domingo, 12 de marzo de 2023

Vanquished Cap 4: The masochism tango




No podía decir que su rutina había cambiado demasiado, seguía trabajando por horas sin fin, monótono, por centavos, apenas viendo la luz del sol. Era solo que ahora tenía a alguien a quien follar cuando llegaba a casa y carne exquisita con la cual saciar esa hambre monstruosa. 


¿Quién hubiera pensado que Black Hat podía ser tan dócil? Su cuerpo, en todos los sentidos, era un deleite, y Flug podía aprovecharlo a su antojo.

Black Hat no protestaba, se dejaba hacer lo que sea. Rara vez, en ocasiones, le pedía que fuese gentil, el doctor realmente no tenía problema con ello, le daba lo mismo, atarlo a la cama y darle latigazos o sostenerlo cerca y hacerselo con lentitud, porque a final de cuentas Black Hat era todo suyo, dócil y entregado, sin poder hacer más que esperar por él todos los días. 


Siempre lo había deseado, en aquel entonces, cuando aún era su jefe y era Flug quien era servicial y diligente. Siempre había fantaseado con él, hipnotizado por sus encantos, por su belleza inalcanzable.


Black Hat se había burlado de él, lo provocaba a propósito solo para reír en su cara ante sus sonrojos. Pero, en especial, Black Hat se burlaba de su afecto.


Porque Flug, alguna vez, lo había amado ¡Oh, como lo había amado! Irremediablemente devoto, incondicional, sirviendole sin esperar nada a cambio ¡Porque  lo amaba más que a nada, más que a nadie!


Pero Black Hat se había burlado.


Lo había llamado patético y absurdo. 


Pero ahora... ¡Ahora era todo suyo! 


Podía reclamar su carne y su cuerpo cuando quisiera, de la forma que quisiera. 


Tenían una relación peculiar, a veces pasaban días sin hablar más de lo necesario, porque Flug no quería hablar, solo quería llegar a casa y darle hasta que saliera el sol.

Black Hat lo esperaba, siempre recibiendolo con una sonrisa, como una mascota extrañando a su dueño.

Otras veces no hacían nada y hablaban de cosas irrelevantes, Flug consintiendo al otro como a un minino, hasta que ambos caían dormidos. 


Básicamente Flug hacía de él lo que sea le entretuviera en el momento. 


Un juguete de múltiples usos. 


-Ya llegue-Flug anunció alegremente. 

-Doctor~-Black Hat lo recibió, pasando sus brazos sobre sus hombros y dándole un beso-¿Cómo te fue? ¿Qué trajiste?-.

-¿Por qué tan entusiasta?-rió, sujetándolo de la cintura con un brazo, la otra mano la tenía ocupada con las compras.

-Es que me aburro-admitió con gesto caprichoso.


Flug suspiró, ese demonio era demasiado lindo a veces, aunque sospechaba que era su forma de ser manipulador sin hacerlo enojar. No le molestaba. 


-Pues, son solo vendas nuevas y desinfectante, que nos hacían falta-.

-¿Me trajiste algo para leer?-.

-Sabe que no es fácil conseguir libros-negó-Pero le traje el diario de hoy-le dio un golpecito con el mismo donde tendría la nariz-Lealo mientras hago de cenar-.

-Oh ¿Es que no soy yo la cena hoy?-bromeó, sentandose en el sofá a leer el periodico. 

-Será el postre-. 


Mientras preparaba la cena, Flug de vez en cuando miraba al otro leer. Le recordó a tiempos pasados, Black Hat siempre en su sofá de respaldo alto, leyendo las noticias con el ceño fruncido. Flug estaba seguro de que, la mayoría del tiempo, solo fingía leer y en realidad estaba durmiendo la siesta. 

En una ocasión, para navidad, le había regalado una tablet, la cual el demonio no tardó en romper, aunque fue un accidente. Luego Flug crearía una línea de tablets y laptops aptas para usuarios con garras peligrosas. Todo un éxito.


Verlo ahí sentado le daba algo de nostalgia, a pesar de que el ambiente era completamente diferente y su Jefecito no vestía más que una de sus camisas. Le gustaba verlo así y realmente no había motivos para comprarle más ropa, además no podía, era de esas cosas que PEACE limitaba a los ciudadanos como él. 


Ropa, libros, medicinas... 


Todo eso eran privilegios, como empleado de PEACE, Flug tenía acceso a algunas cosas, pero no todas.

Podía comprar el periodico e implementos médicos básicos, pero la mayoría de libros y medicinas recetadas estaban fuera de su alcance. Ni hablar del tipo de ropa fina que le gustaba a Black Hat. 


Quizás podía comprarle otras cosas si tuviera la oportunidad, vestirlo como a un muñequito, satisfacer alguna fantasia. 


Flug dejó el cuchillo, sintiéndose mareado, de alguna forma...De alguna forma sentía asco de sí mismo. 


Estaba tratando al otro como a un objeto, no era mejor de lo que Black Hat había sido. 


Se sentía culpable, pero a la vez no deseaba detenerse, aun sentía rencor y, en esa vida tan vacía y monótona, no tenía nada más que él para darle algo de sentido. 


-Black Hat...-.

-¿Hn?-bajó el periodico y lo miró, curioso.

-¿Va a decirme donde estuvo? ¿Por qué desapareció así de repente?-. 

-Te pregunté si eso iba a cambiar en algo la forma en que me miras y me tratas y dijiste que no, Flug-. 

-¿Le molesta la forma en que lo trato? ¿Lo estoy obligando?-preguntó, evadiendo su mirada.

-No, no realmente-suspiró-No tengo más para ofrecerte que mi cuerpo y si eso es todo lo que te importa de mi, pues esta bien, es como siempre ha sido para mi de todas formas-.


Flug lo miró largamente, sin saber qué sentir o decir. Black Hat había pronunciado esas palabras con fría naturalidad, como si fuese el orden irrefutable de las cosas.


Lo jaló fuera del sofá y lo atrapó en un abrazo y un beso demandantes. Sintió su cuerpo tensarse y entonces aflojarse, como rindiéndose a ello. 


¿Lo estaba forzando? ¿Siquiera gustaba de él? 


Flug en verdad no sabia que sentir por él. Había allí rencor, ira y hambre, pero también ese cariño de antaño, un deseo de conocerlo mejor, que ni siquiera ahora podía satisfacer. 


-No tiene que tener relaciones conmigo si no quiere-le dijo, apartandolo.

-Sí quiero...-.

-¡No me mienta!-lo sacudió-Se cuando me miente, lo conozco-.

-Si no te sirvo para eso ¿Entonces para qué?-.


Black Hat lucía pequeño en sus brazos, tenía cara de querer huir, ocultarse. 


-Con su carne es suficiente, no tiene que obligarse a estar conmigo-.

-Flug...-rió, sonando lastimero-Siempre me deseaste, ahora me tienes ¿Por que te niegas? ¿No soy lo que te imaginabas? ¿Ya te aburriste? ¿Es eso?-.

-¡¿D-desde cuando suena tan patético?!-lo arrojó de vuelta al sofá-¡Usted no es así, usted es orgulloso, terco, inalcanzable! ¡Y...!-Flug suspiró, recordando cosas que había escogido olvidar-Y solitario, melancólico y triste-. 


Black Hat no le dijo nada, solo lo jaló, para que se sentara a su lado. Sus manos frías no eran mucho consuelo, pero aun asi le acarició la espalda, como dándole permiso de llorar. 


Y Flug lloró con fuerza, amargo, culpable, lleno de sentimientos encontrados. Todos esos años había pensado que Black Hat lo había abandonado, que lo había dejado atrás en un mundo injusto y horrible, pero había evidencia de que no, que había pasado otra cosa. Evidencia que escogió ignorar deliberadamente solo para permitirse saciar sus instintos más bajos. 


-Siempre quise acercarme, conocerlo, saber que lo aquejaba tanto, pero usted...Usted me apartó, se burló de mí y de mis sentimientos por usted-le reclamó con lágrimas en los ojos y dolor en la voz- Y entonces... ¡Entonces desapareció!- lo sujetó con rudeza de un brazo, ahi donde tenía esas heridas que no sanaban-¡Me abandonó! ¡A pesar de todo lo que hice por usted! ¡Me abandonó!-le gritó, apretando su brazo, sacudiéndolo.

-Me lastimas...-se quejó, apenas. 


Flug lo soltó y un momento de silencio, solo interrumpido por los sollozos ocasionales del doctor. 


-Me gusta estar contigo, si eso es lo que te preocupa, no me has obligado a nada-. 

-¿Le gusta que lo trate como una cosa?-le gruñó.

-Es como me trata todo el mundo-se encogió de hombros-Incluso cuando tenía poder y era adorado como un dios, aun así era visto como un objeto del cual obtener beneficios ¿No es así?-suspiró-Y tú... Tú intentaste acercarte y tratarme como a una persona, algo que no soy, y yo... Tuve miedo de ello-admitió, mirando a la distancia, recordando los momentos-Así que, esta bien que me trates como lo haces ahora, como un...Juguete-se le quebró la voz, pero no queria llorar, así que se cubrió la boca con las manos. 

-Black Hat...-.

-Es mi culpa, es mi culpa-negó, sollozando-Perdí la oportunidad de que me trataras bien, de que fueras bueno conmigo, de ser querido...-.


Flug lo abrazó, sorprendido por sus emociones y sus palabras.


-Usted no es una cosa, ni mucho menos un juguete-le aseguró-Ya no lo haré más-.

-No, haz lo que sea que desees, no puedo pedirte que me tengas aquí contigo si no te sirvo para nada, no me lo merezco, todo esto es culpa mía-se acurrucó en sus brazos, su cuerpo temblando, intentando contener el llanto. 

-Expliqueme que paso realmente-. 

-No puedo, hay tantas cosas que quiero decirte, pero no puedo...-negó-Flug, yo...-suspiró-Te quiero y no se que es lo que sientes por mi, pero te quiero y esta bien si te sirvo de consuelo, si conmigo puedes aliviar tus frustraciones, yo...-.

-No se que siento por usted-negó-Pero no quiero torturarlo ni obligarlo a hacer cosas que no quiere, si vamos a seguir con esto, debe ser por mutuo acuerdo-. 


Flug se apartó de él, de repente se sentía agotado. Black Hat había llorado, le había dicho que lo quería ¿Como se suponía que reaccionara a todo eso? Era tan lejano al Black Hat que solía conocer, que parecía irreal. 


-¿Por qué nunca me dejó acercarme?-.

-Te lo dije, me dio miedo, que me quisieras-lo miró-No se como lidiar con mis propias emociones, temía hacerte daño o...Que tu me hicieras daño, mírame Flug, todo lo que hago es absoluto, si iba a ser tuyo sería completo y eso me parecía aterrador, me aterraba la idea de darte mi corazon y que te aprovecharas de ello, no pude evitar desconfiar, ser paranoico y estupido, lo siento-. 

-Necesito saber que paso-.

-Necesito tiempo-. 


Nuevamente hubo silencio. Finalmente Flug lo beso con suavidad, seguía sin entender nada, pero por su propio bien y por ese viejo cariño que se negaba a morir, podía tratarlo mejor. 


-A partir de ahora va a decirme lo que le gusta y lo que no, va a decirme si quiere hacer algo o si no quiere hacer algo ¿Entendido?-.

-Está bien-le sonrió-Te lo tomas muy enserio, me gusta rudo, se nota que sabes lo que haces-.

-Ay... Bueno si-se sonrojó-Aun así, pero también le gusta que lo trate con cuidado-.

-Nunca me habían tratado así, era fácil para otros asumir que solo me gusta el sadomasoquismo, y es bastante cierto, pero...Pero sabía que contigo, podría hacer otro tipo de cosas, si no te hubiese rechazado-suspiró.


Esa noche hicieron el amor, lento y tierno. Black Hat se estremecía en sus brazos, siempre intentando no hacer demasiado ruido. Quería decirle tantas cosas, confesar tantos sentimientos, pero no podía, estaba ahí todo encarcelado en su pecho. 


Le había dicho “Te quiero” y había sido difícil, le había sabido amargo. Quería decirle “Te amo” “Te necesito” pero eso era aún más difícil. Así que solo hizo lo que había hecho ese último tiempo y se entregó a él dócil, obediente, dejándose llevar por ese placer que no lo dejaba pensar, que alejaba todas las preocupaciones y el dolor de tiempos pasados. 


Era lo que siempre había temido, que su amor por él fuese tan absoluto en su corazón que no hubiese espacio para nada más, solo Flug y nada más. Si Flug quería humillarlo, maltratarlo, tenerlo prisionero, pues que así fuese. 


Pero Flug era Flug. Black Hat sabía que antes, hacía ya tantos años, Flug no habría hecho nada de eso, lo habría tratado bien, como a una persona, habrían sido compañeros, novios, esposos...


Pero tuvo miedo y lo mantuvo lejos con crueldad, con su fachada de monstruo insensible y sin corazón. 


Y un día el mundo de ambos se fue al carajo y él tuvo que desaparecer, dejándolo solo, con su rencor y su odio, su mente envenenada  por años de encierro y confusión.


Cuando regresó a él esa noche, temió encontrarse con que su Doctor ya no existía más y, por un tiempo, ese parecía el caso, pero el Flug que había conocido seguía ahí, en los pequeños momentos, cuando le sonreía, lo llamaba Jefecito y lo trataba bien. 


Podía soportar su lado más cruel si con eso lo hacía feliz, sin con eso podía ver al Flug del pasado con más frecuencia. 


En esos momentos era dichoso, se sentía querido de nuevo, como en aquel entonces cuando Flug insistía en acercarse, en preocuparse por él, en preguntarle como estaba, para sólo recibir reprimendas y bufidos. 


Rió al sentir como su Doctor intentaba no morderlo, claramente luchando consigo mismo.


-Me encanta cuando me muerdes, Doctor~-le aseguró, ofreciéndole su cuello. 


Flug sonrió y le clavó los colmillos, deleitándose con su sabor y sus gemidos. No sabían aún que sentir por él, pero sabía que ya no lo odiaba como antes, aun sentía rencor, pero no lo odiaba, podía ser mejor con él, podía tratarlo mejor y tener compañía de verdad, en vez de solo un juguete del que se aprovechaba en las noches. 


Mientras dormía entre sus brazos, Flug cayó en cuenta de que no le había cambiado los vendajes. Por suerte el demonio tenía el sueño pesado. 

Le quitó los vendajes viejos y limpió las heridas con cuidado, examinandolas en el proceso.


Lucían exactamente igual a como eran el día que llegó, de eso ya un par de semanas, laceraciones, cortes muy finos, como si lo hubiesen envuelto con un filamento muy delgado y jalado del mismo hasta cortar su carne. 

También tenía marcas de agujas, aunque esas si empezaban a sanar. 


No había marcas en otras partes de su cuerpo, solo en su brazo derecho y su pierna izquierda. 

Cuando llegó lo había notado más delgado de lo que recordaba, pero en esos días había recuperado su peso de antes. 


¿Había estado encerrado? ¿Habían experimentado en él? ¿Era eso? 

¿Había sido PEACE o alguien más? ¿Cómo era posible siquiera capturarlo y restringirlo?


Flug ya se había dado cuenta, desde un principio, que Black Hat no tenía sus poderes, era indefenso. Solo conservaba su factor regenerativo, excepto por esas heridas en particular. 


Terminó de vendarlo y dejó un beso, en sus heridas y en sus labios.


Era hora de volver al trabajo.