miércoles, 14 de diciembre de 2022

En lo profundo Cap 5: Fruto Prohibido





Flug se sentía como un degenerado aunque, por supuesto, no se arrepentía de nada. 

Sabía que Black Hat y él técnicamente tenían más o menos la misma edad y que, en realidad, el demonio había existido por miles de años. Pero la idea de que esos besos eran sus primeros besos y esas caricias sus primeras caricias, lo volvía loco, era deliciosamente pecaminoso, si había algo prohibido en aquel mundo debía de ser eso, sentía que su alma iba a arder en el Infierno por siempre, pero no le importaba, Black Hat y ese cachito de inocencia que aún conservaba, eran todo suyos. 


Estaban sentados en la cama, Black Hat rodeando a su doctor con brazos y piernas, como si temiese que se le fuese a escapar en cualquier momento. 

Obviamente, Flug no pensaba ir a ningún lado, abrazaba al otro con gentileza y lo besaba con ternura, acariciando la suave piel desnuda con lentitud.

No había apuro de nada, tenían ahora todo el tiempo del mundo, Flug se deleitaba en la idea de enseñarle al otro todo tipo de cosas. 


Black Hat emitía pequeño sonidos ansiosos a medida que Flug profundizaba el beso, sus lenguas danzando juntas con lentitud, de vez en cuando Black Hat le daba un pequeño mordisco y Flug reía un poco, claramente complacido.


-Flug...- dijo, separándose apenas.


Era, prácticamente, todo lo que podía decir, sumado a “Doctor” y unas pocas palabras, como si o no. Al menos era algo.


-¿Si? ¿Qué pasa?-Flug suspiró, recuperando un poco el aliento. 


Se apartó un poco para poder escribir.


Me gustas ❤


-Lo se, se nota-dijo con tono burlón.


Black Hat rodó su único ojo y volvió a escribir.


Si sigues con eso no voy a decirlo nunca más 😡


Flug no pudo evitar reír ¿Como podía ser tan temible y tan adorable al mismo tiempo?


-Lo siento, también me gusta-le acarició las mejillas-Es solo que no estoy acostumbrado a gustarle a otros, es todo-.


Dices eso, pero no parece que te falte experiencia.


-Si bueno...- se sonrojo notablemente y sonrió-He tenido suerte con eso, es solo que a nadie le he gustado de verdad, solo cosas casuales ¿Entiende?-.


Black Hat simplemente reclamó sus labios nuevamente. 

¡Oh, se sentía tan dichoso! ¡El sentimiento de aquella noche latía con fuerza en su pecho! ¡Lo hacía sentir vivo, realmente vivo, por primera vez en todos esos milenios! ¡Lo amaba! ¡Lo amaba! ¡Lo amaba! 


“Si él llegase a amar a otro, serás arrastrado de vuelta al mar y August será tu esposo ¿Entendido? Debes procurar enamorarlo”


La voz de Shisui resonó en su cabeza, no había olvidado aquello, iba a hacer todo lo posible para que eso nunca pasara. Haría todo lo posible para hacerlo feliz, para mantenerlo satisfecho. 


Flug lo dejó caer sobre la cama, sujetándolo de las muñecas. Le dio un mordisco en el cuello, sacándole más de esos sonidos adorables, podía sentirlo tensarse y revolverse y no podía dejar de preguntarse porque gustaba tanto de alguien como él, que no tenía nada de especial. 


-Doctor~-ronroneó, ansioso. 


Flug se apartó para poder verlo ahí tendido, expectante y sumiso, delicioso fruto prohibido cargado de venenos y pecados. 

De seguro era letal, de seguro sabia dulce, una diabólica ambrosia. 


Black Hat extendió sus brazos hacia él, pidiéndole que se acercara de nuevo, Flug le obedeció y Black Hat le habló al oído.


-Todo tuyo-pronunció apenas, su voz débil, apenas saliendo de su maldecida garganta. 


Si el doctor tenía alguna duda de que lo quería, se había disipado por completo en ese momento, lo queria completo, todo para sí, lo hacía sentir tan afortunado y privilegiado y no sabia aun si lo que sentía era amor, pero aun así la idea de compartir su vida con esa criatura extraña y hermosa sonaba a perfección. 


Afuera, el mar estaba furioso. 

Había muchas criaturas lamentando esa unión.

El genuinamente preocupado Leviatán.

El decepcionado creador que temía por sus propios planes. 

La gente del mar, llena de incertidumbre.

Y el Nephilim, el celoso y posesivo August.


-¡Como...!-.


¡Thud!


-¡Te atreves...!-.


¡Thud!


-¡A interferir!-.


¡Thud!


Shisui se estrelló contra el suelo de roca, sangre y gore esparciéndose por todos lados. 

El Nephilim lo había capturado y llevaba un rato azotándolo una y otra vez contra el suelo y las paredes de una cueva submarina, un lugar seco escondido entre las aguas. 

Shisui, sea lo que fuese, no podía morir. Su cuerpo se regeneraba una y otra vez, siempre consciente. Estaba llegando a su límite. 


-¿Te diviertes? August- le sonrió, su mandíbula volviendo a su lugar en grotescos sonidos. 

-¡No tenías derecho a interferir! ¡Es contra las reglas!-.

-Y estoy recibiendo mi castigo, así que estamos a mano-le dijo con calma, sentándose aun envuelto en sus tentáculos. 

-¡Ragna es mio!- lo elevó y lo azotó de nuevo, sonriendo al escuchar sus huesos romperse nuevamente.

-Su unión con Flug tiene mi bendición, nunca será tuyo-.


Shisui se liberó de los tentáculos con facilidad y se puso de pie, se acomodó el cuello roto y recogió su brazo cercenado del suelo, colocándolo de nuevo en su sitio. 

August lo miró, impasible, odiaba a ese dios entrometido y hereje. 


-Y no importa cuantas vidas pasen, ni en qué mundos renazcan ustedes tres, nunca permitiré que sea tuyo-le sonrió-Ni de ningún otro que no sea Flug-.

-...Largo-. 


Shisui se encogió de hombros y, sin más, desapareció de ahí. 


August se quedo, sus tentaculos revolviendose con ira. Tenía que hacer algo, no podía permitir que le quitaran lo que era suyo por derecho, su dulce Ragna, ese demonio había sido creado para él sin duda, con él podría tener cientos de hijos con lo que poblar el mundo y liberarlo de la maldad y la corrupción. 

Era sólo apropiado que él, el soldado de Dios, tuviese como esposo a la perfecta creación del Diablo, que su unión fuese un castigo para aquella criatura corrupta hecha de pura maldad. Ragna, Black Hat, debía ser solo suyo. 


Pero por el momento no podía interferir porque todo tenía su ciclo, debía esperar al momento oportuno y ser paciente.


Shisui llegó a la costa vomitando sangre a caudales, esa existencia había resultado particularmente tortuosa para él, pero no le molestaba. Se puso de pie y se acomodó la ropa, siempre elegante y coqueto, tenía algo importante que hacer, ahí en esa pequeña casita que lo esperaba con sus luces encendidas a mitad de la noche. 


Flug le abrió la puerta con una taza de té en una mano y algo que podía adivinar era una sonrisa de oreja a oreja. 


-Parece que fue una noche productiva-dijo, entrando y quitándose su abrigó para luego colgarlo en el perchero. 

-Mucho-suspiró-¿Qué te trae tan tarde? Black Hat está durmiendo-.

-¿Lo agotaste? Felicitaciones-rió, pero fue interrumpido por una fuerte tos en la que terminó expulsando algo más de sangre.

-¿Estás bien?-Flug se le acercó, ligeramente alarmado.

-Tuve un mal encuentro, es todo-lo detuvo con un gesto, no le hacía mucha gracia que Flug lo examinara, sabía que el científico aprovecharía cualquier oportunidad para hacerle una vivisección. 

-¿Necesitas algo?-.

-Solo vine a ver como están, parece que todo va de maravilla-sonrió felizmente, sentándose en uno de los sofás-Y, sinceramente, quisiera pasar la noche, si no te molesta...-chasqueo los dedos y el fuego en el hogar se prendió mágicamente.

-Solo quieres molestar a Black Hat en la mañana- rodó los ojos.

-Solo un poquito-admitió-Y además, no creo poder nada de vuelta al pueblo-.

-Ok, pero deberías decirme que te paso-.

-Nada que necesites examinar, Dr Flug-.

-Como quieras, te buscaré una almohada y unas mantas-suspiró, demasiado cansado como para intentar sacarle nada más.


Flug regresó a su cuarto, se quedó un momento admirando a quien dormía en su cama, había una leve sonrisa curvando sus labios, de alguna forma saber que lo hacía feliz, lo hacía sentir feliz también. Lo cubrió con las mantas, hacía frío en las noches, y fue en busca de otras para Shisui. 

Antes de salir le dio un beso en la frente y cerró la puerta con cuidado.


Volvió con Shisui y le entregó la almohada y las mantas. 


-Gracias...-suspiró-Flug, cuidalo bien ¿Si?-. 

-Shisui...-.

-¿No es genial? Ya no tendrás que pasar tus noches solo-.

-Hablas como si supieras que vamos a quedarnos juntos por siempre o algo así.

-¿No te gustaría?-.


Flug lo miró y debatió unos momentos consigo mismo.


-Si me gustaría.

-Pues entonces disfruta de ello, su tiempo juntos será breve, él es auténticamente inmortal después de todo, así que procuren llevarse bien-. 

-¿Por qué suena a que te estás despidiendo?-.

-Eso no será hasta la mañana, quiero verlo a él también- se envolvió en las mantas, se lo veía pálido y cansado.

-Al menos podrías decirme que pasa, en vez de hacerte el misterioso-.


Shisui nada más negó y Flug lo dejó ser, se sentía un poco triste, Shisui era su amigo después de todo, pero aunque se sentía como una despedida, no se sentía como una permanente. 

Se quedaron conversando toda la noche, hablando de cosas mundanas y sin importancia, hasta que salió el sol y Black Hat se hizo presente.


Shisui sonrió al verlo, el demonio lucía de lo más feliz y complacido, llevaba años observandolo y nunca lo había visto con una sonrisa tan genuina. 


-¿La pasaste bien anoche? Ya era hora-.

-No voy a discutir eso contigo-resopló, a la vez sorprendiendose de poder formar una frase completa

-Aww, vamos, dame detalles ¿Te gustó? ¿Era lo que esperabas?-.

-Si...Obviamente-se tocó la garganta, aun dolía cuando hablaba, pero al menos las palabras salían con más facilidad. 

-Te dije que mientras más cercanos, más ibas a recuperar tu voz-lo miró con cariño-Me alegro, incluso criaturas viles como ustedes dos merecen un poco de felicidad-. 

-Como sea...- miró a otro lado, ligeramente enfadado.

-Lo siento, ocupé el tiempo de tu doctor ¿No es así? Supongo que hubieras preferido despertarte con él a tu lado y todo eso-.

-Hn...-se cruzó de brazos.

-Ay, Jefecito, lo siento-Flug rió-Luego se lo compenso-. 


Flug se puso de pie y recibió al otro en un abrazo, lo beso con ternura y Black Hat no pudo evitar ponerse a ronronear.

Shisui los vio prácticamente derretirse en los brazos del otro y sonrió para sí, iban a estar bien, al menos por un tiempo. 


Para cuando se separaron, Shisui ya no estaba. Había dejado un extraño vacío, como si en vez de cruzar la puerta e irse como era usual, simplemente se había esfumado, el aire aún olía a su perfume, el sofá donde había estado sentado aún estaba hundido por su peso.


-Dejó su abrigo-señaló Black Hat. 

-Ya volverá por el...Eso creo-.


Los meses, los años, pasaron tranquilos. Todo se mantenía más o menos igual en la islita, incluso el viejo pero siempre inmaculado abrigo de piel seguía ahí colgado, esperando a que volviera su dueño, sin embargo, oculto en el interior del faro y más allá, en las entrañas de la isla, había secretos. 


Con el ingenio de Flug y el encanto y poder monetario de Black Hat, crearon un pequeño negocio, le vendían todo tipo de cosas a bandidos y piratas, a humanos ambiciosos y a criaturas como ellos, quienes tenían una vida difícil y marginal en aquel mundo mayormente poblado por humanos. 


Black Hat sonreía al ver como aquello traía guerra y caos, mientras su isla se mantenía como siempre, ajena a todo, sentía que tendría que haber estado haciendo algo como eso desde siempre, pero había sido restringido por el peso de las aguas. 

Flug lo seguía, leal y devoto, si Black Hat quería hacer el mundo arder, entonces crearía bombas y lanzallamas, no le importaba nada más. 


Su pequeño proyecto subacuático era, por el momento, un simple hobby. Se había olvidado de ello porque Black Hat ofrecía algo mejor y más beneficioso, pero de vez en cuando, cuando tenía tiempo libre, trabajaba en su submarino.

No era una prioridad, pero al igual que las máquinas voladoras que amaba y había perfeccionado hacía un tiempo, aquello era simple pasión, quizás no le serviría de nada, quizás si, por el momento solo lo completaba pieza por pieza cuando podía.  


Eran felices juntos, ocupados y productivos eran los días, íntimas y apasionadas las noches. Que se amaban era innegable, aunque nunca se lo habían dicho, ninguno de los dos se había confesado aún, quizás porque no hacía falta, quizás porque a ambos les daba algo de miedo. 

Sin embargo algo les faltaba, eran felices los dos, pero faltaba una pieza que ninguno de los dos podía dilucidar. 


Fue un día en el que paseaban por una ciudad pintoresca que ambos supieron que era. 

Era un simple viaje de negocios y les había sobrado tiempo, así que decidieron salir a dar un paseo, cosa rara en ellos, nunca se mostraban demasiado cariñosos en público, pero ahí estaban, paseando de la mano. 


Pasaron ante una iglesia, había un poco de algarabía, no más que una familia pequeña festejando. Era una boda. Ambos de detuvieron y vieron a la pareja salir por la grandes puertas, él de negro, ella de blanco, una niña de vestidito rosa entre ambos, cada uno tomandola de la mano. 


Así que era eso lo que faltaba... 


Black Hat miró el suelo, pensativo. Lo del matrimonio podía arreglarse, pero lo otro... Se preguntó si podía, sabía que su especie podía embarazarse, que el género era irrelevante para ello, pero sabía también que él era diferente ¿Qué tal si no era una posibilidad? Aun así, podía intentar pero ¿Y qué tal si Flug se decepcionaba de él? 

¡Tonterías! ¿Por qué estaba siendo tan pesimista?


-¿Lo intentamos?-le sonrió, sabiendo que ambos pensaban lo mismo.

-Quiero la boda primero-Flug sonrió también, la bolsa cubriendo su inmenso sonrojo. 

-Me parece bien, Doctor~-.


La boda fue, más bien, un intercambio de votos y anillos, nadie iba a casarlos oficialmente por obvias razones, así que hicieron su propia ceremonia, ellos solos en su islita. 


Eran todo lo que el otro había deseado nunca en una pareja, el beso para sellar el trato se sintió tan dulce como el primero, ambos se preguntaban porque no habían hecho eso antes, si llevaban tanto tiempo juntos sabiendo lo que sentían el uno por el otro.


-Lo amo tanto, Jefecito-suspiró Flug, ambos danzando, la madera de la vieja casa crujía bajo sus pies, la música sonaba con suavidad, podían oir el corazón del otro. 

-No más de lo que yo te amo a ti, Doctor~-ronroneó. 

-Ay, luego dice que no le gusta lo cursi-.

-Callate, por hoy está bien-sonrió.


Era la primera vez que se lo decían y había sido tan simple, parecía que como su relación había empezado tan rápido, habían decidido tomarse su tiempo para todo lo demás. 


-Ahora sigue lo divertido- Flug le dedicó una mirada que el demonio suposo debía de ser coqueta, pero como siempre la bolsa lo hacía ver un poco bobo, en realidad le encantaba.

-Oh~ No puedo esperar-.


En todos esos años su pasión no había disminuido ni un poco, Black Hat seguía sintiéndose como el mismo fruto prohibido, dulce, tentador, venenoso. 

Flug seguia haciendole estremecer como una hoja, siempre sabia que hacer, siempre tenía las energías para ello y siempre le pedía por su consentimiento con ese toque de timidez que a Black Hat le parecía tan adorable. 

No podían ser más compatibles. 


Pero, por más que compartían su pasión y su deseo de formar una familia, nada pasaba, se encontraron con la incertidumbre de si era siquiera posible o no y, curiosamente, se encontraron extrañando a Shisui, quien siempre parecía saber de ese tipo de cosas, así que solo les quedaba seguir intentando hasta que algo pasara o se les agotara la esperanza de ello. 


Hasta que un día, finalmente... 


-¡Flug!- Black Hat entró al laboratorio haciendo estruendo, dándole a su doctor un buen susto.

-¿Qué? ¿Qué pasa?-lo miró, alarmado.


Black Hat le tomó ambas manos y las puso sobre su vientre, sonriendo con inusual dulzura. 


-Oh... ¡Oh!-Flug sonrió también, le brillaban los ojos-¿Está seguro? ¿Cómo lo sabe?-.

-Solo lo sé- se encogió de hombros. 


Flug se apuró para rodearlo y poder abrazarlo desde atrás, se sentía tan estúpidamente feliz. 


-Oh, Jefecito-le apretó el vientre con suavidad y ocultó el rostro contra su espalda-¿Necesita algún cuidado en especial?-inquirió, acariciando sus manos.

-No lo sé, mi padre o mi abuelo puede que sepan, pero no quiero hablar con ellos...-suspiró-Lo haré, si es necesario-.

-Lo trataremos como un embarazo convencional entonces-. 


Por el momento, había dicha, el mar se agitaba y el destino era incierto, así que solo quedaba esperar.