domingo, 30 de octubre de 2022

30- Dientes:




Black Hat sabe de su propio encanto. Es orgulloso de ello. Le gusta la atención de los mortales, tan fáciles de tentar, una sonrisa, una mirada, un gesto galante, un sutil movimiento de caderas y están a sus pies como adoradores a un dios. 

Flug, siempre inseguro, es profundamente celoso. No es que no confíe en él, más bien no confía en los demás. Nunca falta aquel que se atreve a tocarlo sin permiso, a profesar su deseo y adoración como si nada mientras Black Hat sonríe con vanidad y deleite. 

Pero Flug tiene sus formas de marcar lo que es suyo, de recordarle a Black Hat a quien le pertenece. 

Pues veras, el engañosamente dulce Dr Flug no es humano, bajo esa bolsa oculta una boca llena de colmillos y esos colmillos son de las pocas cosas capaces de atravesar la piel de aquel ser invulnerable. 

En los días que Black Hat elige ser especialmente coqueto con sus clientes, Flug espera, paciente. Sabe que su Jefecito lo hace a propósito, le gusta provocar celos en él. A Flug no le molesta complacerlo. 

Finalmente, cuando están solos, el doctor se acerca con decisión y lo captura en sus brazos, apretando la fina figura con toda la fuerza de la que es capaz.

Black Hat lo permite, siempre sonriente, aferrándose a sus hombros, ansioso y expectante, sabiendo lo que le espera.

El largo abrigo negro termina en el suelo y la camisa de seda roja se abre solo lo suficiente para mostrar su cuello, Flug puede sentirlo, las delicadas venas debajo de la piel, el corazon de aquel ser latiendo un poco más deprisa. 

Flug se quita la bolsa, objeto estorboso para ese tipo de asuntos, y se acerca a su cuello, hablándole en un susurro.

-¿A quién le pertenece? Jefecito- le pregunta, apenas rozando la piel con sus labios.

-Oh~ Me pregunto lo mismo ¿Por que no me lo recuerdas?- contesta, provocativo, tentador. 

Y Flug le clava los dientes, perfora la piel, bebe la sangre y deja una marca que durará por días.

Black Hat se retuerce en esa deliciosa combinación de dolor y placer, gime y aprieta los dientes, salivando con deleite. Le clava las garras en los hombros, dejando sus propias marcas. 

-¿De quién es?- pregunta de nuevo, apenas apartándose lo suficiente para poder hablar.

-Tuyo~ -. 

-Le gusta que se lo recuerde ¿Verdad?-.

-Ciertamente- Black Hat sonríe- Deberías hacerlo más seguido-.


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