martes, 4 de julio de 2023

Love Me, that way cap 9: Imps




Hubo un sepelio, un funeral, el cuerpo de Venus fue a descansar en la tierra, rodeada de naturalezas y flores, justo como le hubiera gustado. 

El día era soleado y hermoso, en contraste Flug era una masa de lamentos desgarradores. 

No pudo hacer más que llorar y llorar hasta quedarse sin voz y, cuando todo terminó, se encerró en su cuarto a llorar en silencio, en la oscuridad. 


Así que Black Hat debía hacerse cargo de todo. Debía hacerse cargo de ellos. 


Black Hat no sabía nada de bebés. Ni siquiera podía cuidar de un mamífero, plantas, insectos y reptiles no eran lo mismo. Lo más cercano eran las ratas que criaba para alimentar sus plantas carnívoras. 


Y, sin embargo, ahí estaba, contemplando a esos dos. Pequeños y frágiles, mitad humano, mitad Nachzehrer.

La niña era pelirroja, como Flug, y el niño tenía cabello blanco grisáceo, como Venus. 

De ambos padres habían sacado un ojo cada uno, uno ámbar y el otro de esclera negra. 


Aparte de eso, lucían como bebés normales. 


La enfermera de neonatología, una mujer con años de experiencia y rostro estoico, los había puesto a ambos en sus brazos como si nada. 


El demonio se paralizó unos instantes ¡¿Que se suponía que hiciera?! 


Pero no tardó en acostumbrarse a la sensación y los pequeños parecían cómodos en sus brazos. 


-Intentamos contactar con su padre, pero...-.

-Él...No está pasando por un buen momento, está de luto-.

-Y dejó todo a su cargo, lo sé-asintió la enfermera-Pero los bebés necesitan contacto físico y necesitan ir a casa, las primeras semanas son esenciales para su desarrollo-. 

-Vere que puedo hacer...-.

-Lord Black Hat...-la mujer sonrió-Sabe que en este hospital estamos para servirle, siento que no pudiéramos hacer más-. 

-No voy a castigarlos por su incompetencia, si eso es lo que temen-le aseguró-Pero no se que hacer con estos dos-.


La enfermera lo miró en silencio por un breve instante. Ese hospital atendía todo tipo de criaturas y se mantenía en pie gracias a ese monstruo frente a ella. 

A veces le preocupaba que su hija estuviese sirviendole tan fervientemente. Quizás lo mejor era mantenerse de su lado “bueno”.


-Hay libros que puedo recomendarle- le dijo finalmente.

-Eso sería útil, gracias-.


Así que Black Hat,  no teniendo más opciones, llevó a los bebés de vuelta a la mansión. 

Su cuarto estaba listo desde hacía un par de semanas, los acomodó en sus cunas y aprovechó que dormían para estudiar.


Manifestó libros con un chasquido de sus dedos y se sentó a leer. 


Como demonio que era podía leer y aprender en cuestión de minutos. De hecho asi habia sido la mayor parte de su educación. De la escuela de humanos había aprendido poco, pero a veces desaparecía por días e iba al Infierno. 


Allí había una gran biblioteca, interminable, con el conocimiento del pasado, el presente y el futuro...


Odiaba ese lugar.


Había allí algo familiar y opresivo que no lograba discernir. 


En cualquier caso, tenía toda una sección sobre maternidad o, en su caso, paternidad, y ya no necesitaba ir a ese lugar para acceder a sus contenidos. 


Leyó algunos de los libros que le recomendó aquella enfermera, junto a algunos otros.


Parecía trabajo difícil, pero no imposible.

-Creo que puedo con ustedes dos~-sonrió. 


Por suerte ya habían comprado pañales y fórmula, así que se sentó a esperar a que se les diera por despertar. 

Se sentía fuera de lugar ese cuarto suave y colorido y, de alguna forma, se sentía solo. 


Flug, Shisui, Demencia, 505...Todos estaban en la casa, pero él se sentía solo. 


Debía de cuidar de ellos él solo. 


Se lo había prometido a Venus. 


Era todo lo que podía hacer por Flug. 


Así que con dedicación, con inusual paciencia y delicadeza, atendió a esos dos. 


Al principio fue difícil, le fastidiaban, pero contuvo su impulso de gritarles y sacudirlos, fue paciente y delicado, como si fuesen lo más valioso y frágil.


Eran lo más valioso y frágil.


¡Oh que rápido se había ganado un lugar en su corazón! 


Ni siquiera lo notó. 


Por esos bebés podía hacer arder el mundo. 


Los amaba como propios. 


Sus bebés. Sus pequeños Imps. 


Nunca había sostenido entre sus brazos nada más precioso y frágil, nunca antes había sentido ese calor en su pecho, esa felicidad inusual. 


No era solo eso, los miraba y sabía.


Se lo gritaba su instinto.

¡Oh, qué temibles villanos serían! 


¡Traerian dulce destrucción y caos! 


¡Sus bebés! ¡Suyos!


Venus le había dejado un maravilloso regalo y eran de Flug, su corazón no podía resistirse a atesorarlos. 


No sabía que pensaría Flug de ello, de esos sentimientos paternales, le preocupaba, pero por el momento Flug estaba ausente y Black Hat llenaba felizmente ese vacío. 


¡Oh, estaba tan exhausto! ¡Y feliz! ¡Y triste! 


Extrañaba a Flug, el cual aún se negaba a salir de su cuarto. 


Había intentado acercarse, hablar con él, presentarle a sus hijos a los cuales nunca había visto en persona. 


Pero la respuesta del doctor fue arrojarle una taza, haciéndola añicos contra la pared. 


“¡No quiero verlo! ¡No quiero ver a nadie! ¡No se me acerque!” 


Le había gritado, así que Black Hat no lo volvió a intentar. 


A órdenes suyas Shisui de vez en cuando intentaba acercarse con algo de comida. Flug aceptaba de mala gana y comía muy poco. 


El lobo también se encargaba de que Black Hat comiera algo y durmiera un par de horas. Era al único al que el demonio le confiaba los gemelos, pero solo por una hora o dos. 


Demencia debía mantener una distancia de al menos un metro y 505 podía mirar sin tocar. 


Así que, al final del día, eran solo Black Hat, Malicia y Misantropía. 

Black Hat nunca se había sentido tan cansado, le dolía todo el cuerpo y, aun así, cuando los veía balbucear y estirar sus manitos hacia él, no podía evitar sonreír. 


Por un dia o dos estuvo de luto por Venus, pero su corazón la empujo fuera rápidamente, Flug y los gemelos ocupandolo todo. Quizás, en un par de años, se olvidaría por completo de ella. 

Le daba un poco de lástima ¿Pero que podía hacer? Tal era su naturaleza. 


Y en todo eso, pasaron dos semanas.


Por fin, después de horas y horas, los bebés dormían. Siempre era lo más difícil, reclamaban por algo que Black Hat nunca podía satisfacer. 


No era comida. 


No era atención. 


No era un cambio de pañal.


Ciertamente no era sueño. 


Quizás, instintivamente, extrañaban a sus padres. 


Así que el demonio los cargaba con ternura y lo arrullaba, cantándoles con suavidad. 


“But baby, can't you see there's nothing else for me to do?

I'm hopelessly devoted to you...”


Así, arrullandolos, dormidos ambos sobre su pecho mientras él se acomodaba en el sofá, se durmió también. 


Soñó consigo mismo, con viejos recuerdos ocultos que no recordaría al despertar.


Soñó con un espacio de agua negra, espesa como brea, que lo tragaba poco a poco. 


Soñó con Flug comiendo su corazón, diciéndole cosas horribles que sentía que se merecía oir. 


Y en todo eso, mientras los tres dormían y el resto de la casa se mantenía en completo silencio, alguien finalmente decidió salir de su habitación. 


Flug llevaba esas dos semanas llorando, al punto de que las lágrimas habían dañado la piel de sus mejillas.


¡Ja, gran diferencia hacia! Su cara ya era un desastre, una leve irritación no cambiaba nada. 


Salió de la habitación sintiendo como que caminaban en el aire, mareado por el encierro y la falta de comida. 


Se había tomado el arduo trabajo de, al menos, darse una ducha. Por poco no se había desmayado con el vapor de lo débil que estaba. 

Quería ir a la cocina y comer algo, de seguro Shisui tenía algo bueno esperándolo. 


Quería ver a sus hijos. 


¡Oh, no era más que un condenado! ¡Los había abandonado por dos semanas! ¡¿Qué pensaría Venus de él?! ¡Si estaba viéndolo desde alguna parte, de seguro lo odiaba! 


Se encontró con Demencia a mitad del pasillo, la chica mirándolo con cierta alegría, pero a la vez le detenía el paso.


-Por fin saliste nerd-murmuró-Están en la sala, pero no hagas mucho ruido-.

-¿Qué?-.

-Shhh...-lo reprendió-Los vas a despertar, ve despacio-le dio un leve empujoncito hacia la sala y Flug obedeció, confundido. 


Flug entró a la sala, confundido. 


La iluminación era tenue, aunque no tan lúgubre como de costumbre. Un fuego gentil ardía en el hogar, dando calor al ambiente. 


Y allí, en el sofá, ellos tres. 


Malicia y Misantropía dormían plácidamente sobre el pecho de Black Hat, sus puñitos cerrados, babeandole la camisa. 

El demonio parecía dormir también, pero los sostenía a ambos con sumo cuidado, sus manos temibles posadas con gentileza. 


Y su corazón y mente tormentosos no pudieron decidir qué sentir. 


¡Una visión adorable arruinada por la amargura del luto! 


¡Debía ser Venus en ese lugar! ¡No Black Hat!


¡¿Por qué?! ¡¿Por qué el destino la había arrebatado a ella en vez de a él?! 


¡Ella debía estar ahí, no él! 


¡¿Cómo se atrevía a permanecer cuando ella no estaba?!


¡Lo odiaba por ello! ¡Odiaba a ese demonio por estar ahí en vez de ella! 


Pero... Pero también...


Flug sacudió la cabeza. Debía sentirse agradecido ¿No es así? Si eso...Agradecido, leal y devoto como siempre, incluso cuando el demonio no se lo merecía. 


Bueno, se lo merecía en ese momento. 


-Lleva todo este tiempo cuidando de ellos con diligencia-dijo la voz suave y dulce de Shisui, prácticamente saliendo de la nada.

-Shisui...-.

-Vamos, acércate-sonrió apenas-Luego habrá una cena esperándote-le informó para luego desaparecer de forma tan abrupta como había aparecido


Flug se acercó sin hacer ruido y se arrodilló junto al sofá.


Se los veía tan pacíficos.


Eran tan pequeños.


Black Hat...Black Hat lucia hermoso con ellos en brazos. 


El demonio abrió su ojo.


-Si los despiertas, te daré una buena razón para desaparecer dos semanas más-le murmuró.

-Lo siento...-Flug agachó la cabeza.


Black Hat no dijo nada, se levantó con cuidado y dejó a ambos bebés en sus cunas. Flug lo observó hacer aquello, su jefe siempre había sido de movimientos elegantes, pero desconocía que pudiese ser tan gentil. 


-Despertaran pronto y con hambre-suspiró, estirándose y haciendo sonar su espalda-¿Me acompañas a la cocina? Les preparare su leche-.

-¿Qué? ... Uh...Si-.


Flug lo siguió, observandolo al andar. No llevaba su abrigo, chaleco, corbata ni guantes. Solo la camisa roja arremangada y sus tirantes. 

Se lo notaba cansado. 


¿En verdad había estado cuidando de los gemelos él solo?


La cocina estaba vacía, sobre la mesada un plato cubierto y una nota escrita en letra distintiva. 


Shisui tenía la letra de alguien que siempre anotaba a las apuradas, pero era legible. 


“Tu favorito, hecha con amor ❤️”


-Siéntate a comer por mientras-le dijo a la vez que ponía agua a hervir. 


Flug simplemente obedeció. Se sentía extraño. Toda la situación le resultaba irreal. Black Hat ahí con él en la cocina, no se sentía real. 


Probó la comida y sabía bien pero... 


Parecía que estaba disasociando un poco ¿No es así?


Flug suspiró, intentando calmarse y comió en silencio, siempre mirando las acciones de su jefe. 


Black Hat tampoco decía nada, solo miraba la tetera, esperando a que silbara, anunciando que el agua hervía. 


El sonido en cuestión interrumpió el silencio. 


Black Hat preparó la fórmula, pero antes de terminar sacó algo de la nevera. Una bolsa de sangre. Le echó un chorro a cada biberón. Los cerró y los sacudió, la leche lucía rosa. 


-En verdad salieron como yo ¿No?-suspiró Flug. 

-Si...-dejó las botellas sobre la mesada, para que se enfriaran un poco-Flug...¿Estas...?-.

-Estoy bien-dijo, cortante-Yo...Estoy bien-le aseguró con un temblor en la voz. 


El doctor se llevó las manos al cubierto rostro y rompió en llanto. No podía evitarlo, no podía dejar de sentir ese dolor. 


Black Hat simplemente lo abrazó, ocultando su propio temor. 


-Sé que no soy lo que en verdad quieres, pero estoy aquí para ti y para ellos-. 

-Oh, Jefecito...-.


Flug le correspondió aquel abrazo. Sintió su cuerpo frío y su fina figura, su respiración, el latido lento de su corazón. 


Quería hacerle daño. 


¡Oh, cuanto quería hacerle daño!



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