miércoles, 17 de mayo de 2023

Love Me, that way Cap 7: Sorpresas

 



La relación estaba rota de nuevo, eso era más que obvio, la dicha había sido breve y la amargura inconmensurable. 


Venus se sentía culpable, había sido ella quien los había convencido de mantener una relación los tres, sinceramente había pensado que podía funcionar, que Flug iba a ceder y amar al otro tanto como la amaba a ella. 

Pero, tal vez, no había contado con que su esposo tenía un lado muy malvado y egoísta, uno que buscaba solo por su propio placer, para ella tenía amor, comprensión y ternura, pero parecía que Black Hat solo recibía lo peor de él. 


Y Black Hat...


Black Hat se lo estaba devolviendo con creces. 


Interminables horas de trabajo, no más descansos, no más momentos de liviandad, no más horas perdidas en el sofá, no más desayunos y cenas que compartían en cómodos silencios. 


¡Solo era trabajo, trabajo, trabajo!


Black Hat parecía dispuesto a explotarlo hasta la muerte, a romper su espalda, a quebrar su mente con días y días sin dormir. 

Y podía porque Flug era egoísta pero obediente. Le obedecía por lealtad y miedo y por proteger a su esposa del mismo trato. 


-Black Hat, realmente lo siento, yo...-.

-No tienes nada de qué disculparte, Venus-negó-Es él el que no me quiere, por mucho que me esfuerce, por mucho que le profese mi afecto, a él no le importa-Black Hat apretó los dientes, detrás de su voz sonaba como un nido de serpientes-Y lo odio por ello, tú eres libre de marcharte, pero te aseguro de que haré la vida de tu esposo un infierno y nunca lo dejare ir-. 


Black Hat no gritaba, hablaba bajo y frío, con las víboras sumando veneno a su voz. Venus bajó la mirada y se marchó de la oficina, se quedaría, haría la vida de Flug lo más llevadera posible y seguiría ofreciéndole su amistad a Black Hat sin importar que. 


“¿Qué es lo que planeas? ¿Piensas que si haces que te odie entonces podrás olvidarte de él? ¿Crees que si finges odiarlo lo suficiente entonces se hará realidad? ¿Crees que dejara de doler?”


Se burlaba la voz de Black Hat, apretando los hombros del demonio con crueldad.

Black Hat negó enérgicamente, haciendo a su atormentador desaparecer, al menos por el momento.

No sabía lo que quería, no sabía qué pensar o sentir, quizás porque no estaba hecho para sentir nada en lo absoluto. 


Flug tampoco sabía que sentir, trabajaba y trabajaba con diligencia hasta que le dolía el cuerpo entero y ya no podía pensar. 

El poco tiempo libre que tenía lo pasaba con su esposa y evadía a su jefe a toda costa. 


¡Cobarde! ¡Era un cobarde! 


Podía intentar hablarle, disculparse, pero ¿Entonces que? No solo le daba miedo, sabia que no iba a ser sincero, no se arrepentia de nada, Black Hat sabia que él solo amaba a Venus, que entre ellos era solo sexo y nada más. 


Flug sentía por él tanta lealtad como rencor, lo quería y lo despreciaba a partes iguales ¿Por que tenia que hacer todo tan dificil? ¿Por qué no podía aceptar las cosas como eran? ¿Por qué no pudo conformarse y continuar con la felicidad de los tres? ¡Si tanto le molestaba podía buscar a cualquier otro! ¡Pero no! ¡Tenía ese capricho por él! Flug no le entendía, pero calló y continuó trabajando como siempre, de alguna forma eso solo hacía los momentos con Venus más dulces y dichosos. 


Y así, Black Hat en su amargura y Flug en su creciente rencor, pasaron cuatro años. 


Shisui, quien era ajeno a la relación de los tres, no podía hacer más que oírlos hablar, cada noche, a horas extrañas, uno de ellos entraba a la cocina y volcaba su corazón por un rato, mientras el lobo les servía galletas, pastelitos y café.


A veces era Venus, llorando por la desunión de sus amados. 


A veces era Flug, hablando palabras de odio propio que luego se transformaban en profesiones de lealtad y rencor hacia su jefe.


Y, a veces, era Black Hat. 


Su querido Black Hat. 


Shisui podía ver esa sombra que le hablaba al oído palabras cargadas de veneno y desdén, podía verla clavándole las garras en los hombros, poniendo peso en su espalda. 


Podía verlo sufrir en silencio. 


Y sentía todo eso como suyo. 


Su querido niño, reacio a demostraciones de afecto y palabras de consuelo, simplemente hablaba, queriendo ser escuchado pero no aconsejado y Shisui escuchaba, diligente. 


“¿Por qué no me ama? ¿Qué hice mal? Me odia ¿Verdad?” solía decir, sin esperar respuestas concretas. 


Y al lobo le dolía el corazón, porque el dolor de otros era su dolor pero ¿Qué podía hacer? No podía hacer más que escuchar y aconsejar y dar palabras de consuelo, si las querían. 


Era un observador, los ojos de algo más que existía desde hacía mucho tiempo, un vigilante, un emisario de un ente antiguo. 


La encarnación de un dios. 


No podía interferir, no demasiado, solo podía estar ahí y observar. 


Así que, para todos en esa casa, esos 4 años fueron difíciles. Los momentos de felicidad eran breves y, a decir verdad, solo alcanzaban a Flug y Venus.


Los momentos a solas, donde eran marido y mujer. Donde en el mundo no había más que ellos dos. A pesar de todo aún soñaban con hijos y una vida larga e idílica juntos. 


En esos años a la casa se sumaron dos integrantes, pero eran ajenos a los problemas que plagaban a los demás. 


Uno porque no era más que un niño pequeño.


La otra porque, o no le interesa, o estaba demasiado ocupada fantaseando. 


505, adorable criatura con aspecto de oso, tan dócil y gentil. 


¡Y una gran decepción!


Black Hat había pedido por un monstruo, Flug había usado todo su ingenio y esa sustancia maldita que era, sin duda, parte de Black Hat y, aun así, había resultado en un completo fracaso. 


505 no era un monstruo, era un niño dulce y sin una pizca de maldad. Era indestructible, al menos que Black Hat se hiciera cargo, increíblemente fuerte e invulnerable, pero tenía la mente de un bebé, no de un villano. 


Sin embargo Black Hat le permitió seguir existiendo en la mansión, simplemente porque hacía a Flug y Venus felices con su presencia e, incluso en toda su amargura, aun quería verlos sonreír, solo no quería que lo supieran. 


No quería que supieran cuanto se torturaba a sí mismo cuando se forzaba a ser cruel con su doctor, no quería que supieran cuanto su corazón dolía, como se formaba un nudo en su garganta y como esa voz, su horrible voz, lo insultaba sin cesar por ello.


Demencia era un caso diferente, esa niña molestaba había llegado un día de la nada, atraída por los rumores de un hombre muy malvado y su culto. 

Flug estaba seguro que algún otro científico loco la había hecho combinando ADN de humano con varios reptiles, pero la chica nunca se dejó examinar a fondo como para confirmarlo. 


En todo caso, era fuerte, muy fuerte. Podían usarla en el trabajo, la pusieron a la renta y, en ocasiones, iba en misiones con Flug. 


Demencia era indisciplinada y beligerante, constantemente metiéndose con Flug y con el oso.


Por Black Hat era una fan loca, profesaba amarlo y, cuando lo veía, se le caía la baba. Por mucho que le dijeran que él no estaba interesado, ella no desistía. 


El demonio sentía que la odiaba, pero la dejo ser, no era ninguna amenaza para él, si se acercaba demasiado podía matarla con un simple ademán. 


Con Venus y Shisui era la peor. En su cerebrito de humano/reptil creía firmemente que cualquier mujer era “competencia”, que todas estaban detrás de “Su Lord Black Hat”. 


Al igual como se negaba a escuchar el rechazo del demonio, se negaba a escuchar que él y Venus solo eran amigos y que, por mucho que lo pareciera, Shisui no era una mujer. 


-Incluso si lo fuese, él es como un niño para mi, querida-le explico por centésima vez, con una sonrisa nerviosa. 

-Si, como no...-.


Era la misma conversación cada vez, no valía la pena continuar. 


Era una molestia, pero de alguna forma Flug la quería como a una hermana, así que se le permitió quedarse. 


En cualquier caso, incluso con todos sus conflictos, los habitantes de la casa vivían en relativa paz. 


Eran, por aquel entonces, las temporadas bajas. Flug tenía menos trabajo y se lo veía más relajado. 

Dormía sonoramente, después de haber compartido una noche de pasión con su amada Venus. 

Ella yacía a su lado, abrazándolo con fuerza, soñando...


No, no era un sueño, era un recuerdo...


Si, de cuando era niña, un año antes de mudarse a aquella casa, a aquel vecindario donde había conocido a esos dos...


Yeah...Tenía nueve años nada más y estaba perdida en el bosque. 


A donde mirara había árboles, cuando miraba hacia arriba podía ver el sol colarse por la espesura, pero comenzaba a oscurecer. 


Hacía frío. 


La oscuridad era impenetrable. 


Siguió caminando, terca y asustada. Los sonidos eran aterradores, cada roce de las hierbas, de las hojas, hacía saltar su corazón. 

Un par de veces sintió algo corretear por sus pies, entre las sombras le pareció distinguir grandes animales, un ciervo, un gato montés...Un lobo...¡Oh, era enorme!


No podía ver por donde iba y de repente ... ¡Estaba rodando colina abajo!


¡Crack! ¡Uff, ese sin duda había sido su cráneo!


Se quedó mirando el cielo, estaba en un claro, podía ver la luna y las estrellas.


¿Iba a morir?


¡No! ¡No era justo! ¡No había vivido lo suficiente aún!


Una cosa grande se echó a su lado y le lamió la sangre de la cabeza y la cara. 

Era el lobo que había visto antes.


No le daba miedo, al contrario, se sentía segura y cálida. 


-Mi niña...-dijo el lobo, negro como la misma noche, sus ojos un rubi y un zafiro-Que desafortunado es tu destino-.


Venus no dijo nada, extendió una mano y acarició el oscuro pelaje ¡Vaya sensación más curiosa! Así debía de sentirse el acariciar una nube o una sombra. 


-Puede extender las arenas del tiempo, darle cuerda al reloj nuevamente-le sonrió-A cambió de un favor-.


La niña no podía contentar, solo lo miró, atenta.


-Vivirás una vida llena de amor y felicidad, pero a cambio quiero que hagas amistad con un par que es muy querido para mi-ladeó la enorme cabeza lobuna-Solo eso, se su amiga, dales felicidad ¿No es un gran trato? Felicidad a cambio de felicidad-rió, un sonido claro y cantarino, como una melodía-¿Qué me dices?-.


Venus asintió y cerró los ojos. 


No recordaba mucho de su sueño en la mañana siguiente pero, al encontrarse con Shisui, ambos se miraron con cierta complicidad secreta. 


Un lobo negro, un rubi y un zafiro. 


Ambos asintieron y decidieron guardar silencio. 


Tras su sueño/recuerdo nada pareció cambiar ¿Porque aquello había vuelto a sus memorias? Era demasiado vago y apenas lo recordaba realmente, pero sentía una extraña sensación de felicidad e incertidumbre. 

Pasaron dos semanas. 


Venus iba por los pasillos de la mansión, cargando un montón de cajas repletas de partes mecánicas y otras cosas, pesaba bastante, pero ella era fuerte, aunque no lo pareciera a simple vista. 


Black Hat iba caminando en sentido contrario, su postura firme, las manos tras la espalda. 

La relación de ambos no era tan mala, aun eran amigos. Sin embargo, rara vez se dirigían la palabra en horas de trabajo. Si Black Hat necesitaba algo, lo discutía con Flug y con nadie más. 


Así que, en horas de trabajo, simplemente intercambiaban saludos. 


Sin embargo, al pasarla con un seco “Buenos días” Black Hat detuvo sus pasos y retrocedió de regreso a ella. Acorralándola contra la pared cercana. 


Venus se lo quedó mirando con sorpresa mientras el demonio la olfateaba con su lengua de serpiente, siseando con fuerza. 


-Dame eso-le dijo, quitándole las múltiples cajas de las manos.

-Ah, Blacky, yo puedo...-.

-Por lo que entiendo, las mujeres en tu condición no deberían cargar mucho peso ¿No es así?-le contestó con simpleza, avanzando hacia el laboratorio, alguna cajas en sus manos, otras siendo cargadas por tentáculos que le salían de la espalda. }

-¿Mi..Condición? ¿De qué hablas?-le sonrió, siguiéndolo.


Black Hat la miró con algo de pánico y, sorpresivamente, un leve sonrojo. 


-Ya sabes...Tu condición...¿De verdad no sabes?-.

-Blacky, cálmate-no pudo evitar reír. 


El demonio suspiro, había pensado que la chica ya sabía lo obvio, pero claramente no, había caído en la trampa él solito. 


-Creo que, tal vez, estás encinta-. 


Ambos detuvieron su andar por el pasillo, Venus pasó de un color normal, a pálida a roja como un tomate en cuestión de segundos. 

-¿S-seguro? ¿Cómo sabes?-.

-Puedo olerlo-siseó, asomando su lengua de serpiente.


Venus no supo qué decirle, estaba feliz y emocionada, pero no encontraba palabras para ello, así que caminaron juntos en silencio, hasta llegar al laboratorio. 


-Venus, Jefecito-Flug levantó la cabeza del microscopio ante él y los miró a ambos con sorpresa. 


Era raro ver al demonio ahí, el doctor no pudo evitar alegrarse un poco. Cuando su jefe no estaba atormentandolo, aún disfrutaban de hablarse de forma cordial y ese “Jefecito”, que Flug pronunciaba con tanto cariño, nunca había desaparecido del todo. 


Le sorprendió también verlo cargando cosas. 


Black Hat dejó las cajas del suelo y estuvo a punto de irse, cuando Venus lo tomó de la mano y lo llevó consigo, sonriendo de oreja a oreja. 

Black Hat se dejó, le zumbaban los oídos y realmente no sabía muy bien qué hacer.


-Flug, Flug...-dijo la chica, dando brinquitos.


Flug le sonrió y se acercó a ella, extrañado.


-¿Qué? ¿Qué pasa?-. 

-Black Hat, tu dile-le sonrió con picardía.

-No es mi asunto-se cruzó de brazos. 


Venus lo miraba con grandes ojos ámbar ¡Diablos!


-Preñaste a tu esposa, felicitaciones-espetó, rodando su único ojo con desagrado. 


Hubo un momento, que a Black Hat le pareció una eternidad, en los que tanto Flug como Venus se abrazaron y saltaron con gritos de ¡Siii! ¡Aaahhh! ¡Por fin! 


¿Quizás debió irse? Eso quería, pero sus pies se negaban a moverse. 

Flug se le acercó, lo sujetó de los hombros y lo agitó con entusiasmo, moviendo su cuerpo entero como si fuese nada. 


-¿No es genial? Jefecito-le dijo con ojos brillantes y una gran sonrisa, distinguible incluso bajo la bolsa. 


¡¿Por qué?! ¡¿Por qué su toque seguía sintiéndose como electricidad?! 


Hacía cuatro años que Flug no le ponía las manos encima. Black Hat lo tocaba a veces, lo sujetaba con crueldad del cuello o las muñecas, nunca le hacía daño, pero quería hacerle pensar al otro que era capaz de ello. 


Flug nunca había vuelto a tocarlo. 


-Felicitaciones-dijo, saboreando hiel y esfumándose al instante. 


Flug se quedó mirando el espacio vacío, sus manos aun en la misma posición, donde habían sujetado los hombros ajenos. 


No sabía qué pensar de Black Hat pero, al menos, no parecía estar en contra de que él y Venus fuesen a formar una familia. 

Eso siempre le había preocupado un poco, incluso cuando Venus le había asegurado, tal vez con razón, de que Black Hat no iba a oponerse. 


Black Hat reapareció en su cuarto, un lugar lúgubre como todo en su hogar, pero repleto de todo tipo de artilugios y decoraciones, una cama innecesariamente grande, pequeñas plantas que cuidaba con mimo hasta que crecieran lo suficiente... 


En el techo alto, ahí estaba esa...Manifestación de sí mismo, elevándose sobre él como una nube de tormenta. 


No decía nada, solo lo miraba con desprecio, como a algo minúsculo y patético. 


Su mundo daba vueltas, en sus oídos un zumbido, su pobre corazón latiendo como el de un colibrí. 


Shisui entró al cuarto y abrazó al otro con delicadeza, apenas tocándolo. 


-No...No puedo...-murmuró el demonio.

-Ya, déjalo salir, grita todo lo que necesites gritar, yo puedo llorar por ti-le sonrió con dulzura, mientras lagrimas caían silenciosas de sus ojos. 


Black Hat le clavó las garras y ocultó el rostro contra su pecho, gritando.


-¡No puedo hacerlo feliz! ¡No puedo darle nada que lo haga feliz! ¡¿Qué tal si se hubiese quedado conmigo?! ¡Habría terminado siendo miserable!-se lamentó, su voz ahogada, pero su rostro seco. 


Shisui hizo aquel abrazo un poco más firme, Black Hat temblaba enteró, así que hizo que ambos se sentaran en el suelo y le acarició la espalda. 


-¡¿Por qué no puedo llorar?! ¡Duele! ¡Me duele el pecho!-se quejó.

-Lo se, lo se...-lo consoló, sintiendo su dolor como propio, llorando por él. 

-No puedo darle bebés como ella, no puedo darle nada...-.


Shisui no le contestó, solo lo sostuvo hasta que el otro desahogo su pena y se quedó dormido, como un niño agotado.


jueves, 4 de mayo de 2023

Love Me, that way Cap 6: Juntos

 



Venus abrió los ojos y le sonrió con picardía. 


Ambos estaban abrazando a Flug, ella usando su pecho de almohada, Black Hat con su rostro junto al de su doctor, ambos envolviendolo con una pierna y un brazo. 


Venus reafirmó su decisión de guardar silencio con un gesto. 


Black Hat, sin saber qué más hacer, nada más le sonrió de vuelta y se acomodó con cuidado.


¡Oh, cómo había extrañado su calidez! ¡Su aroma! ¡El ritmo distintivo de su corazón! 


Mientras más recordaba de la noche anterior, más le ardían las mejillas, más le dolía el corazón. 

Temía que Flug despertara, lo viera, y se arrepintiera de todo. 


Flug despertó y, al igual que al demonio, le tomó un momento recordar donde estaba y que había pasado. 

Sus emociones cambiaron rápidamente, primero un leve arrepentimiento, más que nada por la resaca, luego esa tonta, feliz, sensación de ser estúpidamente afortunado y, finalmente, una sonrisa. 


-Buenos días- dijo con pereza, apretandolos a ambos en un abrazo. 

-Buenos días~-Venus se acomodó, abrazando más a su esposo y tomando la mano de Black Hat. 

-Hola...-fue todo lo que atinó a decir, su voz grave y áspera. 


No había incomodidad, simplemente no sabían que decirse el uno al otro. Así que callaron y decidieron, en mutuo acuerdo, dormir un poco más. 


Por un breve, dichoso, periodo de tiempo, Black Hat fue feliz. No le molestaba “compartir” con Venus, el sexo entre los tres era nuevo, exitante y divertido. 

No era solo eso, le permitían participar en su dulce vida de recién casados, Flug lo saludaba con un beso en los labios, iban a citas los tres y, como antes, pasaban su tiempo libre acurrucados en el sofá, solo que ahora Black Hat se sentía querido, no solo como un agregado, como algo que Flug aceptaba para no tener que lidiar con sus caprichos y mal genio. 


Cada beso, cada caricia, cada palabra de tierno afecto, lo hacía sentir en las nubes.

Flug le sacaba suspiros de dichoso anhelo, se sentía flotar en cosas suaves, el mundo era color de rosas, como cuando habían sido adolescentes. 


Y sin embargo, algo le molestaba, un murmullo en lo profundo de sus pensamientos que se hacía cada vez más fuerte, su propia voz hablándole al oido, diciendole cosas que aun no podía discernir, como un siniestro tinnitus que amenazaba de pasar de un zumbido a voces completas, como las alucinaciones de un esquizofrénico, como el zumbido de un enjambre de avispas, cada vez más cerca, amenazantes, cargadas de dolor y veneno. 


Pero Black Hat se sentía feliz, así que empujó esas preocupaciones por el momento y se dejó llevar. 


Quien también se dejaba llevar era Flug, siempre había sido jodidamente lujurioso, así que estaba más que complacido con tenerlos a ambos. 

A Venus la amaba, la mujer perfecta, toda para él.

A Black Hat lo quería y había extrañado su belleza exquisita y peculiar. 

Como antes, en tiempos pasados, no se detuvo a pensar en los sentimientos del demonio, como para él aquello era más que sexo, más que casuales demostraciones de afecto. 

Flug estaba demasiado sumido en su propia felicidad como para pensar en nada más. Todo iba a estar bien, los tres iban a estar bien. 


Venus en cambio tenía una pena secreta, mientras disfrutaba de esa felicidad con ellos, por fin cumpliendo su sueño de compartir su vida los tres juntos, en lo profundo se lamentaba. 

Ella sabía que su tiempo era corto, que toda esa felicidad tenía un precio, que incluso si vivía todos sus años naturales, iba a dejarlos solos porque ellos eran longevos, siempre jóvenes, y ella era una simple humana, algo frágil que iba a envejecer y morir. 


Se lamentaba de su mortalidad y deseaba, más que nada en el mundo, que Flug y Black Hat fuesen felices juntos, que se amaran de verdad, con o sin ella de por medio

Deseaba por hijos, una familia que dejar para que ellos no estuviesen solos y para que no la olvidaran nunca.

Deseaba darles eso que no podían tener por sí mismos y vivir por siempre en sus memorias y corazones. 


Se daba cuenta que Flug los miraba diferente, que los amaba diferente ¿Que podía hacer? No podía cambiar lo que había en su corazón. 


En todo caso, aún eran jóvenes y creían tener todo el tiempo del mundo por delante.


Además, tenían otras cosas de las cuales ocuparse. 


-Necesitamos nuevos empleados, necesitamos expandir nuestro negocios y servicios-Black Hat sonrió, siniestro-Y...-dijo alzando un largo dedo índice-Necesitamos un culto-.

-¿Un culto?-. 


Estaban los tres en la lúgubre oficina, obviamente discutiendo negocios. 

Black Hat Organization había adquirido notoriedad en poco tiempo, los productos eran un éxito y, de vez en cuando, ofrecían deshacerse de los problemas personalmente, esos eran los “servicios”. 

Pero, con su popularidad, llegaron los enemigos. 


Desde siempre había existido P.E.A.C.E, una organización que, supuestamente, mantenía la paz. Fabricaban heroes como juguetes en una fabrica, pero hasta antes de Black Hat todo lo que habian tenido que enfrentar habian sido ladrones de bancos, asesinos seriales, terroristas y el crimen organizado, ahora se enfrentaban a supervillanos, criaturas con poderes, naturales o artificiales, ayudados por las creaciones de la siniestra organizacion del sombrero negro. 


Y P.E.A.C.E, obviamente, quería detenerlos. 


-Un culto-asintió-No solo hará crecer mi poder, nos servirá para infiltrarnos entre los ricos, los influyentes y los políticos-se saboreó, salivante ante la idea-Me servirán lealmente, me adoraran como a un dios a cambio de favores, a cambio de poder-rió-Y, podremos infiltrarnos en P.E.A.C.E y matarlos desde dentro-.

-Como un virus-el doctor sonrió.

-Exacto-asintió de nuevo-Conozco a alguien que puede ayudarnos con el culto, lo llamaré, además nos será útil en la casa, Flug quiero que Venus y tu se encarguen de los demás, nuevos empleados, fábricas, lo necesario para expandir el negocio-.


Esa tarde alguien llamó al timbre de la casa. No tenían clientes ese día ¿Quién podía ser?

Venus abrió la puerta y, por un momento, se quedó sin habla.

Ante ella había un joven, debían de tener más o menos la misma edad. Alto, delicado y bonito 


¡Bonito! ¡Eso era decir poco! 


Poseía una belleza andrógina y etérea. Rasgos asiaticos, largo cabello negro que corria lacio hasta la altura de sus caderas y se risaba ligeramente en las puntas, ojos bicolor, uno rojo como un rubi, otro azul como un zafiro, una bella sonrisa, tras los labios de leve rosa, colmillos de lobo. 


De lobo no tenía solo colmillos, Venus observó con intriga las grandes orejas que le decoraban la cabeza y la espesa cola que se movía suavemente detrás suyo. 


La chica se dio cuenta de que se había quedado tildada mirandolo, asi que tosió, avergonzada. Sentía, de alguna forma, como un instinto primordial, que estaba mirando a alguien, o algo, que no se suponía debía ser visto por meros mortales como ella. 


-Lo siento-.

-No pasa nada, querida-le sonrió con dulzura-Vine a ver a Black Hat-.

-Oh, debes ser la persona que mencionó-le devolvió la sonrisa-Adelante...-.


Venus se apartó y el joven pelinegro entró a la mansión.

 

-Venus ¿Verdad?-la examinó con la mirada-Black Hat me ha hablado mucho de ti-.

-Oh ¿De verdad?-.


Caminaron juntos hacia la oficina, el recién llegado mirando todo con interés.


-Si, siempre habla de ti y del Dr Flug, estoy feliz de por fin conocerlos en persona-rió-Aunque, estoy seguro de que Black Hat nunca les ha hablado de mi, lamentablemente no le caigo tan bien-. 

-No suele hablar mucho de sus...Contactos-asintió.

-Oh bueno, no tiene importancia-le sonrió alegremente-Estoy seguro de que nos llevaremos bien-.


Cuando llegaron a la oficina el pelinegro entró con los brazos extendidos, una gran sonrisa y su cola de lobo agitándose como un molino.

-¡Blacky!-.


Black Hat, que estaba ahí parado y había sido tomado por sorpresa, dio un leve salto y le bufó, su abrigo erizandose como el pelaje de un gato. 


-Venga, dame un apapacho-le dijo con tono travieso, intentando acercarse.

-No, alejate de mi-el demonio manoteó con sus garras-Sabes que no me gusta-. 


El chico rió, una risa clara y musical.


-Te extrañe, mi niño-le dijo con dulzura maternal.

-Eres tan molesto-resopló.


Venus miraba todo con curiosidad, se aclaró la garganta y sonrió.


-¿Nos presentas? No me ha dicho su nombre-.

-Oh, claro-Black Hat lucía un poco avergonzado, pero recobró su postura firme- Venus, este es Shisui Sadamoto, o como se hace llamar, El Brujo, Shisui esta es Venus, de quien te hable-.

-Y es un placer conocerla por fin-asintió. 

-Igualmente-. 


Estrecharon manos y la chica supo que ese tal Shisui le iba a caer muy bien, sentía que tenían algo en común, pero aún no estaba segura de que era. 


Se quedaron los tres hablando de cosas simples, Venus más que nada escuchaba a los otros dos mientras intercambiaban “¿Y como has estado?” “¿Qué estuviste haciendo?” “¿Donde estuviste?” 

La hacía feliz ver que Black Hat tenía alguien más que genuinamente se preocupaba por él. 


En ese momento entró Flug, murmurando algo para sí mismo y con la vista en un portapapeles. 


-Jefecito, creo que encontré a alguien que...-miró al frente y detuvo sus pasos y su voz en seco. 


Esa figura, esas largas piernas, ese cabello azabache, los conocía. 


-¿Shisui?-.

-Flug-lo saludó alegremente, como si nada, a pesar de que el doctor sonaba de lo más espantado. 

-¿Se conocen?-preguntó Venus, extrañada.

-Uh...algo así...-incluso bajo aquella bolsa, podía notarse que estaba rojo como tomate. 


Black Hat y Venus los miraban a ambos con suspicacia. 


-Venus ¿Recuerdas que durante la Uni estuvimos unos años se-separados?-rió, nervioso.


La chica nada más asintió.


-Pues, puede que tuviera un par de ...Uh...Encuentros casuales-.

-Si, bueno, me lo imaginaba-Venus asintió de nuevo, con calma.

-Ah, no me digas-Black Hat alzó una ceja-Shisui ¿Tú también?-lo cuestionó, gruñendo levemente. 

-Estábamos muy intoxicados-se apresuró a decir Flug.

-Me sorprende que siquiera te acuerdes de mi nombre-Shisui rió-Si, fue una fiesta de Halloween, no estuvo mal-su cola se agitó con gracia. 

-Que chiquito es el mundo-Venus rió. 

-Eso, o estabas espiándome al pedido del Jefecito-.

-No soy tan patético-Black Hat se cruzó de brazos-Nunca los espie mientras estuvimos lejos-. 

-Él no me pidió nada, pero si hablaba de ti todo el tiempo y me dio curiosidad, quería saber que tanto veía en ti-se encogió de hombros.

-Oye, Flug...-Venus reía-Te has acostado con todos los presentes-.

-Ay, que vergüenza-Flug se cubrió el rostro con las manos. 


Venus reina, en aquel entonces habían peleado y estado separados por un tiempo, realmente no le molestaba lo que había hecho con otras personas en su tiempo de breve soltería. 

Pero Black Hat, en cambio, estaba claramente celoso. 


-Ay, esa expresión, mi niño-Shisui le sonreía con algo que parecía ser afecto maternal-No te pongas así, fue solo una vez y nunca va a repetirse-.

-Lo sé...-gruñó levemente-En fin, ustedes dos, largo-le ordenó a la pareja-Tengo asuntos que discutir con Shisui-. 


Flug y Venus volvieron al trabajo mientras Shisui y Black Hat seguían con su conversación. 


Llegó la noche y una suntuosa cena los esperaba. 


-¿Y esto?-Flug miró todo, sorprendido, hacía tiempo que no disfrutaba de comida de verdad, a ninguno de los tres se les daba cocinar.

-Luce delicioso-Venus sonreía de oreja a oreja.

-Shisui será nuestro chef, entre otras cosas-anunció el demonio, sentándose en la punta de la mesa. 

-¿Y vivirá con nosotros?-Venus se sentó a su derecha.

-Me imagino que si-Flug se sentó a su izquierda. 

-Va a mudarse pronto, pero no lo verán mucho, sin embargo se hará cargo de la casa, así ya no perderán tiempo limpiando-. 



No mucho cambió en la convivencia de aquella casa, a pesar de que ahora había alguien más. 

Shisui traía cierta alegría a la casa, siempre sonriente y atento a lo que necesitaran y, sin embargo, no lo veían mucho.

Se notaba que estaba ocupado con cosas importantes, aparte de mantener la casa en orden y de cocinar para ellos cosas tan deliciosas que solo el aroma les hacía sonrojar. 

Pero, misteriosamente, a veces lo encontraban en habitaciones al azar, como si los esperara para conversar y siempre era en esos momentos donde, de hecho, necesitaban hablar con alguien. 


Observaba, atento, como esos tres se relacionaban. 


A Black Hat lo conocía desde siempre, más de lo que el demonio podía imaginar. 

Lo amaba como a un hijo, uno muy rebelde y caprichoso, siempre trayendole preocupaciones y dolores de cabeza. 


Le preocupaba su mente y su corazón, pero por el momento solo podía mantenerse al margen y observar porque ninguno de los tres parecía querer asumir que ahí había un problema.

Estaban los tres sumidos en su propia dicha, negando los problemas, dejándose llevar por amor, pasión y toneladas de malvado trabajo. 


Pero el tiempo siguió su curso y ese zumbido en la mente de Black Hat era cada vez más y más alto.


Su pecho dolía cada mañana cuando despertaba y veía a Flug abrazando solo a ella, cuando solo a ella le decía “te amo”, cuando solo a ella le hacía el amor en privado, los dos a solas, con intimidad en vez de simple lujuria. 


Esa tarde estaban los dos solos en la oficina, Black Hat sentando sobre el escritorio, sosteniendo al otro con brazos y piernas, besándolo con desesperación, sus gemidos muriendo en su boca, en la danza entre sus lenguas. 

Las sombras, el aroma en el aire, la frescura del ambiente...Le recordaba a cierta ocasión en un salón de clases. 


-Hazmelo-le rogó, apartándose apenas, como si temiera que, si se alejaba mucho, Flug iba a escapar. 

-Black Hat...-.

-Vamos, hazmelo...-empujó fuera del escritorio papeles, plumas y adornos, inclinándose, acostándose sobre la dura superficie con Flug encima suyo. 


Flug no opuso resistencia, pero Black Hat sintió su cuerpo tensarse. Aflojó su agarre y Flug se apartó de él, tanta distancia como le daban sus brazos, mirándolo con algo que parecía ser duda. 


-Hazme el amor-rogó el demonio de nuevo.

-Jefecito, yo...-.

-Por favor...-buscó acercarlo de vuelta, jalando de su ropa-Solo esta vez, solo los dos-.

-No estaría bien sin Venus presente-dijo, apartando sus manos y bajándose del mueble. 

-¡Lo haces solo con ella!-le reclamó sentándose, su voz grave elevándose y tornándose levemente aguda. 

-¡Es mi esposa!-Flug iba retrocediendo, buscando la salida, esa discusión le asustaba.

-¡Y yo que soy! ...-se llevó las manos al rostro, temblando.


¡Oh cómo deseaba poder llorar!


-Black Hat yo...-.

-¡Has estado usandome de nuevo! ¡Han estado usandome! ¡Soy un juguete para ella y para ti!-. 


El cuerpo del demonio estalló en pesadillas, como en aquel entonces, en aquel salón de clases, y Flug fue empujado con fuerza fuera de la oficina, la puerta cerrándose con estruendo. 


“¿Que esperabas? Entregandote de nuevo, eres patetico” 


Susurró la voz, su voz, hablándole al oído, lleno de veneno, poniendo peso en sus hombros y espalda. 


“¿Pensabas que iba a amarte? ¿Se sintió bien? ¿Valió la pena humillarte y dejar tu orgullo de lado? Criatura patética, aceptando compartir lo que es tuyo con alguien más” 


Black Hat se cubrió los oídos y negó con la cabeza, no quería oír nada de eso. 


“Nunca va a amarte, nadie va a amarte, no mereces amar ni ser amado”


Siseó la voz, para luego desaparecer. 


Black Hat miró a su alrededor, a la fría penumbra de su oficina, se bajó del escritorio y vomitó en el cesto de la basura. Una mezcla de jugos gástricos, sangre y bichos que se retorcían con desesperación. 


Se sentía tan asqueroso y patético. Por supuesto que Flug nunca amaría a algo como él, cosa negra sin un corazón de verdad, criatura vil incapaz de llorar y cuyo único alivio era soltar alimañas de lo profundo de sus tripas. 


Quería llorar, le dolía el pecho, pero no podía, así que vomitó un poco más, sollozando, sintiendo agonía, hasta que su cuerpo no soltó más que amarga hiel. 


Tras eso se ocultó bajo su escritorio, abrazándose las piernas como un niño pequeño, quería estar solo en esa oscuridad, no quería seguir sintiendo penas, ni amor, ni nada. 


Del otro lado de la puerta estaba el doctor, incapaz de decidir que hacer con su propio corazón.