sábado, 25 de febrero de 2023

Cursed Cap 4: The Butler



Los elegantes zapatitos resonaron en la vieja madera del suelo, la larga falda negra goteaba el agua helada de la repentina lluvia. 

El recién llegado a la pequeña taberna del pueblo colgó su abrigo y se sacudió como un perro. 


-Mr Sadamoto, bienvenido-el hombre tras la barra lo saludo.

-Buenas noches, Reginald-Shisui se sentó en uno de los banquitos ante la barra-Llueven perros y gatos allá afuera-bromeó-Sírveme algo de whisky ¿Quieres?-. 


El tal Reginald obedeció sin dejar de observar al otro un instante. Todos sabían que ese niño bonito servía a la bestia de la mansión, el porque era todo un misterio.


-Veo que ha estado en el bosque-comentó, señalando la canasta repleta de hierbas que el otro llevaba. 

-Yeah, ingredientes para pociones-sonrió-Tuve que generar un poco de lluvia, para los hongos y las hierbas tiernas, pero debería volver a nevar en un rato-.

-En verdad es de cuidado ¿No es asi?-.

-¿Lo soy?-sonrió con aparente dulzura.


El hombre tras la barra no dijo nada, era mejor no decir nada. Ese hombre era peligroso, todos lo sabían, custodiaba a la bestia como una loba a su cria. Era mejor no meterse con él, servirle lo que pidiera y mantenerse lejos de sus asuntos. 


-Sirvele otro trago, Reginald, yo pago-.

-Oh, Mr Hot-Shisui lo miró fijo, analizándolo, Shisui tenía una mirada que parecía leer el alma misma-Se lo agradezco, pero ¿Puedo saber el motivo de su cortesía?-.

-Quiero saber como esta Flug-dijo sin más, sentándose a su lado, era sorprendente que el taburete lo soportara. 

-Muy bien, de hecho-le aseguró-Así que puede detener sus intentos de rescate-.

-Preferiría no hacerlo-.

-En verdad le recomiendo dejar de insistir-.

-¿Y si no que?-Black Hot lo sujetó de una muñeca-No se porque lo proteges, pero no quiero imaginar lo que ese sujeto le puede estar haciendo al doctor-.

-Habla mucho para ser un demonio usted también, Hot-Shisui ni se inmuto, le habló con fría calma y no intentó librarse de su agarre-Mi protegido no le está haciendo nada al Dr Flug...-sonrió con malicia-Nada que no quiera, al menos-.


Black Hot lo miró con ira ¡¿Cómo se atrevía a insinuar esas cosas?! ¡Iba a partir a ese brujo como un palillo! 


El musculoso demonio intentó derribar al otro, podía arrancarle los brazos como alas a una mariposa, pero... 


-No juegue conmigo, Mr Hot-Shisui le sonrió-Va a terminar llorando-.


Shisui lo tenía bien sujeto contra el suelo, haciéndole una llave, torciendo un enorme brazo en un ángulo extraño. 


A Black Hot no le quedó de otra que palmear el suelo con su mano libre, señalando que se rendía. 


-No sabe con quien se mete, le recomiendo olvidarse del doctor y buscar a alguien más-le dijo, soltandolo-Incluso puedo buscarle a alguien, si eso desea-.

-Mejor vete-le gruñó, poniéndose de pie y acomodándose el sombrero.


Shisui nada más sonrió, se tomó lo que quedaba de su bebida, le hizo una reverencia y se marchó sin más. 


El lobo dejó detrás suyo tensión e ira, eso lo sabía bien, pero era lo que debía ser y él solo le daba a las cosas un leve empujón.


Cuando estuvo de vuelta en la mansión, se encontró con Flug esperándolo.

-S-Shisui...-.

-Flug ¿Estás bien?-.


El doctor negó, jugando nerviosamente con sus manos.


-Tiene mucha fiebre, estaba bien más temprano, solo adolorido, p-pero fui a ver como estaba hace un m-momento y...-.

-Calma-le palmeó la espalda, intentando tranquilizarlo-Vamos-.


Shisui dejó en el suelo su canasta llena de hierbas y hongos y fue corriendo a la habitación de Black Hat. 


En efecto, tenía fiebre. Tenía las mejillas rojas, se debatía en la cama, aferrándose a las sabanas. 


-Se va a poner feo...-suspiró, acariciandole el rostro, sintiendolo arder.

-Dime en que puedo ayudar-.

-Solo ten cuidado, intenta que no te mate-.

-¿Qué?...-.


Flug no lo entendió en ese momento, pero lo entendió después, cuando esa condenada enfermedad mostró lo peor de sí. 


¡Oh, el horror! ¡El dolor! ¡Las pesadillas! ¡Horror visceral que olía a dulces rosas!


Black Hat gritaba y sus gritos no eran como nada que Flug hubiese escuchado antes, sonaba a agonía y a animales rastreros bufando y sufriendo. 

El demonio se retorcia, arañaba su pecho del cual salían gruesas lianas cubiertas de espinas con rosas floreciendo en lugares al azar. Las lianas se agitaban como tentáculos, rompiendo y golpeando todo a su alcance, intentando expandirse, invadirlo todo, consumir a su huésped. 


-¡Matame! ¡Matame!- rogaba, claramente fuera de sí.


Flug estaba en una esquina, donde las lianas espinosas no podían alcanzarlo, aunque era por muy poco. 

Se sentía inutil, no podía hacer nada más que estar ahí, viéndolo sufrir. 

Sentía su corazón estrujarse, realmente no entendía porque le importaba tanto, porque lo quería de tal forma, pero lo hacía y en ese momento su único deseo era ayudarlo, pero no podía. 


Shisui intentaba contener aquellos tentáculos, acercarse lo suficiente para darle medicina, pero una y otra vez lo sujetaban y lo azotaban contra el suelo, las paredes e incluso el techo. 


-Está más agresivo que de costumbre-tosió, le brotaba sangre de la boca-Ay, ahi fue uno de mis pulmones...-.

-Shisui, tiene que haber algo que pueda hacer-.

-Normalmente puedo acercarme pero, creo que en este caso vamos a tener que cortarlas, no va a ser fácil, son tan duras como su piel y no quiero arriesgarme a quemarlo con cuchillos de plata, estas cosas son básicamente parte de su cuerpo-.


Flug miró la escena, los gritos de Black Hat ahogados por el desesperado latir de su propio corazón. 


-¿Shisui?-.

-¿Si?-.

-Mi dientes, tal vez puedan-rió nerviosamente-Pueden partir acero y...y creo que Black Hat debería poder regenerarse fácilmente de mis mordidas ¿No es así?-.

-Si te atrapan, van a decapitarte, Flug-lo miró con preocupación. 

-Si bueno, eso no va a matarme, no tengo una moneda de plata bajo la lengua ¿Verdad?-. 


Shisui sonrió, admirando el romanticismo de la propuesta y suspiró.


-Bien, inténtalo, abre el camino para mí-. 


Flug sujetó la liana que tenía más cerca, inmediatamente esta se enredó en su mano, clavando las afiladas espinas. El grueso guante amarillo lo protegia apenas, pero realmente no le importaba mucho.

La jaló, a la vez que con su mano libre se apartaba la bolsa del rostro solo lo suficiente, la acercó a su boca y...


¡Chomp!


Sintió el sabor metálico de su propia sangre, pero se alegró al ver como la liana cortada caía al suelo, dejando un trozo límpido en su mano. 


Avanzó con Shisui detrás suyo, mordiendo cada liana a su alcance, lastimándose la lengua, las encías y el interior de las mejillas, pero no le importaba porque Black Hat estaba sufriendo más y lo adoraba demasiado como para no hacer nada al respecto. 


¿Por qué? ¿Por qué esa adoración? ¿Por qué esa devoción? ¿Por qué, si el otro no era bueno con él? ¿Por qué, si ya lo había rechazado y lo seguiría haciendo?


Finalmente estuvieron cerca, las lianas agitándose con furia. 


Shisui vertió una pócima en el pecho abierto del demonio, las plantas se tensaron...


-Ugh...-alcanzó a pronunciar el doctor, justo cuando una de las lianas le envolvía la cabeza, la tenía entre la boca...


La mitad de su cabeza cayó y rodó por el suelo alfombrado y, a los pocos segundos, su cuerpo hizo lo mismo. 


-Que barbaridad-Shisui miró, impasible, como la cabeza de Flug le parpadeaba, seguía vivo por supuesto.


Black Hat no se había enterado de nada, descansaba ahora, las lianas se habían relajado y volvían al interior de su pecho como serpientes derrotadas. 


Era una escena grotesca con la que se encontró horas después, al despertar. Shisui había acomodado su cabeza sobre una bandeja y le había quitado la bolsa empapada en sangre. 


Black Hat se le acercó, gesto serio, y le acarició con ternura los rojos cabellos. Un rojo tan intenso como la sangre que se acumulaba sobre la bandeja. 

Flug lo miraba con tristeza en sus ojos negros, no podia hablar y disculparse por el desastre, no podia moverse y ocultar su fealdad. 

Pero el demonio, silencioso, de hecho lo encontraba hermoso y se sentía agradecido. 


Le beso la coronilla, respiro el aroma dulce de su cabello y murmuró.


-Gracias-. 


Flug llevaba meses sirviendo y cuidandolo, ahora era su turno. 


Con ayuda de Shisui, volvió a juntar la cabeza con el resto del cuerpo. El corte había sido junto entre ambas partes de la mandíbula. El brujo lo cosió con cuidado mientras Black Hat sostenía todo en su sitio. 


Los Nachzehrer eran criaturas peculiares, podían regenerarse y eran difíciles de matar, pero sus heridas siempre dejaban detrás profundas cicatrices. Flug ya tenía las suyas en el rostro, una cicatriz diagonal que, por su aspecto, parecía que la había suturado él mismo. Varias quemaduras y pequeños cortes. Ahora tendría cicatrices a ambos lados de la boca, como una macabra sonrisa permanente. Cerrarían bien, se verían como los puntos de sutura que ya marcaban su rostro. 


Flug lloraba, ahí tendido en su cama, adolorido, odiándose a sí mismo más que nunca. Odiaba su rostro más que a nada, por eso lo ocultaba, ahora lucía peor que antes. 


Black Hat estaba a su lado, sentado en la cama. No sabia que decirle, así que simplemente se recostó, apoyándose en su pecho y ronroneó, como lo haría un gato confortando a su amo enfermo. 


El doctor no pudo evitar sonreír, dolía pero no importaba mucho. Lo rodeó con un solo brazo y cerró los ojos con la vaga esperanza de que todo iba a estar bien. 


sábado, 18 de febrero de 2023

Cursed Cap 3: The Brute

 



Flug miró por la ventana, molesto. Una figura musculosa corría hacia la mansión.


-Ay, ese bruto de nuevo-suspiró con fastidio. 


Flug ya llevaba un tiempo en la mansión, de hecho era invierno y todo estaba cubierto de nieve, sin embargo eso no detenía los intentos casi diarios de Black Hot por “rescatarlo” a pesar de que ya le había dejado MUY en claro que no necesitaba ser “rescatado” 


-¿Es ese sujeto de nuevo?-.

-¡Gah!-exclamó, agitando los brazos de la sorpresa-Jefecito, por favor, ya no me asuste-.


El demonio, que había salido de la nada, rió, travieso. 


-Pensé que ya te habrías acostumbrado-.

-Pues ya ve que no-suspiró.


Tenían una relación...Cordial. La verdad todo dependía del humor de Black Hat, si se sentía bien y de buen humor, podían bromear un poco juntos, si se sentía bien pero estaba malhumorado entonces a Flug le esperaban gritos y reprimendas. 

Cuando su enfermedad amenazaba con aparecer, pasaban un par de días en los que era, de hecho, peligroso acercarse. Se ponía agresivo, como un animal acorralado. Finalmente, cuando su padecimiento se hacía presente, se volvía docil y Flug podía acercarse. 


Shisui le había dicho que aún no había visto lo peor de su enfermedad. Flug temía ese día. Verlo toser sangre, tan débil y temblando de pies a cabeza, era horrible, no quería imaginar que podía ser peor.

Además, lo hacía sentir culpable, disfrutaba tanto esos momentos de cercanía que, a veces, se encontraba deseando por esos síntomas. 


Black Hat era cruel en ocasiones, pero Flug realmente no creía que se mereciera sufrir tanto, quizás solo estaba siendo ingenuo, cayendo más y más en la ilusión de ese amor repentino. 


-¿No te gusta?-cuestionó su jefe, mirando al otro sujeto que se acercaba de lo más decidido-Es tu pretendiente ¿No es así?-.

-Eww...-negó-¿Por qué habría de gustarme?-se cruzó de brazos, indignado con la idea. 

-Se parece un poco a mi-.

-Ugh, no por favor, no se compare con él-negó de nuevo-Usted es tan elegante-Flug entrelazo sus propias manos y le dedicó una mirada soñadora-Y tiene una figura tan linda, Jefecito-. 

-...-Black Hat lo miró, sintió las mejillas arder y se giró lo suficiente para no ser notado-Eres un descarado-. 

-Jeje, no lo niego-.


Black Hat no le dijo nada, en cambio lo observó atentamente.


Flug tenía su vista fija en aquel pretendiente indeseado, se lo podía ver sonreír bajo la bolsa, como si esperara por algo muy divertido. 


Black Hot estaba ante la casa, lo suficientemente cerca como para ser oído desde la planta alta, donde estaban los otros dos. 


-¡No te preocupes, damisela! ¡Ya voy a rescatarte!-exclamó, señalando a Flug y flexionando sus músculos en poses dignas de una competencia de fisicoculturismo. 

-¡Que no soy una damisela! ¡Váyase a su casa por favor!-le gritó con tono de indignación y aun así...Estaba sonriendo. 


Black Hot lo ignoró y se acercó aún más, trepando la pared con facilidad.


-Ahí viene-murmuró el doctor, su tono lleno de siniestro deleite. 


El musculoso estaba muy cerca, unos metros más y alcanzaría la ventana, era su quinto intento, quizás esta vez....


-Oh no...- dijo al sentir que algo se le enredaba con fuerza en un tobillo-¡AAAAAAaaaaaahhhhhhh!-se escuchó su grito alejarse.


Black Hot había sido lanzado muy lejos por las lianas de los rosales, se movían como serpientes y defendían su territorio con bravura. 


-Ahí va-Flug rió con fuerza-Mirelo volar, Jefecito, siempre le pasa y no aprende-.

-Te divierte su sufrimiento-sonrió.

-Si, mucho-asintió-Pero, también es muy molesto, quisiera que se detuviera-.

-Sabes, si no faltaran los rosales de enfrente, no podría acercarse en primer lugar-.

-Si bueno, yo no estaría aquí como para que él quiera hacer eso-se encogió de hombros-No actúe como que no le divierte ver sus intentos de rescate-.

-Eso no quita que es tu culpa-.

-Lo siento-agachó la cabeza ligeramente-Estoy intentando compensarlo, Jefecito-.

-En ese caso...-le sonrió, amenazante, poniéndose muy cerca-Deja de perder el tiempo y vuelve a tus tareas, Doctor-.

-S-si, Jefecito-.


Flug salió corriendo, nunca sabía que sentir por ese hombre.


A veces le aterraba, otras quería robarle un beso.


Así como era volátil la dinámica de su relación, también lo eran sus sentimientos por él. 


Afuera, Black Hot se acomodaba el sombrero y se sacudía el polvo del cuerpo y del orgullo ¡Esas condenadas plantas! 

Black Hot era un demonio joven, un producto del nuevo régimen infernal. No sabía mucho del mismo, pues pasaba la mayor parte de su tiempo entre los mortales, donde podía presumir de su fuerza.

Entre demonios era un noble de rango menor, pero esperaba subir escalones y para ello, para ganar la simpatía de sus superiores, había moldeado su apariencia para lucir similar al, por ahora, desaparecido emperador del Infierno. 

No lo conocia y de su imagen solo conocia el icónico sombrero de copa, pero sabia de su historia y sabia que habia ganado el trono por proteger a un mortal al que amaba más que nada, alguien por quien había traicionado a su propio padre, alguien por quien había sido capaz de cortar cabezas, destruir mundos y entregar su propia existencia a cambio de volver a verlo.


Si conseguía a alguien así, el hombre de la leyenda, un sujeto tan inteligente como siniestro, entonces tendría el favor de los nobles y del mismo gobernante cuando éste volviera algún día.


Y ese alguien, según Black Hot, debía de ser Flug. 


Black Hot no era estupido, solo un poco...Cabeza dura y muy orgulloso de sí mismo, firmemente creía que podía conquistar al científico si lo rescataba de ese otro demonio que habitaba la mansión así que, casi a diario, hacía su intento de llegar hasta él. 

Por el momento no había podido sortear el peculiar sistema de seguridad y comenzaba a frustrarse ¿Por que el doctor no gustaba de él? Todo sería mucho más sencillo si Flug simplemente dijera que sí. 


Flug, por su parte, era ajeno al mal de amores que provocaba, ciertamente no le importaba, tenía otras cosas de las que preocuparse.


Solía, en ocasiones, perderse en aquella condenada casa. Los pasillos se hacían más largos, nuevas puertas aparecían de la nada, a veces creía ir en dirección correcta solo para encontrarse con un callejón sin salida. Tal era su situación en ese momento, se suponía que debía de estar limpiando la biblioteca ¡Pero por los dioses que no podía dar con ella! 

La biblioteca era una de las cosas que más le gustaban de su nuevo hogar, extensa, repleta de libros en multitud de idiomas, un verdadero tesoro para un ratón de biblioteca como él. El trabajo ahí era simple, mantener todo limpio, reacomodar los libros de ser necesario y seleccionar algunos para renovar las estanterías de la sala donde Black Hat prefería sentarse a leer. 


Comenzaba a entrar en pánico, sintiéndose auténticamente perdido. Miró a su alrededor, rodeado de no más que largos pasillos sin ventanas, las paredes decoradas con motivos de sombreros y antiguos retratos.


Black Hat estaba presente en la mayoría, en otros había un hombre, un humano que lucía similar a Black Hat en su silueta, pero su rostro estaba oscurecido, en otros se mostraba un hombre de fríos ojos azules y, en uno solo, estaba Shisui.


Flug se detuvo a verlo, el brujo era muy bonito debía de admitir. Ese retrato le recordaba a “El retrato de Dorian Gray” el hermoso rostro de aparente inocencia, eternamente joven. 

A su lado había otro retrato de Black Hat, firme y elegante porte, una amplia sonrisa, llena de orgullo y un aire travieso. 


De alguna forma, a pesar de ser muy diferentes, era como si esos dos tuviesen algo en común. Flug se hacía una vaga idea, pero notaba que ambos tenían un algo en la mirada, muy al fondo, detrás de la mirada alegre de Shisui y la fría mirada de Black Hat, había cansancio y soledad.


Ambos habían vivido demasiado. 


Flug suspiró, pensando en su propia expectativa de vida. No era precisamente inmortal, su especie vivía un milenio exacto, si nada los mataba por supuesto. 

Quizás, para seres como Shisui y Black Hat, mil años no era nada, pero a Flug la idea de ese largo futuro le aterraba. 

No había querido vivir tanto en primer lugar, el destino lo había castigado con longevidad por querer acortar su propia vida. 


Negó para sí mismo y continuó su camino, buscando la condenada biblioteca que insistía en huir. 


Dobló en una esquina y se encontró con un pasillo conocido, por ahí se iba al cuarto de su amo. Nunca había entrado obviamente, Black Hat no le había dado permiso aun, pero reconocía la puerta.

En cualquier caso, no estaba cerca de la biblioteca, asi que siguió caminando, dispuesto a llegar al final del pasillo y doblar la esquina nuevamente, a ver si esta vez la mansión decidía llevarlo por el camino correcto. 


Iba pasando la puerta de largo cuando una voz lo detuvo.


-Flug...-.

-Ah, Jefecito-se giró a verlo, ahora que lo pensaba no lo veía desde la mañana, cuando había presenciado juntos como Black Hot era lanzado por los aires-¿Necesita algo?-lo miró con preocupación. 


Black Hat estaba apoyado contra el marco de la puerta, abrazándose a sí mismo, el ceño fruncido.


-Necesito un baño, pero Shisui no está, así que te toca prepararlo-.

-Oh, por supuesto-sonrió.

-¿Shisui te enseño como?- preguntó a la vez que se apartaba de la puerta para dejarlo entrar

-S-si-tartamudeó, nervioso, al entrar al cuarto ajeno. 


Era, como había esperado, una habitación elegante y lúgubre. Negro y rojo por todos lados, luz calida de vela iluminaba el lugar, otra puerta se abria a un baño de lo más lujoso.

La tina tenía las típicas patas que semejaban las patas de algún animal, era completamente negra y brillante, más velas iluminaban, brindando un ambiente relajante. 


-¿Y dónde está Shisui? No me avisó que salía-Flug se arremangaba la camisa, enlistando en su mente lo que debía hacer. 

-Salió a buscar ingredientes para las pociones-Black Hat tiritaba y, claramente, se esforzaba por mantener su voz firme

-Oh, ya veo-.


Flug llenó la tina hasta la mitad de agua caliente, sacó una caja de madera del pequeño armario allí presente y la abrió. Botellitas redondas de varios colores en perfecto orden. 


-Veamos, debo empezar por la roja...-vertió una chorro del contenido en el agua-Y luego, la azul...-hizo lo mismo y el agua comenzó a burbujear-¿Cómo le hacía cuando Shisui lo dejaba solo?-.

-No solía salir mucho antes de que llegaras, aprovecha tu presencia para ir en busca de ingredientes, es oportuno, al parecer estaban escaseando-.

-Me alegra serte útil, Jefecito-sonrió, vertiendo un líquido verde y viendo la reacción- Y finalmente la púrpura...-vertió la última botella y se apartó, como Shisui le había recomendado.


De la tina se elevó una espesa nube de vapor perfumado, finalmente se asentó en el suelo, como neblina, el agua tenía un color extraño, a simple vista lucía negra como brea, pero bajo la luz de la vela se podían ver remolinos de los varios colores de las pociones allí vertidas. Flotaba también una suave espuma. 


-Bien...-Black Hat, así sin más, comenzó a desnudarse.


Se escuchó un ligero ¡Plaf! cuando Flug se tapó los ojos con ambas manos. 


-No me digas que te da vergüenza-siseó el demonio, burlón. 

-U-un poco, mejor me voy-atentó a irse, aun sin quitar las manos de sus ojos, pero solo logro tropezarse con algo en el suelo-Ay...-.

-No, quédate, sabes que no me gusta estar solo-le reclamó, gruñendo, aunque por ahí se oía una risita-No seas remilgado-. 

-O-ok...-Flug se mantuvo de espaldas a él, mirando a la puerta, no se giró hasta oír al otro entrar al agua.

-Ya puedes mirar-.


Flug se giró y lanzó un suspiró de alivio, no podía ver nada entre el agua y el vapor. 


Black Hat lo miraba, divertido con sus acciones. 


-¿Cómo se siente?-se acercó con cautela y se sentó junto a la tina en un banquito, justo el mismo con el que había tropezado. 

-Mejor-suspiró, cerrando su ojo y apoyándose contra la tina, sumergiéndose un poco más en el agua. 

-¿Siente dolor?-.


Black Hat nada más asintió y se quedó en silencio. 


Flug lo contemplo, sonriendo levemente al notar que habia cambiado su sombrero de copa por un gorro de baño, era igualmente negro con detalles rojos. 

El doctor pensó varios minutos en lo que iba a hacer a continuación, en sí valía la pena perder los dedos o no, al final decidió que siempre podía volver a coserlos en su lugar. 


Se levantó y acomodó el banquito tras la bañera, admiró  los hombros firmes  y el delicado cuello, el tentador espacio entre los mismos, donde podía darle un buen mordisco, así como la encantadora nuca, donde deseaba dejar besos tiernos. 


Se dio valor una última vez, extendió sus brazos, poniendo sus manos sobre aquellos hombros tensos y comenzó a masajear, lento y suave. 


-Hmmm...Eso está bien...-ronroneó Black Hat, complacido. 


Flug no dijo nada, su pobre corazón había dado un salto de alegría. 

Como había sospechado, la piel del demonio era tersa, resbaladiza con el agua y el jabón, la textura de sus escamas era agradable al tacto. 


-Jefecito-.

-¿Hn?-.

-Realmente quiero serle útil ¿Sabe? He estado observando, los síntomas de su enfermedad y todo eso, también he estado estudiando esas rosas y...-.

-¿Por qué? ¿Para qué? ¿Crees que encontraras una cura?-Black Hat no lo miraba, había cruel sorna en su voz.

-E-esa es la idea-.

-¿Y con qué objetivo? ¿Crees que si me sanas voy a quererte o algo así?-.

-...-Flug detuvó los masajes, lo pensó unos momentos y retomó sus acciones con calma-No, no necesito que me quiera, solo quiero serle útil-.

-¿Por qué?-.

-No tengo nada más, estoy solo, condenado a una vida muy larga, con usted...Con usted al menos puedo tener un propósito, algo que hacer-. 

-Te dije que te tendría aquí solo treinta años-le recordó.

-Confío en que me contrate permanentemente, Jefecito-sonrió.

-Eres raro-.

-Lo sé-. 


Compartieron el relajante silencio un rato, hasta que a Flug se le cansaron las manos y Black Hat consideró que ya había estado lo suficiente en el agua.


-Tendrás que ayudarme a salir-.

-Ok...-Flug suspiró, resignado al hecho de que tendría que verlo desnudo y que dicha imagen iba a plagar sus noches solitarias, sonrió y le dio un beso en la nuca, justo donde se asomaba la cervical.


Black Hat se estremeció ligeramente, pero no le dijo nada. 


Lo ayudó a salir de la bañera y a ponerse una bata, intentando que no se notara que intentaba memorizar cada detalle de ese cuerpo tentador.

A Black Hat no le molestaba, quizás a algún otro le habría arrancado los ojos por siquiera pensar en él de esa forma, pero a Flug le tenía confianza, hasta cierto punto. 


Mientras terminaba de secarse, Flug buscó un pijama. Se entretuvo un rato, contemplando la colección de ropa, Black Hat tenía un gusto muy específico, al parecer. 


Finalmente lo ayudó a vestirse y lo acomodó en la cama, arropandolo con cariño. 


-¿Cómodo?-le sonrió.

-Si-.

-¿Quiere que le traiga su té más tarde?-.

-Si-asintió-Y unos libros de la biblioteca-.

-No he podido encontrarla en todo el dia-suspiró con fastidio.

-La casa aun no confia en ti, por eso hace que te pierdas-se estiró y abrió el cajón del velador junto a la cama-Ten...-le entregó una llave de pesado metal negro-Con esto puedes acceder a cualquier cuarto, solo elige una puerta y piensa a donde quieres ir-.

-Oh, genial, gracias Jefecito-Flug se guardó la llave alegremente, eso haría su trabajo mucho más fácil. 

-Bien, entonces vete-volvió a acomodarse, dispuesto a dormir.

-Avísame si necesita algo-.

Black Hat no le contestó, simplemente se giró y se quedó dormido al instante. 


Flug dejó la habitación, cerrando con cuidado. Sin nadie para verlo, se dio el lujo de marchar con un paso alegre, tarareando lo que posiblemente era una canción de amor. 


lunes, 13 de febrero de 2023

Cursed Cap 2: The Beast






Los primeros días en la mansión pasaron rápido y sin acontecimientos notables, Flug simplemente se estaba acostumbrado a su nueva vida, aprendiendo las reglas y a navegar por aquella extraña casa. 


Lo primero que aprendió fue que Black Hat prefería ser dejado solo, solo aceptaba compañía a las horas de las comidas o en las tardes durante el té. 

Lo siguiente que aprendió era que su nuevo amo estaba enfermo, sufría algún doloroso padecimiento del que no sabia mucho aun, pero Shisui ya le había enseñado a preparar sus tés medicinales. 


-A veces vas a oírlo gritar, te recomiendo que te mantengas alejado de su cuarto cuando eso pase-.

-¿Qué es lo que tiene?-preguntó mientras molía hojas secas en un mortero.

-No está en mi derecho decirte, puedes preguntarle-.

-Dudo que me diga nada, ni siquiera me dirige la mirada-suspiró.

-No te acomplejes, es como un gato malhumorado, ya se acostumbrara a ti-rió.

-¿Es por esa enfermedad que nunca sale?-.

-Así es, escucha, te lo dije nada más porque no quiero que te lleves un susto el día que, inevitablemente, lo veas con un ataque ¿Entiendes? Pero es mejor si lo tratas como si nada le pasa, la mayor parte del tiempo está en buena salud, así que no debes preocuparte demasiado-. 

-Entiendo-asintió-Termine-.

-Oh, excelente-.


Shisui tomó el mortero y vertió su contenido en un pequeño caldero, burbujeaba con suavidad, soltando vapores perfumados. 


-¿Y para qué es?-.

-Ya te enseñe a hacer las infusiones-sonrió-Esto...-dijo dándole un golpecito al caldero-Es para su baño-.

-¿Baño?-alzó una ceja.

-Un baño caliente le ayuda a aliviar el dolor, así que preparó shampoos y jabones medicinales para él, tú también aprenderás como-.

-Ok...Oye Shisui ¿Y cómo es que vives con él?-le sonrió-¿También rompiste algo?-.

-No-rió-¿Sabes lo que soy? Flug-.


El doctor lo miró, atento. Shisui, un joven de edad indefinida, cola y orejas de lobo, extraños ojos bicolor, etéreamente hermoso. Alguien con habilidad para las pociones y al que, y esto Flug lo sabía porque ya le había dado varios sustos, se le daba por aparecer de la nada. 


-Un brujo-.

-Así es, se me encomendó cuidar de Black Hat, he estado siempre con él-.

-Oh, ya veo...-Flug siguió machacando hierbas, pensativo-Y...eh...-.

-¿Quieres saber qué tipo de relación tenemos?-sonrió con picardía.


El doctor asintió, agradeciendo que la bolsa tapaba su sonrojo. 


-Hn, pues somos más que conocidos, pero no se si somos amigos, Black Hat es una persona muy difícil y no le caigo del todo bien, pero me tiene confianza-lo miró fijo-¿Por que?-.

-Curiosidad-intentó evadir la mirada ajena, sentía como que estaba siendo leído de pies a cabeza.

-Bueno, entre Black Hat y yo es puramente platónico, es como un niño para mi-rió.

-Oh, ok, entiendo-sonrió apenas. 


Aprendió, diligente, a preparar todas aquellas cosas. Era fascinante en realidad, Shisui tenía una forma muy delicada y eficiente de hacer las cosas y, a la vez, tenía un extraño aire maternal.


Hacía las cosas con amor. 


Y así pasó una semana, dos, y tres... Flug llevaba casi un mes sirviendo en aquella mansión. 


Deseaba fervientemente el poder hablar con Black Hat, tener una conversación de verdad, aunque fuese breve, pero sus interacciones se limitaban a recibir órdenes y acatarlas. Sin embargo, una tarde otoñal especialmente fría, una antesala al crudo invierno que se aproximaba, su deseo se hizo realidad. 


Flug rara vez lo veía, Black Hat siempre estaba en sus propios asuntos y prefería su soledad, el doctor no tenía permitido inmiscuirse en nada al menos que lo llamaran. 

Por ello la hora del té era su favorita, en aquella sala acogedora, rodeados del silencio y al aroma a libros viejos y el siempre presente fuego, Flug podía darse el lujo de observarlo mientras le preparaba su té. 


¡Bella criatura! ¡Tan fascinante! ¡Oh, cómo deseaba conocerlo mejor! 


Flug no era estupido, sabía que ese “amor” suyo era superficial, no conocía a ese hombre, pero deseaba hacerlo, de alguna forma esa pequeña ilusión lo hacía feliz, nunca se había enamorado antes y, quizás, siempre había tenido un crush en la bestia de la leyenda, era su obsesión, lo que lo mantenía despierto en las noches y ahí estaba, en carne y hueso, tan cerca que podía tocarlo si se atrevía.


-Ay, que tonto, perderias una mano-murmuró para si mismo, vertiendo el té en una de las elegantes tacitas de porcelana. 

-¿Qué dices?-Black Hat alzó una ceja, intrigado.

-Ah, Jefecito, lo siento, pensaba en voz alta nada más-rió-¿Quiere pastelillos o scones?-le sonrió, amable. 

-Pastelillos-se acomodó en el sofá, cubriéndose más con la manta que tenía sobre los hombros.


Flug lo miró, preocupado, había oído sobre su enfermedad, pero hasta el momento nunca la había visto en acción. 

Normalmente Black Hat tenía una postura firme, elegante, con un aire de absoluta perfección, pero en ese momento estaba con los pies recogidos sobre el sofá, hecho bolita, tiritando de frío. 


-¿Se encuentra bien?-.

-Solo necesito mis medicinas, apurate-le gruñó. 

-Si, lo siento-. 


Terminó de preparar el té y los dulces y lo dejó ante él en una bandeja. 


-Con su permiso...-Flug iba a retirarse, como siempre hacía, pero la voz de su jefe lo detuvo.

-No, quédate, Shisui no está y ...-miró a otro lado-No me gusta estar solo, en momentos así-. 

-Oh, está bien-Flug se sentó en uno de los otros sofás, tímido-Sera un placer hacerle compañía, Jefecito-. 

-Un privilegio, dirás- bromeó, tomando un sorbo de té, torciendo su gesto, aquel brebaje era muy amargo, le dio un mordisco al pastelillo y sonrió-Red Velvet~-dijo con un leve ronroneó en la voz. 

-¿Puedo?-preguntó, jugando con sus dedos, apenado.


Black Hat miró la bandeja repleta de pastelillos, debatiéndose entre darle gusto o ser egoísta...No tenía fuerzas ni ánimos para ser egoísta.


-Deleitate, Doctor-. 

-Oh, gracias-. 


Flug no podía resistirse, desde que empezó a vivir allí la comida le había resultado una maravilla, nunca había probado cosas más deliciosas, Shisui cocinaba de maravilla por supuesto, pero había algo más...


-Es sangre ¿Verdad?-dijo, limpiándose crema de la boca y mirando el interior rojo del pastelillo.

-Todo lo que prepara Shisui tiene algo humano entre sus ingredientes-sonrió, siniestro-Pero, considerando lo que eres, no creo que te moleste-.

-Es exquisito-sonrió como si nada. 


El demonio sonrió apenas, complacido, sabía por instinto que el sujeto frente suyo no era normal ni era, mucho menos, una buena persona. Le gustaba eso, no necesitaba mortales remilgados molestando con su sentido de la moral. 


Por un momento solo se escuchó el sonido del fuego, de las tazas contra sus respectivos platos, el viento afuera agitando las hojas de los rosales... Era pacifico y, a la vez, ominoso, como si algo estuviese a punto de pasar. Flug se sentía un poco tenso. 


Black Hat comenzó a toser, primero un tos leve y esporádica, luego una tos fuerte y constante. Se dobló sobre sí mismo y, entre espasmos, tosió sangre sobre la alfombra, abundante y espesa.


De la sangre derramada nacieron rosas y espinas. 


Todo eso pasó en unos segundos. Flug miró todo, paralizado. Nunca había visto algo así, se veía tan...Agónico.


Prefirió dejarlo ser un momento, cuando la tos disminuyó se acercó a él y, con temor, le acarició la espalda.


-¿Se encuentra bien?-.

-No-dijo en tono de obviedad.

-¿Necesita algo?-preguntó, paciente. 

-No, solo...-lo miró, claramente molesto consigo mismo, avergonzado-Quédate hasta que pase-.

-Ok-Flug se hizo espació a su lado, muy juntos en aquel sofá que era para una sola persona, y lo sostuvo con gentileza. 


Black Hat se tensó, sorprendido por la cercanía, pero no protestó, en cambio lanzó un suspiró y se acomodó en aquellos brazos, estaba demasiado cansado para protestar de todas formas.


-Cuando Shisui me dijo que usted estaba enfermo, no esperaba algo así-comentó, mirando las rosas en la alfombra, se estaban... ¿Moviendo?

-¿Esperabas una enfermedad normal en algo como yo?-rió apenas. 

-No, supongo que no-rió-No hay nada común en alguien como usted-. 


Black Hat lo miró, curioso de cómo había cambiado sus palabras a propósito, pero no dijo nada. Aquel sujeto era extraño, no le tenía miedo, no realmente, estaba ahí, abrazándolo como si nada. 


-Te parezco algo curioso ¿No es así? ¿Quieres estudiarme?-siseó, provocandolo con tonos de burla y sarcasmo.


Flug lo miró también, se lo veía pequeño en sus brazos en esos momentos.


-Si-admitió-Pero no voy a hacerlo, aunque pueda-lo sintió tiritar, así que retomó las caricias en su espalda-Estoy para cuidarlo, como me lo pidió-.

-Deberías odiarme, te tengo aquí encerrado-.

-No hay mucho más para mí allá afuera, si le soy sincero, no me hace ninguna diferencia, ser libre o no-. 

-Ya veo, así que estás solo-.

-Mucho-.


Tras eso, tras haber llegado a algún tipo de entendimiento secreto, pasaron el resto del día conversando de esto y aquello, tranquilos junto al fuego.

De vez en cuando la tos volvía y más rosas crecían en la alfombra y, cada vez, Black Hat lucía más pálido y débil, pero Flug no dijo nada al respecto y solo lo abrazó y le dio consuelo con diligencia. 


Esa criatura en sus brazos, sabía él, era temible y poderosa, pero ahora solo era triste y frágil, necesitada de compañía y afecto. 


Black Hat estaba solo y él también. Flug sintió su corazón dar un brinco de egoísta alegría, quería estar ahí para él, serle valioso, especial, irremplazable. 


-¿Cuánto tiempo lleva así?-.

-Desde que puedo recordar, creo que había algo antes de esto, pero por lo que se he estado siempre en esta mansión, enfermo-. 

-Entiendo-.

-Un día ese pueblo comenzó a construirse y de eso ya han pasado varios siglos y, en los tiempos que aún salía afuera, me hice fama de ser temible y hambriento de carne humana-rió, siniestro-Así que nadie se acerca-. 

-Yeah, crecí con esas historias-sonrió-Siempre quise conocerlo en persona-.

-Pues aqui estoy-lo miró-¿Decepcionado?-.

-Para nada-negó.

-Debiste verme cuando era más joven y sano-.

-Creo que mi corazón no lo habría soportado, Jefecito-Flug rió, pero se detuvo en seco al notar lo que había dicho-Q-quiero decir...Yo...-.

-Ya lo sé, no soy estupido-lo miró con calma-No me molesta, pero tampoco me interesa, asi que no te hagas ilusiones solo porque te dejo estar tan cerca-.

-Lo se, no se preocupe-agachó ligeramente la cabeza, eso ya se lo había esperado, sin embargo luego sonrió-Shisui tenía razón-.

-¿Sobre qué?-alzó una ceja.

-Es como un gato malhumorado-rió.

-¡Oye!-rió también-Pero lo digo enserio, no te creas mucho solo porque te permito acercarte-.

-Lo sé-.

-Y ni sueñes en estar tan cerca cuando me siento bien-.

-Lo se, Jefecito-suspiró-Es una situación especial-.

-Eso mismo...-se acomodó-Luego debes limpiar eso-señaló las rosas con la cabeza. 


Cuando Black Hat se quedó dormido, Flug se apartó con cuidado, lo cubrió mejor con la manta y, finalmente, se acercó a inspeccionar las rosas que habían crecido en la alfombra. 


Estaban vivas, literalmente. Los pétalos eran carnosos, en el centro tenían una boca que se abría y cerraba con amenazantes colmillos. Le nacían lianas que se movían como tentáculos, intentando vanamente desarraigarse de la alfombra. 


-Fascinante...-Flug sacó un bisturí de su bolsillo y, con extremo cuidado, quitó la madeja de plantas y la llevó a su cuarto, sintiendo como se movían entre sus dedos. 


Le costó un poco encontrar un recipiente y recoger algo de tierra del jardín, pero finalmente tuvo la extraña planta acomodada en el marco de la ventana de su cuarto.


-Voy a estudiarte, quizás encuentre una cura para el Jefecito-sonrió, picando la planta con un dedo, haciendo que emitiera leves sonidos-Eres bastante adorable a pesar del dolor que provocas-.

“Chirp” dijo la planta, feliz por la atención, al parecer. 


Black Hat durmió el resto del día y, al día siguiente, lucía mucho mejor. Su antigua actitud había regresado también, era frío y cortante con Flug, ordenandole que se marchara apenas cumplia lo que sea que le había encargado. Flug obedecía sin tener otra opción. 


Le dolía, pero ¿Qué podía hacer? Era estupido de su parte, no se conocían realmente, Black Hat solo había aceptado su compañía por pura necesidad. 


Sin embargo su corazón tenía ese innegable capricho, Flug no solía ir en contra de lo que su retorcido corazón deseaba, por muy peligroso e imposible que fuese. 


Black Hat parecía sentirse mejor, pero a decir verdad estaba muy agotado. En esos momentos de su enfermedad prefería estar solo en su cuarto y dormir, libre de la tos, podía simplemente dejar su cuerpo recuperarse solo. 


No podía dormir. 


Era plena noche y no podía dormir. 


Las sombras de su cuarto danzaban en el techo, una manifestación de su poder y su psique. Se burlaban de él. 


“¿No puedes dormir? ¿Por qué será? ¿Estás pensando en alguien?” 


Decían, su propia voz, burlona. 


El demonio se giró, mirando hacia el ventanal de su cuarto, las lianas de las rosas trepaban los cristales. 


Dolían.


Los sentimientos dolían. 


No los quería. No era más que veneno, una cosa tóxica que exacerbaba su enfermedad. Debía ser siempre frío y estoico para disminuir la agonía. 


¿Por qué arriesgarse de todas formas? Ese mortal gustaba de él, eso era cierto, así como era cierto que llamaba su atención, eso no iba a negarlo, pero no tenía interés en ceder a su curiosidad por él, no tenía interés en amantes ni mucho menos en una pareja. 


Era solo un capricho, Flug era algo nuevo, eso era todo, pronto esa novedad pasaría y sería tan irrelevante como los viejos muebles que decoraban su mansión. 


Se giró de nuevo, hacia la penumbra de la habitación. 


Esa bestia no conocía más que soledad, su corazón enfermo y adolorido por siglos. Le asustaba encariñarse, le asustaba amar y perder, así que cerró su ojo y durmió, empujando esos sentimientos muy lejos.