jueves, 27 de junio de 2024

Miraculous: Order and Chaos 2





Era brillante como el sol, el brillo dorado de su capa relucía en la noche, la imponente figura de la verdad y la justicia. 


¡El héroe portador del Miraculous de Leo, GoldHeart!


-¿Dónde está tu jefe?-le inquirió al hombre ante él, al que sujetaba del cuello con fuerza. 

-Como si te fuese a decir-.


El hombre se debatía ligeramente en su agarre, más por incomodidad que en un intento de escapar, era delgado y parecía poca cosa, pero tenía esa mirada analítica y errática propia de un loco dotado de una gran inteligencia. 


¡Dr Viper, el villano portador del Miraculous de la Serpiente! 


Lo que le faltaba en fuerza le sobraba en intelecto, sabía jugar sus cartas, sabía que solo debía ser paciente.


-Nunca entenderé porque le eres tal leal, él no dudaría en entregarte y lo sabes-le gruñó, fastidiado. 


GoldHeart conocía a ese hombre desde siempre, mucho antes de que cualquiera de ellos portara máscaras y se hicieran llamar por alter egos, pero en algún punto de esos años, el Doctor había decidido tomar el camino del mal. 


-Piensa lo que quieras, no es tu asunto-le contestó con calma. 


El héroe le apretó más el cuello, tal vez lo mejor era llevarlo con él, en P.E.A.C.E tenían métodos para hacerle hablar...


¡BAM!


¡Algo duro lo golpeó en el costado de la cara! 


Goldheart sintió su mandíbula hacer ¡Crack! y estaba muy seguro de haber perdido un par de dientes. 


Soltó al Dr Viper y se sostuvo el rostro herido, escupiendo sangre y mirando a quien lo había atacado. 


-Dire Wolf-masculló. 

-El mismo- sonrió, coqueto-Tienes la cabeza dura, GoldHeart, estas piernas pueden romper rocas-dijo, burlón, dándose una palmada en el muslo. 

-Vulgar...-.

-Tentador querrás decir-. 


Mientras hablaban, Viper se había escabullido para quedar detrás de su aliado. 


Estaba muy herido, incluso con la ayuda de su Miraculous la muerte era algo posible, GoldHeart le había dado una buena paliza, tal vez con demasiada rabia y rencor. 


Dire Wolf lo miró de reojo, noto su estado, y se dirigió de vuelta al héroe, enseñándo los colmillos. 


-No eres más que un bully ¿Lo sabías?-. 

-Es lo que los villanos merecen...-se acomodo la mandíbula con otro, grotesco, ¡Crack! y recobró su postura firme y altanera.

-Sabes bien su estado y aun así, disculpa que te lo diga, pero no es propio de un héroe aprovecharse de los más débiles-. 

-No soy TAN débil...-dijo el Doctor, bajito, ligeramente ofendido. 


GoldHeart se cansó de escuchar aquello que él consideraba blasfemias y se lanzó al ataque. 


Dire Wolf estaba en desventaja, ese condenado podía volar, aunque él era más veloz, la ventaja aérea era innegable. 


-¡Se que lo tienes!-GoldHeart cargó su puño de energía dorada y lo golpeó en el plexo solar, logrando que se derrumbara- ¡El Miraculous! ¡Dámelo y los dejaré ir!-le dijo, pero tras esa aparente promesa, le dio otro golpe más. 


GoldHeart no sentía compasión por los villanos, de ser por él, los exterminaría como las alimañas que eran. 


Dr Viper podía hacer poco más que mirar como su amigo recibía una paliza peor que la suya ¡Diablos! ¡¿Que podía hacer?! 


-¡Viper!- Dire Wolf, allí en el suelo, sangrando por la boca, le arrojó algo. 


Y el Doctor lo atrapó, algo que parecía una corona formada de alas de halcón. 


¡El Miraculous del Halcón, aquel que tenía poder sobre el orden del todo! 


Y ahora, al Doctor le tocaba tomar una decisión arriesgada... 


Salvarse él y llevarle el Miraculous a su Jefe o... Salvar a Dire Wolf... 


-¡¿Quieres esto, Doradito?!-gritó, alzando el Miraculous sobre su cabeza-¡Pues a ver si lo encuentras!-.



¡Änderung!


El Miraculous se partió en trozos y, como estrellas fugaces, se repartieron por todo París.


lunes, 24 de junio de 2024

Miraculous: Order and Chaos 1




Quien posea el Miraculous del Halcón y el Miraculous del Gato será capaz de cambiar la realidad...


Corría rápido como el viento, ligero como una pluma, sus pies apenas tocaban las superficies, un leve impulso para seguir su carrera, su silueta contra el brillo de la luna parisina... 


¡Dire Wolf, el villano portador del Miraculous del lobo!


Reía con alegría mientras corría por los techos de París, para nada preocupado por quien le seguía los pasos. 


De repente una pared salió de la nada, como nacida del mismísimo tejado en el que estaba parado, haciéndolo detener justo antes de darse de cara. 


-¡Devuelve lo que robaste!-le exigió una voz femenina.


Dire Wolf se dio la vuelta y le sonrió, despreocupado. 


-¿Quieres pelear? Querida Velvet, no eres rival para mi y lo sabes-.

-Silencio, ladrón-.


Ante él había una mujer vestida de rosa, bonita y femenina, con un aire prepotente y altivo. 


¡Velvet Fox, heroína y portadora del Miraculous del zorro!


-¿Dónde está tu “Novio”?-Dire Wolf miró burlonamente a su alrededor mientras hacía las comillas con las manos, sabiendo bien que el mencionado no estaba cerca. 

-¿Por qué siempre haces comillas?-le preguntó con fastidio. 

-Oh, querida Velvet-hizo un gesto elegante y coqueto con su cabello-Ese closet es de cristal-. 

-¡Cállate y pelea!-.


La tenía harta con sus comentarios y sus burlas, cada vez que se encontraban era lo mismo. 


Otra estructura apareció de la nada, moviéndose como un gusano de ladrillos, directo hacia Dire Wolf, pero este no lo esquivo, dejo que lo alcanzara y la ilusión se hizo añicos apenas hizo contacto. 


Una vez más se movió como el rayo y asestó un golpe duro y directo en el estómago de la chica. 


-Ugh...-dijo ella, quedito, sin aire, derrumbándose en sus rodillas. 

-No eres rival para mí, Velvet, soy inmune a tu seducción y puedo ver a través de tus ilusiones como veo a través de tus intenciones-la levantó, jalandola del cabello y la miró fijamente. 


Ese lobo siempre sonreía y reía con voz cantarina, pero no en ese momento y Velvet Fox sintió miedo de él por primera vez. 


-Así que ¿Dónde está tu compañero? ¿Qué planea?-la sacudió. 

-Devuelve lo que te robaste y te diré...-.

-Al menos no eres una cobarde ¿No es así? Sabes lo que puedo hacerte pero prefieres no confesar-. 


Velvet Fox nada más lo miró, le aterraba, pero no pensaba hablar. 


Pero no era necesario, el lobo la miró largamente a los ojos, a su mente, a su corazón, a su alma... 


-Va tras la serpiente...-gruñó y desapareció de ahí en un parpadeo. 


jueves, 20 de junio de 2024

Hiding Place




La mansión era grande e intrincada al punto del absurdo, como esas pinturas de escaleras interconectadas que suben y bajan sin lógica aparente. Cada día aparecía un nuevo pasillo, una nueva habitación, una puerta misteriosa. 


Todo eso hacía el limpiar una tarea monumental así que, una vez al mes, toda la familia se juntaba para limpiar a fondo. 


A Flug le había tocado el ala Este, donde normalmente los cuartos se usaban casi exclusivamente a modo de depósitos, allí la familia guardaba lo que ya no usaba pero que no querían tirar. 


Estuvo un rato sacudiendo polvo con mente ausente, pensando en otras cosas, el trabajo, las vacaciones que se sentían tan lejanas, el tiempo de calidad con sus hijos, en Black Hat...


Esos últimos días habían sido difíciles, por lo que esperaba que el andar limpiando le sirviera a su esposo para distraerse, pero no podía culparlo por caer en periodos de depresión. 


Cada tanto, cosa de dos o tres veces al año, Black Hat entraba en celo, como un animal, construia un nido con mantas y cojines e invitaba a Flug a pasar tres dias maravillosos llenos de sexo salvaje e interminable, tal vez la unica ocasion donde el doctor se cansaba primero. 


Pero luego el demonio caía en un pozo depresivo, tal vez era solo la bajada en hormonas, pero aun así, era preocupante, era triste verlo aplastado en el sofá, llorando silenciosamente mientras se ahogaba en licor, helado y novelas baratas. 

Sin embargo, no se podía hacer más que dejarlo ser y hacerle compañía hasta donde lo permitiera. 


Así que si, Flug esperaba que al menos se estuviese distrayendo en esos momentos. 


Abrió una habitación, pequeña y llena de cajas polvorientas como todas las demás. 


Algo llamó su atención.


Un cofre elegante, enorme y sin una mota de polvo, como si hubiese sido limpiado recientemente. 


Lo abrió, curioso. 


Por un momento no sabía lo que veía. 


Ovalos de un material duro y brillante, de un negro profundo con una franja rojo sangre en el centro. 


Eran ... ¿Huevos? 


Estaban acomodados en el fondo acolchado del cofre, claramente bien protegidos.


Tomó uno con cuidado y lo examinó, era ligeramente más grande que un huevo de avestruz, eran fríos al tacto, como un cristal. 


Le tomó unos momentos entender del todo lo que veía y sintió su corazón quebrarse. 


-Oh, Black Hat-se lamentó con un suspiro. 


No quería regañarlo, pero aun así...


-¿Por qué no me dijo nada?-.


Black Hat estaba ahora en ese cuarto con él, mirando los huevos en el cofre. 


El aire se sentía pesado y las sombras se movían solas, señal de que Black Hat estaba en profunda angustia. 


-Son suyos...nuestros ¿Verdad?-le dijo, al ver que el demonio no le contestaba. 

-No viven mucho, Flug...-dijo, abrazándose el vientre y mirando a otro lado-Solo unas horas, quedan fríos y vacíos ¿Para que decirte nada?-.

-Jefecito...-.

-Temía que te decepcionaras de mí-admitió con un leve sollozo-No te sirvo para darte hijos, lo siento-.


Flug no sabía que decirle, así que solo lo abrazó con fuerza, protector. La verdad es que no necesitaba más hijos, estaba contento con los que ya tenían, pero Black Hat claramente sentía diferente. 


-Me molesta más que no me dijera nada, que decidiera sufrir a solas-le dijo, apartandolo lo suficiente para verlo a los ojos-Pensé que se deprimía por las hormonas-.

-Pueden ser ambas ¿No?-sonrió apenas-Flug, amo a nuestros hijos, pero en verdad quisiera un par que sea de ambos, que tengan un poco de mi y de ti, pero de mi vientre solo sale muerte y no es justo, es lo único que deseo que no es egoísta y es lo único que no puede tener-. 


Black Hat rara vez lloraba, le era difícil hacerlo, pero cuando sus emociones eran muchas, sus lágrimas fluían como un río. 


Flug le secó las lágrimas con besos y le sonrió. 


-Sabe, Jefecito, creo que tengo una solución, aunque no prometo nada y debe prometer no enfadarse ni conmigo ni con usted mismo si no funciona-.


Black Hat lo miró con profunda intriga, notando la seguridad en sus ojos, junto a ese brillo de locura científica. 


-Quiero ver que planea, Doctor~-le sonrió.


lunes, 17 de junio de 2024

Hipotético

 



Llevaban unas horas haciendo papeleo, era parte de la rutina mensual y el silencio era cómodo, el tictac de un viejo reloj sonaba como un arrullo. 


De vez en cuando Black Hat servía whisky para ambos, pero rara vez intercambiaban palabras. 


Así que cuando la áspera voz llegó a sus oídos, Flug dio un respingo de la sorpresa. 


-¿Qué dice? Jefecito-.

-Que si puedo preguntarle algo hipotético, Doctor-le sonrió.

-Uh...claro, lo escucho-. 

-Si un día desaparezco ¿Que hará?-. 

-Pues esperar y, si no aparece, buscar por usted-contestó sin dudar. 


Black Hat lo miró unos momentos y se paró de la silla, paseándose por la oficina, sopesando algo en su mente. 


-Se lo planteare de otra forma, Doctor, hipotéticamente hablando, si un día alguien viene a reemplazarme y yo desaparezco en consecuencia ¿Que hará?-.

-¿Es eso posible?-.

-Es hipotético-.

-Pues...-.

-¿Le es fiel a la organización, a la causa y a sus propios objetivos? ¿O a mi?-.


Flug lo miró con sorpresa ¿Qué clase de preguntas eran esas? Su jefe le devolvía la mirada con algo que no podía descifrar.


-¿Puedo pensarlo y darle mi respuesta luego?-.

-Está bien-asintió. 


Y Flug pensó en ello por días, mientras trabajaba se formulaba aquello una y otra vez en su mente, hasta que tuvo una respuesta concisa. 


Entró a la oscura oficina y habló con resolución. 


-Tengo una respuesta para usted-.


Black Hat estaba de espaldas a él, mirando por la ventana, se volteó ligeramente para poder verlo. 


-Lo escucho, Doctor-. 

-Si alguien viniera a reemplazarlo, creo que no habría cambio para mi, le soy fiel a la organización, a su causa y a mis propios objetivos, si mi nuevo jefe es igual de competente que usted, entonces no hay diferencia-. 


Black Hat se volteó de nuevo a ver la ventana. 


-Ya veo, puede retirarse, Doctor-. 


Cuando escuchó la puerta cerrarse y sus pasos alejarse, Black Hat se llevó las manos al rostro. 


En verdad estaba solo, si desaparecía de ese mundo no iba a ser extrañado ni necesitado. 


Y así, mucho después, una noche alguien llegó de visita a la mansión. Un hombre alto de fríos ojos azules. 


-Flug, este es mi pa...- el otro hombre miró a Black Hat severamente, así que se corrigió a sí mismo- Mi creador, Seto-. 

-Oh, un placer-Flug extendió su mano y aquel hombre la estrechó con firmeza.

-Igualmente, admiró su trabajo Dr Flug, somos colegas en las ciencias, así que creo que estará contento con las noticias-.

-¿Noticias? -.


Seto chasqueó los dedos y ante ellos apareció una mujer. Era casi idéntica a Black Hat, pero tenía cabello azabache atado en dos largas trenzas. 


-Es el nuevo modelo-señaló Seto como quien presenta un auto nuevo-Mejorada en todos los sentidos, emociones más estables, mejor entendimiento de las ciencias, no tan adepta a métodos mágicos anticuados-. 


La mujer los saludo con una reverencia.


-Será un placer trabajar con usted, Dr Flug-dijo, su voz suave a comparación de Black Hat. 


Flug nada más asintió, sintiéndose bastante abrumado con toda la situación, miró brevemente a su ¿Ex? Jefe, pero este estaba tieso como estatua, apretando los puños. 


Esa mujer iba a llevarse su nombre, su título, todo su trabajo duro que le había llevado milenia y él iba a desaparecer en la nada. 


A nadie en esa oficina le importaba, iba a ser reemplazado como un electrodoméstico viejo. 


Ni siquiera a su doctor le importaba, aquel de quien había creído al menos tener su lealtad.


Seto hizo aparecer un contrato sobre el escritorio. 


-Cuando firmen, todo desde tu nombre hasta tu poder pasarán a posesión de ella-.

-¿Y qué tal si no quiero?-lo desafió.

-No es opcional-le contestó su creador con calma. 


Ella ya había tomado una pluma y Black Hat tomó otra con resignación, pero al acercarse a la hoja de papel, le temblaron las manos. No quería nada de eso, quería seguir existiendo con todo aquello que había ganado por su cuenta ¿Por que ella podía tenerlo todo? 


-No es justo-masculló.

-Si ella no resulta apta para el trabajo, haré otra versión, sin embargo para ello necesito el material, por eso debo reciclarte, es así de simple-. 


Su creador...Su padre, le dijo aquello con absoluta frialdad y Black Hat iba a seguir discutiendo, pero Flug interrumpió. 


-Tengo mucho trabajo, así que si pueden apurar esto se los agradecería-. 


El corazón de Black Hat simplemente se hizo añicos, su expresión se volvió neutral, como para intentar conservar algo de dignidad, y firmó el dichoso contrato. 


Sin mucha ceremonia Black Hat dejo la casa, no se despidió de nadie pues nadie quería despedirse de él, y fue encerrado en su viejo cuarto de cuando aún era un demonio joven en el Infierno. 


Lentamente era drenado de su esencia, de aquel material que componía su cuerpo, se iba haciendo más pequeño y débil. 


A veces lloraba, tenía miedo, no de la muerte si no del olvido. Sabía que era su culpa el no ser amado, pero aun así le dolía la traición. 


-Quiero verlo-.

-Innecesario-.

-Por favor, solo quiero verlo-. 


Seto miró como su creación le rogaba y suspiró con fastidio, ciertamente no perdía nada con aquello, tal vez así dejaría de lamentarse tanto. 


Así que Flug fue llevado ante su presencia. 


El doctor se sorprendió al verlo, era al menos una cabeza más bajo que antes, no llevaba sombrero, dejando ver cabello azabache y cuernos de obsidiana, la ropa le quedaba grande. 


No sabía muy bien porque, aparte de lo obvio, pero le daba la idea de alguien con una enfermedad terminal, como si se estuviera desvaneciendo. 


-¿Quería verme?-. 


Y para doble sorpresa, Black Hat lo abrazó, muy fuerte y con desesperación. 


-Lo siento, siento ser yo, siento las cosas que dije e hice, lo siento...-.

-Jefecito...-Flug solo atinó a rodearlo con un brazo. 


Black Hat lloró, ocultándose contra su pecho, Flug lo dejo pues no sabia que más hacer, ni sabía como sentirse al respecto. 


Cuando se calmó, se sentaron a hablar, aunque era incomodo. Su relación estaba rota en muchos sentidos y, para Flug, esa criatura enfrente suyo ya no era Black Hat. 


Le tenía lástima ¿Tal vez algo de rencor? Pero más que nada le era indiferente, sin embargo no quería ser cruel con él. 


-¿Y como es mi reemplazo?-le preguntó después de que las preguntas más generales quedaron de lado.

-Oh...-Flug se puso rojo-Bueno, ella y yo...eh...-.

-No sigas, entiendo-Black Hat miró el suelo y jugó con sus manos-¿Yo te gustaba de esa forma?-.

-No lo sé, si le soy sincero, tal vez sí, pero...-.

-Mis actitudes te resultaban repulsivas, lo se-suspiró-Imagino que ella es amable contigo-.


Flug nada más asintió y Black Hat rio, fuerte y burlón. 


-Es que ella no sabe Flug, aún no sabe cómo debes proteger tu corazón de los mortales, cómo te usan, cómo te hieren-Black Hat se abrazó a sí mismo, clavandose las garras-Como te enamoran y luego te rompen el corazón con su traición y con su ausencia, como te ven como a una cosa para usar, como te temen pero no te respetan, no sabe que aunque son débiles pueden hacerte tanto, tanto daño-. 

-Black Hat...-.

-¡Ese ya no es mi nombre! ¡Ya no soy nada ni nadie! ¡Voy a desaparecer y tengo miedo!-le admitió a los gritos-¡Nadie va a lamentarme! ¡Ni siquiera tú! ¡Ni siquiera tú quien creí que me veía! ¡Creía que me veías tal cual soy, creí que veías todo lo que oculto, todo lo que me duele, todo lo que realmente soy!-.

-Yo...-.

-¡Creí que me querías!-exclamó, desarmandose en llanto-¡Creí que me eras fiel! ¡Creí que podría darte mi corazón sin sentir miedo! ¡Pero eres igual a todos los mortales! ¡Y yo se! ¡Sé que me merezco tu odio y tu indiferencia! ¡Pero aun así...! ... Aun así duele tanto...-. 



Tras eso no volvieron a verse, Black Hat se quedó en ese cuarto, a desvanecerse lentamente hasta que no quedó nada. 


En la memoria de otros era apenas una sombra, un recuerdo siniestro y vago, como una pesadilla que se desvanece al despertar. 


Flug a veces se acordaba de él y sentía una opresión en el pecho, pensaba en lo que podía haber sido y en lo que realmente fue, tal vez en cierta forma lo había amado, pero de eso ya no estaba seguro. 


Quizás, hipotéticamente, un día podrían reencontrarse y las cosas serían diferentes.