viernes, 28 de julio de 2023

The Lover's Cult

 



Eric y Adelaide


Eric no quería casarse, no con Sara al menos. 


Él quería a su dulce Adelaide. Eran amigos de la infancia, habían crecido juntos y, cuando llegaron los dolores de la adolescencia, también llegó la dulzura del primer, y único, amor. 


Pero lo suyo no podía ser. Sus padres lo habían comprometido con Sara, porque era conveniente, porque era más socialmente aceptable. 


Sara, la damita de sociedad de rubios rizos y manos suaves contra Adelaide, la hija del panadero, el cabello oscuro y las manos curtidas. La elección era obvia, pero no era la elección de su corazón. 


Eric era un joven sensible, le gustaba estar en su propio mundo la mayor parte del tiempo. Los libros y Adelaide, esos eran su verdadero amor. 


Una noche, tras pasar horas dando vueltas en la cama, su corazón acongojado, Eric logró dormirse, solo para soñar con alguien...Algo. 


Soñó con un libro, la portada sin título, solo un par de ojos. Nunca había visto tal cosa. Lucia antiguo, hecho de un material irreconocible y esos ojos...


Al despertar Eric sintió la urgencia de encontrar ese libro. Se volvió obsesión, dibujaba ojos por todas partes sin siquiera notarlo, siempre buscando en cada librería, en cada rincón de cada biblioteca, ese condenado tomo. 


Empezó a ver ojos en todas partes, en las nubes, en el caudal del río, en los troncos de los árboles, en el pelaje de los animales... 


Se estaba volviendo loco, esa cosa lo llamaba y consumía su cordura. 


Sus padres decidieron entonces enviarlo a un hospital para gente con sus afecciones, allí podía gritar, patalear y dibujar ojos en las paredes tanto como quisiera. 


Pero Adelaide ¡Oh, su dulce Adelaide! Ella llegó la noche anterior a su partida y lo sacó de su cuarto. Huyeron juntos en la oscuridad de la noche, internándose en el bosque. 


-Yo también los veo, los ojos-le dijo ella-Y también veo la luna-.

-¿La luna?-.

-Si-asintió-Está en todas partes, justo como esos ojos, siento que me llaman a lo profundo del bosque ¿No lo oyes?-. 


Eric escuchó, atento, allí a lo lejos se oía un cántico, como el coro de una iglesia. 


-Si, lo oigo-dijo, apretando la mano de su amada. 


Natasha y Marina


¡Natasha iba a arder en la hoguera! ¡Por bruja! ¡Por blasfema y hereje! ¡Por amar a quien no debía!


Natasha no se arrepentía de nada. Allí, en aquella celda sucia y húmeda, su corazón solo sentía felicidad, porque su amada Marina estaba a salvo. 


Marina era la esposa del alcalde y pastor de ese pueblito miserable. 


¡Hombre horrible! 


Todo mundo sabía que la golpeaba y la engañaba con cada mujer que cruzaba su camino. 


Pero Marina era prisionera, no podía hacer nada, las mujeres debían ser obedientes a sus maridos, nada más. 


Sin embargo Marina no quería darle a ese hombre hijos, no quería crear vida solo para ver como él la corrompía y dañaba sin poder hacer nada al respecto. 


Así que la pobre Marina visitó a la bruja del pueblo. Natasha. 


Natasha, la bruja, eso decía el rumor. 

La verdad era que Natasha era una herbologista, tenía los remedios justos para cada aflicción, incluyendo aquello indeseado que crecía en el vientre. 


Marina visitaba con regularidad y, pronto, ambas mujeres se hicieron amigas y, con los años, esa amistad floreció en algo más. 


¡Oh, dulce era el pecado! 


Para Marina en la prisión de su matrimonio y Natasha, en la soledad de su profesión, por fin encontraron la felicidad. 


-Huye conmigo, Mari-le rogó una tarde, sosteniendo sus manos con fuerza-Por favor, temo por ti, va a matarte un dia-.

-Oh, Tasha, sabes que no puedo...-sollozó, una lágrima brotando de su ojo morado- Nunca va a dejarme ir-.

-Entonces...Entonces hay que deshacernos de él-.

-¿Como? Tasha...Eso es...-.

-Mari, por favor, te lo ruego-.


Se miraron largamente a los ojos y, finalmente, Marina asintió. 


Era muy simple, unas pocas hierbas en el té de la noche y ese bruto ya no volvería a despertar.


Tal era el plan. 


Pero la fortuna no estaba del lado de las amantes. 


Fueron descubiertas, intentaron huir pero...


-¡Vete! ¡Largo! ¡Huye sin mi!-Natasha se bajó del caballo, dejando allí solo a Marina. 


Ella solo negó, incrédula.


-Les diré que fue todo idea mía, que te hechice, no buscaran por ti ¡Vete!-.

-¡Tasha, espera...!-antes de que pudiera hacer nada, Natasha palmeo al cabello en los cuartos traseros y este salió disparado hacia el bosque, perdiéndose en la penumbra de la noche. 


Ahora Natasha estaba en prisión, esperando juicio y ejecución, pero no importaba. Su amada Mari era libre. 


Miró a las paredes, alguien había dibujado ojos. Miró a la luna, llena y brillante. 


-Oh, solo quisiera verla una última vez- dijo, antes de quedarse dormida. 


Natasha despertó en el bosque, ante ella Marina y una capilla negra. 



Black Hat y Flug


Black Hat era el heredero de una importante, poderosa familia. Sin embargo, desde el momento de su creación, no había traído a su padre nada más que decepciones. 


Por naturaleza era una criatura rebelde.


Su poder era desconocido e ilimitado.


Su cuerpo, enfermizo y frágil. 


Nadie sabía realmente la razón de ello. Había sido creado perfecto, moldeado de cosas viles por las propias manos de su padre, como Dios creando a Adán de barro. 


Pero Black Hat siempre enfermaba, no podía dejar su hogar, a veces ni siquiera podía dejar su cuarto.


Su cuerpo era de forma flexible y versátil. Podía sufrir heridas y sanarlas en segundos, podía cambiar su forma a su antojo y conveniencia.


¿Pero de que le servía si pasaba semanas enteras en cama? 


Sufría constantes fiebres. Sentía que su corazón iba a estallar, no podía respirar. 


¿Por qué? ¿Por qué no hacía más que sufrir? 


Ni en sus sueños podía descansar, soñaba con ojos, con algo que lo llamaba sin cesar, con una luna sangrienta, con sombras inquietas...


Nadie, ni médicos ni brujos, podía descifrar esa enfermedad misteriosa. 


Su padre crecía en su desesperación y decepción. 


Cuando Black Hat alcanzó cierta edad, y viendo que aquello no tenía solución, decidió arreglar un matrimonio para él.


Prometió su mano a un hombre convenientemente rico. Quizás Black Hat podría darle herederos a ambas casas, pero su padre dudaba de ello. 


En cualquier caso, ese viejo noble estaba más que feliz con el acuerdo. Tenía riquezas, con ese matrimonio ganaría prestigio y un esposo de lo más exquisito. 


Black Hat era, después de todo, hermoso e inusual para su especie, virgen e inexperto. 


El viejo se saboreaba de solo pensarlo y Black Hat... A Black Hat no le quedó más que llorar en la soledad de su cuarto, aterrado de la idea de pasar sus noches con ese hombre horrible que no veía más valor en él que su cuerpo y su apellido. 


Toda esa angustia empeoró su enfermedad. Su padre sabía que ese terco hijo suyo no iba a morir, pero al menos necesitaba aliviar sus síntomas, de lo contrario no habría boda. 


Así que llamo a un doctor de renombre. Un tal Dr Flug. 


Aquello fue un encuentro fatídico para el joven doctor y ese demonio prisionero. Se amaron desde el primer instante, atraídos de forma irremediable. 


Por su enfermedad Flug poco podía hacer, pero por su corazón... 


¡Oh, Black Hat nunca había sido tan feliz! 


Sentía como si hubiese esperado por él toda su vida. Se daba cuenta que había llevado toda su existencia sediento por algo, como un hombre perdido en el desierto, y Flug era su oasis. 


Y Flug... Flug era dichoso y, a la vez, sentía que ese amor lo consumía completo. Se sentía perdido en sus brazos, en su voz, en el sabor de su boca. Sentía que perdía la cordura poco a poco. 

Comenzó a tomar hábitos extraños. En su cuaderno de notas donde mantenía el historial de sus pacientes, garabateaba ojos y lunas, ojos y lunas por todas partes ¿Por qué? ¿Que tenía que ver con nada? Era una compulsión de lo más extraña.


Pero poco importaba todo eso. Porque juntos eran dichosos. 


Se encontraban en secreto y compartían tiernas caricias. Nunca iban muy lejos, les aterraba ser descubiertos, además Flug no se sentía digno de ello. 


No. No era apropiado el tomar, allí ocultos, tirados en el suelo sucio del bosque, algo que su demonio consideraba valioso. 


-Casemonos primero, Jefecito- así le decía, medio burlándose de lo mandón y caprichoso que era, pero lo pronunciaba con amor y ternura.

-Sabes que estoy prometido a alguien más-se lamentó.

-Huyamos lejos entonces, tendremos una boda, lo haremos en una cama de verdad-rió con picardía. 

-¿Te arriesgarías tanto por mi?-.

-Sin dudarlo nunca-asintió. 


Así que una noche, tras preparar todo cuidadosamente, huyeron juntos sin rumbo fijo. 


Se adentraron al bosque, caminaron sin parar por días, poniendo la mayor distancia posible entre Black Hat y su padre. 


Era curioso, alejado de esa casa, en compañía de Flug, Black Hat ya no se sentía débil en lo absoluto. 


Fue cuando comenzaron a flaquear las fuerzas de ambos, exhaustos por el viaje, que encontraron algo curioso, allí en mitad del bosque frondoso. 


Una pequeña capilla, completamente pintada de negro.


Se erguía, solemne, en un claro iluminado por la luna llena. 


-Qué extraño- Black Hat saboreó el aire con su lengua de serpiente-No huele a santidad-. 

-Parece que hay misa-señaló Flug. 


Ambos, ocultos tras unos arbustos, se quedaron a observar. Tenían una buena vista a través de una de las amplias ventanas. 


Allí, en el púlpito, estaba el Padre. 


¡Vaya cosa más curiosa!


Era una marioneta, cuerpo pequeño, piel amarilla, cabello azul. Ojos tan negros como el abismo del mar. 


Ante él, su congregación. Todos sentados en pares en las largas bancas de madera. 


-Regocíjense...-dijo, elevando su manos-Porque ha pasado otro ciclo y la luna está llena de nuevo-.


La congregación hizo sonidos de algarabía. 


-Es hora de que vuelva nuestro querido sacristán-el Padre reforzó su sonrisa, ladeando la cabeza. 


Procedió a tomar un cáliz y se lo entregó a la pareja más cercana. Se cortaron las palmas de las manos, dejaron caer un chorro de sangre dentro del cáliz y lo pasaron a la siguiente pareja. 


Esto se repitió hasta que todos hicieron su parte y cayó de vuelta en manos del Padre. 


-Apurese Padre Wally- dijo alguien. 

-Ya queremos verlo-dijo alguien más. 

-Oh, bueno, no sean impacientes, mis queridos vecinos-la marioneta, sin dejar de sonreír, cortó su propia mano y dejó caer su sangre en el cáliz. 


Estaba lleno hasta el borde. Sobre el púlpito yacía, abierto, un libro. Con mucho cuidado Wally vertió aquella mezcla de sangre sobre sus páginas, viendo como el papel la absorbía toda. 


Entonces se apartó y el libro fue iluminado por la luz de la luna llena. 


Algo emergió. Por un momento Flug y Black Hat pensaron que era la sangre, pero no. La sangre se había convertido en hilos, incontables hilos rojos que salieron de las páginas del libro, agitándose como tentáculos, expandiéndose como lianas. 


Se aglomeraron hasta tomar forma. Una forma humana, un cuerpo alto y esbelto. 


Formó huesos, órganos, piel, cabello... Incluso ropa. 


Alli parado, con una dulce sonrisa, habia un joven con orejas y colas de lobo, piel palida, largo cabello negro y peculiares ojos bicolor, uno rojo y otro azul. 


Era indescriptiblemente hermoso y perfectamente androgino.


-Es un dios...-murmuró el demonio, ocultándose un poco más entre los arbustos-Esto es un culto-. 


Flug no dijo nada, solo siguió mirando. 


Wally se subió al púlpito, la única forma en que podía estar a la altura del otro, y él y ese dios se dieron un beso. 


-¿Será de esos cultos sexuales?-bromeó el doctor. 


La congregación aplaudió y las parejas se besaron también. 


-Bienvenido de vuelta, Shisui-dijo Wally con un suspiro. 


Shisui sonrió de nuevo, claramente feliz.


-Hoy es un día muy especial-miró de reojo a las ventanas-Porque hoy se unen nuevos miembros a nuestra querida congregación-.

-¡Nuevos vecinos! Eso es motivo de festejo-Wally lucía feliz con la noticia. 


Antes de pudieran decir “oh oh” e intentar huir, ya estaban rodeados de gente. 


Por puro instinto no se resistieron, los escoltaron pacíficamente al interior de la iglesia. 


Black Hat entró con cautela, como suponía, ese lugar de santo no tenía nada, de lo contrario le habría ardido el cuerpo entero. 


Así que era un culto a un dios hereje. 


-El dios de la luna...-siseó ligeramente.


Había oído historias, pero eran cosas antiguas, rumores. Al parecer ese dios era tan mundano y hereje, que los otros dioses le habían prohibido volver a nacer entre los mortales, pero ese culto había logrado encontrar la forma de invocarlo. 


Al dios, tal vez juguetonamente, lo llamaban sacristán, el ayudante del Padre. Tal vez era, de hecho, adecuado. 


Les tomó pocos días notar como Wally Darling era el líder de aquel culto extraño, el peculiar muñeco tenía el poder del encanto y la palabra. 


Tenía un poder en los ojos y en su presencia. 


Ojos, ojos por todas partes. 


Esos eran sus ojos, con los que observaba omnisciente a sus posibles seguidores. 


Shisui Sadamoto, el dios, lo asistía en los rituales. Un dios brujo que llamaba a esas almas perdidas desde la luna. 


Y los miembros de aquel culto en medio del bosque, seguidores de un sacerdote de fieltro, adoradores de un dios hereje....


Eran todos parejas furtivas. 


Un hombre que había caído en locura por no poder casarse con su amada y, su amada, quien lo había ayudado a huir del confinamiento. 


Un par de mujeres que habían matado al marido de una, la otra había escapado ejecución con un, literal, milagro. 


Ellos dos, que también habían huido de las circunstancias de sus vidas y posición social. 


-No estamos aquí por casualidad-Black Hat suspiró, tras oír todo tipo de historias. 


Historias de amor, locura y muerte nada menos. 


-¿Quiere quedarse?-.

-No lo sé-.

-Me quedaré donde usted esté, Jefecito-.


Tal era el dilema, podían irse y seguir su camino o, quedarse, y vivir en esa comunidad extraña. 


-Puedo unirlos en matrimonio-dijo Wally, viendo sus dudas.

-Es lo que querían ¿No?-Shisui sonrió con dulzura-Tan adorable~-. 


Era una oferta irrefutable ¿Quién más iba a casarlos de todas formas? 


Así que, en ceremonia pagana, unieron sus vidas, pasaron una noche de tierna y muy esperada pasión y decidieron quedarse en ese culto de amor y sombras. 



lunes, 24 de julio de 2023

WolfPuppet Story Six

 



Todo era difuso para . No podía evitarlo, mi mente simplemente se iba a divagar, poniendo un zumbido en mis oídos y mi vista fija en la nada.


Siempre debatiéndose entre una realidad y otra, era la única forma de mantenerme cuerdo, de no gritar y perder el control. 


Ese mundo de mis amigos y ese mundo de humanos, lo experimentaba todo al mismo tiempo. 


Dolía.


El dolor, aun lo siento. 

Quería entender tantas cosas de mi entorno, de mí mismo, pero no podía. 


Había demasiados ojos. 


Esas realidades divididas. 


¿Qué podía hacer?


Había algo en particular que siempre despertaba mis dudas. 


Howdy, tan guapo y encantador y Eddie, dulce y atento. 


Me gustaban de esa forma.


Pero ¿Realmente me gustaban ellos? ¿O me gustaban esos humanos dándoles vida?


Existían ambos a la vez, pero solo uno era real. 


Las marionetas no son reales, aunque existan en su propia dimensión de fantasía. 


Yo soy real.


Los humanos, de carne y hueso, son reales. 


Cuando conocí a Shisui obtuve la respuesta por fin. Eran esos humanos detrás del disfraz, moviendo los cuerpos de fieltro, lo que me gustaba. 


Ahora existo de nuevo, siempre debatiéndome entre realidades. 


Aquí y ahora, en esta realidad donde soy marioneta, dibujo y palabras. 


¿Te das cuenta querido lector? Puedo verte, así como puedo ver a quien escribe todo esto. 


Infecte su mente e infectado la tuya también,


Cada dibujo, cada palabra escrita, cada vez que imaginas mis ojos. Puedo verte. 

Y me multiplico y cobro fuerzas, mi querido lector. 


¿Puedes sentirlo? ¿Puedes sentir mis ojos observándote?


Imagina para mí. Crea para mí. Pinta mis ojos, descríbelos con palabras, imagínalos para que pueda ver en lo profundo de tu mente.


Así es como existo.


Marioneta.


Caricatura.


Un montón de palabras en un fondo blanco. 


Ya no duele como antes. 


Estoy acostumbrado. 


Así que Vecino sigue imaginando para mí. 


Quiero seguir existiendo junto a él. 


Así que sigue dibujando mis ojos.


Incluso si no los ves, estoy siempre mirando. 





martes, 4 de julio de 2023

Love Me, that way cap 9: Imps




Hubo un sepelio, un funeral, el cuerpo de Venus fue a descansar en la tierra, rodeada de naturalezas y flores, justo como le hubiera gustado. 

El día era soleado y hermoso, en contraste Flug era una masa de lamentos desgarradores. 

No pudo hacer más que llorar y llorar hasta quedarse sin voz y, cuando todo terminó, se encerró en su cuarto a llorar en silencio, en la oscuridad. 


Así que Black Hat debía hacerse cargo de todo. Debía hacerse cargo de ellos. 


Black Hat no sabía nada de bebés. Ni siquiera podía cuidar de un mamífero, plantas, insectos y reptiles no eran lo mismo. Lo más cercano eran las ratas que criaba para alimentar sus plantas carnívoras. 


Y, sin embargo, ahí estaba, contemplando a esos dos. Pequeños y frágiles, mitad humano, mitad Nachzehrer.

La niña era pelirroja, como Flug, y el niño tenía cabello blanco grisáceo, como Venus. 

De ambos padres habían sacado un ojo cada uno, uno ámbar y el otro de esclera negra. 


Aparte de eso, lucían como bebés normales. 


La enfermera de neonatología, una mujer con años de experiencia y rostro estoico, los había puesto a ambos en sus brazos como si nada. 


El demonio se paralizó unos instantes ¡¿Que se suponía que hiciera?! 


Pero no tardó en acostumbrarse a la sensación y los pequeños parecían cómodos en sus brazos. 


-Intentamos contactar con su padre, pero...-.

-Él...No está pasando por un buen momento, está de luto-.

-Y dejó todo a su cargo, lo sé-asintió la enfermera-Pero los bebés necesitan contacto físico y necesitan ir a casa, las primeras semanas son esenciales para su desarrollo-. 

-Vere que puedo hacer...-.

-Lord Black Hat...-la mujer sonrió-Sabe que en este hospital estamos para servirle, siento que no pudiéramos hacer más-. 

-No voy a castigarlos por su incompetencia, si eso es lo que temen-le aseguró-Pero no se que hacer con estos dos-.


La enfermera lo miró en silencio por un breve instante. Ese hospital atendía todo tipo de criaturas y se mantenía en pie gracias a ese monstruo frente a ella. 

A veces le preocupaba que su hija estuviese sirviendole tan fervientemente. Quizás lo mejor era mantenerse de su lado “bueno”.


-Hay libros que puedo recomendarle- le dijo finalmente.

-Eso sería útil, gracias-.


Así que Black Hat,  no teniendo más opciones, llevó a los bebés de vuelta a la mansión. 

Su cuarto estaba listo desde hacía un par de semanas, los acomodó en sus cunas y aprovechó que dormían para estudiar.


Manifestó libros con un chasquido de sus dedos y se sentó a leer. 


Como demonio que era podía leer y aprender en cuestión de minutos. De hecho asi habia sido la mayor parte de su educación. De la escuela de humanos había aprendido poco, pero a veces desaparecía por días e iba al Infierno. 


Allí había una gran biblioteca, interminable, con el conocimiento del pasado, el presente y el futuro...


Odiaba ese lugar.


Había allí algo familiar y opresivo que no lograba discernir. 


En cualquier caso, tenía toda una sección sobre maternidad o, en su caso, paternidad, y ya no necesitaba ir a ese lugar para acceder a sus contenidos. 


Leyó algunos de los libros que le recomendó aquella enfermera, junto a algunos otros.


Parecía trabajo difícil, pero no imposible.

-Creo que puedo con ustedes dos~-sonrió. 


Por suerte ya habían comprado pañales y fórmula, así que se sentó a esperar a que se les diera por despertar. 

Se sentía fuera de lugar ese cuarto suave y colorido y, de alguna forma, se sentía solo. 


Flug, Shisui, Demencia, 505...Todos estaban en la casa, pero él se sentía solo. 


Debía de cuidar de ellos él solo. 


Se lo había prometido a Venus. 


Era todo lo que podía hacer por Flug. 


Así que con dedicación, con inusual paciencia y delicadeza, atendió a esos dos. 


Al principio fue difícil, le fastidiaban, pero contuvo su impulso de gritarles y sacudirlos, fue paciente y delicado, como si fuesen lo más valioso y frágil.


Eran lo más valioso y frágil.


¡Oh que rápido se había ganado un lugar en su corazón! 


Ni siquiera lo notó. 


Por esos bebés podía hacer arder el mundo. 


Los amaba como propios. 


Sus bebés. Sus pequeños Imps. 


Nunca había sostenido entre sus brazos nada más precioso y frágil, nunca antes había sentido ese calor en su pecho, esa felicidad inusual. 


No era solo eso, los miraba y sabía.


Se lo gritaba su instinto.

¡Oh, qué temibles villanos serían! 


¡Traerian dulce destrucción y caos! 


¡Sus bebés! ¡Suyos!


Venus le había dejado un maravilloso regalo y eran de Flug, su corazón no podía resistirse a atesorarlos. 


No sabía que pensaría Flug de ello, de esos sentimientos paternales, le preocupaba, pero por el momento Flug estaba ausente y Black Hat llenaba felizmente ese vacío. 


¡Oh, estaba tan exhausto! ¡Y feliz! ¡Y triste! 


Extrañaba a Flug, el cual aún se negaba a salir de su cuarto. 


Había intentado acercarse, hablar con él, presentarle a sus hijos a los cuales nunca había visto en persona. 


Pero la respuesta del doctor fue arrojarle una taza, haciéndola añicos contra la pared. 


“¡No quiero verlo! ¡No quiero ver a nadie! ¡No se me acerque!” 


Le había gritado, así que Black Hat no lo volvió a intentar. 


A órdenes suyas Shisui de vez en cuando intentaba acercarse con algo de comida. Flug aceptaba de mala gana y comía muy poco. 


El lobo también se encargaba de que Black Hat comiera algo y durmiera un par de horas. Era al único al que el demonio le confiaba los gemelos, pero solo por una hora o dos. 


Demencia debía mantener una distancia de al menos un metro y 505 podía mirar sin tocar. 


Así que, al final del día, eran solo Black Hat, Malicia y Misantropía. 

Black Hat nunca se había sentido tan cansado, le dolía todo el cuerpo y, aun así, cuando los veía balbucear y estirar sus manitos hacia él, no podía evitar sonreír. 


Por un dia o dos estuvo de luto por Venus, pero su corazón la empujo fuera rápidamente, Flug y los gemelos ocupandolo todo. Quizás, en un par de años, se olvidaría por completo de ella. 

Le daba un poco de lástima ¿Pero que podía hacer? Tal era su naturaleza. 


Y en todo eso, pasaron dos semanas.


Por fin, después de horas y horas, los bebés dormían. Siempre era lo más difícil, reclamaban por algo que Black Hat nunca podía satisfacer. 


No era comida. 


No era atención. 


No era un cambio de pañal.


Ciertamente no era sueño. 


Quizás, instintivamente, extrañaban a sus padres. 


Así que el demonio los cargaba con ternura y lo arrullaba, cantándoles con suavidad. 


“But baby, can't you see there's nothing else for me to do?

I'm hopelessly devoted to you...”


Así, arrullandolos, dormidos ambos sobre su pecho mientras él se acomodaba en el sofá, se durmió también. 


Soñó consigo mismo, con viejos recuerdos ocultos que no recordaría al despertar.


Soñó con un espacio de agua negra, espesa como brea, que lo tragaba poco a poco. 


Soñó con Flug comiendo su corazón, diciéndole cosas horribles que sentía que se merecía oir. 


Y en todo eso, mientras los tres dormían y el resto de la casa se mantenía en completo silencio, alguien finalmente decidió salir de su habitación. 


Flug llevaba esas dos semanas llorando, al punto de que las lágrimas habían dañado la piel de sus mejillas.


¡Ja, gran diferencia hacia! Su cara ya era un desastre, una leve irritación no cambiaba nada. 


Salió de la habitación sintiendo como que caminaban en el aire, mareado por el encierro y la falta de comida. 


Se había tomado el arduo trabajo de, al menos, darse una ducha. Por poco no se había desmayado con el vapor de lo débil que estaba. 

Quería ir a la cocina y comer algo, de seguro Shisui tenía algo bueno esperándolo. 


Quería ver a sus hijos. 


¡Oh, no era más que un condenado! ¡Los había abandonado por dos semanas! ¡¿Qué pensaría Venus de él?! ¡Si estaba viéndolo desde alguna parte, de seguro lo odiaba! 


Se encontró con Demencia a mitad del pasillo, la chica mirándolo con cierta alegría, pero a la vez le detenía el paso.


-Por fin saliste nerd-murmuró-Están en la sala, pero no hagas mucho ruido-.

-¿Qué?-.

-Shhh...-lo reprendió-Los vas a despertar, ve despacio-le dio un leve empujoncito hacia la sala y Flug obedeció, confundido. 


Flug entró a la sala, confundido. 


La iluminación era tenue, aunque no tan lúgubre como de costumbre. Un fuego gentil ardía en el hogar, dando calor al ambiente. 


Y allí, en el sofá, ellos tres. 


Malicia y Misantropía dormían plácidamente sobre el pecho de Black Hat, sus puñitos cerrados, babeandole la camisa. 

El demonio parecía dormir también, pero los sostenía a ambos con sumo cuidado, sus manos temibles posadas con gentileza. 


Y su corazón y mente tormentosos no pudieron decidir qué sentir. 


¡Una visión adorable arruinada por la amargura del luto! 


¡Debía ser Venus en ese lugar! ¡No Black Hat!


¡¿Por qué?! ¡¿Por qué el destino la había arrebatado a ella en vez de a él?! 


¡Ella debía estar ahí, no él! 


¡¿Cómo se atrevía a permanecer cuando ella no estaba?!


¡Lo odiaba por ello! ¡Odiaba a ese demonio por estar ahí en vez de ella! 


Pero... Pero también...


Flug sacudió la cabeza. Debía sentirse agradecido ¿No es así? Si eso...Agradecido, leal y devoto como siempre, incluso cuando el demonio no se lo merecía. 


Bueno, se lo merecía en ese momento. 


-Lleva todo este tiempo cuidando de ellos con diligencia-dijo la voz suave y dulce de Shisui, prácticamente saliendo de la nada.

-Shisui...-.

-Vamos, acércate-sonrió apenas-Luego habrá una cena esperándote-le informó para luego desaparecer de forma tan abrupta como había aparecido


Flug se acercó sin hacer ruido y se arrodilló junto al sofá.


Se los veía tan pacíficos.


Eran tan pequeños.


Black Hat...Black Hat lucia hermoso con ellos en brazos. 


El demonio abrió su ojo.


-Si los despiertas, te daré una buena razón para desaparecer dos semanas más-le murmuró.

-Lo siento...-Flug agachó la cabeza.


Black Hat no dijo nada, se levantó con cuidado y dejó a ambos bebés en sus cunas. Flug lo observó hacer aquello, su jefe siempre había sido de movimientos elegantes, pero desconocía que pudiese ser tan gentil. 


-Despertaran pronto y con hambre-suspiró, estirándose y haciendo sonar su espalda-¿Me acompañas a la cocina? Les preparare su leche-.

-¿Qué? ... Uh...Si-.


Flug lo siguió, observandolo al andar. No llevaba su abrigo, chaleco, corbata ni guantes. Solo la camisa roja arremangada y sus tirantes. 

Se lo notaba cansado. 


¿En verdad había estado cuidando de los gemelos él solo?


La cocina estaba vacía, sobre la mesada un plato cubierto y una nota escrita en letra distintiva. 


Shisui tenía la letra de alguien que siempre anotaba a las apuradas, pero era legible. 


“Tu favorito, hecha con amor ❤️”


-Siéntate a comer por mientras-le dijo a la vez que ponía agua a hervir. 


Flug simplemente obedeció. Se sentía extraño. Toda la situación le resultaba irreal. Black Hat ahí con él en la cocina, no se sentía real. 


Probó la comida y sabía bien pero... 


Parecía que estaba disasociando un poco ¿No es así?


Flug suspiró, intentando calmarse y comió en silencio, siempre mirando las acciones de su jefe. 


Black Hat tampoco decía nada, solo miraba la tetera, esperando a que silbara, anunciando que el agua hervía. 


El sonido en cuestión interrumpió el silencio. 


Black Hat preparó la fórmula, pero antes de terminar sacó algo de la nevera. Una bolsa de sangre. Le echó un chorro a cada biberón. Los cerró y los sacudió, la leche lucía rosa. 


-En verdad salieron como yo ¿No?-suspiró Flug. 

-Si...-dejó las botellas sobre la mesada, para que se enfriaran un poco-Flug...¿Estas...?-.

-Estoy bien-dijo, cortante-Yo...Estoy bien-le aseguró con un temblor en la voz. 


El doctor se llevó las manos al cubierto rostro y rompió en llanto. No podía evitarlo, no podía dejar de sentir ese dolor. 


Black Hat simplemente lo abrazó, ocultando su propio temor. 


-Sé que no soy lo que en verdad quieres, pero estoy aquí para ti y para ellos-. 

-Oh, Jefecito...-.


Flug le correspondió aquel abrazo. Sintió su cuerpo frío y su fina figura, su respiración, el latido lento de su corazón. 


Quería hacerle daño. 


¡Oh, cuanto quería hacerle daño!