Era el último trozo de hierba verde, el resto había tomado el tono marchito del otoño o se había cubierto de hojas de colores.
La hierba era tan suave y tierna y los labios de ese demonio tan deliciosos, que Flug consideró que algo así debía de ser el Paraíso.
La hierba era tan suave y tierna y los labios de ese demonio tan deliciosos, que Flug consideró que algo así debía de ser el Paraíso.
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