lunes, 14 de noviembre de 2022

Admirandote Cap 4: Birdcage



Flug estaba muy confundido, había sido una noche maravillosa hasta que Hatfield los interrumpió, cuando volvió a ver a su demonio lo noto diferente, pero realmente no le dio tiempo de preguntar nada.


-Terminamos-le dijo secamente-Ya tengo lo que quería...Eso creo-.


Y tras decir eso se marchó sin elaborar más, dejándolo solo. El doctor pensó que tendría que volver a casa por su cuenta, pero no fue el caso.


-¿Quieres volver? Flug, esta fiesta ya se agrio-.


Era Shisui, el supuesto sirviente que mantenía la casa de Black Hat en orden. La verdad no era ningún sirviente, era un miembro importante del culto y un ser muy peculiar. 

Era perfectamente androgino, bellos rasgos japoneses, largo cabello azabache, un ojo rojo y otro azul, orejas y cola de lobo decorando el, por otro lado, humano cuerpo. 


Se podía notar con solo verlo que era alguna clase de... Entidad. Flug nunca había sabido muy bien qué sentir por él, era amable y atento, pero también profundamente entrometido y bastante condescendiente, como si supiera todo, quizás lo hacía y ese era justamente el problema. 


-S-si, vamos- aceptó, siguiéndolo.


Salieron de ahí en silencio, hasta subir al carruaje y comenzar el camino de vuelta a casa.


-Amo los caballos- comentó Shisui de forma casual-Los humanos siempre vanaglorian a los perros, pero no habría civilización sin caballos ¿No crees?- rió.


Flug lo miró, Shisui vestia un elegante vestido negro a la vez que un sombrero de copa exactamente igual al de Black Hat y Mr Hatfield. Le recordaba a ambos y eso le molestaba. 


-Puede ser...- dijo, sin saber qué más decirle.

-¿Preocupado? Flug-le sonrió, amable.

-Ya sabes que si- rodó los ojos- Lo sabes todo ¿No es así?-.

-Puedo leer tus emociones, Flug, no tus pensamientos si eso es lo que te preocupa-.

-Lo sé, lo siento- se cruzó de brazos- Black Hat...Estaba raro-.

-Ese niño siempre ha sido tan complicado-suspiró, sacando un abanico y dándose aire-Lo quiero mucho, pero a veces es un verdadero fastidio-. 

-Solo tú llamarías a Black Hat “niño”- lo miró, divertido con ello.

-Lo es, sabes que es joven ¿No? Y lo es mucho más para criaturas inmortales como yo, ha conseguido tanto poder y estatus a pesar de su edad, la perfecta creación del Diablo-suspiró de nuevo-Hay demasiados demonios envidiandolo y demasiados mortales deseando lo que puede ofrecer-. 

-Como Mr Hatfield- gruñó con fastidio.

-Como Mr Hatfield- asintió-Hombre repugnante...- cerró su abanico con agresividad-No se que ve Black Hat en él-.

-Pues preguntale, parece que ya obtuvo lo que tanto quería-.

-Flug...-.

-¡Y me descartó de inmediato! ¡Como si no valiera nada!... No valgo nada-se llevó las manos al rostro, aun semi cubierto por la máscara-¿Por que deje que jugara conmigo?- sollozó.

-Ay, Flug- Shisui le acarició la espalda-Vamos, déjalo salir-.

-¿Por qué tuve que ilusionarme con él? Soy un completo imbécil-lloró con amargura-Y ni siquiera puedo sentirme enfadado con él, porque sabía lo que me esperaba-. 


Shisui lo dejó llorar y lo ayudó a bajar del carruaje cuando llegaron a la casa, sin decirle nada le sirvió café y una porción de pastel. 


-¿Vas a seguir trabajando para él? Flug-.

-Si- contestó, llevándose un trozo de pastel a la boca, no pudo evitar sonreír levemente. 

-Bien, sé que quizás no es la mejor opción para ti y que estoy pidiendo demasiado de alguien como tú, ya sabes siendo un villano y todo-rió-Pero, necesito que lo cuides-.

-¿Black Hat?- lo miró-No necesita de mi protección-. 

-Necesita compañía, un amigo-.

-No se si soy nada de eso para él, soy un juguete a lo mucho-.

-Sabes aun mejor que yo que eso no es cierto-negó-Escucha, si no quieres hacerlo porque lo quieres, entonces puedo ofrecerte algo-.

-¿El que?-.

-Lo que quieras, solo pidelo-su cola de lobo se agitó alegremente.

-... No necesito favores para querer seguir siéndole leal-admitió, derrotado-Pero ¿Por que tenía que ser Hatfield? Cualquier otro habría sido aceptable-.

-El corazón es caprichoso de esa forma, especialmente cuando se es joven-sonrió-Tú lo sabes de sobra, Flug-. 

-Si, lo sé- suspiró- Pero no es justo ¿Por qué no me quiere?-.

-Hn... Bueno, no puedo contestar eso, tienen que resolverlo por su cuenta ustedes dos-lo despeinó con gesto maternal- Termina eso y ve a descansar-. 


Flug le obedeció, agotado. Shisui lo acompañó hasta su cuarto y le dio las buenas noches.

Era la primera vez, en ese año que llevaba viviendo ahí, que el doctor dormía en su propio cuarto. 


Black Hat tenía lo que quería, lo que había buscado, lo que se había ganado con sus acciones.

Estaba en las garras de Hatfield, entre sus blancos dientes, enredado su posesivo abrazo, atrapado en sus palabras venenosas.

Hatfield lo llenaba de halagos, dinero y lujos, a la vez que lo trataba como una herramienta, algo para obtener gloria y fama, un objeto para su propio placer.

Black Hat era un pajarito exotico en una jaula de oro, cantando para su amo todos los días, ansioso por recompensa. 


Pero el joven demonio no asumía nada de eso, estaba convencido de estar enamorado y que, aunque Lucian lo trataba con rudeza y sin cuidado, era correspondido. Era simplemente la forma en que el otro amaba y la forma en que merecía ser amado. 


Aquel humano, un simple mortal, de alguna forma tenía poder sobre él. Era capaz de doblegar su voluntad y convencerlo de todo tipo de cosas, lo usaba a su antojo, lo manipulaba con maestría. 

Quizás había un poco de demonio en Hatfield o quizás simplemente era tan retorcido y vil como solo los humanos eran capaces. 

Sea cual fuere el caso, tenía completo control sobre Black Hat, quizás Black Hat era la oscura fuerza tras el éxito de la organización y del culto, pero era Hatfield quien mandaba.


No podía arriesgarse a que volviera a escapar de su control, no podía arriesgarse a que volviera con Flug o se encaprichara con algún otro, así que lo convenció de que se ocultara, de que ser secretivo y mantenerse en un aire de misterio iba a resultar beneficioso. 

Black Hat rara vez dejaba la casa, o su cuarto si iba al caso, solo Hatfield tenía permiso de entrar y verlo. Flug vivía ahí, pero rara vez veía a su jefe, solo a Lucian entrar y salir a sus anchas. 


Black Hat antes había sido bastante sociable, incluso si era propenso a la ira y al sarcasmo, no tenía problemas en interactuar con otros y ser mínimamente amable si le beneficiaba de alguna forma, pero ahora era un recluso y su único contacto con el mundo era Lucian y este solo lo dejaba salir para reuniones importantes y fiestas donde poder presumir de él. 


Así que pasaba los días solo en su cuarto, bebiendo licores mezclados con veneno para darle sabor y esperaba por Hatfield. Cuando este llegaba corría a sus brazos, hambriento de contacto y afecto.

Hatfield lo tomaba en sus brazos y lo devoraba completo, inundaba su mente de placeres para impedirle pensar, sexo, más alcohol, exquisito opio que mandaba su mente a soñar cosas extrañas por horas. 

Aquel hombre era rudo y egoísta en la cama, pero Black Hat rara vez se quejaba, había aprendido rápidamente a no rogarle por ternura, asi que se dejaba hacer lo que el otro quisiera y su mente entumecida le decía a su cuerpo que lo disfrutara de todas formas. 


No había distinción en el paso del tiempo, allí encerrado, días y noches eran todo lo mismo, el siempre nublado Londres que veía a través de su ventana no le daba una idea de las estaciones y las cortinas estaban siempre cerradas, pasaba las horas en su propia oscuridad, esperando por algun cambio, por Hatfield.


A veces se encontraba extrañando a su doctor, pero prefería no pensar en él, había allí un dolor que no comprendía y no quería llorar, si Lucian lo veía llorar iba a enfadarse con él, iba a llamarlo débil y blando. 

Desde que podía recordar, sus emociones habían estado en una botella y, con el paso del tiempo, las personas a su alrededor se encargaron de sellar esa botella más y más.

La indiferencia de su padre, la crueldad de un hombre que había conocido hacía muchos años y en el que intentaba no pensar.

Había aprendido a no tener muchas emociones, quizás solo demostraciones de ira, ambición, crueldad... Cosas que beneficiaran a su imagen, pero no podía permitirse verse vulnerable, no podía pedir por dulzura y cariño, estaba obligado a gustar de constante dolor y crueldad, a ser miserable y hacer a otros miserables. 


El único que conocía otro lado de él, el que era tierno y dócil, era Flug. 


Flug estaba, por supuesto, preocupado pero ¿Qué podía hacer? Tanto Black Hat como Hatfield tenían autoridad sobre él, no podía hacer más que seguir órdenes y no entrometerse.

Aun así, con muchas dudas y miedo, se arriesgó esa noche a entrar al cuarto de su jefe. Era la primera vez en meses, casi un año, que Hatfield no estaba, era su única oportunidad.

Golpeo levemente primero, pero no obtuvo respuesta. Intentó abrir la puerta, pero obviamente estaba cerrada con llave, así que recurrió a forzar la cerradura.

Abrió despacio, asomándose con cautela.


-¿Jefecito?-.

-Vete...-.


Flug decidió no obedecer esta vez. Entró al cuarto y miró a su alrededor sin decir nada al principio.

Había botellas vacías por todos lados, en el aire podía olerse lo que Flug sabía era opio, un intenso aroma a algo similar a vainilla. 

Black Hat estaba en su silla, vistiendo nada más que su bata de seda.

Lucia miserable y Flug sintió su corazón romperse. 


-Ay, Jefecito-se acercó y, arrodillándose ante él, le puso una mano en la mejilla.

-Te dije que te fueras- le gruñó-Largo-.

-No voy a ir a ningún lado- frunció el ceño, molesto-Le voy a preparar un baño- se puso de pie- Y vamos a ventilar este cuarto...- abrió las cortinas de un tirón y abrió la ventana.


Afuera era pleno invierno, pero no importaba, era aire fresco. 


Black Hat lo miró sin decir nada, resignado, demasiado cansado como para oponerse.

Flug preparó el baño tan rápido como pudo y tomó al otro en brazos sin más, siempre había sido ligero como una pluma y, a decir verdad, lo notaba más delgado que antes. 

Black Hat se aferró a él, había extrañado esos brazos, pero continuó con su silencio y dejó que Flug lo llevara.


Lo metió a la bañera, llena de agua cálida y jabón perfumado, lo ayudó a lavarse el cabello azabache, siempre teniendo cuidado con los delicados cuernos que le decoraban la cabeza, y le fregó la espalda. 

El demonio ronroneaba levemente, cerrando su ojo, a gusto. 

Tras eso lo dejó solo unos momentos, para ordenar el desastroso cuarto.


Sacó cajas repletas de botellas de licor, sacudió el polvo que se había asentado en los muebles y cambió las sábanas de la cama. Luego le pediría ayuda a Shisui para limpiar más a fondo. 


Regresó por él, Black Hat estaba abrazándose las piernas, mirando el agua sin expresión alguna.

Flug se lo quedó mirando, preocupado. Había visto eso antes, en las calles era común, adictos y desahuciados que no hacían más que mirar la nada por horas.

Sintió su corazón romperse de nuevo.

Lo ayudó a salir, temeroso de que se cayera, aunque realmente si lo hacía no iba a hacerse daño, pero no iba a arriesgarse.


-Dejame, puedo solo- le dijo, evadiendo su mirada.

-Ok- le dio su toalla y su bata y se quedó ahí, vigilante.


Cuando estuvo listo, volvió a tomarlo en brazos y lo llevó hasta la cama, dejándolo ahí con cuidado. 


-Llamaré a Shisui para que prepare una sopa ¿Que le parece?-le sonrió.

-No tengo hambre-.

-Pues ni modo, porque va a comer igual, es mi paciente ahora-lo reprendió.

-Si Mr Hatfield te ve, va a matarte- se acomodó en la cama, mirando el techo, el mundo le daba vueltas. 

-Pues por suerte para mi, Mr Hatfield...- dijo con desprecio, rodando los ojos- Está de viaje por un par días, así que haré lo necesario-.

-... Está bien-. 


El doctor lo arropó, dejándolo lo más cómodo posible, le dio mimos hasta hacerlo dormir y se marchó, necesitaba contactar con Shisui. 

Black Hat se quedó calentito y a gusto, ya sin enterarse de nada más, en paz después de tanto tiempo. 


Flug salió al frío de la noche, furioso, dolido y con ganas de prenderle fuego a toda esa condenada ciudad, pero no podía hacer eso, en cambió fue en busca de Shisui, no sabía muy bien donde encontrarlo, el sujeto sólo...Aparecía cuando lo necesitaban. 


Sabía que frecuentaba bares y fumaderos de opio, Shisui podía lucir muy elegante y delicado, pero era todo un adicto, lo cual era particularmente útil, considerando la situación en la que se encontraba Black Hat. El doctor estaba seguro de que Shisui sabría qué hacer.


Entró a un bar y, en efecto, Shisui estaba ahí. Vestía, como era usual, de mujer. Parecia siempre una dama de luto, con sus vestidos negros, aunque tambien lucia el sombrero de copa, tan distintivo.


-¿Me buscabas? Flug-le sonrió desde la barra, agitando un vaso de whisky. 

-Ya sabes que sí- suspiró con fastidio- Sabelotodo-.

-Solo llévame con él-. 


Shisui actuaba como un doctor, aunque lo más correcto era decir que era un curandero, un médico brujo tal vez. Así le decían en todo caso, El Brujo. 

Examinó al durmiente Black Hat con gestos delicados, apenas tocándolo, sintió su pulso.


-Eso es débil incluso para él-.


Y su temperatura.


-Demasiado tibio...-.


Lo miró largamente, como observando algo más que su físico, se paseó por el cuarto, examinando y tocando cosas al azar.


-Es muy difícil crear adicción en un demonio, Hatfield sabe lo que hace-suspiró.

-Voy a destriparlo- Flug estaba sentado en la cama, clavandose las uñas en las rodillas. 

-Espera un poco para eso, Flug-rió- Curemos a Black Hat primero, sanar su cuerpo va a ser fácil, su mente y su corazón por otro lado, no te doy garantías-. 

-¿Por qué le hizo esto?- le acarició el rostro, había extrañado la sensación de esa piel de serpiente, pero se sentía anormalmente cálido.

-¿Para qué más? Para tenerlo bajo su control- volvió a mirar la durmiente figura, se lo veía pacifico por el momento-Pero Black Hat no lo ve así, el capricho de su corazón lo ha convencido de cosas que no son-. 



No se podía sanar a un demonio con medicina convencional, se necesitaban todo tipo de rituales, pociones y la quema de hierbas extrañas y aun así, todo lo que Shisui podía hacer era desintoxicar su cuerpo, tendría que lidiar el solo con la adicción, aunque podía ayudarle con cierta pociones, y en cuanto a aliviar las penas de su mente y su corazón...Pues eso era asunto de Black Hat y de Flug.

El problema era que no tenían mucho tiempo, Hatfield solo estaría lejos tres días, tal vez si lograban convencer a Black Hat de huir a alguna parte...


-Ni lo sueñes ¡Dejame!- Black Hat se debatía en brazos de Flug, negándose a tomar más medicina, ofendido por la propuesta de huir. 

-Jefecito, por favor...-.


Estaban en la cama, luchando. Black Hat estaba demasiado debil como para apartar al doctor, aquello era tortura ¡Queria su alcohol, su opio y su Mr Hatfield! ¡No a esos dos intrusos! 


-¡Déjame! ¡No te necesito! ¡Solo necesito a mi Mr Hatfield!-se lamentó, terco, su mente hecha un lio, no del todo despierto aun. 

-¡¿Es que no se da cuenta de lo que ha hecho con usted?!-lo azotó contra la cama, sujetándolo de las muñecas.

-Nada más estás celoso- le siseó con desprecio, apenas forcejeando.

-¿Y que si lo estoy?-Flug rió con amargura-No cambia lo que siento por usted, ni mucho menos cambia lo que Hatfield ha estado haciéndole-.

-¿Y que ha estado haciendo según tú? Doctor-.

-Usandolo, envenenandolo, manteniéndolo encerrado como una avecilla-.

-...Es así como debe ser-ladeó el rostro, no queriendo ver al otro y ver la realidad. 

-No lo es-.

-No es la primera vez que me encierran, es así como es para mí-intentó soltarse vanamente.

-¿Qué dice?-.

-No es tu asunto-.

-Flug, dejalo-Shisui apartó al doctor y suspiró-Esto es agotador, no hay nada más terco que un demonio, en especial uno sin la mente en su lugar-. 


Flug se apartó de mala gana, se quedó acostado a su lado, molesto y sintiéndose derrotado. 


-No necesito su ayuda-.

-Tienes una adicción, Black Hat-.

-Puedo dejarlo cuando quiera-le replicó-Además, no eres quien para criticarme-.

-A mi no me mantiene cautivo mi amante-resopló. 

-Es así como es para mí- repitió y se tapó hasta la cabeza, como un niño.


Flug suspiró y lo abrazó, quería llorar, pero no se lo permitió. Estaba frustrado, pero le molestaba más ver al otro sufrir y no poder hacer nada, él no se dejaba, demasiado terco, demasiado sumido en sus adicciones y su amor por Hatfield. 

Así que sencillamente siguieron con las pociones y los rituales, para al menos alejarlo de su dependencia a las drogas, quizas asi su mente no estaría tan entumecida y sería capaz de ver lo que Hatfield estaba haciendo de él. 


La noche del segundo día, Flug se despertó para encontrar la habitación vacía, Black Hat no estaba.

Salió de ahí con pánico, preguntándose a donde había ido ¿Había ido en busca de Hatfield? ¿De más drogas? 


-Te he dicho que no pasees por la casa tu solo-la áspera voz lo reprendió apenas entró a la cocina.

-Jefecito...- suspiró-Ay, que alivio-dijo llevándose una mano al pecho. 

-Solo quería café- le mostró una taza.

-Oh, me hubiera dicho-.

-Puedo cuidarme solo, Flug-se sentó a la mesa de la cocina-Ahora, al menos-.

-¿Se siente mejor?-Flug se sentó también.

-Puedo pensar con más claridad-.


Flug lo miró, no sabiendo muy bien qué decir, sentía que si decía lo que estaba pensando el demonio iba a enfadarse, que aún estaba a la defensiva, así que solo esperó a que volviera a hablar. 


-Se lo que piensas, Flug, que Hatfield me usa-Black Hat miraba el oscuro líquido dentro de la taza. 

-...-.

-Pero, es que es así es como es para mi-.

-Ya ha dicho eso antes, no entiendo a que se refiere-.

-Mi padre, mi ex esposo, Hatfield, todos me han mantenido cautivo de alguna forma, cuando alguien me ama es lo que hacen, me encierran para que no vaya a ninguna parte, para poder vigilarme y forzarme a que haga lo que a ellos les parece-. 

-Black Hat eso no es... No es como el amor funciona-negó.

-Lo es para mi-rió, sonando a amarga locura-Amor es control, dolor, una jaula de mis propias emociones, es tortura y la perdida de mi voluntad...-se largó a llorar, sus lágrimas cayendo en el café, sus lamentos ahogados, intentando reprimirlos. 


Flug corrió a abrazarlo, no le dijo nada, solo lo sostuvo y acarició su espalda.


-Pensé que Hatfield sería diferente, porque nos parecemos, pensé que él iba a entender...-.

-Oh, Jefecito, ese hombre no lo merece-.


Black Hat negó enérgicamente.


-Soy yo el que no merece a nadie, corrompo todo lo que toco, sacó lo peor de las personas que se me acercan demasiado-.

-Él era así de horrible antes de conocerlo- le tomó el rostro entre sus manos-Y aunque así fuese, aunque usted de alguna forma tenga influencia en su comportamiento, no justifica lo que le ha hecho-. 

-Es así como es para mi- repitió tercamente.

-Deje de decir eso, no es verdad...- sollozó-Yo lo amo y no quiero mantenerlo encerrado, ni aprovecharme de usted, ni cambiar lo que es-. 

-Oh, Flug...- dijo entre llantos y ahogados lamentos-Llevame lejos-.



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