miércoles, 7 de diciembre de 2022

En lo profundo Cap 4: Primer Beso



Era un deleite ver a esa criatura de escamas negras pasear por su casa vistiendo nada más que una camisa, pero vaya que lo distraía, Flug ya había perdido la cuenta de cuantas veces se había chocado con los muebles. 

Lamentablemente para él, el barco que lo llevaba al puerto más cercano solo pasaba una vez a la semana, así que debía esperar e intentar no matarse en su propia casa por andar mirando con descaro. 


El demonio le había prometido oro, el cual conseguiría en cuanto a Shisui se le diera por visitar de nuevo, usaría una parte para comprarle ropa, aunque sospechaba que Black Hat tenía gustos costosos al respecto. 


Habían pasado ya tres días y era como si vivieran juntos desde siempre, habían acordado, sin necesidad de palabras, simplemente compartir la misma cama.

Cuando se daban las buenas noches se mantenían a una distancia prudente, pero la mañana los encontraba abrazados, Black Hat ronroneaba en sus brazos, perfectamente cómodo y contento. 

Flug lo dejaba dormir un poco más antes de apartarlo y empezar su rutina de todos los días. 


Era obvio que lo distraía, porque lo encontraba tentador, deseable como nada, pero el científico realmente no le daba mucha importancia, era mucho mejor que pasar las horas solo, con nada más que hacer que trabajar. 


Black Hat, por supuesto, lo estaba distrayendo a propósito, la mitad de la semana se había ido en un parpadeo, ocupado en acostumbrarse a ese nuevo mundo y ese nuevo cuerpo. De no ser porque Shisui le había dado tiempo extra, en esos momentos estaría en los viscosos tentáculos de August, quería seducirlo con sutileza, pero quizás debía ser más agresivo o se quedaría sin tiempo. 


En ese momento estaba sentado a su lado, viéndolo trabajar, le gustaba eso, verlo tan concentrado, deseaba poder ver su rostro, pero a decir verdad ya se había acostumbrado a esa bolsa y goggles y le gustaban también, por muy ridículos que fuesen. 


Flug no estaba prestándole atención, así que lo jalo de la ropa con cierta rudeza.


-Ah... Jefecito- el doctor lo miró con una sonrisa-Lo siento, debe aburrirse, le prometo que lo llevare al puerto conmigo, podrá ver todo tipo de cosas-. 


Dijo eso y volvió inmediatamente a su trabajo.

Black Hat lo miró con frustración, escribió rápidamente una nota y lo jalo de la ropa de nuevo.


Bésame


-Oh...uh...-Flug miraba a todos lados, como buscando a donde escapar, finalmente le plantó un beso en la mejilla y salió corriendo.


El demonio se quedó ahí, estupefacto. 


¡Ese no era el tipo de beso que quería! 


Flug no tenía a donde correr precisamente, la isla era diminuta, así que eligió esconderse en el faro, ahí donde mantenía a sus prisioneros, sus sujetos de estudio. 

Por el momento no había ninguno, sólo un leve olor a putrefacción, mitigado por el aroma salado del mar y la profunda limpieza que Flug hacía con regularidad. 

No sabía porque había huido, quería besarlo, pero...

Pero Black Hat era tan hermoso a sus ojos, sentía que no se merecía probar sus labios. No era digno de tentar al destino y tomar esa boca peligrosa, llena de colmillos, veneno y dulces tentaciones. 

No sabía tampoco porque Black Hat le había pedido semejante cosa, curiosidad, seguramente. Si quería un beso podía conseguir alguien más digno de él, quizás cuando lo llevara al puerto y lo vistiera con ropas elegantes, podría encontrar a alguien más a su altura. 


Flug hizo todo lo posible por evadirlo el resto del día, avergonzado, hasta que esa tarde llegaron visitas.

Siempre aparecía sin anunciar e iba y venía como le daba la gana, era Shisui por supuesto. 

Se encontró con Black Hat primero, quien estaba en la costa, claramente furioso. 


-Luces como que vas a estallar- se burló.

-¡¿Por qué no quiere besarme?!-exclamó y se tapó la boca de inmediato, sorprendido.

-Tu maldición no funciona conmigo, mi niño-le sonrió-¿Pasó algo?-.

-Le pedí que me besara y salió corriendo-Black Hat prefirió no cuestionar las habilidades del otro, al menos podía hablar por el momento. 

-No te queda mucho tiempo, pero no creo que ser tan directo funcione con él, ya ves que es muy nervioso-. 

-¿Y qué hago?-.

-En verdad no tienes experiencia-se cruzó de brazos y lo miró con sorna.

-Callate...Sencillamente nunca se dio-le daba un poco de vergüenza, pero realmente no era asunto de nadie más que suyo y no le gustaba que Shisui comentara al respecto.

-Ya, te entiendo-suspiró-Escucha, tienes hasta la noche del cuarto dia a partir de ahora, y sabes que él debe besarte por su propia voluntad, no puedes robarle un beso ni mucho menos forzarlo-.

-Lo sé-.

-Así que mi consejo, es que dejes que las cosas fluyan con naturalidad-sonrió.

-Es fácil para ti decirlo, no te espera un degenerado allá abajo-señaló el agua con la cabeza.

-Es un ser despreciable, ese Nephilim-miró el agua con desprecio-Ciertamente no quiero que ponga sus sucios apéndices en ti, pero no hay mucho más que pueda hacer-.

-¿Por qué te importa de todas formas? ¿Qué esperas obtener? No te conozco, eres amigo de Flug, pero aparte de eso...-.

Shisui sonrió, tenía colmillos como un lobo. Black Hat no entendía su actitud, podía sentir un inmenso poder en él, pero a la vez era tan despreocupado y mundano, pero no era que nada le importase, más bien al contrario. 


-Me entretienen-.


Shisui dijo aquello con simpleza, como si fuese explicación suficiente. 


Así que era eso, pensó el demonio, aquella criatura enfrente suyo no era más que un dios jugando a las muñecas. 


-Y eres mi preferido, mi niño-.

-Ah...-.

-No leo tu mente- negó-Pero, si tus emociones, con eso puedo adivinar por donde van tus pensamientos-se encogió de hombros-De hecho, querías pedirme algo ¿No es así?-. 

-Mis tesoros, imagino que sabes donde están, ya que eres un sabelotodo insufrible-.

-Y tu eres un mocoso arrogante-rió-Si, se donde están ¿Quieres que te traiga oro y joyas? Uno solo de esos baúles puede ayudar a tu doctor de por vida ¿No es así?-.

-Solo ve-.

-¿Cómo se piden las cosas?-.

-...Por favor...- pronunció, espuma formándose en su boca por el asco y el esfuerzo.


Shisui nada más rió con picardía, se colocó su abrigo de piel y desapareció en el agua. 


Flug nunca había visto tantas riquezas, oro, plata, piedras preciosas del tamaño de puños, cientos de perlas de todos los colores. 

Era demasiado, pero era perfecto, podría vivir y trabajar tranquilo por el resto de sus días. 


-A...jajaja...jajaja- Flug, ahí con los otros dos en la costa rocosa, se largó a reír con fuerza, alegre y un poco maniático, su mente a mil por hora, considerando todas las posibilidades.


Black Hat y Flug lo miraban en silencio, uno porque no tenía de otra y el otro porque encontraba aquello de lo más entretenido. 

-¡Gracias!- Flug tomó a Black Hat de la cintura con ambas manos y separó sus pies del suelo-¡Muchas gracias!- siguió riendo, sorprendido de lo ligero que era el otro-¡Oh, Jefecito, no pesa nada!-señaló, eufórico, sin poder dejar de reír y agitando al otro levemente.


Black Hat nada más se aferró como pudo y asintió.


-Le deberé esto por siempre- lo bajó y en cambio lo abrazó con fuerza-Lo que sea que necesite, estaré ahí para usted-. 


El demonio correspondió a aquel abrazo con timidez, no lo abrazaban desde que era un niño, pero a diferencia del Leviatán, enorme y serpentino, su cuerpo frío y resbaladizo, Flug era cálido, con su corazón latiendo deprisa, su aroma dulce. 

Se acurrucaron en los brazos del otro y se quedaron en silencio por unos momentos. Ninguno sabía porqué hacían eso y Black Hat especialmente, siempre tan renuente a ser tocado, se debatía entre empujarlo lejos o quedarse ahí hasta que el otro decidiera soltarlo. 

Ya había pasado algo similar en las mañanas, cuando se encontraba durmiendo en sus brazos, odiaba ser tocado, pero con Flug...Con Flug no era tan malo.


-También arregle para que un barco venga a buscarlos-dijo Shisui finalmente, considerando que habían tenido tiempo suficiente-Así podrán comprar lo que necesitan-sonrió-Te prestaré algo mío por mientras-. 


Black Hat sujetaba la mano de Flug con todas sus fuerzas mientras veía el barco avanzar por el mar, había visto infinidad de barcos, pero nunca había estado en uno, además había muchos mortales, humanos más que nada. 

No lo soltó cuando finalmente bajaron al puerto, ni mucho menos cuando entraron al mercado, rebosante de personas y objetos curiosos.

Flug sentía que, tal vez, iba a perder esa mano, pero no le molestaba. 


-Solo intenta no matar a nadie, Black Hat-Shisui iba detrás de la pareja, vigilándolos a ellos y a las personas a su alrededor.


Black Hat no había tardado en llamar la atención y la verdad era que sus acompañantes tampoco ayudaban a ser discreto. Un hombre con una bolsa de papel en la cabeza y otro tan hermoso y coqueto que todo mundo lo seguía con los ojos, no pasaban precisamente desapercibidos. 


Black Hat estaba entusiasmado, pero no precisamente feliz, jaló a Flug del brazo y señaló una tienda de ropa.


-Si, a eso venimos- Flug rió-¿Le gusta la idea de vestirse? Bajo el mar no usan ropa ¿No es así?-.


Nos vestimos con todo tipo de accesorios, pero no tendría sentido cubrir nuestros cuerpos como lo hacen ustedes, nos estorbaría cuando nadamos, pero me gusta la idea de usar ropa, algo con mi personalidad... Además, no puedes seguir chocandote con los muebles cada vez que me agacho a recoger algo~


Black Hat sonreía ampliamente y Flug sentía que su rostro iba a combustionar. El doctor soltó una risita nerviosa y entraron juntos a la tienda, seguidos de un muy entretenido Shisui. 


Flug se quedó apartado unos momentos, viendo a los otros dos elegir ropa, él nunca se había preocupado mucho por su apariencia, así que no sabía mucho de esas cosas, sonrió al notar a Black Hat tan entusiasmado, de alguna forma sabía que ese era un estado emocional inusual en él, en esos pocos días había notado que Black Hat era una persona bastante reservada y melancólica, parecía gustar de su soledad, de su propia compañía y de largos momentos de introspección. 

A veces, cuando el demonio creía no ser visto, Flug lo había notado simplemente ahí sentado, mirando a la distancia con seriedad, como pensando en muchas cosas, entonces él se le acercaba con gentileza y le ofrecía algo para distraerlo, odiaba verlo amargado y odiaba aún más no poder tener una conversación de verdad con él. Quería conocer que lo aquejaba, quería ayudarlo. 

Sin darse cuenta, Flug había desarrollado un fuerte sentimiento de devoción y lealtad hacia él. 


Black Hat desapareció en un vestidor y Shisui se quedó con Flug a esperar los resultados.


-Tiene gustos costosos para alguien que nunca ha vestido nada más que un sombrero-sonrió.

-Me lo imaginaba-Flug asintió.


Black Hat corrió la cortina, revelándose a sí mismo con un toque dramático. 


Flug lo miró de arriba a abajo, varias veces.


Vestía una camisa roja, tirantes negros sosteniendo pantalones del mismo color, un chaleco gris oscuro, una corbata negra, zapatos negros y brillantes con spats blancos, guantes de cuero negro ocultaban sus peligrosas garras. 

Todo se acomodaba a su figura a la perfección ¿Cómo podía lucir aún más sexy que cuando andaba semi desnudo? Flug no lo sabía. El pobre doctor sintió su mundo temblar, así que salió corriendo. 


-Sabes, Black Hat, tu doctor es un poco cobarde-opinó Shisui, algo fastidiado. 


Black Hat no le dijo nada, se sentía rechazado de alguna forma, pero también estaba furioso. Tenía el orgullo herido, quería que Flug le profesara deseo y admiración, que le dijera que lo encontraba atractivo y hermoso, pero el muy cobarde había preferido huir. 


Flug corrió sin ver a donde iba, hasta que choco con un maniquí y calló sentado al suelo, miró el objeto en cuestión, el maniquí vestía un largo abrigo negro de fondo rojo. 

¡Ah, a su jefecito le sentaría de maravilla!


El científico se puso de pie y suspiró con pesar, esa criatura había llegado tan de repente y parecía querer ocupar cada espacio en su mente cada instante del día. Flug no podía permitírselo, Black Hat era demasiado perfecto para él, Flug no era estúpido, sabía que la atracción era mutua, pero Black Hat podía conseguir algo mejor y seguramente lo haría, a Flug le aterraba la idea de terminar enamorado de él y ser dejado por algo mejor al final, no quería ese tipo de sufrimiento. 


Y aun así, guiado por esa lealtad y devoción, tomó el abrigo entre sus manos y volvió con los otros dos.


-C-creo que esto complementaría muy b-bien su atuendo, J-jefecito-pronunció con timidez, entregándole la prenda. 


Black Hat alzó una ceja, aun molesto, pero le quitó el abrigo de las manos y se lo puso, en efecto complementaba el resto del atuendo a la perfección.


-Se lo ve muy bien, Jefecito-dijo, mirando el suelo.


Black Hat resopló, lo habría reprendido de haber podido.


-¿Qué tal si ustedes dos van a tomar un café en lo que yo me encargo del resto de las compras?-Shisui decidió, oportunamente, cortar la tensión y prácticamente los empujó a un café cercano. 


A Black Hat lo recibieron en el pequeño café como si fuese alguna clase de noble, había provocado un poco de pánico en ese pueblito costero con su presencia. 

Que creyeran que era un noble era algo bueno, le daban un trato exclusivo, una mesa privada y tenía la excusa perfecta de porque no hablaba por su cuenta, al parecer todo mundo no tardó en asumir que venía del extranjero y Flug estaba ahí para hablar por él. 


Flug ordenó para él que considero que tal vez le gustaría, café y una porción de red velvet. 

El demonio no dejo de mirarlo con seriedad mientras probaba la comida, nunca había comido algo dulce, no estaba mal. 


-¿Está enojado conmigo?-Flug le sonrió, tímido, bajo la bolsa. 


¿Por qué huyes de mí? ¿Me tienes miedo? Quiero decir, deberías, pero no voy a hacerte nada. 


-Yo...no se que pensar-admitió-Entiendo que le gusto y eso, solo necesito un poco más de tiempo para pensar-. 


Black Hat lo miró y miró a su alrededor y la comida en su plato, no entendía ese mundo en lo absoluto, los mortales eran innecesariamente complicados, pero sabía que cuando querían algo iban y lo tomaban, pecaban constantemente avaricia, lujuria, envidia... era por ello que tenían tantos tesoros, era por ello que le daban valor a tonterías como metal y rocas. 

Los demonios, a decir verdad, no eran muy diferentes y sus primos, la gente del mar, tampoco. 

Si se quería algo, se iba por ello y se obtenía, por las buenas o a la fuerza, daba igual. 


Ciertamente, Black Hat aun sin poder y sin voz, era superior a esos mortales, superior a Flug, si quería algo de él o de quien sea, podía obtenerlo sin problemas, podía hacer a otros esclavos de su voluntad. Podía obligar a ese doctor a trabajar hasta morir, satisfaciendo la curiosidad que sentía por sus proyectos, podía forzarlo a ser su amante, podía encantar su mente con ideas y convencerlo de que lo adorará por siempre...

Pero no quería nada de eso, sabía que podía y sabía que no sentiría culpa ni remordimiento, que estaba en su naturaleza ser cruel y posesivo y que no se esperaba más ni menos de él. 

Pero no quería eso, quería que Flug lo amara por sus propia voluntad, no quería forzar eso en él, quizás otras cosas si, cosas que hicieran sus vidas más sencillas, pero no iba a forzarlo a que fuesen amantes. 


Otra cosa que tampoco entendía era a Flug mismo, le estaba ofreciendo algo que claramente quería, pero lo estaba rechazando. 


No tuviste que pensar tanto para aceptar mis tesoros, Flug. 


-Ah... Yo...-Flug respiró hondo, intentando relajarse-Por favor, no piense que intento usarlo o algo así, es solo que usted... yo...-odiaba no poder explicarse-Solo, deme unos días ¿Si?-.


Black Hat lo considero largamente, su tiempo era limitado, muy limitado.

Finalmente el demonio nada más asintió y se terminó su pastel en silencio. 


Regresaron a su islita cargados de cosas, Black Hat realmente parecía tener algo por ropa y otros objetos finos, aunque la casa no era precisamente espaciosa.


-Le preparare un baño caliente-Flug le sonrió con dulzura. 


El demonio lo miró avanzar, siempre tan comedido, actuando como su sirviente aunque no se lo había pedido directamente, al parecer Flug era simplemente ese tipo de persona, atento y servicial, le gustaba eso. 


Báñate conmigo ❤


-Uh...-.


Ahorraremos tiempo, agua y carbón~


Black Hat sonreía con picardía y Flug no pudo evitar reír y darle la razón. 


-Yeah, ok- suspiró-Supongo que podemos bañarnos juntos-.


Ya compartimos una cama de todas formas ¿Todos los mortales son tan remilgados?


-Algunos, depende-lo miró-Y no soy remilgado, solo soy tímido ¿Si?-.


Aquel era un ritual extraño, tan extremadamente íntimo para un par que aún no se había dado ni un beso, pero al igual que compartir lecho, compartir una bañera se sentía natural. Verse el uno al otro desnudos se sentía natural. 


Black Hat miró aquel cuerpo pálido, repleto de viejas cicatrices, le recordaba a ciertos viejos seres de mar, con sus heridas de batalla. Era la segunda vez que lograba ver su rostro, le parecía adorable, incluso con la larga cicatriz que le dividía el rostro. 

El cabello como la sangre, los ojos bellos, ese par de estrellas en el firmamento nocturno. 


Quería decirle lo hermoso que le parecía, pero no podía, así que prefirió no incomodarlo y mirar a otro lado. 


Se lavaron el uno al otro el cabello y la espalda, Flug no perdió oportunidad de admirar al otro también, era perfecto, no tenía marcas ni imperfecciones de ningún tipo, todo era suave piel de serpiente envolviendo esa figura de falsa delicadeza. 

Quería llenar de besos esa espalda, tal vez darle un mordisco en la nuca, pero se contuvo.


-Es tan hermoso, Jefecito- murmuró. 


“¿Entonces por qué no quieres besarme?” quería preguntarle ¡Era tan frustrante no poder hablar! Así que, sin otra opción, se quedó callado y aceptó sus halagos que no llevaban a nada. 


Se acostaron en la misma cama, agotados por el día tan largo. Las velas iluminaban apenas y Flug se quedó mirando la silueta ajena, se lo veía etéreo, como un sueño, aunque considerando lo que era aquel ser, era más bien una pesadilla, le daba un poco de miedo si era honesto, pero no quería despertar. 


-¿Por qué el sombrero?-le preguntó, viendo como los normalmente ocultos cuernos brillaban a la luz de la vela, eran completamente negros, hechos cristal de obsidiana, habia una muy leve transparencia en ellos cerca de las puntas. 


Son muy frágiles y sensibles, el sombrero es solo eso, un sombrero, pero está embebido con mi magia, es un objeto muy poderoso, aunque ahora mismo es inutil, con mis poderes restringidos y todo eso. 


-Ya veo...-bostezó-Supongo que todos tenemos algo de nosotros mismos que no nos gusta ¿No?-.


Tal vez, pero no todos elegimos cubrirlo con algo tan absurdo como una bolsa de almuerzo 😃


-Ay, pues a mi me gusta como se ve-.


Ambos rieron y decidieron mejor irse a dormir de una vez. 


Pasaron rápido los días, Flug trabajaba y Black Hat evaluaba lo que hacía, como si realmente estuviese interesado en su inversión. Lo estaba de hecho, pero no era su prioridad en esos momentos, se le agotaba el tiempo.


De vez en cuando, cuando el momento era oportuno y se establecía esa extraña comodidad entre ambos, el demonio le ofrecía nuevamente sus labios y, nuevamente, Flug lo rechazaba.


Comenzaba a doler, le desesperaba y solo sentía deseos de golpearlo por ser tan terco, por atreverse a rechazar algo por lo que otros habían arriesgado el pellejo y muerto horriblemente intentando conseguirlo. 

A veces, no pudiendo hablar y expresar su frustración, se encontraba sujetándolo con crueldad del brazo, apretando al punto del quiebre, deteniendo solo lo suficiente para hacerle saber que podía y lo haría si lo hacía enfadar más. 

Flug aceptaba sus reprimendas con temblores y quejidos, aterrado de él, para luego simplemente volver a ser el de siempre, sonriéndole y ofreciendole atenciones. 


Ninguno de los dos entendía al otro en ese aspecto.


Flug no sabía lo que Black Hat estaba arriesgando, no tenía idea de cuál sería su castigo si no lograba darle un simple beso, desconocía completamente el horror que esperaba a su jefe allá abajo, en el abismo acuático, como esos tentáculos viciosos esperaban con ansias. 

Black Hat no tenía idea de lo que iba en la cabeza de Flug, todas esas inseguridades, el odio propio que alguna vez lo había empujado a quitarse la vida y con lo que solo logró maldecirse a sí mismo. No sabía cuánto Flug se odiaba, lo poco que pensaba de sí mismo y lo poco que comprendía cuánto Black Hat realmente gustaba de él. 


Flug, en su inseguridad, simplemente se resignó a no corresponderle. Había decidido que Black Hat podía tener algo mejor, más digno de él. Así que se limitó a actuar como su empleado, su sirviente, su amigo y confidente. Si podía iba a darle todo de sí, menos su corazón. Le aterraba más el ser herido, el amarlo y ser dejado, que las amenazas físicas que el demonio imponía en él a veces. 


Era el último día, si no lograba obtener un beso antes del anochecer, sería la presa de August. 

Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame 

Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame 

Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame 

Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame Bésame...


Le escribió una y otra vez, desesperado, furioso, aterrado. 


Flug continuó rechazandolo con terquedad, demasiado ciego en su odio propio como para ver que el otro le rogaba. Creía, tontamente, que Black Hat nada más estaba siendo caprichoso. 


Black Hat le arrojó la libreta en la que había estado escribiendo todo ese tiempo a la cara y salió corriendo, allá a la otra punta de la islita, al risco donde se erguía el faro y desde donde había visto a Flug arrojar cadáveres por primera vez. 


El sol, lentamente, se iba ocultando en el horizonte. Miró al mar allá abajo, las aguas furiosas y temibles, y lloró, sus lágrimas líquidas esta vez. Rara vez lloraba y siempre se sentía profundamente avergonzado de ello, pero ¿Qué más podía hacer? Flug no lo quería y el Nephilim iba a obtener lo que quería y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.


Flug, siempre trabajando, no tenía idea de su angustia. 


-¡FLUG!-la voz de Shisui retumbó en el pequeño laboratorio. 

-¡Gah! ¡¿Qué?! ¡¿Que pasa?!-Flug cayó de su silla directo al suelo. 

-¡¿Te quejas de tu soledad y te traigo compañía y no lo quieres?!-.

-Shisui...-.

-¡¿Tienes idea de lo que está en riesgo?!-Shisui lo tomó de la ropa y lo puso de pie de un tirón- ¿En que estás pensando?- agregó, intentando no gritar más. 

-Shisui yo... Él es demasiado bueno para mí, merece algo mejor-.

-Él no quiere algo mejor, te quiere a ti-lo empujó, enojado-Vino a este mundo por ti, no por ningún otro-. 

-No entiendo que me ve-agachó la cabeza.

-Ni yo, pero para gustos colores, Flug-suspiró con frustración-Vas a escucharme y vas a escucharme bien, Flug, estoy arriesgando mucho contandote lo que te voy a contar, estoy rompiendo las reglas-.


Flug lo miró sin comprender del todo, pero asintió y se sentó a escuchar al otro con atención. 

Shisui le contó sobre el Nephilim y la maldición y cómo funcionaba, al menos en parte, no necesitaba saber más que lo del beso, lo que él mismo había agregado era mejor secreto por el momento. 


-Deberías sentirte privilegiado, serias su primer beso ¿Sabes?-concluyó su relato, mirándolo con seriedad y un leve brillo de picardía. 

-¿P-primer beso?-.

-Aja- asintió-Miralo, con lo seductor y hedonista que es, sigue siendo virgen, ni un besito le han dado-.

-Uh...¿Y dices que si no lo beso ese monstruo se lo va a llevar?-.

-¿Eres un genio o un niño de preescolar? Ya te lo explique-. 

-Ah...-Flug tenía mil ideas dandole vueltas en la cabeza y, quizás, no era buen momento, pero algunas eran muy indecorosas.

-Eres un pervertido ¿Lo sabías?- Shisui no podía leer la mente, pero ciertamente podía sentir que el otro estaba pensando cosas lujuriosas-¿Te tienta la idea de ser su primero en todo? Entonces ve y apurate, que se pone el sol-. 


Flug salió de ahí tan rápido como pudo ¡Oh, cómo agradecía lo diminuta que era esa isla! No tardó en dar con el demonio. 


-¡Black Hat!-. 


El mencionado se giró y lo miró con sorpresa, no lo quería ahí, no quería que viera cómo era arrastrado de vuelta al mar. 


-Black Hat...- Flug se detuvo ante él, respirando agitadamente-Oh, Jefecito...-lo jaló contra su cuerpo y lo besó sin más. 


Black Hat se sintió estremecer, aquella ansiada boca sabía a café azucarado, labios carnosos y ligeramente ásperos. No pudo evitar gemir, correspondiendo al beso con premura y torpeza. 


Flug sonrió sin apartar sus labios, lo envolvió en un abrazo, una mano rodeando su cintura, la otra sobre su nuca, profundizando el beso. Saboreo los labios finos, la larga lengua de serpiente, y sintió el tentador peligro de los dientes como dagas. 


Black Hat parecía no saber muy bien qué hacer con sus manos, así que las mantuvo sobre los hombros ajenos, clavándole suavemente las garras. 


Se besaron largamente, lento y tierno. 


Flug nunca diría nada, pero justo antes de juntar sus labios, pudo ver a espaldas del demonio un tentáculo negro que emergía de las aguas, aterradoramente largo, en busca de su presa. Lo vio quedar a milímetros de Black Hat, para luego enroscarse en clara ira y volver, desapercibido, a las profundidades.


Se había salvado por poco. 


-Flug, mi Doctor~- pronunció Black Hat por fin, un tono alegre en su voz áspera.


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