miércoles, 28 de diciembre de 2022

En lo profundo Cap 8: Mi corazón



Durmieron muy juntos esa noche, como si temieran que alguien pudiera aparecer y quitar al otro de sus brazos, al mismo tiempo sentían paz, había tantas heridas que sanar, pero por el momento, ahí acurrucados, todo estaba bien.

Fue bien entrada la noche, ahí cuando se marcaba la hora de las brujas, que algo llamó a Black Hat de vuelta a la costa. 


-¿Qué quieres? Padre-lo miró, serio. 

-Tu insolencia no tiene límites ¿No es así?-su creador le devolvió la mirada, fríos y azules ojos de dragón. 

-Oh, es tan extensa como tu despreció por mi- le sonrió, su lengua de serpiente asomándose con burla. 

-Nunca debí crearte, no traes más que problemas- negó-Tengo planes para este mundo, no voy a permitir que los arruines-. 

-No tengo intenciones de intervenir en lo que sea que haces-.

-No intencionalmente, no-suspiró-Pero, cada vez que te enamoras de ese doctor tuyo, no traes más que destrucción, estoy cansado de moldear estos mundos a mi gusto, solo para que los ahogues en tus lágrimas-. 

-...- Black Hat miró el suelo, así que era por eso-¿Cuántas veces ha pasado?-.

-Demasiadas, siempre que ese sujeto muere te lamentas hasta destruir todo lo que te rodea, pierdes tu poder y empiezas todo de nuevo, incluso si me deshago de tus memorias, aun asi buscas por él-. 

-No tengo muchas ambiciones esta vez, Seto, solo quiero quedarme con él-dijo, rodeandose con un brazo, acariciando el otro. 

-Ese es justamente el problema, me eras más útil cuando conquistabas mundos a tu antojo, creando tu negocio y tus cultos, pero cada vez que Flug aparece lo arruina todo-.

-...-.

-Incluso ahora, que te encerré y te impedi conocerlo, te impedi cultivar tu propio poder, aun así lograste reunirte con él y amenazas con arruinar otro de mis planes- Seto le hablaba con fría calma, con desprecio, claramente harto de su presencia. 

-¿Por eso querías dejarme en manos del Nephilim?-.

-Debí dejarte con él la primera vez que te atrapó-espetó con un gruñido bajo, como un reptil enorme-Debí matarte al menos, por lastima, incluso cuando no lo recuerdas, las cicatrices que dejó en tu mente siguen presentes y no es más que problemas-.


Se le acercó con paso firme y Black Hat retrocedió un par de pasos. No le tenía miedo, pero se sentía intimidado como el niño que era ante un padre cruel, le mantuvo la mirada, desafiante. 


-¿Para que me hiciste?-.

-Porque podía y punto-lo sujetó de las solapas del abrigó, separando sus pies del suelo-Agradece que te protege la luna, pero te lo advierto, si destruyes este mundo, me comeré el alma de Flug personalmente-lo arrojó al suelo-Quizás deberías considerar cortar tus lazos con él, no haces más que sufrir, ademas, seria por el bien de ambos-.


Tras decir eso, el Diablo se esfumó en una masa de fuego y horrores. 

Black Hat ignoró la advertencia de su creador por muchos años, decidido a aprovechar su dicha junto a Flug. Pasaron los años, las décadas, los siglos. Por su especie, Flug se mantenía siempre joven, mil años condenado a vagar por esa tierra por intentar tomar su propia vida en el pasado. 

Pero el tiempo pasaba, las arenas se agotaban, pasaría pronto, muy pronto... 


Black Hat no sabía qué hacer, si dejaba las cosas seguir su curso natural, iba a destruir ese mundo con su pena y Flug sería castigado por ello, pero ¿Entonces que? Quizás debía ser él quien partiera antes, pero no podía morir. 

Entonces... Entonces, para protegerlo, debía romper por siempre los lazos que los mantenían juntos. 


-Estás seguro, mi niño-.

-Estoy seguro-asintió. 


Estaba con Shisui, solo los dos. Entre ellos una mesa y, en la misma, una daga.


-Si lo matas con tus propias manos, usando esta daga, cortaras los lazos del destino que teji para ustedes hace ya tanto tiempo-dijo con pena y melancolía. 

-Es por su bien-Black Hat jugaba con sus propias manos, no acostumbraba sentir dudas-Además, me dijiste que no va a estar solo, incluso si no se encuentra conmigo cuando reencarne de nuevo-.

-Tiene alguien más a quien amar-asintió-Mis lazos, solo aseguran reencuentro, no que va a amarte, eso es cosa de ambos-sonrió levemente-Pero es lo que siempre terminan haciendo, porque son tal para cual-. 

-Solo le traigo pena, a la larga, ni siquiera puedo darle todo lo que necesita para ser feliz-. 

-Black Hat...-.

-Se que eres un pervertido y que te gusta observarnos, pero ya me decidi, no dejare que Seto le haga daño, ni el Nephilim, ni esa mujer, ni nadie-tomó la daga y se la guardó en el abrigo-Si tengo que dejar de amarlo para eso, entonces está bien-. 


Shisui no le dijo nada, solo lo vio salir de la habitación aparentemente decidido. 


Para Flug, aquellos siglos habían sido no más que pura dicha, era feliz, pero sabía que su tiempo estaba cerca, en su cabello de intenso rojo se asomaban tímidas canas, la primera señal de vejez en todo ese tiempo. Temía por ello, no por la muerte a la cual había buscado a propósito tantas veces, si no por su esposo, al que dejaría solo por la eternidad. 


Se encontraba observando el océano, de espaldas a la casa, podía sentir a Black Hat aproximándose y sus instintos le decían que había peligro, pero no se volteó. 


-Hace una noche muy linda¿No cree? Jefecito-le sonrió al cielo. 


Black Hat no le contestó, sacó la daga de entre su ropa y la elevó, dispuesto a, literalmente, apuñalarlo por la espalda, pero le temblaba el pulso. Apretó los dientes, furioso consigo mismo. 

Como siempre, la ira era una de sus emociones dominantes. Jaló a Flug de un brazo y lo arrojó al suelo de roca con rudeza, se le subió a horcajadas para impedirle huir, la daga en alto, tener que mirarlo a los ojos lo hacía más difícil pero...Pero ¡Tenía que hacerlo! ¡Tenía que hacerlo por su bien!


Flug lo miraba, sus bellos ojos que tanto le gustaban grandes como platos, la esclera completamente negra, iris y pupila puro blanco, una estrella en el cosmos ¡Oh, cómo iba a extrañar esos ojos! ¡Y ese cabello de fuego! ¡Las cicatrices, las manos ásperas! ¡Su estúpida bolsa! ¡Su voz y su risa! 


¡No podía! ¡No podía! ¡Lo amaba demasiado! 


-Es egoísta y cruel- dijo el demonio, su ojo lloroso y su voz amarga.

-¿E-el que? Jefecito-tartamudeo, no de miedo, pero sí de sorpresa y duda. 

-El amor, es egoísta y cruel-bajó la daga, pero no la soltó-Amarte es cruel, porque vas a morir y dejarme solo, amarte es egoísta porque por más que se que te haré daño con mi presencia, no quiero dejar de verte-. 


Flug no supo qué decir, Black Hat tenía razón, el amor de ambos era cruel y egoísta, como todo lo que hacían, pero lo hacía tan jodidamente feliz, no se arrepentía de nada. 

Lo miró, su demonio luciendo tan hermoso como siempre, aprovechó la posición para acariciarle las piernas, de haber podido, Flug habría hecho ese momento durar por siempre, no más que ellos en la costa, el estrellado firmamento. Solo los dos por siempre bajo las estrellas, en aquella íntima posición, escuchando el sonido del mar, el paraíso.


Pero no podía durar para siempre, nada lo hacía... 


Black Hat miró la daga aún en su mano, esa cosa vieja, el arma de algún dios...Quizás no iba a matarlo, pero iba a destruir su cuerpo, podía partir antes, podía evitar su propia pena y podía evitar que el Diablo castigara a Flug por ello. 


El doctor no tuvo tiempo de nada, solo pudo ver impotente, cómo el demonio clavaba la daga en su propio corazón. 

Cayó a un costado y Flug lo tomó en brazos con desesperación, apegandolo a su pecho, viéndolo desangrarse con una sonrisa en el rostro. 


-Es todo lo que podía hacer, lo siento-elevó una mano, intentando alcanzar su mejilla, pero apenas podía moverse, podía sentir su cuerpo morir-De...Dejame ve...Verte-. 


Flug se quitó la bolsa de la cabeza, mirándolo con una mezcla de profundo amor y repentino rencor. 


-Eres tan hermoso... mi Doctor-sonrió débilmente.

-Pudimos encontrar otra forma, yo...-.

-No hay otra forma...-buscó su mejilla de nuevo y Flug lo ayudó, tomando su mano y poniéndola contra la misma con suavidad-Te...Amo...Tanto-.

-Oh, Black Hat-a Flug se le caían las lágrimas, silenciosas, le beso la mano, siempre tan fría- Yo también lo amo, demasiado-. 

-Nos...Veremos de ... Nuevo...-el demonio soltó un profundo suspiro, su mano cayó y todo quedó en silencio. 


Solo se oía el mar y el mar creció, y las olas que golpeaban la costa los alcanzaron y cada ola se llevaba un poco de su cuerpo, disolviéndose entre la espuma hasta que ya no quedó nada.


Flug miró con horror sus brazos vacíos y finalmente rompió en llanto, profundo y amargo, resonando por toda la pequeña isla. 


Se dobló sobre sí mismo, gritando y jalándose los cabellos en desesperación. Hasta que vio acercarse unos zapatos de tacón alto. 


-¡Shisui!- Flug, aun de rodillas, se colgó de su abrigo-¡Matame! ¡Por favor matame!-le rogó-¡Quiero ir con él! ¡Por favor!-. 


Shisui lo miró con cariño y lastima, asintió y procedió con aquel ritual en silencio. 


Le puso una moneda de plata bajo la lengua, Flug la aceptó sin protestar, aunque se sentía como quemaba, sacó una espada de alguna parte y entonces, en un simple ¡Swoosh! lo decapitó. 


El mar se llevó primero su cabeza y luego su cuerpo, ahora Shisui estaba solo en la costa. El mar le devolvió un sombrero y un par de goggles. Los acomodó juntos sobre su cabeza.


-Oh, qué final tan desafortunado, espero que tengan más suerte la próxima vez, en otra parte, en otra vida, en otro mundo, nos volveremos a ver, mis queridos-sonrió con esperanzadora dulzura y desapareció en un montón de humo. 


A ninguno de los tres ese mundo le concernía más. Flug iba a renacer en otra parte, Black Hat dormiría por un largo tiempo, y Shisui se quedaría a esperar, siempre atento. 


Los lazos del destino eran eternos e irrompibles, siempre tensandose y enredándose, para bien y para mal. 

Todos iban a volver a reencontrarse.



FIN