos cuentos de hadas, eso él lo sabía, pero no podía decirles. Era algo que debían hacer por su cuenta o no daría resultado. 


Esas dos palabras, tan simples, esas que el demonio no podía decir. 


Era todo lo que se necesitaba. 


Los años pasaron tranquilos. El amor crecía, la enfermedad se hacía más cruel, pero eran felices. 


Así como los habitantes de la casa eran dichosos, los habitantes del pueblo se volvían cada día más temerosos y paranoicos. 

Los arbustos de rosas habían cruzado las altas rejas y comenzaban a reptar con sus lianas venenosas hacia el pueblo.

En las noches, de vez en cuando, podían oírse los gritos agónicos de la bestia. 


Les preocupaba que ese ser terminara matándolos a todos. Su unión con el doctor era un secreto a voces, ya se rumoreaba que, el día que él partiera, esa bestia iba a tragarse el mundo. 


El pequeño pueblo sin duda sería el primero, las condenadas rosas la primera señal. El principio del fin. 


Y, además de todo eso, la frustración de cierto demonio musculoso se hacía cada vez más presente. 


Hacía años que no veía al Dr Flug, sabía que estaba vivo, en maléfica unión con ese demonio recluso de la mansión. 


¿Que tenía ese ermitaño que él no? 


Black Hot sabía que ese otro demonio era antiguo y poderoso, al menos lo había sido, pero no había podido averiguar más de él. Aquello era inusual sin duda.


En el Infierno todo era registrado y archivado con cuidado, la historia de todo y de todos estaba escrita para la eternidad y a disposición de cualquiera con rango suficiente, por lo que Hot sabia, solo de dos demonios se había borrado su historia. 


El gobernante del Infierno, el tercer Lucifer, quien había desaparecido en busca de su amado y cuya identidad era protegida por el consejo real.


Y ese demonio de la mansión. 


No había podido averiguar su nombre, ni su edad, ni su rango social. No podía ser mucho mayor que él ¿No es así? Considerando que portaba el sombrero de copa, el símbolo del desaparecido emperador. 

Los demonios más viejos no lo portaban, era cosa solo de demonios “jóvenes” por así decirlo. 


Quizás alguien más inteligente habría conectado los puntos, pero Hot era más músculo que cerebro. Tenía la cabeza demasiado dura y su espíritu era terco como nada. 


-Deberías ir por él, Hot-el hombre ante él sonrió, agitando un vaso de Bourbon. 

-¿Para qué?-inquirió con mal humor.


Llevaba un rato conversando con ese humano, el sujeto era un forastero, le había invitado unas copas, nada fuera de lo inusual. El alcohol le había soltado la lengua y le había hecho hablar de todas esas cosas.


-Porque es lo que deseas-sonrió de nuevo, dientes anormalmente blancos, colmillos puntiagudos-Pensé que los demonios siempre iban por aquello que más desean-.

-Lo hacemos...-.

-Entonces ve, como yo lo veo es todo beneficios, Hot-tomó un sorbo de su bebida y dejó el vaso sobre la mesa con cierta fuerza-Obtienes a tu doctor, vences a un demonio antiguo que sin duda te hará ganar poder y...-miró a su alrededor, el bar lleno de gente temerosa-Estoy seguro de que estas personas están más que dispuestas a vender sus almas a cambio del favor-. 


Black Hot lo consideró unos momentos, bebió de un trago el enorme vaso de cerveza y lo dejó sobre la mesa con estruendo.


-Tienes razón-.

-Lo se-rió-Incluso puedo ayudarte, soy un Warlock-.

-Lo tendré en cuenta-le sonrió y estrecharon las manos.


Hot iba a decirle algo más pero, de un momento a otro, aquel hombre había desaparecido. 


No fue difícil, el pueblo ya lo adoraba, hizo un trato con ellos y reunió un grupo de hombres y mujeres dispuesto a ir con él, formado de ira y miedo, portando rifles y antorchas. 


En la oscuridad de la noche las llamas de las antorchas parecían tener vida propia, avanzando hacia la mansión.

Desde el balcón de su cuarto el demonio observaba, su ceño fruncido. 


-Tu pretendiente viene por ti, Doctor~-.

-Ay, pensé que ya se había olvidado de mí-se cruzó de brazos, fastidiado. 

-Los demonios no olvidamos lo que deseamos, Flug-se apartó del balcón-Vamos a recibir a nuestros invitados-sonrió, malicioso. 

-¿Está seguro?-lo siguió fuera del cuarto y a través de la casa, Black Hat caminaba ligero, con paso firme y las manos tras la espalda-Acaba de recuperarse, no quiero que...-.

-Estoy bien-le dijo con un leve gruñido-Vamos, hace tiempo que no me divierto-ronroneó, sacando una mano de su espalda, mostrando las garras-Hay que ser hospitalarios, Doctor, demostrarles cómo recibimos a los visitantes-cerró su mano con fuerza, como si aplastara un insecto. 


Flug sonrió, divertido y enamorado, le gustaba la idea.  


Fue algo rápido, un breve momento de caos y horror en aquel pueblo tranquilo e inconspicuo. 

Los humanos no eran nada para él, un ademán y eran reducidos a cenizas, a masas sanguinolentas o a la misma nada.

Ese demonio patético tampoco era nada, no más que un estorbo, un insolente estupido atreviéndose a intentar tomar lo que era suyo.

No importaba cuanto su cuerpo se quejara, no importaba cuanto le doliera el pecho, jamás iba a dejar que nadie le quitara lo más importante. 


Y Flug, ciertamente, no quería irse con él tampoco. Luchó con fiereza, con su ingenio y con sus dientes, cuando era necesario. 


¿En qué momento del tumulto Black Hot había terminado por sujetarlo del cuello? No estaba muy seguro, pataleo con pánico al ser separado del suelo, un solo movimiento y Hot iba a partirlo como un palillo. 


-D-dejame...-protestó.

-Vendrás conmigo quieras o no-lo agitó, furioso. 


¡Todo había salido tan mal! ¡Tan jodidamente mal! ¡La mitad del pueblo yacía muerta a su alrededor, la otra mitad ardía en llamas, hombres, mujeres y niños atrapados en sus hogares, consumidos por las llamas!


Ese doctor desquiciado lo había hecho él mismo, todas esas almas desperdiciadas, Hot se había quedado sin nada, con todos muertos antes de cumplir su parte del trato. 


-No-dijo rotundamente, pataleando y arañandole el brazo.

-Ya lo escuchaste, suéltalo-Black Hat se quitó al último humano insolente de encima, le había dado un poco de trabajo, su cuerpo comenzaba a fallarle, pero se mantuvo firme.

-¿Y que si no lo hago?-lo miró, sonriendo al notarlo débil. 

-Llamaré a mi perro guardián-siseó, sonriente, amenazante. 


Hot se tensó, al otro demonio no le tenía miedo, pero a ese sujeto, a ese lobo brujo que le servía tan fielmente, a ese si, le aterraba. 

No sabía que hacer, ya antes había buscado por ese Warlock que le había prometido su ayuda, pero no estaba por ningún lado, quizás había muerto en el incendio o, más probablemente, había decidido no interferir. 


Así que estaba solo.


Furioso, arrojó a Flug al suelo, no dándole a ninguno tiempo de reaccionar. 


Flug sintió varios huesos quebrarse, sus pulmones colapsar. Nada de eso iba a matarlo ¡Oh, pero la agonía! 


-¡Flug!-Black Hat corrió hacia él, tomándolo en brazos-¿Estás bien?-.

-Como huevo estrellado, pero bien-rió, alzando un pulgar.

-Idiota...-lo sostuvo contra su cuerpo, sabía que nada de eso iba a matarlo y, aun así, estaba aterrado de su mortalidad, de su fragilidad, de lo fácil que era perderlo. 


Hot iba a aprovechar ese momento de debilidad, iba a aplastarlos a ambos por atreverse a rechazarlo y humillarlo, pero entonces sintió una presencia detrás suyo...


-Le dije que no interfiriera, Mr Hot-.


Shisui, el perro guardián, el lobo brujo estaba detrás de él. Ya no con su apariencia inocua de joven androgino, sino con la de un lobo enorme del color de la noche. 


Black Hot iba a decir algo, iba a protestar pero, en un instante, lo tragó la oscuridad. 


-Bueno, eso fue un fastidio-Shisui se relamió-¿Están bien?-.

-Viviré-.

-Flug...-.


Black Hat lo abrazaba con mucha fuerza y Flug le correspondió como pudo. Ambos temían lo mismo, ambos temían que un día Flug se iba a marchar y esas palabras nunca serían dichas.


-Lo amo, Jefecito-.


El demonio sintió una puñalada en el pecho, pero la ignoró y, en cambio, sonrió.


-Yo también te amo, Doctor~-.


Iban a compartir un beso, otro momento de dulce dicha, iban a repetir esas palabras incluso, pero en cambio al aire cargado del olor a fuego y muerte, se sumaron los gritos desgarradores de Black Hat. 

Flug, sin poder moverse, miró con horror como el pecho del demonio se abría, el horrible sonido de su carne desgarrándose haciendo eco con sus gritos.

De su pecho abierto salieron las lianas, las espinas. Se rizaron hasta formar un tallo y, como si fuese el capullo de una rosa, en su punta sostenía el corazón de Black Hat, rojo, sangrante. 


La amalgama de vegetación y carne se posó en sus manos y Flug la sostuvo, temeroso e incrédulo, era como un morboso trofeo. La forma de esa maldición horrible de decir “Aqui esta tu premio, te lo ganaste, que lo disfrutes”


Black Hat se desplomó, apenas respirando, su pecho abierto y vacío. 


El pobre doctor se desmayó de la impresión sumada a todo ese dolor físico y, aun así, sus manos seguían sosteniendo la flor/corazón con toda su firmeza y cuidado. 


A Flug solo le llevó un par de horas recuperarse, a Black Hat por otro lado...


El doctor miró con dolor y pena como iba y venía de la inconsciencia, extendiendo débilmente su mano hacia él, intentando alcanzarlo. 

Sostuvo su mano con gentileza, sentándose en la cama. No podía evitar mirar directo al grotesco agujero de su pecho, como no podía evitar oír el latido de su corazón, que ahora “decoraba” el velador junto a la cama. 


Aquello era horrible, Black Hat sufría y debía de estar muerto, pero no tenía el lujo de la muerte, solo le quedaba agonizar. 


¡Oh, no no no! ¡Todo era su culpa! ¡Nunca debió acercarse! ¡Nunca debió decir esas condenadas palabras!


El paso de los días solo empeoró su condición, cada hora que pasaba, cada minuto... 

Flug no podía hacer más que verlo consumirse, pronto no pudo hacer más que dormir y lamentarse en sueños. Ni siquiera dormido podía descansar. 


Shisui lo aliviaba como podía, había vendado su pecho y lo mantenía en un estricto régimen de medicinas y sahumerios que mantenían la habitación siempre con humo perfumado y relajante. 

La cercanía de Flug también parecía darle algo de consuelo. A veces lo llamaba, no muy conciente de si estaba ahí o no y Flug siempre lo besaba con cariño y todo el cuidado del mundo, como si temiese que se fuese a romper. 


El doctor se odiaba a sí mismo, no podía hacer nada por él más que estar ahí y observar como Black Hat iba perdiéndose más y más. 


-Flug...-Shisui lo llamó una mañana-Necesito que vayas a buscar algo por mi-.

-¿No puedes ir tú? No quiero dejarlo solo-.

-Ni yo, pero necesito cambiar sus vendajes y ejecutar un par de rituales, así que debes ir por mi-.


Flug miró al agonizante demonio en la cama, debatiéndose en pesadillas, y suspiró.


-Esta bien ¿Que necesitas?-.

-Ve al prado, ese que divide al pueblo del bosque y trae estas flores-le entregó un dibujo-Fijate que sean las más coloridas ¿Ok?-.

-Ok...-Flug leyó la hoja, un dibujo bastante bien hecho, como una tesis de campo, la pequeña flor con todas su partes y propiedades, quizás en otro momento le habría emocionado un poco-Volveré enseguida-asintió y se marchó sin más. 


El científico cruzó con paso rápido el pueblo desierto, no quedaban más que casas quemadas y animales que hurgaban los escombros en busca de alimento. 

No se arrepentía de nada de eso, se lo habían buscado, podrían haberlos dejado tranquilos y seguir viviendo sus aburridas vidas, pero habían decidido entrometerse. 


Lo peor era que Hot y los pueblerinos habían logrado lo que querían, los habían separado, Black Hat estaba ahí pero no estaba REALMENTE ahí, Flug se sentía cada día más solo y desesperado ¡Oh, si solo pudiese hacer algo para salvarlo! Era capaz de lo que sea, cualquier cosa necesaria para recuperarlo. 


Llegó al prado que había mencionado Shisui, cosa rara era aquella porque, sin importar la época del año, siempre tenía la hierba más tierna y verde y las flores más delicadas y coloridas. 

Flug leyó la hoja de referencia una vez más y fue en busca de las flores, era oportuno que tuviese buen ojo para esas cosas porque la flor en sí no tenía nada de especial a simple vista, pero podía distinguirlas con facilidad de entre el montón por la cantidad de pistilos.


Estuvo así un rato, recogiendo flores y metiéndolas con cuidado en una canasta, la mente ausente, divagando en su futuro, en el de Black Hat...

Incluso si encontraba como sanarlo, no podrían estar juntos por siempre, porque él era mortal y un día lo dejaría solo a sufrir su eternidad. 


El destino para ambos era cruel, tal vez se lo merecían, pero aun así lo encontraba injusto. 


Estaba por irse, su canasta llena a rebosar de pequeñas flores, cuando a sus oídos llegó una dulce vocecita, allí a los lejos había una niña, cabello blanco, ropas blancas y verdes. Cantaba algo familiar y a la vez ajeno.



🎶 En aquella mansión solitaria, vive una bestia de garras afiladas


Puede tragarte entero como una serpiente, por qué no tiene sangre ni corazón caliente. 


Y si te portas mal... ¡Por las noches te visitará!


La bestia tiene espinas en el corazón, un hombre  malo le puso esa maldición.


Si quiere la salvación, un hombre caballero comerlas debe, esa es la condición.


¡Hará lo que pidas! Hasta comer espinas.


¡Se comerá eras!

¡Se comerá penas!


Y así en la eternidad te espera. 🎶


Flug se quedó en trance, escuchandola repetir la canción una y otra vez. Algo hizo ¡Click! en su cabeza, en su memoria, dejó caer la canasta y fue corriendo de vuelta a la mansión. 


-¡Shisui! ¡Ya se como resolverlo!-entró gritando, apenas le alcanzaba el aliento para hablar, le dolían los costados.

-Flug ¿Qué pasa? ¿De qué hablas?-Shisui lo miraba con una mezcla de sorpresa y su calma habitual-Respira, querido, te vas a hacer daño-le acarició la espalda-Cálmate y dime que pasa-. 

-E-es la rima-dijo, intentando recuperar el aliento.

-¿La rima?-alzó una ceja.

-La rima, la que me contaban a mi y a los otros niños del pueblo-asintió-Siempre...Siempre me pregunte porque realmente no rimaba, porque sonaba mal-rió-Creo que...Creo que pasó tanto tiempo, la modificaron tanto, que perdió su significado y...-Flug hablaba rápido y gesticulaba como loco, Shisui nada más lo dejo ser.

-Cuentame que dice la rima, Flug-.

-Habla de Black Hat, de su maldición, de cómo sanarlo-se apartó del brujo y corrió a la habitación del demonio, abriendo la puerta de golpe.


Allí, latiendo sobre el velador, estaba el corazón. Esa flor mórbida que había nacido de su pecho debido a su confesión. 

Flug no dijo nada, simplemente la tomó con cuidado en sus manos y le dio un mordisco. 


Era lo más tierno y dulce que hubiese saboreado nunca, la carne se deshacía en su boca, detrás dejaba un leve tono a amargura. 

Lentamente, con cada mordisco, a su mente llegaban memorias, viejas memorias, suyas y de él. 


Otras vidas, donde se habían conocido y se habían amado. Siempre trágico y difícil era su amor, habían pasado infinitas penas e infinita dicha, habían tenido una familia incluso. 


Con cada bocado más caían sus lágrimas, con cada mordida y cada memoria, más crecían los cuernos en su cabeza, naciendo del cabello pelirrojo y traspasando la bolsa de papel. 


Recordó cada ocasión, cada encuentro y cada despedida, como siempre dejaba a su amado atrás y como siempre volvían a encontrarse. 


Recordó los momentos difíciles, sus momentos de crueldad y sus momentos de ternura. 


Con cada bocado recuperaba las memorias y ganaba los años.


Con cada bocado el pecho del otro sabana y, con cada bocado, Flug se transformaba en un demonio.


Ahora estaban unidos por siempre. Flug se había tragado su corazón, ninguno podía morir mientras el otro viviese.


Los esperaba la eternidad. 


Black Hat despertó sintiéndose como nuevo y, a la vez, más viejo que nunca. Él también recordaba ahora, todas aquellas vidas y momentos con Flug. 

-Mi Doctor~-sonrió, sentándose y ofreciéndole sus brazos.


Flug no dudó en ir a abrazarlo, aunque le dolía la cabeza y le zumbaban los oídos. 


-Mi Jefecito~-. 


No mucho tiempo después, la pareja se encontró junta en un lugar peculiar, había mucha algarabía, eran bienvenidos.


El Infierno los estaba recibiendo con una celebración. Una muy esperada. 


Realmente no les importaba mucho nada de eso. Era cierto que había montones de cosas que poner en orden, ahora que Black Hat había vuelto a su puesto en el trono, pero ya tendrían tiempo...


Literalmente tenían todo el tiempo del mundo.


Se casaron. 


Festejaron.


Se amaron como la primera vez, el recuerdo de tiempos pasados solo aumentaba su pasión. 


Se sentaron ambos en la sala del trono, coronas sobre sus cabezas, manos entrelazadas.


Ahora si, era por siempre, solo los dos.


La eternidad juntos.


-Flug-.

-¿Si? Jefecito-.

-Quiero hijos-.

-Eso puede arreglarse, Jefecito chulo~-.



FIN