domingo, 22 de enero de 2023

PaperPunk Cap 6: The Heart

 



La magia de los súcubos era una cosa curiosa, en contacto directo un súcubo se alimentaba de lujuria, el sexo era comida, lo más básico para sobrevivir.

Sin embargo, si el súcubo tenía poder suficiente, podía generar pequeños parásitos, insectos que infectaban la mente de sus víctimas y, con ello, se alimentaba de amor. 


Miss Heed había conseguido ese tipo de poder, era segunda en estatus solo ante Lilith la reina de los súcubos y princesa del pecado de la lujuria. 

Heed era, allá en el Infierno, como una celebridad. Le había terminado por gustar esa vida, aunque al principio había sido tortuosa y humillante. 


Tenía su propio poder, sus propias metas. En sus recuerdos aún estaba Flug, su deseo de venganza, pero había decidido dejarlo por el momento, ocupada en sus propios asuntos, así que el que ese hombre la invocara resultaba realmente molesto.

No podía desobedecer, así que por el momento estaba atrapada en esa situación. 


Bajo las órdenes de Hatfield, había infectado con sus parásitos a ciertos malvivientes, había muchas clases de amor y una súcubo como ella podía manipularlos a todos igual.

Los seguidores de Hatfield lo amaban y, con esos bichos haciendo nido en sus cerebros, eran leales al punto de la locura. 


La cosa era que, esos bichitos eran viciosos, se alimentaban de amor, si detectaban a alguien que tenía mucho de eso que ofrecer, salían de su primera víctima para intentar anidar en aquel que era más suculento.


Y nadie tenía más amor que dar que el dios de la luna, Shisui. 


Shisui se encontró tirado en el suelo, mirando el techo del laboratorio, a su lado el prisionero estaba muerto, sangre saliendole de un oído. No lo había notado porque el bichito era muy pequeño, ahora era demasiado tarde.

Podía sentirlo abriéndose paso en su cabeza, literal y metafóricamente, para devorar su amor por otros. 


Eran criaturas repugnantes, los súcubos y sus parásitos, de ellos nacían los amantes obsesivos, esos que golpeaban a sus parejas, las acosaban y terminaban por matarlas. 


Se preguntaba cómo no se habían dado cuenta, había allí magia negra de por medio, lo suficientemente fuerte como para disfrazarlo todo, inteligente y perverso.


-Hatfield...-gruñó débilmente, debía luchar contra eso, porque lo que el insecto comía, con el tiempo, lo transformaba en odio y de eso nadie saldría beneficiado


Miss Heed podía sentir a sus insectos actuando y sonrió, odiaba a ese dios que la había convertido en un demonio, aunque era curioso, al final del dia se lo agradecia, su poder era solo suyo, sus logros solo suyos y tenia toda esa atención que tanto le gustaba, el problema eran las reglas que ahora debía seguir, ese viejo estupido tenía su nombre y debía obedecer porque para los demonios, los nombres tienen poder ¡Vaya molestia!


No sabía que planeaba Hatfield con el Nephilim porque no le contaban nada, tampoco sabía para qué quería a Demencia, a decir verdad, ambas eran prisioneras en aquella situación. 


-...Y entonces le dije que si quería un espectáculo privado que debía pagar el doble, y nada de tocar-dijo, agitando su mano con desdén y lanzando pintura de uñas a todas partes.


Había convencido a Demencia de pintarse las uñas, la otra chica había aceptado regañadientes, claramente sin nada mejor que hacer. 


-¿No se supone que es eso lo que los de tu tipo hacen?-.

-No todos, yo solo bailo y modelo y me tomo fotos-hizo el típico gesto de tomarse una selfie-Pero cada quien tiene sus métodos-.

-Sigo pensando que eres una facilona, pero allá tú-rió.

-Y tu eres una bruta, pero no te critico-. 


Ambas rieron, era así como se llevaban, insultandose y burlándose la una de la otra, era buena forma de liberar tensión. 


-Oye, Flugy te golpeo bastante ¿Verdad?-.

-Es más fuerte de lo que pensaba-movió en círculos un hombro adolorido-Pero sigue siendo un nerd flacucho, así que no duró tanto-. 

-Hn...-.

-¿Qué le ves?-alzó una ceja.

-No lo sé, me da la impresión de que él me trataría bien, si me quisiera-admitió con cierto pesar.

-A él solo le interesa Black Hat-se cruzó de brazos, indignada.

-¿Y a Black Hat solo le interesa él?-.


Demencia asintió, aun sentía cierta amargura, pero últimamente ya casi no pensaba en ellos, le preocupaba más escapar de Hatfield y August, además en ese tiempo había tenido espacio para pensar por sí misma, descubrió que le gustaba el arte y pasaba sus horas libres dibujando. 

No era muy buena, aun, pero considero que era algo a lo que le gustaría dedicarse. 

Sin embargo, junto a Heed, era prisionera. Se habían unido a esos hombres sin pensar en las consecuencias y, por el momento, no tenían escapatoria. 


-Eres una chica linda, ya encontraras algún otro delincuente que te haga caso-sonrió-Además, no se que le ve todo el mundo a esa cosa...-frunció su gesto, asqueada. 

-No lo sé...Oye, oye, nada de rosa-apartó su mano.

-Ay, pero si te queda bien bonis-rió. 

-Niña fresa-le sacó la lengua.

-Y tu eres única y especial ¿No?-le sacó la lengua también. 


Al final, Heed le pinto una mano de rosa y Dem le pinto a ella una mano de negro. 


-Mira, somos bien amiguis-sonrió Heed felizmente.

-Si ya, Rosadita-Dem rodó los ojos-Oye...¿Que crees que harán con ellos?-.

-No lo se-negó-No creo que a ese demonio le vaya bien, en cuanto a Flugy...-bajó la mirada-Pues, no creo que lo dejen vivir mucho tiempo, si no les es útil de alguna forma-. 

-Y... ¿Qué hay de nosotras?-.


Miss Heed no le contestó, no tenía nada bueno que decirle al respecto y realmente no quería alterarla. 


-¿Quieres que te haga la sombra de ojos?-le sonrió, viendo que esperaba una respuesta. 

-Agh...Ok-rió.


A Demencia normalmente no le gustaban esas cosas tan femeninas, pero no iba a mentir y decir que no la pasaba bien con la rosadita. 


Miss Heed, siendo un poco mayor que la peliverde, en cierta forma se encontraba queriendo cuidarla de lo que pasaba a su alrededor. Se sorprendía a sí misma preocupandose por alguien más, pero la chica le caía bien, se le notaba sola y ella comprendía muy bien ese sentimiento. 


A la distancia se oían gritos. 


Hatfield tenía a Black Hat atado a una silla, le había quitado el monóculo y enterraba la punta de su bastón en ese vacío de sombras, el demonio se retorcía y gritaba, indefenso.

Hatfield lo torturaba solo por gusto, tenía el nombre de ese niño, podía forzarlo a hacer lo que quisiera, pero le gustaba verlo sufrir. 


Extrajo el bastón y se apartó, dándole espacio.


Black Hat jadeó y no pudo evitar vomitar un poco. 


¿Te duele? le preguntó, levantandole el mentón con el bastón Solías ser más resistente, my dear


-¿Por que tú si puedes jugar con él y yo no?-August estaba ahí, observando todo con los brazos cruzados y gesto de indignación. 


Ya te lo dije, podrás jugar con él cuando completemos nuestros planes, ahora, my dear, vas a levantar esta maldición tuya ¿de acuerdo?


Black Hat iba a obedecer con gusto, pero Hatfield lo detuvo. 


Ah, ah, no seas listillo, my dear, sé que si quitas esta maldición del todo, me voy a convertir en un montículo de polvo, así que sea solo parcial ¿de acuerdo?


El demonio siseó con enfado, pero obedeció. 


Las sombras se apartaron del rostro de Hatfield, pero solo en parte, aun había “trazos” decorando la tez morena y los rasgos aguileños. 


-Asi que asi es como te ves-el rubio sonrió levemente-Eres más viejo de lo que imaginaba-.

-Silencio, Nephilim-Hatfield sonrió ante el sonido de su propia voz-Literalmente eres el más viejo en este cuarto-. 

-Aun así, luces mayor de lo que imaginaba...-le tomó el rostro con una sola mano y le dio un apretón.

-¡No me toques!-lo apartó de un manotazo.

-Aww, eres adorable-se burló.

-¡Te voy a dar tu adorable!-lo amenazó con el bastón.


Black Hat los estaba mirando con una ceja levantada y cara de asco.


-Eww...-.


-En fin...-August retenía el “amenazante” bastón con un solo dedo-Repíteme ese dichoso plan tuyo-.

-¿No te cae en la cabeza? Cerebro de pájaro-.

-No es eso-rodó los ojos-Solo quiero que Ragna lo escuche-señaló al demonio.

-Bueno si, debe enterarse, es verdad-bajó el bastón y regresó su atención a su prisionero-My Dear, tu eres la creación del Diablo ¿Verdad?-.

-Si...-no le gustaba por donde iba eso.

-¿Tienes algún derecho al trono?-.

-No es así como funciona, incluso si fuese su hijo biológico, aun así no tendría derecho al trono, eso se gana con méritos-.

-Entonces, usurpar el trono es perfectamente válido ¿No es así?-.


Black Hat suspiró, estaba obligado a responder, no solo Hatfield tenía su verdadero nombre, atándolo a su voluntad, los demonios no podían mentir. Podían torcer la realidad a su favor, manipular y tentar, pero todo lo que salía de sus bocas no era más que la verdad. 


-Así es como él llegó al trono, con una rebelión, es el segundo Lucifer-.

-Excelente-fue detrás de la silla y lo abrazó-My Dear, eres invaluable-sonrió-Lo entiendes ¿No es así? August-.

-Si Ragna obtiene el trono infernal, tendre todos los demonios que quiera-se saboreó.

-Ese es el trato-asintió-A cambio, haré lo que se me plazca, los mundos que me interesen los dejaras en paz-.

-Me parece bien, ya te lo dije-.

-Solo me estoy asegurando...-parecía que Hatfield quería agregar algo más, pero se contuvo-Tu tambien lo entiendes ¿Cierto? My Dear-.

-Si...-suspiró-Los odio tanto-. 


Black Hat nunca había tenido interés en el trono de su padre, tenía su propia manera de obtener poder, seguidores y gloria. No necesitaba robarle a su padre sus propios logros ni mucho menos quería llenar sus zapatos. 

Pero si Hatfield y August se lo ordenaban, tendría que obedecer, estaba en un aprieto. 


-En verdad eres ambicioso ¿No es asi? Hatfield-August lo miraba con interés-La avaricia es un pecado muy grave-.

-También lo es la lujuria, santurrón-espetó, molesto-No me critiques-. 

-No lo hago, no me gusta aliarme con pecadores como tú, pero supongo que a la larga me beneficia a mi y al bien mayor-sonrió-No solo tendré a mi dulce Ragna, si no cualquier otro demonio que se me antoje-.

-Y podrás expandir tu ejército, blah blah blah-rodó los ojos-¿No piensas en nada más? En verdad tienes cerebro de ave-. 

-¿Y tu que? También eres insaciable ¿No es así?-le tomó el rostro como había hecho antes-Apestas a maldad, Lucian, tu aroma se parece al de Ragna-.

-Aléjate de mí...-le gruñó.


Black Hat miraba a uno y a otro a medida que hablaban, realmente no sabia que pensar de esos dos.


-Si van a coquetearse al menos déjenme ir a otro lado, no quiero mirar-.

-¡No estamos coqueteando!-respondieron al unísono.


Se miraron el uno al otro, se cruzaron de brazos y miraron a otra parte.


-Hazme un favor, August, y llevalo al calabozo-.

-Tsk, bien...-desató al demonio y lo alzó como si nada, cargandoselo al hombro.

-Y no le hagas nada, necesito su poder y el contacto contigo solo lo agota-.

-Lo se, deja de decirme que hacer, Hatfield-resopló con fastidio-Vamos, Dulzura, para que veas que no somos tan malos te llevaré con tu doctor-.


Black Hat se quedó quieto sin decir nada, su cuerpo entero se paralizaba cuando el Nephilim estaba demasiado cerca. 


Recorrieron pasillos y bajaron escaleras, hasta llegar al calabozo. Estaba oscuro y olía a humedad, había varias jaulas ahí, en una había un par de chicas. Black Hat reconoció a Demencia, la otra se le hacía familiar, pero no sabia de donde. En la celda de al lado estaba Flug. Inconciente, por lo que se veía. 


August abrió la puerta de la celda y lo arrojó al suelo con fuerza.


-Descansa un poco, Dulzura, tienes mucho trabajo por delante-.


Se dispuso a irse, pero cuando estuvo ante la jaula de las chicas les saltó y agitó los barrotes, haciéndolas gritar.


-Me las comeré a ustedes también cuando ya no nos sean útiles-se saboreó y se marchó, riendo. 

-Hombre repugnante- Heed lo siguió con una mirada de desprecio-Oye tu, dime si Flugy está bien-dijo, asomándose a mirar a través de los barrotes tanto como podía.


Black Hat no dijo nada por un momento, todo el cuerpo le dolía, finalmente se acercó al durmiente doctor. Era solo eso, dormía, podía notar por la sangre en su ropa que lo habían herido bastante y ahora solo sanaba en un profundo sueño. 


-Esta bien solo duerme...Supongo que esto fue cosa tuya, Demencia-.

-¿Y que si lo fue?-le dijo con un gruñido. 

-Nada, supongo que lo merecemos y todo eso ¿No es así? No voy a pedirte disculpas, más allá de lo que hicimos, era una traidora y ahora estás encerrada como una rata, asi que halla tu, Demencia, me da igual lo que te pase-. 

-¡Lo mismo digo!-.

-Ya, mi lagartona, déjalo ser-le recomendó Miss Heed, palmeandole la espalda. 

-Tu que sabes, Heedieonda-suspiró con fastidio, aunque se le escapó una leve risita.

-¿Y tu que? Sucubo-.

-Me invocaron y, al igual que tu, no me queda más que obedecer-.

-Eso lo sé, pero me parece que conoces a Flug de algo-.

-Eso no tiene importancia ahora-Miss Heed sonrió-Dime, Eldritch ¿Crees que esos dos pueden escucharnos?-.

-...No-.

-Excelente-rió.