martes, 8 de noviembre de 2022

Admirandote Cap 2: Confianza



La salida a tomar el té resultó muy productiva. De hecho la habían pasado bastante bien, hablando de los pormenores del futuro trabajo y demás. Ambos eran entusiastas al respecto, se notaba que de alguna forma disfrutaban de la compañía del otro.


Flug miraba al demonio con sumo interés, sus gestos, las inflexiones de su voz y cómo variaban dependiendo de que tanto le interesaba lo que estaban hablando, su sonrisa amplia siempre grabada en ese rostro hermoso ¡Oh, sentía que lo quería! ¡Que absurdo, se conocian hacía nada! Pero parecía que era inevitable, ese apego y esa atracción que sentía por él, aunque solo con oírlo pronunciar “Mr Hatfield” era obvio que quizás era una causa perdida. Aun así, no estaba tan mal su posición, confiaba que al joven demonio al menos le gustaba su presencia. 


Black Hat también observaba a su interlocutor, tenía esa pasión propia de los mortales que siempre le había gustado. Un intelecto sin igual, grandes ideas, pasión y recursos, con ello los mortales podían hacer lo que sea, superar sus propios límites, era algo que admiraba de ellos, a pesar de que los encontraba patéticos en casi todo lo demás. 

Flug era de esos humanos con pasión e ideas, pero con cero recursos a su disposición, la vida no le había jugado una buena mano, pero carecía de moral y su propia alma e integridad le importaban un carajo. Esa noche que se conocieron, no había dudado un instante en estrechar su mano, quizás Flug parecía un cobarde, pero no lo era y Black Hat respetaba eso de él. 


Si, sin duda era compatibles, no podían evitar llevarse bien


-En cuanto a su vivienda, Doctor~- le sonrió con picardía- Vendrá a vivir conmigo-.

-¿Q-que?- el científico lo miró con incredulidad.

-Lo que escucho, hoy mismo, si es posible-. 



Flug miró a su alrededor. Era un departamento elegante, allí en medio de Londres, no muy espacioso, pero claramente de alta alcurnia, justo donde viviría un noble soltero. 


-¿Tiene sirvientes? Lord Black Hat- preguntó, dejando su única valija en el suelo.

-Solo uno, pero no debes preocuparte por él, cocina, mantiene limpio y se marcha-.

-¿O-o sea que viviremos solos?-.

-¿Es un problema?-.

-N-no, claro que no-.


Ciertamente era infinitamente mejor que su situación anterior, viviendo en un basurero, cuidando cada noche que las ratas no le comieran los dedos de los pies, pero no podía evitar pensar que Black Hat quería vigilarlo por alguna razón, quizás con buena razón pero aun así...


-Solo no quiero ser molestia, Jefecito-.

-No lo serás, haré de cuenta que tengo gato-bromeó- Ven te mostrare tu cuarto-.


Black Hat comenzó a caminar y Flug lo siguió con premura, subiendo torpemente las escaleras. 

La iluminación era pobre, solo unas pocas velas y las cortinas cerradas, no dejando entrar la luz exterior. Aun así podía apreciarse la opulencia, los muebles de pesada madera, bellamente tallados, las caras pinturas decorando las paredes, las estanterías repletas de adornos y libros de colección. 

A Flug no le gustaba, le recordaba a su infancia.


Finalmente llegaron ante un par de puertas, una enfrente de la otra en el largo pasillo.


-Este es su cuarto- le abrió la puerta- Acomodese como quiera, no me importa, ese de ahí es el mío, está prohibido entrar-señaló la puerta de enfrente.

-Ok, entendido-.

-Tienes tu propio baño, no lo quiero dando vueltas por la noche usted solo-.

-¿Puedo saber por qué?-.

-Algo podría devorarle, Doctor-contestó con simpleza-Hay de todo en esta casa-.

-Oh...-.

-Lo dejo a que se acomode, tengo una reunión con Mr Hatfield-sonrió bobamente.

-En verdad le gusta ¿No?- no pudo evitar sonreír ante su expresión. 

-¿Algún problema con ello?- lo miró severamente.

-No, solo curiosidad-negó.

-Bueno, no es su asunto...-.

-¿No somos amigos? Jefecito- dijo, tímido, tanteando el terreno.

-... Somos colegas, a lo mucho-.


Flug agachó la cabeza, siempre era tan difícil manejarse con él, a veces parecía que se estaban llevando bien, pero otras el demonio no parecía querer tener nada que ver con él.


-Bueno, yo si creo que somos amigos-se le acercó y le acomodó el abrigo.


Black Hat se dejó, mirándolo con interés.


-¿Qué le hace pensar eso? Doctor-.

-¿Le habla a alguien más de su crush con Mr Hatfield?- rió-Debería verse cuando tomamos el té, tan entusiasmado hablando de ese hombre-.

-Hn... Está bien, le tengo confianza, Dr Flug, aunque sinceramente no se porque-.

-Bueno, sabe que le soy leal, no tengo nada que perder- le sonrió-Mi trabajo y usted son todo lo que tengo, Jefecito, sería un honor ser su hombre de confianza-.


Black Hat rió, era verdad, confiaba en ese hombre, aunque aun no lo conocía del todo, pero había algo en él que simplemente provocaba aquello. Era sumiso y leal, pero a la vez sabía dar su opinión, era el acompañante perfecto para un demonio orgulloso que amaba el sonido de su propia voz.


-Además me invitó a vivir con usted sin darme oportunidad de negarme-.

-Es indigno que mi doctor viva en un cochinero-resopló.

-Solo admita que le agrado, Jefecito- lo miró con grandes ojos.

-No-.

-Si-.

-Que no- rió-Tal vez un poco, pero todo depende de que tan bueno sea en su trabajo-.

-No lo voy a decepcionar-. 


Se quedaron mirándose, Flug tenía las manos en su pecho, podía sentir su respiración, más lenta de lo que podría ser considerado normal, era casi imperceptible de hecho ¡Vaya criatura más curiosa! Quería besarlo, saborear esos labios finos y darle un leve mordisco, pero no podía, si se tomaba el atrevimiento de seguro terminaba muerto. 


-¿Le gusto? Doctor- le ronroneó con suavidad.

-¿Es tan obvio?- suspiró, mirándolo con lo que sospechaba eran ojos de enamorado.

-Bastante, me sorprende que se deje ver, los mortales parecen ser bastante remilgados al respecto-.

-Bueno, no se en la cultura de su especie, Jefecito, pero los humanos no ven muy bien eso de gustar del mismo género ¿Sabe? Podría terminar en prisión o algo peor-. 

-Primero que nada, Doctor, usted no es humano- negó- Y segundo, el género es estupido, solo a los humanos les interesa semejante cosa-.

-Aun me aplican las leyes humanas, pero tiene razón, supongo que es estupido-rió.

-Me pregunto si es la razón por la que Mr Hatfield no acepta mis avances, ya de por si los británicos tienen la forma más rebuscada de cortejar ¿No es así?-.

-Sin duda- rió de nuevo- ¿Y por qué no le pregunta?-.

-Él sabe que me gusta, no puedo ser más directo sin ser indecoroso-. 

-Quizás cree que puede tomarse su tiempo, tiene cara de creerse todo un Don Juan- rodó los ojos, no entendía que veía Black Hat en ese hombre vulgar y seductor. 

-Pretendientes le sobran, la verdad- gruñó- Quizás debería ponerlo celoso, mostrarle lo que se pierde-.

-Está asumiendo que gusta de usted-.

-¿Cree que no? Soy encantador- bromeó, pero había un leve tono de inseguridad en su risa.

-Oh, absolutamente- le acarició los hombros con la excusa de sacar algo de polvo-Pero, es posible que él no lo haya notado aun, creo que tiene razón, celos es una buena idea-.

-Hn...- Black Hat sonrió, amplio y lleno de malicia, se le había ocurrido una buena idea- Doctor~-.

-¿Qué?-.


Flug había estado tan cautivado con la cercanía del otro que no había notado que había caído directo en su trampa. 


¿En que se había metido? La mente de Flug era un remolino de ideas y puro pánico mientras tomaba al otro de la mano, no muy seguro de que hacer o que iba a pasar. 

No era un mal acuerdo, si lo veía superficialmente, pero aun así, estaba seguro de que iba a sufrir por ello de una forma u otra. 

-No es tan complicado, Doctor-le dijo el demonio- Yo le gusto ¿Verdad? Puede ser mi amante hasta que consiga a mi Mr Hatfield, todo mundo obtiene lo que quiere, solo tiene que ayudarme a ponerlo celoso-.


Eso le habia dicho y Flug habia aceptado simplemente porque realmente queria estar con él, era estupido y lo sabia de sobra, fingir que salian, darle celos a ese hombre repugnante, ayudar al hombre que queria a conseguir la atencion de otro a cambio de sexo... ¡Oh, era tan patético y decadente de su parte el aceptar! Pero lo hizo y ya estaba hecho, tenían un acuerdo y no podían dar marcha atrás. 

Al menos podía ser listo al respecto.


-Quiero mi parte del acuerdo primero-le exigió, estrechando aquella mano con toda la firmeza de la que era capaz.

-No tengo problema con ello, Doctor~-le ronroneó.


Flug aprovechó sus manos unidas para jalarlo y besarlo, justo como quería, con pasión y leves mordiscos. 

Soltó su mano para rodearlo con sus brazos, uno alrededor de la fina cintura, su otra mano acariciando su nuca, sintiendo las suaves escamas de serpiente. Buscó la larga lengua de reptil con la suya, la boca le sabía dulce ¡Exquisita e intoxicante criatura! Quería saborearlo completo. 

Black Hat le correspondía gustosamente, no iba a negar que el deseo era mutuo, pero lo apartó después de un rato, cuando se escuchó a sí mismo gemir en aquel beso. 


-Tengo unos asuntos con Lucian ¿Recuerda?-le sonrió- Y usted tiene que terminar su mudanza ¿Lo dejamos para la noche? Doctor-.

-Me parece bien-suspiró con una sonrisa boba, extasiado. 


Black Hat rió, no con burla, más bien parecía halagado de gustarle tanto al otro, se apartó de él y se marchó sin más, dejando al científico solo en aquella casa extraña.


-Ay ¿En que me metí?-se lamentó, quitándose la bolsa de la cabeza para poder respirar. 


Black Hat respiró hondo, Flug lo había dejado todo azorado y aún le ardían las mejillas. No estaba muy seguro de si quería que Lucian lo notara, aunque el plan era darle celos. El tramo entre el departamento y las oficinas era corto, pero el aire helado y húmedo de Londres ayudó un poco. 


Hatfield lo esperaba en la entrada.


-My dear, te estabas tardando- lo saludó como hacía siempre, tomando su mano y dándole un beso-¿Ese doctor te entretuvo?-le sonrió, suspicaz.

-Algo así-admitió, estremeciéndose levemente.


Lucian soltó una risita, siempre complacido con las cosas que le provocaba a aquel ser de oscuridad, lo hacía sentirse poderoso. 


-Tenemos muchos papeles que firmar, My dear, vamos a ello, quiero terminar antes de que oscurezca-. 

-Si, lo sé-.


Aquello era una rutina diaria, cada tarde se encontraban en la oficina de Hatfield y se sentaban a beber bourbon y firmar papeles, contratos, propiedades, licencias, todo tipo de cosas. Quizás lo que hacían era ilegal, pero había cosas que debían estar en regla, ricos y demonios amaban la burocracia. 


-Ah~ los americanos son decadentes, pero hacen un excelente whisky ¿No crees my dear?- dijo mientras agitaba una copa llena de licor ámbar.

-No sabría decirle, Mr Hatfield, para mi todo el licor de este mundo es insulso-.


Estaban sentados uno junto al otro en el sofá, frente a ellos la mesita ratona estaba repleta de papeles. 

Black Hat se mantenía lo más cerca posible, sutilmente juntando sus rodillas. Hatfield se hacía el desentendido, pero ciertamente lo notaba, esa criatura era helada al tacto, no podía soportar mucho de su cercanía si era sincero, era una extraña mezcla de desagrado y curiosidad que amenazaba con convertirse en auténtico deseo. 


A veces le seguía el juego y se acercaba más de lo necesario, inclinándose sobre él con la excusa de alcanzar algún papel lejano. Lo miraba torcer la boca y estremecer, lo veía apretar los puños y clavarse las uñas en las manos, intentando no saltarle encima. Era tan jodidamente adorable, exactamente como esa damitas de sociedad, sin experiencia y ansiosas por aventura, que se le daba tan bien seducir.

Pero no podía darle lo que deseaba, porque entonces iba a aburrirse y ya no iba a querer hacerle ningún otro favor, era mejor mantenerlo deseoso y al margen, siempre ansioso por complacerlo y con la esperanza de un día ser correspondido. 


Sin embargo esa tarde Hatfield se encontraba un poco molesto, ese doctor que el demonio había contratado no le agradaba y ahora Black Hat apestaba a los mismos químicos que él, como si hubiesen estado innecesariamente cerca el uno del otro. Era demasiado sutil como para decirle nada, quizás solo era su imaginación, estaba siendo posesivo ¿No es así? Porque ese doctor amenazaba con tomar lo que era de su propiedad. 

Hatfield era inteligente, se le daba muy bien leer a otros, era así como había hecho negocios y fortuna, sabía que había atracción entre ese par de mocosos, pero por el momento no diría nada, quizás solo estaba tomandoselo muy enserio. 


Aun así...


-¿Pasó algo bueno hoy? My dear- se le acercó, sonriente-Te ves más encantador que de costumbre-.

-Nada en especial, Mr Hatfield- Black Hat evadió su mirada, lo ponía tan nervioso, no sabia que hacer cuando se acercaba tanto. 

-No estás ocultandome nada ¿Verdad?-se le acercó más, si Black Hat hubiese tenido nariz, estarían tocandose.

-Claro que no, Mr Hatfield-se estremeció completo ¡Si solo pudiera acortar la distancia un poco más! 

-Ok...- Lucian se apartó de repente, poniéndose de pie con una gran sonrisa-Ha sido un dia muy productivo, My dear, y muy agotador ¿Por que no lo dejamos por hoy y vamos a casa?-.

-O-ok...-.


Hatfield no le dijo más nada, solo tomó su abrigo, su sombrero y se marchó, despidiéndose con un gesto.

Black Hat se quedó donde estaba, temblando y con las mejillas rojas. 


-¡FLUG!- Black Hat entró a la casa con un estruendo.


Flug, que justo había estado bajando las escaleras, casi cae rodando del susto, pero se sostuvo justo a tiempo, solo para ver al demonio acercarse hecho una furia.


-¿Qué pasa? ¿Que hice?- lo miró, un poco asustado.

-¡Tú, yo! ¡Mi cuarto!- lo tomó del brazo y lo jaló consigo.

-¿Qué?...Uh...Ok-.


El doctor no se iba a oponer, quizás su situación no era la mejor ¿Pero qué podía hacer si ya lo quería tanto? Así que se dejó llevar, dispuesto a pasar una buena noche.


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