sábado, 18 de febrero de 2023

Cursed Cap 3: The Brute

 



Flug miró por la ventana, molesto. Una figura musculosa corría hacia la mansión.


-Ay, ese bruto de nuevo-suspiró con fastidio. 


Flug ya llevaba un tiempo en la mansión, de hecho era invierno y todo estaba cubierto de nieve, sin embargo eso no detenía los intentos casi diarios de Black Hot por “rescatarlo” a pesar de que ya le había dejado MUY en claro que no necesitaba ser “rescatado” 


-¿Es ese sujeto de nuevo?-.

-¡Gah!-exclamó, agitando los brazos de la sorpresa-Jefecito, por favor, ya no me asuste-.


El demonio, que había salido de la nada, rió, travieso. 


-Pensé que ya te habrías acostumbrado-.

-Pues ya ve que no-suspiró.


Tenían una relación...Cordial. La verdad todo dependía del humor de Black Hat, si se sentía bien y de buen humor, podían bromear un poco juntos, si se sentía bien pero estaba malhumorado entonces a Flug le esperaban gritos y reprimendas. 

Cuando su enfermedad amenazaba con aparecer, pasaban un par de días en los que era, de hecho, peligroso acercarse. Se ponía agresivo, como un animal acorralado. Finalmente, cuando su padecimiento se hacía presente, se volvía docil y Flug podía acercarse. 


Shisui le había dicho que aún no había visto lo peor de su enfermedad. Flug temía ese día. Verlo toser sangre, tan débil y temblando de pies a cabeza, era horrible, no quería imaginar que podía ser peor.

Además, lo hacía sentir culpable, disfrutaba tanto esos momentos de cercanía que, a veces, se encontraba deseando por esos síntomas. 


Black Hat era cruel en ocasiones, pero Flug realmente no creía que se mereciera sufrir tanto, quizás solo estaba siendo ingenuo, cayendo más y más en la ilusión de ese amor repentino. 


-¿No te gusta?-cuestionó su jefe, mirando al otro sujeto que se acercaba de lo más decidido-Es tu pretendiente ¿No es así?-.

-Eww...-negó-¿Por qué habría de gustarme?-se cruzó de brazos, indignado con la idea. 

-Se parece un poco a mi-.

-Ugh, no por favor, no se compare con él-negó de nuevo-Usted es tan elegante-Flug entrelazo sus propias manos y le dedicó una mirada soñadora-Y tiene una figura tan linda, Jefecito-. 

-...-Black Hat lo miró, sintió las mejillas arder y se giró lo suficiente para no ser notado-Eres un descarado-. 

-Jeje, no lo niego-.


Black Hat no le dijo nada, en cambio lo observó atentamente.


Flug tenía su vista fija en aquel pretendiente indeseado, se lo podía ver sonreír bajo la bolsa, como si esperara por algo muy divertido. 


Black Hot estaba ante la casa, lo suficientemente cerca como para ser oído desde la planta alta, donde estaban los otros dos. 


-¡No te preocupes, damisela! ¡Ya voy a rescatarte!-exclamó, señalando a Flug y flexionando sus músculos en poses dignas de una competencia de fisicoculturismo. 

-¡Que no soy una damisela! ¡Váyase a su casa por favor!-le gritó con tono de indignación y aun así...Estaba sonriendo. 


Black Hot lo ignoró y se acercó aún más, trepando la pared con facilidad.


-Ahí viene-murmuró el doctor, su tono lleno de siniestro deleite. 


El musculoso estaba muy cerca, unos metros más y alcanzaría la ventana, era su quinto intento, quizás esta vez....


-Oh no...- dijo al sentir que algo se le enredaba con fuerza en un tobillo-¡AAAAAAaaaaaahhhhhhh!-se escuchó su grito alejarse.


Black Hot había sido lanzado muy lejos por las lianas de los rosales, se movían como serpientes y defendían su territorio con bravura. 


-Ahí va-Flug rió con fuerza-Mirelo volar, Jefecito, siempre le pasa y no aprende-.

-Te divierte su sufrimiento-sonrió.

-Si, mucho-asintió-Pero, también es muy molesto, quisiera que se detuviera-.

-Sabes, si no faltaran los rosales de enfrente, no podría acercarse en primer lugar-.

-Si bueno, yo no estaría aquí como para que él quiera hacer eso-se encogió de hombros-No actúe como que no le divierte ver sus intentos de rescate-.

-Eso no quita que es tu culpa-.

-Lo siento-agachó la cabeza ligeramente-Estoy intentando compensarlo, Jefecito-.

-En ese caso...-le sonrió, amenazante, poniéndose muy cerca-Deja de perder el tiempo y vuelve a tus tareas, Doctor-.

-S-si, Jefecito-.


Flug salió corriendo, nunca sabía que sentir por ese hombre.


A veces le aterraba, otras quería robarle un beso.


Así como era volátil la dinámica de su relación, también lo eran sus sentimientos por él. 


Afuera, Black Hot se acomodaba el sombrero y se sacudía el polvo del cuerpo y del orgullo ¡Esas condenadas plantas! 

Black Hot era un demonio joven, un producto del nuevo régimen infernal. No sabía mucho del mismo, pues pasaba la mayor parte de su tiempo entre los mortales, donde podía presumir de su fuerza.

Entre demonios era un noble de rango menor, pero esperaba subir escalones y para ello, para ganar la simpatía de sus superiores, había moldeado su apariencia para lucir similar al, por ahora, desaparecido emperador del Infierno. 

No lo conocia y de su imagen solo conocia el icónico sombrero de copa, pero sabia de su historia y sabia que habia ganado el trono por proteger a un mortal al que amaba más que nada, alguien por quien había traicionado a su propio padre, alguien por quien había sido capaz de cortar cabezas, destruir mundos y entregar su propia existencia a cambio de volver a verlo.


Si conseguía a alguien así, el hombre de la leyenda, un sujeto tan inteligente como siniestro, entonces tendría el favor de los nobles y del mismo gobernante cuando éste volviera algún día.


Y ese alguien, según Black Hot, debía de ser Flug. 


Black Hot no era estupido, solo un poco...Cabeza dura y muy orgulloso de sí mismo, firmemente creía que podía conquistar al científico si lo rescataba de ese otro demonio que habitaba la mansión así que, casi a diario, hacía su intento de llegar hasta él. 

Por el momento no había podido sortear el peculiar sistema de seguridad y comenzaba a frustrarse ¿Por que el doctor no gustaba de él? Todo sería mucho más sencillo si Flug simplemente dijera que sí. 


Flug, por su parte, era ajeno al mal de amores que provocaba, ciertamente no le importaba, tenía otras cosas de las que preocuparse.


Solía, en ocasiones, perderse en aquella condenada casa. Los pasillos se hacían más largos, nuevas puertas aparecían de la nada, a veces creía ir en dirección correcta solo para encontrarse con un callejón sin salida. Tal era su situación en ese momento, se suponía que debía de estar limpiando la biblioteca ¡Pero por los dioses que no podía dar con ella! 

La biblioteca era una de las cosas que más le gustaban de su nuevo hogar, extensa, repleta de libros en multitud de idiomas, un verdadero tesoro para un ratón de biblioteca como él. El trabajo ahí era simple, mantener todo limpio, reacomodar los libros de ser necesario y seleccionar algunos para renovar las estanterías de la sala donde Black Hat prefería sentarse a leer. 


Comenzaba a entrar en pánico, sintiéndose auténticamente perdido. Miró a su alrededor, rodeado de no más que largos pasillos sin ventanas, las paredes decoradas con motivos de sombreros y antiguos retratos.


Black Hat estaba presente en la mayoría, en otros había un hombre, un humano que lucía similar a Black Hat en su silueta, pero su rostro estaba oscurecido, en otros se mostraba un hombre de fríos ojos azules y, en uno solo, estaba Shisui.


Flug se detuvo a verlo, el brujo era muy bonito debía de admitir. Ese retrato le recordaba a “El retrato de Dorian Gray” el hermoso rostro de aparente inocencia, eternamente joven. 

A su lado había otro retrato de Black Hat, firme y elegante porte, una amplia sonrisa, llena de orgullo y un aire travieso. 


De alguna forma, a pesar de ser muy diferentes, era como si esos dos tuviesen algo en común. Flug se hacía una vaga idea, pero notaba que ambos tenían un algo en la mirada, muy al fondo, detrás de la mirada alegre de Shisui y la fría mirada de Black Hat, había cansancio y soledad.


Ambos habían vivido demasiado. 


Flug suspiró, pensando en su propia expectativa de vida. No era precisamente inmortal, su especie vivía un milenio exacto, si nada los mataba por supuesto. 

Quizás, para seres como Shisui y Black Hat, mil años no era nada, pero a Flug la idea de ese largo futuro le aterraba. 

No había querido vivir tanto en primer lugar, el destino lo había castigado con longevidad por querer acortar su propia vida. 


Negó para sí mismo y continuó su camino, buscando la condenada biblioteca que insistía en huir. 


Dobló en una esquina y se encontró con un pasillo conocido, por ahí se iba al cuarto de su amo. Nunca había entrado obviamente, Black Hat no le había dado permiso aun, pero reconocía la puerta.

En cualquier caso, no estaba cerca de la biblioteca, asi que siguió caminando, dispuesto a llegar al final del pasillo y doblar la esquina nuevamente, a ver si esta vez la mansión decidía llevarlo por el camino correcto. 


Iba pasando la puerta de largo cuando una voz lo detuvo.


-Flug...-.

-Ah, Jefecito-se giró a verlo, ahora que lo pensaba no lo veía desde la mañana, cuando había presenciado juntos como Black Hot era lanzado por los aires-¿Necesita algo?-lo miró con preocupación. 


Black Hat estaba apoyado contra el marco de la puerta, abrazándose a sí mismo, el ceño fruncido.


-Necesito un baño, pero Shisui no está, así que te toca prepararlo-.

-Oh, por supuesto-sonrió.

-¿Shisui te enseño como?- preguntó a la vez que se apartaba de la puerta para dejarlo entrar

-S-si-tartamudeó, nervioso, al entrar al cuarto ajeno. 


Era, como había esperado, una habitación elegante y lúgubre. Negro y rojo por todos lados, luz calida de vela iluminaba el lugar, otra puerta se abria a un baño de lo más lujoso.

La tina tenía las típicas patas que semejaban las patas de algún animal, era completamente negra y brillante, más velas iluminaban, brindando un ambiente relajante. 


-¿Y dónde está Shisui? No me avisó que salía-Flug se arremangaba la camisa, enlistando en su mente lo que debía hacer. 

-Salió a buscar ingredientes para las pociones-Black Hat tiritaba y, claramente, se esforzaba por mantener su voz firme

-Oh, ya veo-.


Flug llenó la tina hasta la mitad de agua caliente, sacó una caja de madera del pequeño armario allí presente y la abrió. Botellitas redondas de varios colores en perfecto orden. 


-Veamos, debo empezar por la roja...-vertió una chorro del contenido en el agua-Y luego, la azul...-hizo lo mismo y el agua comenzó a burbujear-¿Cómo le hacía cuando Shisui lo dejaba solo?-.

-No solía salir mucho antes de que llegaras, aprovecha tu presencia para ir en busca de ingredientes, es oportuno, al parecer estaban escaseando-.

-Me alegra serte útil, Jefecito-sonrió, vertiendo un líquido verde y viendo la reacción- Y finalmente la púrpura...-vertió la última botella y se apartó, como Shisui le había recomendado.


De la tina se elevó una espesa nube de vapor perfumado, finalmente se asentó en el suelo, como neblina, el agua tenía un color extraño, a simple vista lucía negra como brea, pero bajo la luz de la vela se podían ver remolinos de los varios colores de las pociones allí vertidas. Flotaba también una suave espuma. 


-Bien...-Black Hat, así sin más, comenzó a desnudarse.


Se escuchó un ligero ¡Plaf! cuando Flug se tapó los ojos con ambas manos. 


-No me digas que te da vergüenza-siseó el demonio, burlón. 

-U-un poco, mejor me voy-atentó a irse, aun sin quitar las manos de sus ojos, pero solo logro tropezarse con algo en el suelo-Ay...-.

-No, quédate, sabes que no me gusta estar solo-le reclamó, gruñendo, aunque por ahí se oía una risita-No seas remilgado-. 

-O-ok...-Flug se mantuvo de espaldas a él, mirando a la puerta, no se giró hasta oír al otro entrar al agua.

-Ya puedes mirar-.


Flug se giró y lanzó un suspiró de alivio, no podía ver nada entre el agua y el vapor. 


Black Hat lo miraba, divertido con sus acciones. 


-¿Cómo se siente?-se acercó con cautela y se sentó junto a la tina en un banquito, justo el mismo con el que había tropezado. 

-Mejor-suspiró, cerrando su ojo y apoyándose contra la tina, sumergiéndose un poco más en el agua. 

-¿Siente dolor?-.


Black Hat nada más asintió y se quedó en silencio. 


Flug lo contemplo, sonriendo levemente al notar que habia cambiado su sombrero de copa por un gorro de baño, era igualmente negro con detalles rojos. 

El doctor pensó varios minutos en lo que iba a hacer a continuación, en sí valía la pena perder los dedos o no, al final decidió que siempre podía volver a coserlos en su lugar. 


Se levantó y acomodó el banquito tras la bañera, admiró  los hombros firmes  y el delicado cuello, el tentador espacio entre los mismos, donde podía darle un buen mordisco, así como la encantadora nuca, donde deseaba dejar besos tiernos. 


Se dio valor una última vez, extendió sus brazos, poniendo sus manos sobre aquellos hombros tensos y comenzó a masajear, lento y suave. 


-Hmmm...Eso está bien...-ronroneó Black Hat, complacido. 


Flug no dijo nada, su pobre corazón había dado un salto de alegría. 

Como había sospechado, la piel del demonio era tersa, resbaladiza con el agua y el jabón, la textura de sus escamas era agradable al tacto. 


-Jefecito-.

-¿Hn?-.

-Realmente quiero serle útil ¿Sabe? He estado observando, los síntomas de su enfermedad y todo eso, también he estado estudiando esas rosas y...-.

-¿Por qué? ¿Para qué? ¿Crees que encontraras una cura?-Black Hat no lo miraba, había cruel sorna en su voz.

-E-esa es la idea-.

-¿Y con qué objetivo? ¿Crees que si me sanas voy a quererte o algo así?-.

-...-Flug detuvó los masajes, lo pensó unos momentos y retomó sus acciones con calma-No, no necesito que me quiera, solo quiero serle útil-.

-¿Por qué?-.

-No tengo nada más, estoy solo, condenado a una vida muy larga, con usted...Con usted al menos puedo tener un propósito, algo que hacer-. 

-Te dije que te tendría aquí solo treinta años-le recordó.

-Confío en que me contrate permanentemente, Jefecito-sonrió.

-Eres raro-.

-Lo sé-. 


Compartieron el relajante silencio un rato, hasta que a Flug se le cansaron las manos y Black Hat consideró que ya había estado lo suficiente en el agua.


-Tendrás que ayudarme a salir-.

-Ok...-Flug suspiró, resignado al hecho de que tendría que verlo desnudo y que dicha imagen iba a plagar sus noches solitarias, sonrió y le dio un beso en la nuca, justo donde se asomaba la cervical.


Black Hat se estremeció ligeramente, pero no le dijo nada. 


Lo ayudó a salir de la bañera y a ponerse una bata, intentando que no se notara que intentaba memorizar cada detalle de ese cuerpo tentador.

A Black Hat no le molestaba, quizás a algún otro le habría arrancado los ojos por siquiera pensar en él de esa forma, pero a Flug le tenía confianza, hasta cierto punto. 


Mientras terminaba de secarse, Flug buscó un pijama. Se entretuvo un rato, contemplando la colección de ropa, Black Hat tenía un gusto muy específico, al parecer. 


Finalmente lo ayudó a vestirse y lo acomodó en la cama, arropandolo con cariño. 


-¿Cómodo?-le sonrió.

-Si-.

-¿Quiere que le traiga su té más tarde?-.

-Si-asintió-Y unos libros de la biblioteca-.

-No he podido encontrarla en todo el dia-suspiró con fastidio.

-La casa aun no confia en ti, por eso hace que te pierdas-se estiró y abrió el cajón del velador junto a la cama-Ten...-le entregó una llave de pesado metal negro-Con esto puedes acceder a cualquier cuarto, solo elige una puerta y piensa a donde quieres ir-.

-Oh, genial, gracias Jefecito-Flug se guardó la llave alegremente, eso haría su trabajo mucho más fácil. 

-Bien, entonces vete-volvió a acomodarse, dispuesto a dormir.

-Avísame si necesita algo-.

Black Hat no le contestó, simplemente se giró y se quedó dormido al instante. 


Flug dejó la habitación, cerrando con cuidado. Sin nadie para verlo, se dio el lujo de marchar con un paso alegre, tarareando lo que posiblemente era una canción de amor. 


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