viernes, 17 de mayo de 2024

Love Me, that way cap 13: Sacrificio




El grupo regresó a la mansión en completo silencio, cada quien pensando en sus propias cosas. 


Flug temblaba ligeramente, habían pasado demasiadas cosas, demasiadas emociones y, además, Shisui lo miraba con ojos tan fríos y cortantes que parecía que los podía sentir penetrando en su piel. 


El doctor intentó ir con Black Hat, prefería mucho más hablar con él, pero en cuanto pusieron pie en la mansión, Shisui lo jalo consigo. 


Lo llevo en silencio, sosteniéndolo con firmeza de la muñeca como una madre que lleva a un hijo mal portado, hasta llegar a uno de los tres cuartos que Shisui ocupaba. 


La cocina, su dormitorio, y su taller de pociones. 


Estaban en el tercero. 


Olía a hierbas, las paredes estaban repletas de frascos con contenidos extraños, huesos de animales y cristales. Al contrario del siempre sonriente Shisui, ese lugar era muy tenebroso.


-Shisui, yo...-.


¡Plaf!


Shisui lo calló de una bofetada. 


-Si vuelves a hacer algo así-le dijo, su voz cantarina y dulce sonando ahora fría, mezclada con el gruñido de un animal-Si vuelves a aprovecharte de mi confianza y si vuelves a rompernos el corazón, voy a hacerte sufrir Flug, de maneras que no puedes siquiera a imaginar ¿Entendido?-.


Flug temblaba en su sitio, Shisui era aterrador de una forma que no podía alcanzar a comprender. Por alguna razón pensó “Es un lobo, es un lobo y me va a comer”.

Muchas veces se había preguntado quién o qué era Shisui en realidad, sabía que era un brujo poderoso, pero había algo más en su presencia, en esa dualidad de dulzura y terror, que le hacía pensar que era algo más cercano a Black Hat que a un simple humano con poderes mágicos. 


-E-entendido-asintió. 

-Largo, toma un baño, relájate y ve a hablar con Black Hat-le ordenó.

-S-si-.


Flug le obedeció, tomó una larga ducha, intentando quitarse el olor a perfume. 


Nunca antes se había sentido...culpable...Bueno, tal vez si, pero no de forma tan consciente como en ese momento, no por algo que de hecho era su culpa. 


Había sentido culpa por la muerte de su esposa, pero sabía en el fondo que no era culpa de nadie. Sentía culpa por lo que sea que sentía por Black Hat, pero no había forma de controlar lo que dictaban la mente y el corazón. 


Sin embargo, para sus acciones directas no había excusa y el único responsable era él.


ÉL había decidido irse con Cecilia, ÉL había decidido crear ese perfume para ella, ÉL había usado algo valioso que Shisui le había confiado, y ÉL y nadie más que ÉL había roto la lealtad jurada que tenía hacia Black Hat. 


Mientras pensaba en todo eso, se tallaba la piel con fuerza con su habitual jabón antibacterial, quería oler como sí mismo, a desinfectante y químicos, el aroma de Miss Heed le daba náuseas. 


Mientras Black Hat se paseaba por su oficina como animal enjaulado. 


Pensaba seriamente en que hacer y qué decir, la manifestación de su mente turbulenta se veía en las sombras inquietas y se oía en los suaves murmullos espectrales. 


¿Y si te rechaza? No podrías soportarlo de nuevo...


Le dijo su propia voz, sonando más calma y derrotada de lo habitual. 


Si vuelve a romperte el corazón, ya no podrás recuperarte, vas a ahogarte en tu propia pena...Patético...débil...¿Quién amaría a alguien tan exigente y necesitado? 


Flug entró a la oficina y las sombras inquietas se ocultaron.


-Doctor~-.

-Jefecito-.


Hubo silencio, pero no era incómodo, más bien parecía que ambos pensaban en que decir a continuación. 


-Flug, voy a preguntarte algo y quiero que me contestes sinceramente-. 

-Ok-asintió. 

-Cuando me ves, quieres hacerme daño ¿No es así?-. 


Flug lo miró con sorpresa, su propia verdad le dolía ¿Por qué? ¿Por que cuando lo veia tenia ese impulso? ¿Esa mezcla de querer amarlo y torturarlo? ¿Tan sádicos eran sus deseos? ¿Tan negro era su corazon? 


Flug suspiró y asintió. 


-Te dije que seré lo que sea que necesites que sea-se le acercó y tomó ambas de sus manos-Si me quieres para satisfacer tus deseos más oscuros, para apaciguar tu ira y tu sadismo, puedes hacerlo-. 

-P-pero...-.

-Quiero que seas feliz, que estés en paz, que quieras estar en casa conmigo y con tus hijos, si necesitas usarme para mantener tu mente en paz, entonces hazlo-Black Hat le sonrió, era una sonrisa extraña, algo entre pena y anhelo-Se que te detendrás si te lo pido, con eso me basta-.

-P-por supuesto, n-nunca haría nada en contra de su voluntad, p-pero...-negó-No me lo merezco, traicione su confianza-. 

-Lo hiciste-Black Hat apretó las manos que sostenía y le habló con tono más firme-Y si lo vuelves a hacer, si vuelves a hacerme daño, no te lo perdonare-. 

-Jaja...-Flug no pudo evitar soltar una risita-Lo siento, es que Shisui dijo algo similar-suspiró, de alguna forma su pecho se sentía menos pesado-Está bien, si usted está bien con ello, podemos intentar-. 

-Usame como desees, devorame, juega con mis entrañas, hazme el amor, lo que desees esta bien, solo detente si te lo pido y quédate con nosotros ¿De acuerdo?-.

-De acuerdo-. 


Sellaron ese extraño acuerdo con un beso, uno peculiarmente casto para sus estándares, apenas rozando sus labios cerrados. 


-Aún hueles a perfume-.

-Lo siento-.

-Hn, creo que tengo una idea-.


Esa noche, Flug durmió en una cama repleta. 


Black Hat de un lado, Flug del otro, sus bebés en medio. Olía a ellos, a la familia, al hogar. 


Los días siguientes pasaron en un educado silencio, nadie en la casa decía nada en lo que Flug volvía a acostumbrarse a las rutinas, a ser él mismo y manejar un poco mejor su tiempo y sus adicciones. 


Dejar el alcohol y la ocasional droga recreativa fue sencillo, sin embargo poco podia hacer por sus tres grandes vicios, el trabajo, el cafe y el sexo. 


Si a eso le sumaba que tenía hambre, esa hambre que solo podía saciar con la carne de otro, comenzaba a ponerse ansioso. 


Pero respiraba profundo e intentaba controlarse, trabaja sus largas horas de siempre, pero a un paso tranquilo y sin exigencias, era una suerte que era temporada baja. Aunque pronto llegaría el invierno, con él la navidad y con ello un montón de pedidos e iguales cantidades de estrés. 

Shisui le controlaba sus dosis de cafeína, hipócrita de su parte, pero Flug prefería no hacerle enojar más de lo que ya estaba, además era cierto que su cuerpo necesitaba un descanso, quizás en el futuro podría volver a tomar taza tras taza, pero por ahora era mejor moderarse. 


En cuanto al sexo... Pues Flug prefería no pensar mucho en ello. 


Por el momento se conformaba con dar y recibir afecto físico. Dichosas eran las horas que pasaban acurrucados en el sofá, Black Hat y él, los bebés en sus cunas. 

No había notado cuando había extrañado ese tipo de afecto, esa calidez y ternura. 


Y Black Hat no podía ser más dichoso también. No podía evitar acomodarse a su lado, haciéndose lo más pequeño posible, y ronronear con fuerza, complacido por algo tan simple como el calor de su cuerpo y su brazo rodeandolo con gentileza. 


Si el mundo se detenía en ese instante, solo ellos cuatro, quietos en el tiempo por siempre, sería más que feliz. 


Pero también sabía que Flug lo miraba de reojo y sentía esos extraños arranques de odio ¿Tan despreciable era? Black Hat sabía que era una criatura vil que se merecía el odio de todo lo viviente, pero ... ¿Por qué? Intentaba portarse bien, intentaba controlar sus propias malas costumbres, intentaba no gritarle ni sujetarlo con rudeza cuando lo hacía enfadar, pero Flug parecía incapaz de dejar de sentir rencor hacia él. 


Y, a decir verdad, Flug se preguntaba lo mismo. Sabía que Black Hat estaba intentando, desafiando su propia naturaleza, desde niños siempre había sido agresivo y posesivo con él y con su tiempo, pero desde que habían nacido sus hijos se había vuelto más calmo y dulce, al menos con ellos. 


Pero... Pero lo veía y quería hacerle daño. Lo ponía tan ansioso y hambriento, quería desgarrar su carne y devorarlo completo.


Black Hat le había dado permiso. 


Le daba un poco de miedo, malvados e inescrupulosos como eran, había límites que no cruzaban, el consentimiento era uno de ellos. 


Black Hat podía manipular, hablar dulce veneno al oído de sus clientes y de los miembros de su culto, pero al final las decisiones eran del individuo, él solo les daba un no tan gentil empujón, nunca los obligaba  firmar nada, si les vendían su alma y le juraban servidumbre era todo por voluntad propia. 


Flug era un poco menos “gentil” cuando se trataba de trabajo, las personas se dividían en clientes, empleados y sujetos de estudios y, a veces, una persona podía ser todo a la vez y él las usaba a su antojo. 

Sin embargo cuando se trataba de sexo y comida, Flug tenia dos enfoques diferentes, unos eran para sexo y otros eran para la cena, nunca ambos porque ningun humano en su sano juicio aceptaria voluntariamente el ser devorado vivo. 


Pero Black Hat podía y quería. 


Black Hat era inmortal, podía abrirlo para examinar sus curiosas tripas y hacer todo tipo de experimentos, podía comer la carne tierna y podía follarlo todo a su gusto, porque se iba a regenerar y quedar como si nada. 


Solo debía preguntar y esperar por un sí o un no. 


Flug tenía su brazo alrededor de su jefe, solo descansando ahí sin poner presión, Black Hat ronroneaba con la cabeza contra su pecho, escuchando sus latidos, al parecer. 

El doctor le apretó el brazo ligeramente con su mano y lo acarició con el pulgar, sintiendo los músculos bajo la tela. 


Su cuerpo, su piel, eran un recuerdo lejano. Su jefe siempre había sido delgado, para nada musculoso, pero tenía suaves y tentadoras curvas en los sitios adecuados. 


Recordaba su piel dura pero tersa al tacto, se le hacía agua la boca. 


-Jefecito...-.


Black Hat levantó la vista y lo miró, adivinando exactamente lo que quería. 


-Aprovechemos que están durmiendo-asintió. 


Flug lo tomó con suavidad de la mano y caminaron juntos en silencio por los largos y oscuros pasillos, bajaron al subsuelo, donde Flug tenía su laboratorio, junto a los calabozos. 


Allí se puso un delantal de hule, guantes de látex y preparó varios instrumentos quirúrgicos. 


-Desnúdese por favor-le pidió con una sonrisa. 


Le brillaban los ojos de forma siniestra y Black Hat se estremeció entero. 


Le obedeció y se desnudo completo ¿Hacia cuanto que no estaba desnudo ante él? ¿O ante nadie? Lo ponía un poco ansioso, pero no quería hacerse esperanzas de que Flug iba a hacer otra cosa aparte de jugar con sus entrañas. 


Flug lo tomó en brazos y lo sentó en la camilla de operaciones, por un momento se quedaron así, Flug entre esas tentadoras piernas, con sus manos en la espalda desnuda.


Black Hat no hizo nada, solo lo observó, como esperando por la siguiente instrucción. 


-Puedo intentar usar un sedante, pero no se si funcione con usted-.

-Estaré bien-.

-Lo atare a la mesa, no quiero que use sus garras conmigo por instinto-.

-Está bien-asintió


Black Hat se recostó y Flug ató sus manos y piernas para que no se moviera. 


Se apartó para admirarlo, era tan peculiar y hermoso, todo de su cuerpo le parecía exquisito y siempre, desde niños, había querido abrirlo como al ocasional animal muerto que encontraba en la calle, para aprender cómo funcionaba. 


Sujeto el escalpelo con manos hábiles y le sonrió. 


-¿Listo?-.


Black Hat asintió. 


-Dígame si quiere que me detenga ¿De acuerdo?-,


Black Hat volvió a asentir. 


Las siguientes horas fueron una cacofonía de sonidos obscenos, de carne siendo abierta, de huesos rompiéndose, del masticar de una bestia hambrienta, de gemidos desesperados en una mezcla de dolor y placer. 


Black Hat se retorcia en la mesa mientras Flug examinaba sus tripas y, de vez en cuando, le daba un mordisco, como si probar el sabor de sus diferentes órganos fuese parte de todo el experimento. 


El demonio era feliz de sentir sus manos y su boca tibia, de ser saboreado y deseado. 


Flug era sádico, pero extrañamente gentil, lo cortaba con maestría y siempre le avisaba antes de romper un hueso o extraer un órgano para examinarlo de cerca. 


El ambiente olía a sangre, estaba pesado con violencia y todo tipo de deseos carnales. 


-¿Puedo besarlo?-le preguntó, dejando el bisturí de lado. 

-Por favor...-le dijo con un indiscutible tono de ruego. 


Flug se inclinó sobre él y lo beso en los labios, tanteo con su lengua, pidiendo permiso y Black Hat aceptó la intrusión gustosamente. 

Había extrañado el sabor de su boca, siempre sabía a café. 


A sí mismo Flug había extrañado su sabor también, Black Hat tenía la boca dulce, su lengua juguetona siempre guardaba un sabor a chocolate y alcohol. 


El beso terminó y Flug se apartó un poco para admirar su trabajo, siempre había sido orgulloso de sus habilidades, lo había diseccionado a la perfección, era una obra de arte. 

Le gustaba cada centímetro de él, ahí expuesto y vulnerable, solo para él. Vio cerrarse las heridas, todo volvió a su lugar como si nada...


-En verdad es perfecto, Jefecito-. 


Perfecto era decir poco, era una criatura exquisita sin imperfecciones, como algo diseñado a propósito, tal vez era el caso. 

Tenía una sola marca en el cuerpo y, a decir verdad, ni el propio Black Hat sabía de dónde había salido. 

Una quemadura en el dedo anular de la mano izquierda, como la marca que dejaría un anillo ardiente. 

 

Aparte de eso, Black Hat era auténtica perfección. 


Flug espero a que todo sanará antes de volver a acercarse. 


-¿Le gustaría hacer algo más? Está bien si está cansado-le sonrió. 

-No lo estoy...-lo miró a los ojos, ese brillo lo conocía bien-Sólo...Se gentil, ha pasado tiempo-le pidió, mirando a otro lado, ligeramente avergonzado. 

-Por supuesto-asintió. 


Flug lo tomó en brazos nuevamente, estilo nupcial, y lo dejó con cuidado en un sofá que tenía allí para dormir la siesta durante las largas jornadas laborales. 

No era lujoso ni mucho menos, un simple “loveseat”, pero era bastante cómodo. 


Por un rato solo fueron besos y caricias ansiosas, Flug aun no podía admitir en voz alta cuando había extrañado todo eso, pero sus manos lo delataban. 


Black Hat nada más se dejaba llevar, gimiendo suavemente entre esos besos y caricias. 

Siempre había sido de tenderse ahí y dejar a Flug hacer la mayor parte del trabajo, todo un “pillow princess”, pero a Flug no le molestaba, verlo entregado por completo, retorciéndose de placer, le era más que suficiente. 

Sabía, en el fondo, que era un privilegio solo suyo y que Black Hat no era tan dócil y vulnerable con nadie más. 


Se tomó el tiempo de preparlo con los dedos, su Jefecito era resistente, pero siempre había sido sensible y eso era algo que Flug recordaba bien. 


-Oh Flug... hazlo ya-le suplicó. 


Y Flug le obedeció con gusto, la verdad llevaba rato soportando su propia erección, pero no quería apresurar nada. Ambos sentían la urgencia, sabían, apenas empezaron esos movimientos rítmicos, que no durarían mucho, pero no importaba realmente. 


Black Hat se estremeció completo, era como electricidad, como fuegos artificiales ¡Oh, siempre era como fuegos artificiales! Para él el sexo con Flug era como la danza del mismisimo cosmos, lo hacia sentir tan completo y tan insignificante a la vez y no habia nada más que ellos en ese momento, nada más importaba, Flug era su todo, su universo, y ese placer culminante era como la explosion de las estrellas. 


y Flug sentia que se undia en algo oscuro y frio, algo infinito que lo envolvia en un manto de terciopelo negro, algo que lo sujetaba con firmes tentaculos y lo arrastraba más y más... Era reconfortante, allí todo era seguro, una paz inmensurable, quería fusionarse en uno con él por siempre, para ya nunca sentir amargura o rencor. 


Y así, la rutina y la felicidad volvieron a la mansión. Meses dichosos donde enterraron sus problemas en violencia y lujuria, fingiendo felicidad. 


Esas sesiones de tortura y amor turbulento se hicieron rutina, mantenian a Flug contento y tranquilo y a Black Hat satisfecho o, más bien, conforme. 


Nuevamente podían concentrarse en criar a sus hijos y en crecer su negocio e influencia. 


Esos años habían sido prósperos, pero aun así la intervención de Miss Heed y la constante intromisiones de PEACE eran un problema a resolver, sin embargo la influencia de Black Hat era como un cáncer, consumía lentamente y no se dejaba ver la verdadera extensión de su daño hasta que era muy tarde. 


Un buen ejemplo de ello era el territorio que rodeaba la mansión con forma de sombrero. Las casas más cercanas estaban habitadas por miembros del culto, villanos de renombre y delincuentes con dinero suficiente. 

Varios kilómetros estaban infectados por un ... algo. Una cosa oscura que no se podía ver, pero se podía sentir, se hacía notar en el aire, en las plantas, en los animales.


El bosque cercano se había vuelto una cosa negra, allí desaparecía gente, se escuchaban sonidos extraños y , a pesar de que solo habían pasado poco más de cinco años, ya se corrían rumores, leyendas urbanas sobre las cosas que allí habitaban. 


Lo mismo con la playa, de vez en cuando el agua dejaba en sus orillas un monstruo marino, cosas deformes salidas de los abismos. 


La propia gente, los civiles, se habían vuelto más violentos, más pecaminosos, muchos habían caído en prácticas delictivas, en sectas y cultos, ya fuese el del propio Black Hat o en aquelarres de brujas, cosa que al final era igual, pues estos eran manejados por Shisui. 


PEACE comenzaba a darse cuenta, si Black Hat era cáncer, entonces esa expansión de territorio era un tumor que crecía y crecía, debía ser extirpado tarde o temprano. 


Pero, por ahora ni PEACE ni BHO ni el Culto del Sombrero pensaba en nada de eso. 


Se acercaban las fiestas, la temporada alta para el consumo desmedido y para el aumento de la villanía. 


También hubo un aumento en el trabajo de Flug y un aumento en el mal humor de su jefe. 


Black Hat DETESTABA la Navidad, los meses antes, durante el otoño, su humor era de maravilla, era la estación de las brujas, de los ritos paganos, del Halloween con sus disfraces de demonios y monstruos y el consumo de deliciosos dulces. 


La Navidad le resultaba una aberración, era demasiado feliz, demasiado colorida y santa. Había algo más que le molestaba, pero aún no había puesto el tiempo a razonar que era, ni quería tampoco, ya tenía suficientes dilemas mentales ¡Lo ponía de mal humor y punto! 


Además su Doctor tenía que trabajar como esclavo, en años anteriores lo había obligado a ello, lo había explotado sin remordimientos simplemente para desquitarse, pero ahora le daba algo de culpa, el trabajo era necesario, pero era bien sabido que esas fechas eran para la familia y tanto trabajo lo privaba de ello. 


Sin mencionar que lo ponía bastante... Peculiar. Parecía que el estrés y las enormes, obscenas, cantidades de café lo ponían todo loquito. 


-Es el modo gremlin-bromeaba Shisui. 


Y, tal vez, era chistoso, pero también bastante preocupante que, tras terminar su trabajo del dia, Flug se pusiera a balbucear incoherencias, se quitara la ropa y, literalmente se trepara por las paredes en algo que parecía un delirio inducido por cafeína y quien sabía que más. 


En general era inofensivo, pero cuando llegaba a ese punto era obvio que necesitaba un descanso. 


Cuando, la noche anterior, Black Hat tuvo que bajar a Flug a escobazos del costoso candelabro, decidió que tal vez necesitaba tomarse un día o dos. 


-¿Qué tal si vamos de compras?-le propuso, sirviendo una taza de té caliente y unos huevos revueltos. 


Flug miró el brebaje con desdén, odiaba el té, pero lo aceptó pues se negaban a dejarle beber café, no estaba nada mal eso, que Black Hat le sirviera desayuno en la cama, llevaban un tiempo compartiendo habitación. 


Eran agradables esas cosas, dormir juntos, despertar juntos, desayunar juntos, buscando sus manos sobre la mesa, algo de lo que no se daban cuenta, pero que hacían con naturalidad. 


Esa mañana, sin embargo, estaban solos en el cuarto de ambos, lejos de las miradas intrusas de Shisui, 505 y Demencia, así que Black Hat le dio un beso de buenos días. 


¿Ocultaban su relación? Más o menos, tal vez porque no podían llamar a aquel acuerdo una relación, no eran novios, eran amantes y Flug no parecía muy cómodo en mostrarle afecto cuando había otros presentes. 


Sin embargo lo hacía de todas formas, siempre sin darse cuenta de sus propias acciones, hacia el corazón del demonio revolotear y se iba para seguir con su día como si nada, así que ahora, que estaban solos, Black Hat quería aprovechar para reclamar más de ese cariño furtivo. 


Para su alegría, Flug le devolvió el beso y le sonrió. 


-Suena bien, los gemelos necesitan ropa nueva-. 

-Crecen demasiado rápido-se lamentó el demonio.

-No van a quedarse pequeños por siempre, Jefecito-.

-Pues deberían-replicó, caprichoso, sacándole una risa a su doctor. 

-Creo que, de hecho, crecen más rápido que niños normales-suspiró. 

-¿Crees que hablen pronto? Quiero escucharlos-.


Flug miró su té ¿Que dirían primero? ¿Papá? Por supuesto, no tenían una madre a quien llamar. 


-Es posible-dijo con simpleza. 


Los “imps” como los llamaba tan cariñosamente Black Hat, tenían 10 meses, sin embargo parecía desarrollarse ligeramente más rápido que un bebé humano, ya eran capaces de caminar con bastante firmeza, aunque Black Hat era tan sobreprotector y dedicado que siempre se aseguraba de llevarlos de la mano, sosteniendo sus delicadas manitos en las suyas, tan grandes y peligrosas. 


Flug tomó una de esas manos y entrelazo sus dedos, se sentía fría incluso con guantes, había garras afiladas allí ocultas, sin embargo era delicada y elegante. 

En comparación, sus manos eran toscas y ásperas. 


Flug aun no sabia que sentía por él ni tampoco pensaba en ello, se dejaba guiar por las emociones y, en ese momento, salir a pasear con él tomados de la mano, sonaba de maravilla. 


Así que pusieron a los bebés en sus carreolas y salieron al centro de la ciudad. 


Caía una ligera ventisca, copos pequeños y suaves que se iban acumulando de a poco, la verdad hacía bastante frío, pero ni al doctor ni a los bebés parecía importarles mucho, Black Hat por otro lado...


Flug lo miró con una sonrisa, llevaba un abrigo más grueso de lo normal, bufanda, guantes de lana, lucía adorable. 


El doctor puso una mano sobre la de su jefe mientras empujaban la carriola al mismo tiempo y no dijo nada, solo miró al frente. 


Black Hat sintió su corazon dar un brinco, se cubrio más con la bufanda para que el otro no viera que le ardian las mejillas ¿Es que acaso era idiota? Hacían cosas mucho más...íntimas...casi a diario ¿Por que ese gesto lo hacía sentir así? Le recordaba a cuando eran jóvenes, cuando eran adolescentes sin preocupaciones...


En aquel tiempo, Flug lo había estado usando ¿Verdad? Ahora no era muy diferente, solo que ahora Black Hat era más consciente de ello. 

¿Por que le regalaba afecto entonces? En aquel tiempo y ahora ¿Por que le daba ternura? ¿Por que le tomaba la mano y se acurrucaba con él por horas? ¿Era simplemente su naturaleza o es que disfrutaba jugar con su corazón? 


Lo sabes bien, él cree que no tienes corazón, solo lo hace para satisfacer sus propia necesidad por afecto. 


Black Hat sacudió esas inseguridades como espantando una mosca molesta, quería disfrutar del dia, por sobre todo quería que Flug se relajara y despejara su mente de las cargas laborales. 

El shopping mall de la ciudad era pura opulencia capitalista, era absurdamente enorme y, literalmente, se podía conseguir de todo, incluyendo los productos de BHO, la línea de pociones creada por Shisui y varias tiendas de ropa para villanos, entre otras cosas. 


Pero ese día iban por ropa para bebé, juguetes y, tal vez, alguna que otra decoración navideña, después de todo era la primera navidad de los pequeños, por mucho que Black Hat detestara la festividad. 


Quien los viera desde afuera pensaría que eran una familia de los más feliz, dos papás paseando con un niño y una niña de mejillas regordetas. Lo era, ocasionalmente. 


A Flug nunca dejaba de sorprenderle lo capaz que era Black Hat de expresar ternura, de ser cursi y un poco tonto por sus hijos. Lo veía derretirse cuando hacían la cosa más mundana, les tomaba miles de fotos, les hablaba en un tono ridículo para hacerlos reír. 


Black Hat era un padre excelente, sus niños lo amaban sin duda, siempre buscaban por él mucho más de lo que buscaban por Flug. Cuando querían algo, extendían sus bracitos y sus reclamos hacia Black Hat, no hacía el doctor. 


Aquello no le daba celos, al contrario, le alegraba pero... Pero es que debería haber sido ella en ese lugar, viviendo esos momentos felices y aun así... ¿Por qué sentía que ya no la extrañaba? 


Flug quería ser feliz, pero no podía, se sentía tan...incorrecto. 


Un par de fuertes buaaaaaa, buaaaa lo sacaron de ese pozo mental en el que se había metido, los bebés lloraban, sentados en sus carreolas.  

Llevaban un rato ahí, Black Hat había estado revisando mamelucos con mucho entusiasmo, Flug no hablaba, así que parecía que se habían sentido ignorados. 


-¿Qué pasa?-Black Hat les habló con suavidad, poniendose a su altura y tomando sus manitos. 


Malicia detuvo su llanto y sollozo con algo entre una sonrisa y un puchero, feliz de ver la cara de... 

-Pa...pá-dijo, poniendo su mano libre en el rostro del demonio. 

-Papá-repitió Misa, haciendo lo mismo. 


Su corazón revoloteó de felicidad, pero esa felicidad se apagó en un instante al ver el rostro de Flug, incluso bajo la bolsa de papel se notaba su disgusto. 


-Usted no es su padre-le dijo secamente, con frialdad, una mentira tan venenosa que sonó sincera. 


Black Hat se puso de pie y retrocedió ¡Quería gritarle! ¡Reclamarle por sus palabras crueles! ¡Por su ingratitud! ¡Por negarle su felicidad y el amor de sus hijos! Pero no hizo nada de eso, solo agacho la mirada. 


-A veces, me haces tan infeliz-le dijo, antes de girarse y desaparecer en humo negro. 


Los bebés lloraban de nuevo. 


Black Hat reapareció en el baño del Mall y se encerró en una de las cabinas a vomitar, era una cosa negra como brea ¡Oh, cómo deseaba poder simplemente llorar! Pero en cambio su cuerpo lo atacaba de esa manera, descontento con sus emociones, con su debilidad. 


Vómito hasta quedar sin aire, le temblaba el cuerpo y le dolía el vientre, la cabeza y el corazón. 


Salió a enjuagarse la boca y miró su reflejo, odiaba lo que veía de vuelta, ese monstruo imposible de amar, esas sombras inquietas que lo acosaban con palabras horribles. Esa figura de sí mismo gritándole al oído. 


nunca va a amarte, nunca nunca nunca nunca nunca nunca nunca....


Golpeó el espejo con el puño, quebrándolo, haciendo a las sombras desaparecer, pero las palabras seguían sonando en sus oídos, ensordecedoras... 


Una música repentina lo sacó de su estupor, sonaba lejana, pero de hecho salía de su bolsillo, sacó su celular, Flug lo llamaba, realmente no deseaba atender pero... 


-¿Qué es lo que quieres?-. 

-Jefecito...-Flug sonaba agitado, en el fondo se oían gritos y el llanto de sus hijos-Un héroe...no tengo armas...di-dice que quiere quitarme a los niños, que de se-seguro que me los ro-robe-Flug sonaba al borde del llanto, estaba asustado. 


Black Hat no le contesto, en cambio apareció de vuelta en la tienda, entre un montón de humo y pesadillas, cosas que se retorcían y se lamentaban, que se arrastraban como insectos, serpientes y tentáculos. 


Ante él había un héroe que lo miraba en completo horror. 


Blue Lightning era un héroe de poca monta, un don nadie que simplemente había ido ahí a intentar arrestar a algún ladrón de tiendas, lo último que esperaba encontrarse era al Dr Flug y, mucho menos, esperaba encontrarse al mismísimo Black Hat. 


-Pen-pensé que eran solo historias-murmuró. 

-Ya ves que no, héroe-le siseó, furioso, todo colmillos, su lengua de serpiente danzando con ira. 


El héroe, en un pánico, intentó lanzarle un rayo de electricidad, azul como decía su nombre, pero Black Hat lo repelió como quien espanta una mosca. 


-¿Cómo te atreves?-le dijo, avanzando hacia él-¿Cómo te atreves a amenazar a MI Doctor y a MIS Imps?-. 

-¿Su-Sus que?- Blue Lightning iba retrocediendo, derribando cosas a su paso, ropa y artículos para bebés se desparramaron por todos lados. 

MIS hijos! ¡MIS Imps!-en un parpadeó, lo tuvo sujeto del cuello-Se feliz, héroe, hoy serviras de ejemplo para los que se meten con MI familia!-. 


El aire se inundó de gritos, de sonidos pesadillescos, de carne siendo destrozada, de huesos rompiéndose. 

Black Hat estaba desquitando, desquitandose por su su atrevimiento, pero también desquitandose por todo lo que le dolía, en ese heroe de pacotilla descargó toda su ira y su frustración, hasta que no quedó nada más que una pulpa irreconocible. 


Flug miraba en completa admiración, veía belleza en esa masacre, en esos horrores indescriptibles.
Sus hijos reían y aplaudían, como si aquello fuese de lo más divertido. 


Volvieron a la casa en absoluto silencio, pero Flug necesitaba hablar, debía hablar. 


-Black Hat, por favor, hablemos...-.

-Iré a dar una vuelta, sigueme si quieres-. 


Dejaron a los bebés durmiendo y salieron nuevamente, esta vez al parque. 


Para esa hora ya todo estaba cubierto de blanco, el lago comenzaba a congelarse, pero aun andaban un par de patos, se oían niños jugando en la distancia. 


Black Hat se sentó en una banca y Flug hizo lo mismo. 


-¿Por qué no me amas?-.

-¿Por qué no puede amar al otro?-.


No se miraban, Flug miraba sus propias manos y Black Hat al paisaje. Al lago semi congelado, había ahí un pato solitario, pero en las estaciones cálidas se acercaban cisnes, de las pocas criaturas bellas que poblaban ese territorio. 


-Soy... Soy como los cisnes-dijo y rió para sí, sintiéndose ridículo-Como los lobos...No puedo amar a otro, ni quiero hacerlo tampoco-. 

-Black Hat...-.

-¡¿Por qué no puedes amarme?!-se puso de pie, gritando con desesperación en la voz y la mirada-¡¿Qué tengo que hacer?! ¡¿No me he humillado lo suficiente?! ¡¿Qué estoy haciendo mal?! ¡¿Qué hice mal para que me odies?!-. 


Flug lo abrazó con fuerza, odiaba oírlo gritar, odiaba verlo tan desesperado y patético, rogandole por amor. 

Lo envolvió complemento entre sus brazos, sintiendo su figura de falsa fragilidad, se sentía como que podía romperlo si lo deseaba, de seguro Black Hat se lo permitiría, le permitía tantas cosas a pesar de que era mucho más fuerte, mucho más temible y capaz... 


Flug no era nada en comparación y aun así... Aun así Black Hat se rebajaba por él. 


Porque lo amaba, pero Flug... ¿Qué era lo que él sentía? 


No ha pasado ni un año, y aun así, tú...


Lo estaba apretando con cada vez más fuerza, con odio. Black Hat se lamentó, pero no lo detuvo. 


-¿Hice algo mal? ¿Por qué me odias tanto? ¿Qué hice mal?-le cuestionó antes de desvanecerse en sus brazos. 


Flug miró su cuerpo inconsciente con incredulidad, de repente sintió mucho miedo y solo atinó a gritar. 


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