jueves, 24 de noviembre de 2022

Admirandote Cap 5: Hambre

 




Era una cabaña acogedora en medio del bosque, de las montañas nevadas. Frente a la misma un lago congelado. Todo era blanco hasta donde alcanzaba la vista. Pacifico silencio, perfecta solitud. 


Black Hat estaba en la cama más blandita del mundo, calentito y cómodo, por el momento no había preocupaciones, solo esa comodidad. 

Flug lo abrazaba, protector. 


El demonio soñaba con cosas vagas, sueños difusos, viejas memorias mezcladas unas con otras. 

Había vivido tanto y tan poco, prácticamente un niño para su especie, criatura antigua para los mortales, pero eso era solo en edad, mentalmente tenía esa ingenuidad de los veintes, ese orgullo que le decía que podía pasarle al mundo por encima y nada malo iba a sucederle. 


Había aprendido su lección. 


Los humanos eran despreciables, al menos los demonios eran conscientes de su propia naturaleza, eran malos y punto. Los humanos fingían bondad, dulzura y cariño, decían hacer cosas por el bien de otros cuando era solo por su beneficio.

Incluso un hombre sin escrúpulos ni vergüenza como Hatfield, que admitía abiertamente ser corrupto y vil, había decidido manipularlo con efectos para obtener lo que quería de él. Black Hat se lo había permitido, ingenuo y creyéndose enamorado y correspondido. 


Flug en cambio...


Flug, que alguna vez había sido humano pero ahora era un ser semi inmortal, él era diferente. Había maldad y una inmensa crueldad en él, frío y calculador cuando se trataba de ciencia, sin compasión por aquellos por quienes sentía rencor, pero también era genuinamente dulce y cariñoso, sincero y leal. 


Quizás Black Hat estaba siendo ingenuo de nuevo, ansioso de ser querido, o quizás eso era amor de verdad. No lo sabía, nuevamente solo quedaba ver qué pasaba. 


Abrió su ojo y se encontró con el rostro durmiente de su doctor. Despeinado cabello rojo, pálida piel llena de cicatrices, bajo los párpados de espesas pestañas, ojos de esclera negra e iris y pupila de brillante blanco.

Le gustaba mucho. 


Flug estaba apretando los dientes, llevaba unos días así, rechinando los afilados colmillos mientras dormía. Black Hat sospechaba que tenía hambre. 

La especie de Flug era peculiar, necesitaba alimentarse de los vivos, simples animales no eran suficiente para saciarlo, pero no había más personas alrededor y parecía que incluso los venados habían aprendido a no acercarse a la cabaña. 


Ya llevaban allí varios días, aunque el tiempo parecía haberse detenido de alguna forma, la quietud del lugar daba la ilusión de que los días pasaban lentos y que estaban atascados en un eterno invierno.

Bueno, quizás no era una ilusión, todo ese territorio pertenecía a Shisui y a ninguno de los dos le habría sorprendido si realmente era el caso que allí el tiempo no transcurría con normalidad. 


Black Hat lo sacudió para que despertara y dejará de rechinar los dientes, Flug despertó con un ligero sobresalto.


-Mmm Jefecito...-bostezó-Soñaba que comía un delicioso hígado-suspiró.

-Especialmente fresco, me imagino-sonrió.

-Yeah, aún estaba gritando el pobre infeliz-se frotó un ojo y se sentó en la cama-¿Desayuno?-le sonrió.


Black Hat negó.


-Tiene que comer, se adelgazó bastante y ya de por si era flaco-rió.

-Esta bien...- rodó su ojo-Pero algo liviano-.

-Bien...- le dio un beso y salió de la cama, claramente bastante animado. 


Black Hat lo miró marchar y suspiró, temía que si su doctor seguía pasando hambre iba a perder la cordura, eso sería una lástima, su mente era muy valiosa y la pérdida de su personalidad sería una verdadera tragedia.

Pero, si no había personas, ni mucho menos humanos alrededor ¿Entonces que?


El demonio se sentó y se miró a sí mismo. Era cierto que estaba un poco más delgado de lo que debería, podía sentir sus costillas, pero aun tenía carne y tripas y podía regenerarse tantas veces como fuese necesario. 

Si ¿Por qué no? No era tan nutritivo como un humano, pero tenía que servir ¿Verdad?


Flug regresó con el desayuno, pero antes de que pudiera acomodarse, Black Hat se lo quitó de las manos y lo dejó sobre el velador.


-Comeme~ -. 


Flug no dudó un segundo, prácticamente se le tiró encima, aprisionandolo contra la cama, y le clavó los dientes en el cuello con premura. 

Había saboreado su sangre antes, exquisita y espesa, pero nunca había tenido permiso de comer su carne


Black Hat gimió y lo apretó con sus piernas, se sentía bien ser mordido. Era dolor y placer. 


Flug bebió un poco de su sangre y se apartó.


-Dígame si quiere que me detenga ¿Si?-.


Black Hat nada más asintió. 


Flug volvió a morderle el cuello mientras lo sostenía gentilmente de las muñecas, le clavó los dientes profundo y con cuidado, Black Hat emitía leves sonidos debajo suyo, podía sentir su cuerpo debatirse entre esa mezcla de dolor y placer, el doctor nada más sonrió para sí y le arrancó un trozo. 


¡Oh, nunca había probado nada más exquisito! Su carne era suave, entre dulce y amarga, había ahí un leve sabor a algo peligroso, algún tipo de toxina o veneno, pero el doctor prefirió ignorarlo y tragó con deleite. 


Black Hat lo apretó con sus piernas con más fuerza que antes y lo miró, pidiendo por más. Le gustaba la intimidad del momento, el placer, el dolor, lo mucho que confiaba en él, como sabía que Flug iba a parar si se lo pedía, que iba a darle tanto placer o dolor como deseara. 


Flug le lamió la herida y observó, fascinado, cómo se cerraba de inmediato. Dejó un camino de besos, que hicieron al demonio retorcerse de gusto, hasta llegar al plano vientre, lo mordió allí con fuerza, ansioso por saborear las tiernas entrañas. 


-Mi Doctor~...- se le escapó decir, entre gemidos y ronroneos- Te extrañe- admitió, viendo como el otro le devoraba los órganos.

-¿Me extrañó? Jefecito- Flug lo examinaba con interés, tenía los órganos de cualquier ser vivo, pero había pequeñas diferencias aquí y allá, deseaba poder examinarlo más a fondo, bajo la luz del laboratorio, pero por el momento solo iba a saciar su hambre y desquitarse un poco. 


Lo devoró con gusto sin decirle más nada, lo escuchó gritar y gemir y lo retuvo para que dejara de retorcerse innecesariamente. Lo trataba con toda la gentileza de la que era capaz, escuchando atentamente por un “detente” entre todos esos gemidos de placer, pero eso nunca pasó, así que siguió alimentándose a su gusto, había sangre por todos lados, las una vez blancas sábanas teñidas de profundo carmín. 


Black Hat estaba feliz, extasiado, aunque no podía hacer más que mirar el techo y sentir la boca cálida del otro devorar su cuerpo entero, estaba contento con ello, esa intimidad, esa confianza, lo hacían dichoso. 


No había ni habría nadie más en el mundo al que le permitiría semejante cosa, servir de presa voluntariamente, sabiendo que el otro tenía su consentimiento como prioridad, seguramente nunca volvería a encontrar algo así, Flug era e iba ser el único. 


Black Hat durmió el día entero tras eso. Flug tuvo que sacarlo de la cama para poder limpiar todo el desastre y el demonio parecía un muñeco de trapo, pero estaba bien, el doctor sabía que solo estaba terminando de sanar y estaría bien en la mañana. 


Y así, los días siguieron pasando, lentos y pacíficos, solo ellos dos. 

Dichosas eran las horas juntos, había un pensamiento que compartían, aunque nunca lo decían en voz alta. No merecían esa felicidad.

Personas como ellos, no merecían sentir amor y dicha, ni confort, ni calidez, ni todas esas cosas tiernas.

Black Hat especialmente, consideraba que no podía ni debía sentir nada de eso para empezar, pero ahí estaba y parecía inevitable. 


No estaba mal ¿No es así? No estaban violando alguna clase de ley natural o algo por el estilo ¿Verdad? 


Sentían que por el otro podían hacer el mundo arder, ninguno de los dos tenía compasión o afecto por otros seres, la soledad de esas montañas los había hecho notar que solo se necesitaban el uno al otro. 

El demonio podía tener seguidores, adoradores, aliados y colegas, pero podía mandarlos a todos a las entrañas del averno sin duda ni culpas de ser necesario, no podía hacer lo mismo con su doctor. 


Ese día en particular Black Hat salió al frío de la mañana, era muy temprano, pero necesitaba fumar y no le gustaba hacerlo dentro de la cabaña, su doctor era particularmente sensible y se le daba por toser sin cesar, sospechaba que había sido asmatico antes de perder su humanidad y aquello era un viejo reflejo. 


Encendió el cigarro y se quedó a contemplar el paisaje, preguntando si estaba bien desear aquella vida simple y sin preocupaciones, estaba en su naturaleza el ser ambicioso, el querer más, siempre en busca de poder y progreso, pero un poco de lo contrario no estaba nada mal, eran como vacaciones y, a decir verdad, nunca habia tomado unas. 


Expulsó el humo, viéndolo ascender y desaparecer. Ya no deseaba fumar opio, pero su gusto por el alcohol y los venenos aún estaba ahí, podía lidiar con eso, al menos no nublaban su mente como aquella droga repugnante. 

No entendía como Hatfield, un simple humano, había logrado envolverlo, envenenarlo, creandole adicción y codependencia ¡Oh cuando lo viera de nuevo! ¡Toda su furia iba a caer sobre él! 


Un par de brazos lo abrazaron por detrás, apretando la fina figura y unos dientes traviesos le mordieron la nuca.


-Ay, Jefecito, vuelva a la cama-se lamentó el doctor, hablando contra su cuello.

-Doctor~-le ronroneó-No te mal acostumbres, es hora de volver a casa-.

-... ¿Puede ser después del mediodía? Quiero dormir-lo apretó más.


Black Hat no pudo evitar reír.


-Me parece bien-. 



El regresó a la ciudad no iba a ser tan simple, sabían de sobra que Hatfield tenía sus propios aliados dentro de la organización que de seguro no estaban nada de felices con la desaparición de su herramienta principal. 

No era como que Black Hat no podía, simplemente, asesinarlos a todos con un chasquido de sus dedos, pero no quería eso, tenía un punto débil por lo teatral, quería las cosas a su manera, como no habían sido por un largo tiempo, les iba a dar una buena y dura lección. 


-Bueno, me hubiera gustado que disfrutaran de sus vacaciones románticas un poco más, que aprovecharán el tiempo, pero que se le va a hacer-Shisui dibujaba un círculo en las maderas del suelo de la cabaña.

-Aprovechamos bastante-le aseguró Flug-¿Verdad? Jefecito-.

-Ciertamente- sonrió.


El demonio, sin duda, consideraba que ser devorado en todos los sentidos a diario por un doctor con mucha stamina era una excelente definición de “aprovechar el tiempo”


-Bueno, está listo-Shisui se puso de pie y se sacudió las manos-Sujetense, no quiero que se pierdan-.

-¿Qué va a pasar exactamente?-Flug miraba el círculo de extraños símbolos sobre el que estaban parados, no tenía mucho conocimiento de esos temas.

-Oh, ya verás-Black Hat lo tomó del brazo con firmeza.

-Es divertido- Shisui rió y lo tomó del otro brazo-¿Listo? 3...2...1...-.


Shisui pisó con fuerza y el suelo debajo de ellos desapareció.

Caían y caían por un largo túnel, una madriguera como la de Alicia en el País de las Maravillas, a su alrededor había objetos de todo tipo y extraños sonidos imposibles de definir. 

Flug comenzaba a marearse, desorientado, no sabía si subía o bajaba, había momentos que incluso parecía que iban en horizontal o diagonal o... Pues quien sabía donde. 

Black Hat lo miraba con una expresión divertida y Flug no pudo evitar sonreír.


Finalmente, saliendo del suelo con un pequeño salto, aparecieron en otra casa, un pequeño apartamento londinense.


-Bienvenidos al 221B de Baker Street-Shisui dijo aquello con fanfarria y una leve inclinación. 


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