sábado, 25 de marzo de 2023

Let me teach you Cap 3: Estadisticas

 



Flug despertó, como tantas otras veces, en una cama ajena. La chica a su lado lo estaba abrazando. Él, estando de espaldas, solo podía ver su brazo.

Se tomó un momento para recordar quien era...


Bueno, no sabia. Solo sabía que era una linda chica de piel morena, tomaba clases de física con ella ¿Verdad? Si, algo así. 


Apartó su brazo con suavidad y se deslizó fuera de la cama sin despertarla, se vistió rápido y en silencio, mirándola de vez en cuando. Desnuda y vulnerable, le hacía rugir el estómago, era mejor si se marchaba de una vez. 


Le dejó una notita, porque no era tan desalmado como para irse sin decir nada, y salió de ahí rápidamente. 


Cuando llegó a su casa tomó una ducha y se apresuró a prepararse el desayuno.

Abrió la nevera, no le quedaba mucho, debería ir de cacería pronto. 


Por el momento, debía racionar. 


Se preparó un omelet con pequeños trozos de carne humana, como si fuese simple jamón, y comió en silencio. 

Vivía solo, no tenía compañeros de piso ni mascotas, excepto por una colección de insectos, pero no eran para que le hicieran compañía, eran perfectos para deshacer los cuerpos, todo lo que él no se comiera, y no dejar más que limpios y blancos huesos. 


La mayoría los esparcía por el bosque fuera de la ciudad, otros se los quedaba, era fácil falsificar documentación y hacerlos pasar por especímenes de laboratorio y cosas similares. 


Flug hacía una distinción entre personas y comida, solo que algunas personas eran, a su vez, comida. 


Sin embargo, sus muchos amantes no era una opción, a veces los mordía y bebía su sangre si le daban permiso, pero comer su carne los mataría y no quería hacer eso, primero que nada porque iba a incriminarlo y no quería ir a la cárcel, y segundo porque si empezaba a hacer eso no iba a poder detenerse, su hambre y su lujuria estaban íntimamente relacionadas, pero siempre se había esforzado por separarlas una de otra. 


Cuando necesitaba reabastecer su alacena, por así decirlo, siempre buscaba desconocidos, los emboscaba y los mataba con rapidez. La idea de cazar en clubes y hacer la cacería parte de sus conquistas era tentadora, pero arriesgada, así que se prohibía eso también. 


No, para satisfacer su lujuria tenía muchas opciones en la Universidad, para su hambre tenía cualquier desprevenido en las calles oscuras. 


Terminó de comer y volvió al baño donde observó su reflejo unos momentos. Nunca le habia gustado su cara, ni siquiera de niño cuando no tenia cicatrices y sus ojos eran verde esmeralda, en vez de es negro profundo que cubria la esclera. 


Pero parecía que a otras personas sí le gustaba, aunque rara vez se dejaba ver, realmente no lo entendía. 


Se lavó los dientes, la boca repleta de pequeños colmillos, como los de una piraña, se cubrió con su fiel bolsa de papel y salió camino a la Universidad. 


Ese día no tenía clases de finanzas, cuando no podía verlo lo extrañaba y, a veces, se encontraba siguiéndolo...Acechándolo. 


¿Quería comérselo?


-Uff-Flug sacudió la cabeza, intentando sacarse esa idea de encima-Mala idea, no creo que se deje-.


Iba así, distraído, pensando en su profesor y hablando consigo mismo, cuando algo, o más bien alguien, lo azotó contra una pared al doblar una esquina en los pasillos de la universidad. 


-Flugslys-.


Flug pataleo en el aire, mirando al chico musculoso que lo tenía sujeto de la camisa y lo mantenía contra la pared, a varios centímetros del suelo.

No estaba seguro de si lo conocía, pero si estaba seguro de haberlo visto en el grupito de Herbert. 


-Uh ¿Buenos días?-dijo, intentando mantener la calma.

-Nada de buenos días-lo apuntó, amenazador, con su mano libre-Te metiste con mi novia, Flugslys-le gruñó, prácticamente soltando espuma por la boca. 

-¿T-tu novia?-lo miró, incrédulo-Yo no me meto con personas que ya tienen pareja-replicó, indignado.

-La chica de anoche-lo sacudió.

-Oh...Ella no es tu novia-frunció el ceño.

-¡No soy tu novia!-gritó la chica en cuestión.

-¿Ves? No es tu novia-Flug no pudo evitar reír.

-Pues debería serlo-gruñó de nuevo, sacudiendolo.

-Oye, ella no es tu propiedad, además...-Flug  tocó el brazo que lo sostenía con ambas manos, acariciando donde se tensaban los músculos-Un chico grande y fuerte como tú puede tener a quien quiera-.

El chico abrió la boca, pero no dijo nada, no sabia que decir, estaba desconcertado.

Miró al otro, ese rarito con una condición inusual y que tenía fama de fácil y de ser bueno en la cama, muy bueno de hecho. 


-Ah... yo...-logró mascullar. 

-Ay, no seas tímido-le sonrió, algo que podía notarse a pesar de la bolsa cubriendolo-¿Vas a decirme que no te doy curiosidad?-.

-Mmm...-lo pensó unos momentos-Eso que tienes, lo que eres, no se contagia ¿Verdad?-.

-No soy un vampiro-negó-Mi condición no se contagia, pero si te da paz no voy a morderte sin permiso-sonrió de nuevo.

-Bien...-lo soltó y Flug cayó sentado al suelo, así que lo jaló de nuevo de la ropa, poniendolo de pie-Intercambiemos números-.


Eso hicieron y partieron por caminos separados, no era raro para él escapar de los bullys usando sus encantos, aunque no siempre funcionaba.


-Sigues siendo una puta ¿No es así? Kenning-.


Flug detuvó sus pasos, esa voz molesta la conocía muy bien ¡Oh, cómo odiaba ese tono de presumido!


-Herbert, apreciaria que no me llames ni puta ni Kenning-.

-Es lo que eres y es tu nombre-lo sujetó de un brazo, apretando con fuerza-¿Ahora andas seduciendo a mis compañeros de equipo? Kenning-remarcó, solo para molestarlo. 

-Sueltame, con quien me acuesto no es asunto tuyo-intentó librarse de él, pero era inutil. 


Herbert, su despreciable ex, era el capitán de algún equipo de algún deporte que Flug no se molestaba en recordar ¿Fútbol? ¿Volleyball? No importaba, popular, fuerte, con un ego enorme.

Siempre que Flug lo miraba se preguntaba que había visto en él, con su estúpida sonrisa de altanero y su cabello castaño teñido con ese ridículo mechón dorado. 


Herbert sonrió al verlo forcejear. 


-Deberías volver conmigo y ahorrarte los problemas-.

-¡Nunca volveré contigo!-le gritó con indignación- ¡Tú te avergonzabas de mí!- siguió forcejeando, sintiendo su carne sufrir, de seguro iba a quedarle un moretón-¡Fuiste tú el que terminó conmigo! ¡Fuiste tú el que se metió a Cecilia sabiendo que ella estaba conmigo!-.  

-¡Silencio! Van a escucharte...-.

-¡Oh, qué gran tragedia! ¡No vaya a ser que se arruine tu reputación!-gritó, al borde del llanto, no por dolor o lástima de sí mismo, sino por frustración, quería morderlo, destriparlo y hacerle pagar. 

-Kenning-le gruñó, harto de sus gritos, levantó un puño para golpearlo y hacerlo callar, pero algo lo detuvo...


El ambiente se puso helado de repente, al respirar podían ver su aliento, las pocas luces en esa zona parpadearon ominosamente...


-Mr Leth, le recomiendo que suelte a mi alumno ahora mismo-dijo una voz que parecía salir de las paredes, áspera y siseante, como una víbora. 


Pero Herbert no lo soltó, él era muchas cosas, pero cobarde no era una de ellas, de hecho era valiente al punto de la estupidez, por no decir que era un imbécil arrogante. 


-Profesor Black Hat ¿Verdad?-resopló, haciendo que su mechón pintado de dorado se elevara brevemente en el aire-Muestrese-. 


Black Hat dio un paso de entre las sombras. A pesar de la situación, Flug se alegraba de verlo, siempre tan elegante, con su postura firme, sus zapatos brillantes decorados con spats blancos, su vestimenta refinada, el icónico sombrero ¡Oh, era tan hermoso!


Pero Herbert no veía nada de esa belleza, de hecho lo miraba con asco y Flug sintió una profunda indignación. 


-He escuchado rumores de que estás intentando seducir a esta...Cosa-frunció la nariz, asqueado-¿Qué pasó con tus gustos? Kenning-.

-Mejoraron-. 


Black Hat rió, un sonido macabro llenando el espacio.


-Ciertamente eso parece-los miró con interés-Es tu ex, me imagino-. 

-Lamentablemente-Flug rodó los ojos.


Herbert iba a decir algo, pero las manos heladas de Black Hat lo hicieron callar, con fuerza sobrenatural y, aun así, con gentileza, los separa a ambos y se interpuso entre él y Flug.


-No creo que agredir a sus compañeros se vea bien en su expediente ¿No le parece? Tengo entendido que sus notas no son las mejores, así que tal si mantiene su conducta impecable y se marcha, Mr Leth-le sonrió, amenazante.


Herbert negó, molesto, retrocedió y finalmente salió corriendo de ahí. 


Black Hat se volteó a ver a Flug, tomando el brazo herido entre sus manos.


-¿Estás bien?-.

-E-estaré bien-le aseguró.


Estaban muy cerca y había un “algo” en el aire. Flug sonrió para sí y le rodeó la cintura con un brazo, con delicadeza, sin apretar. 


-¿Cómo se atreve a mirarlo con asco?-continuó, poniendo su mano libre sobre el rostro ajeno-Es tan hermoso-. 

-Algunos me ven diferente-apoyó su mejilla contra aquella mano ligeramente, Flug tenía las manos muy cálidas.


El demonio puso sus propias manos sobre los hombros del otro, quizás no debería, lo mejor era apartarlo, pero no podía seguir negando que le gustaba. 


Hacía mucho que no sentía tanta ira y celos como al ver a esos dos chicos, primero agrediendo, y luego coqueteandole, a Flug. 


-Pues para mi luce perfecto-sonrió.

-¿Y tu que? En verdad eres popular-.

-Ay, no lo tome en cuenta-le acarició la mejilla-Si le soy sincero, no se que me ven, además son cosas muy casuales...-suspiró, sintiéndose perdido en la mirada de ese ojo felino, en su aroma y en la frialdad de su cuerpo delicado-Con usted si me quedaría...-dijo con ensoñación. 

-¿Qué?-alzó una ceja sin comprender.

-Con usted si me quedaría-repitió-En la cama, si me diera la oportunidad-rió-Siempre me marcho apenas sale el sol, pero con usted me quedaría, todo el dia si eso quiere, lo consentiría, le prepararía el desayuno...-.


El pobre, marchito, corazón de Black Hat dio un brinco. Quizás Flug solo decía lo que quería escuchar, pero aun así...


-¿Debería creerte?-.


Quería creerle. 


-Pruebeme, profesor~-le dijo, coqueto. 


Black Hat no pudo evitar reír con suavidad, a la vez que apartaba aquella bolsa molesta solo lo suficiente para ver su boca. Notó los colmillos, cicatrices, cabello rojo que se asomaba apenas.


Flug acortó la poca distancia que los separaba y lo besó. 


Empezaron lento, tanteando el terreno, pero sentían ansias y hambre. Pronto Flug lo tuvo contra la pared, dandole leves mordiscos a los labios finos, recibiendo más mordiscos a cambió, sus lenguas danzaban juntas, saboreandose. 

Las manos de Flug iban por doquier, explorando por encima de la ropa, las de Black Hat se mantuvieron sobre sus hombros, enterrandole las garras. 


-Flug...-Black Hat lo apartó apenas-Se educado y al menos sacame a cenar-.

-Jaja-rió, divertido y agitado-Normalmente no es algo que acostumbre hacer, pero por usted, lo que sea-. 


Observó la posición en la que estaban, lo tenía contra la pared, prácticamente estaba entre sus piernas, se deleito con la idea de ... Pues de dominarlo... Pero iba a comportarse y sacarlo a cenar, como le había pedido. 


Se apartaron, se acomodaron el uno al otro la ropa y se marcharon cada quien por su lado, un mutuo acuerdo de que era mejor no decir más nada por el momento. 


-No tengo una jodida idea de donde llevarlo-admitió esa tarde en el trabajo, llevándose las manos a la cabeza y manchando la bolsa de tierra. 

-Bueno, es Black Hat, tendrá que ser un sitio elegante, pero no mucho porque es la primera cita-.

-Y además estoy quebrado-le recordó.

-Te prestaré dinero, no seas así.

-Odio tener deudas contigo, eres insoportable-suspiró-Pero, esta bien-.

-Oh, Flug, solo fabrica un poco de eso que me gusta y estamos a mano-rió.


Shisui le recomendó varios restaurantes, tal vez era un drogadicto, pero sabía mucho de esas cosas de etiqueta y finura,  y Flug los investigó todos. 

Cuando era difícil tomar una decisión, Flug siempre iba por la lógica, los números, las estadísticas. 


Leyó cada reseña, le preguntó a algunas personas online y visitó cada establecimiento personalmente. 


-Según mis cálculos, este tiene las mejores posibilidades de una cita exitosa-señaló.

-Y sirven un red velvet muy bueno-asintió-Es su favorito, más que apropiado-.

-¿C-cómo sabes que es su favorito?-alzó una ceja.

-Oh, nunca te lo dije ¿Verdad?-Shisui lo miró con picardía-A Black Hat ya lo conocía-.


Flug tenía ojos como platos.


-¿Por qué te sorprende? Soy un brujo ¿Recuerdas? Es normal que conozca demonios-. 

-¿Y por qué no me dijiste nada?-.


Shisui nada más sonrió y se encogió de hombros, pero después puso rostro serio.


-Lo conozco y punto, sin embargo por eso mismo, quiero preguntarte algo-.

-¿El que? Shisui-dijo con profundo fastidio. 

-¿Cuáles son tus intenciones con él?-.

Flug miró al otro a los ojos. Shisui le devolvía la mirada con inusual seriedad.


-¿Puedo saber por qué te interesa?-lo cuestionó.

-Lo quiero mucho, como te quiero a ti-le sonrió con dulzura-Aunque, si le preguntas, te dirá que soy un entrometido insufrible-rió.

-Me lo imaginaba-rió también-Solo...Solo quiero conocerlo mejor, Shisui, de verdad, no solo por una noche-. 

-Bien, más te vale-suspiró-Te ayudaré a vestirte, no tienes nada para ese tipo de lugar-.


Flug terminó de organizar todo, perfeccionista como era y, finalmente, se acercó a hablarle ese viernes, antes de que terminara el horario de clases. 


-Profesor~-le dijo, sonriente y coqueto, cerrando la puerta del aula. 

-¿Si? Flug-lo miró divertido.


Se acercó con rapidez, acorralando a su profesor contra el escritorio, forzandolo a sentarse en el mismo. Black Hat no se quejó, solo le sonrió con complicidad, así que Flug se permitió seguir.


-Tengo reservaciones para la cena de hoy-apoyó ambas manos en el escritorio, inclinándose sobre él ligeramente.

-Oh~-Black Hat no se movió, esa sensación de sentirse acorralado, como una presa, era inusual para él, pero le gustaba-Espero que valga la pena-.

-¿Piensa evaluarme como si fuese un examen?-rió.

-Ciertamente-bromeó.

-Pues, me sacaré la nota máxima, ya verá...-quiso acortar la distancia para darle un beso, pero Black Hat se lo impidió. 

-Guardalo para la noche, Flug, además alguien podría entrar y vernos...-.


Ante eso, Flug frunció el ceño, pero Black Hat continuó.


-No es que me interese lo que opinen tus compañeros, solo no quiero que te expulsen-.

-Oh, bueno, realmente no debe preocuparse por eso-suspiró, Black Hat sonaba sincero, no debía preocuparse de que se avergonzara de él ¿Verdad?

-Aun así, mejor no arriesgarse-.

-Acordemos donde encontrarnos y pasaré a buscarlo-sonrió con simpleza, de alguna forma, se sentía confidente. 



Black Hat por su parte no sabía que sentir, estaba tomando un riesgo, eso lo sabía.

No sabia que era de ese alumno suyo que le atraía tanto, no era un hombre galante y refinado como Mr Hatfield, pero lo trataba bien, sabía exactamente dónde estaban sus límites y los respetaba, incluso cuando era tan descaradamente coqueto, siempre mantenía la distancia justa para no incomodarlo y había, entre ellos, un lenguaje. 

De alguna forma se entendían, Black Hat no necesitaba decirle nada para que Flug supiera cuando era apropiado mantener la distancia y cuando era apropiado atacar. 


¡Ah, eso era lo que le gustaba! ¡El sentirse vulnerable, como una presa! ¡Lo hacía temblar entero! 


Pero no se sentía en peligro, sabía por puro instinto que Flug iba a detenerse si se lo pedía, tampoco era como si realmente pudiera hacerle daño, pero en el caso hipotético...


¡Agh! ¡¿Qué haces confiando ciegamente en él?! ¡No seas ridículo!


Pensó, con reprimenda hacia sí mismo, mientras se miraba en el espejo, acomodándose la corbata. 


Iba a darle al Nachzehrer una oportunidad, solo una, si fallaba esa noche, ya no quería saber nada con él. 


Dijo que se quedaría contigo, pero sabes muy bien que solo quiere llevarte a la cama y ya, se irá sin que te enteres, como hacen todos.


Black Hat alejó esos pensamientos como a una mosca molesta, quería disfrutar de su cita, hacía mucho que nadie lo sacaba a cenar, de hecho las pocas veces que había sucedido había sido más por negocios que por placer. 

No era raro para su especie tener citas “románticas” para establecer buenos lazos diplomáticos, aunque lo más común era dar grandes bailes de gala, mientras más personas ricas y poderosas, mejor.


Fue en una fiestas de esas donde conoció a Mr Hatfield, tan galante, lo había sacado a bailar y, a pesar de que el hombre era más bajo que él, Black Hat se había sentido pequeño en sus brazos, vulnerable, como un niño inexperto. 


En su ilusión, Black Hat no reconocía el peligro de esa sensación, de como Hatfield predaba sobre él, sobre su ingenuidad y sus anhelos. 

El demonio, orgulloso, no se daba cuenta de que, incluso a su edad, aún podía tener cierta inocencia y que hombres como Hatfield sabían aprovecharse de ello. 


En cualquier caso, Hatfield estaba lejos de su mente en ese momento. 


Esperó por él en un parque, cuando lo vio llegar no pudo evitar sonreír, lucía adorable.


-Shisui te vistió ¿Verdad?-le dijo, acomodandole un poco mejor el abrigo. 

-¿Por qué ninguno de los dos me dijo que se conocían?-suspiró, sin poder apartar la vista de sus manos. 


Black Hat nada más se encogió de hombros y le ofreció su brazo.


-¿Vamos? Tú dirás por donde-.

-Vamos-se sonrojó levemente al tomar aquel brazo, enlazandolo con el suyo, no acostumbraba hacer ese tipo de cosas con nadie. 


Pasearon brevemente por el parque, disfrutando del aire fresco, hacía un frío agradable, Flug se apegó más a él, compartiendo su calidez. 


-Es de sangre fría ¿Verdad?-.

-Así es-.

-Fascinante-.


El restaurante era elegante pero acogedor, la suave iluminación le daba un aspecto ligeramente sombrío que a ambos les gustaba. Era íntimo, pero no al punto de hacer una primera cita incómoda.

Cuando estuvieron en su mesa, Black Hat miró todo con ojo crítico. 


-¿Cómo pagaste por este lugar?-.

-Ay, no se preocupe por eso-dijo, ocultándose tras el menú.

-¿Le pediste dinero al Brujo?-rió, bajando el menú para poder mirarlo a los ojos-Sabes que es mala idea estar en deuda con él ¿No?-.

-Lo sé de sobra, pero no importa-negó-Dije que iba sacarlo a cenar, asi que aqui estamos, disfrute de ello por favor-. 


Black Hat sonrió, complacido, normalmente era él el que pagaba por todo, por supuesto, tenía dinero y realmente no le molestaba, pero a veces le hacía preguntarse si los mortales realmente gustaban de él o si simplemente estaban ahí para ser consentidos por un hombre rico por un par de horas. 


No era que no supiera de sus propios encantos, pero ninguno de esos mortales, u otros demonios si iba al caso, se tomaba el tiempo de conocerlo en cuanto obtenian lo que querian de él, ya fuese sexo, dinero o riquezas varias. 


Algunos lo habían puesto tan furioso que los había incinerado, reduciendolos a un montoncito de cenizas, de seguro habían creido que escabullirse de su cama mientras dormía iba a salvarlos, pero no, nadie escapaba de él. 


Flug se estaba esforzando, esperaba no tener que castigarlo también, porque no era la primera vez que pensaba “Oh, esta persona está genuinamente interesada en mí” para luego llevarse una decepción. 


Quizás estaba siendo caprichoso, pidiendo demasiado. Era, después de todo, una entidad maligna, apenas calificaba como un demonio porque no había otros como él, no era realmente una persona y era normal no ser tratado como tal ¿No es así? 

Al menos, no se consideraba a sí mismo más que una cosa, una cosa capaz de pensar, pero una cosa.

En su corazón, frío, marchito e irremediablemente frágil, tenía ese deseo secreto, el de ser querido...Amado. 


Decidió mejor dejar de pensar en ello y relajarse. 


Flug en cambió se sentía con mucha confianza en sí mismo, simplemente porque tenía claras sus propias intenciones. 

“-Flug, escuchame bien, te contare algo sobre Black Hat, pero debes prometer no decirle que te dije nada ¿Ok?-.”


Mientras examinaban el menú, la voz de Shisui, una memoria de ese mismo día, llegó de repente. 


“-Lo que Black Hat desea, es romance-dijo con voz cantarina-Dale eso, lo que más desea su corazón, y será todo tuyo-.”


Eso le había dicho y Flug lo pensó durante las horas previas a su cita con él. Se dio cuenta de que, a diferencia de todas sus conquistas, a Black Hat en verdad quería conocerlo, quería algo serio con él, aunque no estaba muy seguro del porque, había un “algo” en él que lo llamaba y una vocecita en su mente que decía. 


“Él es el indicado”. 


El lógico Flug de romance no sabía mucho, nunca nadie había sido romántico con él a decir verdad, Herbert se avergonzaba de él y nunca había podido tomarlo de la mano en publico siquiera, y a Cecilia solo le interesaba verse bien para las fotos, pero en la intimidad era muy poco atenta. 


Así que se esforzó por ser romántico y atento, por hablar con él y conocerlo de verdad, en vez de solo intentar seducirlo, cosa que ya sabía podía hacer y que el deseo era algo recíproco. 


Mientras hablaban, descubriendo que tenían muchos intereses en común, tomó su mano con delicadeza, el corazón le latía muy rápido, en el fondo temía ser rechazado. 


Black Hat, que no dejó de hablar ni gesticular con mano libre, simplemente entrelazó sus dedos sin darse cuenta. 


Una mano era perfecta, delicada y fría como el hielo, la otra era tosca, cubierta de cicatrices y quemaduras y tan cálida que traspasaba la tela de los guantes.


Encajaban perfectamente, entrelazándose como si estuvieran hechos el uno para el otro.


-¿Y ahora qué?-preguntó Flug, indeciso. 


Paseaban nuevamente tomados del brazo, era muy tarde y habían tenido una magnífica velada sin duda. 


-No se-admitió el otro-La pase bien, gracias-le sonrió-Podemos ir a tu casa o a la mía o un hotel-.

-Podríamos-asintió, deteniéndose-Pero no tiene porque ser hoy-.

-¿No es lo que querías?-ladeó la cabeza-Lo que ambos queríamos, si soy sincero-.

-Bueno sí, pero...-le acarició una mejilla-Sabe, las estadísticas muestran que la mayoría de las parejas esperan a la tercera cita-rió.

-¿Eso es lo que quieres?-sujetó la mano sobre su mejilla y besó con delicadeza la palma-¿Que seamos una pareja?-.


Black Hat sentía mariposas en el estómago, esas que creía solo poder sentir con Hatfield. Le gustaba la idea.


-E-eso creo-asintió-Si usted quiere-.

-Podemos intentarlo-asintió también-Pero la próxima cita, de esa me encargo yo-.

-Me parece bien-. 


Se besaron, esta vez con ternura.


Por el momento, eran felices, sin saber que alguien observaba desde las sombras, celoso. 


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