jueves, 6 de abril de 2023

Let me teach you Cap 5: Vacaciones Parte 1

  





            -Flug-.

-¿Mmm?-.

-Nunca he sido el pasivo de nadie...-.

-Oh~ Entonces, déjeme enseñarle-.


Black Hat se revolvió felizmente en ese sueño/recuerdo. Sonrió, aun dormido, y extendió su brazo, buscando por él...


No había nadie.


Black Hat sintió, por un momento, una profunda decepción y vergüenza de haber confiado, pero entonces...


-Ah, Black Hat, está despierto-Flug entró al cuarto, cargando una bandeja-Lo siento, no suelo dormir hasta tan tarde, así que me levante a hacerle el desayuno-. 


Black Hat ocultó el rostro contra una almohada, intentando disimular su sonrojo y su sonrisa idiota.


-Preferiría encontrarte cuando despierto-admitió.

-Lo tendré en cuenta-sonrió.


Flug le sonreía con tanta sinceridad, Black Hat sintió su corazón revolotear. 


Se sentaron en la cama a desayunar, aunque Flug parecía más interesado en darle mordiscos a él que a las tostadas. 

El demonio lo dejaba ser mientras disfrutaba de su café y del silencio matutino, de vez en cuando miraba con disimulo su rostro descubierto, le gustaba mucho.


Flug era, sin duda, bonito. Tenía un rostro de facciones gentiles, marcado con una notable cicatriz en diagonal y varias quemaduras. El cabello era de un rojo intenso, esponjoso y suave, su boca de labios partidos ocultaba múltiples colmillos y sus ojos...


¡Eso era lo que más le gustaba!


Eran tan inhumanos, pero tan vivaces. El iris y la pupila brillaban en brillante blanco contra el negro profundo de la esclera. 


-Como estrellas en el vacío del cosmos-le dijo, romántico, dandole un beso.

-Que cosas dice-Flug se sonrojo hasta las orejas, normalmente nada en su cara era algo que recibiera elogios. 

-Gracias por quedarte-.

-Se lo prometí-lo abrazó desde atrás y le dio un mordisco en el hombro-Ademas ¿Por que irme? Disfruto de su compañía-.

-Pues, eres el primero-rió-A los mortales les gusta como me veo, no como soy-. 

-¿Le molesta?-.

-No lo sé, me gusta estar solo la mayoría del tiempo, es solo que...-suspiró-Los demonios, somos naturalmente encantadores y carismáticos, pero es solo para formar negocios y cultos, los mortales rara vez se molestan en conocernos de verdad y, cuando lo hacen, no les gusta-.

-Pues, yo no soy demonio y es básicamente lo mismo para mi-le dio otro mordisco, haciéndolo gemir-Pero, quiero conocerlo y que usted me conozca-. 

-Lo que quieres es devorarme-.

-Eso también-.



Mientras compartían esa cama, esa pasión y hambre, en sus mentes no había preocupaciones ni inseguridades, no había nada ni nadie fuera de ese cuarto, el mundo era solo ellos dos. 


Aun así, de vez en cuando, se preguntaban porque el otro le gustaba tanto. Simplemente eran compatibles ¿No es así? Un par de criaturas inmorales que encajaban perfectamente, como piezas de un rompecabezas. 


Black Hat se sentía seguro en sus brazos, Flug era tan gentil o tan brusco como él pidiera, con él no se sentía pequeño, intimidado o usado. Finalmente su mente dejó de divagar y se permitió estar en el momento, disfrutarlo de verdad. 


-¿Puedo quedarme hasta el lunes?-.


El demonio rió, no podia decirle que no a esos grandes ojos negros. 


Tuvieron la no tan brillante idea de ducharse juntos, Black Hat nunca había considerado que su piel de serpiente podría resultar un problema para ese tipo de cosas. 


-Se resbala como un pez-. 


Flug, tras muchos intentos, en los cuales ambos casi habían caído al suelo, decidió que lo mejor era sostenerlo contra la pared, con las manos en su trasero, por supuesto. 


-Si nos resbalamos de nuevo y te rompes algo, no me hago responsable-. 

-Tomaré el riesgo-dijo, acariciando la suave piel enjabonada.


Se apartó para poder admirarlo, la piel negra brillaba, era casi iridiscente ¡¿Cómo podía ser tan hermoso?! Lo volvía loco y lo hacía sentir estúpidamente afortunado. 


Black Hat no decía nada, pero lo admiraba también. Le gustaban todas sus imperfecciones y sus manos ásperas que lo sostenían con tanto cuidado, como si fuese algo valioso. 


-Me siento privilegiado-admitió el pelirrojo, lavándole el cuerpo, recorriendo su figura entera. 

-Yo también-ronroneó.

-¿Por qué? No soy la gran cosa ¿No le parece? Usted es perfecto y es un noble, tiene estatus, dinero y prestigio, yo solo soy un Nachzehrer y un estudiante de ciencias-se encogió de hombros. 

-No soy la gran cosa entre demonios, aún no...-negó-Nunca me han tratado tan bien-ocultó su rostro en el espacio entre el cuello y el hombro de Flug y negó de nuevo-Mi especie es cruel, en especial cuando se es joven-.

-¿Y los mortales?-ahora Flug lo acariciaba con ternura, ya no era un momento de lujuria.

-Soy un objeto, incluso si me admiran, incluso si me adoran como a un dios, soy un objeto del cual obtener beneficios-.

-Bueno, no es un objeto-suspiró-Es extraño, creo que si usted fuese, no se...Mi Jefe-rió-Le tendria respeto y todo eso, ciertamente creo que le tendría mucha admiración, le tengo mucha admiración-sonrió-Pero, aun asi quiero conocerlo como persona, no solo como alguien poderoso o intoxicantemente bello-. 


Black Hat simplemente sonrió, feliz y complacido. 


Fue un fin de semana maravilloso sin duda, una mezcla de lujuria y vida doméstica, se sentían cómodos, como si llevarán años juntos. 

Repartieron las horas entre sexo, acurrucarse en la cama o el sofa, solo hablando o mirando television, ordenar la casa, cocinar... 


Era irreal y tan agradable, no querían que terminara. 


Pero llegó el lunes y debía terminar. 


-Nos veremos luego ¿Verdad?-.

-Hn, ya veremos...-ronroneó, divertido con molestarlo. 


Estaban íntimamente abrazados, nada deseosos de separarse, pero debían. 

Flug lo soltó de mala gana y le dio un breve, rápido, beso antes de partir hacia su propio hogar. 


Black Hat lo miró partir y sintió una profunda, amenazante, incertidumbre. 


¿Por qué no podía simplemente quererlo? ¿Era capaz del sentimiento en primer lugar? Sabía, a pesar de su orgullo y fría fachada, que deseaba ser amado, pero ¿Podía amar? ¿Era eso lo que sentía por él o era un simple capricho? ¿Y qué era lo que sentía por Mr Hatfield?


Quizás era solo su juventud, pero no podía decidir, se sentía perdido. Al mismo tiempo la había pasado tan bien esos días, que tener dudas se sentía incorrecto. 

Normalmente, para una criatura retorcida como él, tomar decisiones era fácil. Cuando quería algo, lo tomaba. 


Pero... Pero su corazón era diferente. Una cosa era su ambición, su crueldad, su deseo de expandir su poder, influencia y maldad. 

Otra, muy diferente, era lo que había en su pecho, ese anhelo secreto. Eso que aún era suave y vulnerable.

Su pobre, frágil y marchito corazón, hambriento de compañía, cansado de la soledad. 


Y tenía miedo.


Le temía al rechazo, a que le hicieran daño, a mostrarse, tal cual era, y ser despreciado por ello.


No podía evitar pensar “¿Y qué tal si no le gusta como soy?” 

Ser inseguro era un sentimiento inusual para él, pero no podía evitarlo. 


Sin embargo, se permitió ser indulgente consigo mismo, Flug le gustaba y punto. Así que continuo con ello, cada fin de semana lo dedicaban el uno al otro y cada vez se sentía mejor, cada vez parecía ser el camino correcto y aun así...



-¿Que te tiene tan pensativo? My Dear-.


Black Hat llevaba un rato con la vista en un montón de exámenes, pero no había podido calificar nada, se sentía perdido. 

En algún momento el tiempo había pasado volando y las vacaciones estaban aproximándose. 


Hatfield no había vuelto a acercarse a él, al menos no de forma tan indecorosa como la última vez, pero de vez en cuando Black Hat se encontraba pensando en él, un pensamiento intruso, ese hombre se colaba en su cabeza sin permiso, como una plaga. 


Era en momentos como ese, las largas horas de silencio, mientras escuchaba las aves cantar y disfrutaba del fresco ambiente del salón. 

Ahí era cuando Hatfield se asomaba en su mente, con su galanura, su aroma varonil, sus palabras elegantes y venenosas. 


Tenían mucho en común. La ambición, el gusto por codearse con los nobles y adinerados, la elegancia y la madera para los negocios. 


Eso era lo que le gustaba de él. 


Con Flug se divertía, pasaba tiempos joviales y dichosos. 


Con Hatfield ¡Oh, ese pensamiento venenoso lo atormentaba! Con Hatfield podía tener un futuro. 


¿Qué hacer? ¿Debía ir por quien lo hacía feliz? ¿O por quien era conveniente?


Nada decía que con Flug no podía tener un futuro también, así como nada decía que no había felicidad en un futuro con Hatfield. 


-My Dear...-lo llamó de nuevo, con más firmeza.

-Lo siento- lo miró-¿Necesita algo?-. 

-Tengo una propuesta para ti-lo tomó del mentón.

-¿Qué clase de propuesta?-suspiró, frunciendo el ceño.

-Oh, no me mires así, como si estuviese haciendo algo inapropiado-sonrió-Ven a pasar el verano conmigo, My Dear, tengo una casa en la campiña inglesa, te encantará-.

-Mr Hatfield, yo...-.

-No eres exclusivo de ese niño ¿O si?-alzó una ceja.

-No, pero...-.

-Entonces no veo porque rechazarme-sonrió. 


Era cierto que él y Flug no habían formalizado nada, pero aun asi no sabia que decir.


-Lo pensaré, Mr Hatfield-. 


Mientras Flug no podía sentirse ni más feliz ni más enamorado. 


¡Lo adoraba! ¡Adoraba a ese demonio con todo su ser! 


-... Solo quiero abrazarlo todo el día, Shisui, ay es tan adorable-suspiró, apenas tocando su comida de tanto hablar sin parar de Black Hat. 

-Ya, te gusta mucho-rió-Pero come por favor, cocine eso para ti-. 

-Si, lo siento-sonrió bobamente. 


Él y Shisui siempre conversaban a la hora del almuerzo y no era raro que el pelinegro le regalara comida, eran los típicos bentos japoneses, con su comida bien acomodada y decorada, como si Shisui lo hubiese hecho para un hijo suyo. 

Le gustaba ese lado maternal del otro, sentía que siempre podía contarle sus cosas. 


-¿Crees que quiera venir de vacaciones con nosotros?-.

-Hn...-Shisui agachó las orejas de lobo, rogando que su presentimiento fuese erróneo, aunque rara vez lo eran-Le gusta tomar el sol, yo diría que si-rió-Pero, dudo mucho que ustedes dos vean mucho la playa-. 

-Tú tampoco dejarías nunca la cama si tuvieras a alguien tan delicioso-suspiró de nuevo, con anhelo. 

-¿Lo quieres Flug? ¿De verdad?-.

-¿Por qué me preguntas? Sabes que si-.

-Lo sé-asintió.


Se separaron luego de eso. De hecho, Flug no estaba muy seguro de que hacía Shisui en la Universidad, solo tomaba clases de finanzas, si es que a lo que hacía se le podía llamar estudiar. Ciertamente no parecía del tipo que le gustaba el ambiente académico, en cualquier caso Shisui encajaba más en la facultad de artes, pero Flug nunca le cuestiono nada, le gustaba su compañia. 


Pasó el resto del día entre clase y clase, no teniendo mucho tiempo de pensar en nada más, hasta que, andando por los pasillos, se encontró con Cecilia.


Siempre intentaba evadir, no le tenía odio como a Herbert, solo estaba decepcionado de ella.

En aquel entonces la había considerado su confidente, le había contado todo lo que Herbert le había hecho, como lo humillaba y maltrataba, pero Cecilia había hecho oídos sordos y se había metido con él.

Se preguntaba si también la trataba mal, si también le pegaba. De seguro si.

No le importaba, en lo que a él le concernía, Cecilia se lo había buscado ella solita. 


-Hola, Kenny~-.

-Mi nombre es Flug-frunció el ceño y aceleró el paso, intentando evadirla. 

-Ay, no seas así, Kenny-la chica se interpuso en su camino y lo envolvió entre sus brazos.

-¿Qué es lo que quieres? Cecilia-quería empujarla, pero se resistió a ello, lo último que necesitaba es que lo acusaran de agresión. 

-Un besito~-dijo, mordiéndose el labio inferior. 


Flug no tuvo tiempo de nada, Cecilia lo beso sin permiso, apartando la bolsa y juntando sus labios. 

Ahora sí, Flug la empujó, aunque era un poco tarde...


-Black Hat...-.


Ahí estaba el demonio, mirándolos fríamente. 


-Black Hat, no es lo que parece-negó con cabeza y manos, sintiéndose estupido por decir aquello, aunque era verdad.


El demonio avanzó hacia ellos, miró a la chica que se levantaba del suelo con desprecio


-Largo-le bufó.


Cecilia no dudó en salir corriendo.


Luego miró a Flug, con algo difícil de descifrar.


-Ya se que no es lo que parece, Flug-se detuvo ante él, su postura firme, con sus manos entrelazadas tras la espalda-Lo que sí parece, es que tienes muchas opciones-.

-Cecilia no es una opción-negó, asustado de su postura y su tono-Ella ya no me gusta-.

-¿Y qué hay de tu otro ex? Herbert-.

-Mucho menos él-negó de nuevo, enérgicamente.

-¿Y qué hay de todos esos amantes que tienes?-.

-Son solo eso, Black Hat, además no he estado con nadie más desde que empezamos a salir-lo miró, temeroso-¿Por qué me cuestiona todo esto?-.

-Porque yo también tengo opciones y no se que decidir-admitió, bajando levemente la mirada-Y... Creo que para ti, cualquier otro es mejor que yo-.

-¿Qué?-rió, incrédulo-No, claro que no...-acortó la distancia y le tomó el rostro entre sus manos-Me gusta usted-.

-No quiero causarte problemas, Flug-lo sujetó de las muñecas y les dio una caricia antes de apartarlo-Hay cientos de cosas que puedo ofrecerte, pero también hay cosas que nunca tendras conmigo, no quiero que, a la larga, seas infeliz-. 

-Profesor...-.

-Nunca había deseado eso para nadie, felicidad-sonrió amargamente-Y también, deseo mi propia felicidad y no se si es contigo o con alguien más, me encuentro perdido, incapaz de decidir-.


Flug lo miró, dolido, adivinando a donde iba todo ese discurso.


-Y supongo que quiere sopesar esas “opciones”-dijo con creciente enfado. 


Black Hat asintió.


-¿Hatfield?-.


El demonio asintió de nuevo. 


-¡¿Va a dejarme por Hatfield?!-.

-No tenemos nada formal tu y yo, Flug, no te estoy dejando-le contestó, indignado por sus gritos. 

-¿¡Pero, por Hatfield!?-por su tono se notaba que estaba al borde del llanto.

-Flug...-Black Hat intentó calmarlo, explicarle, pero Flug lo apartó de un manotazo.

-Haga lo que quiera, es lo que me gano por meterme con mi profesor-tembló en su sitio, furioso consigo mismo y sintiendo su corazón hacerse añicos.


Black Hat no sabía qué decirle, no tenía compromisos reales con él, no le debía nada, mucho menos explicaciones, le estaba haciendo una cortesía al avisarle.


-Nos vemos, Flug-fue todo lo que dijo, para luego desaparecer en humo negro.



Flug lloró y lloró, amargo y roto. Shisui lo sostuvo entre sus brazos, cariñoso y maternal, hasta que tuvo suficiente. 


¡Snap! 


Con un chasquido desapareció, con Flug y todo, y reapareció en el aula donde Black Hat estaba dando clases.


-¡Voy a despellejarte y convertirte en un par de zapatos!-le gruñó, mostrando los colmillos, las orejas pegadas al cráneo, la cola erizada. 

-Shisui, no vale la pena-Flug intentaba detenerlo, sujetándolo de la cintura con todas sus fuerzas, siendo arrastrado por la fuerza del otro. 


Black Hat abrió la boca, pero no dijo nada, estaba igual de anonadado que sus alumnos allí presentes. Nunca había visto a Shisui tan furioso. 


-¡Zapatos y un bolso!-gritó, luciendo como un perro rabioso. 


Shisui fue expulsado por amenazar a un profesor, Hatfield lucía particularmente feliz de deshacerse de él. 


Flug, simplemente, completó los exámenes que le faltaban y no se molestó en asistir los últimos días. 

En cambió subió con Shisui a una camioneta prestada y fueron juntos a una casita en la playa. 


Era lo único de valor que Flug poseía. Una casita acogedora que daba al mar y a cielos despejados. 


Allí había pasado sus únicos momentos felices de la niñez, buceando en las aguas claras, volando papalotes, rodando en la arena cálida, incluso había disfrutado de los días de lluvia, cuando se ponía frío y se preparaba un chocolate caliente para el solito. 


Había querido llevar a Black Hat con él y agregar nuevos recuerdos, compartir pasiones calidas bajo el sol, pero había sido abandonada tan de repente. 


-No tenias porque venir, Shisui, se que odias el mar-suspiró, dejando su mochila en el suelo.

-No voy a dejarte solo-negó-Además, no me gustara el mar, pero me gusta limpiar-se arremangó-Tu descansa, dejaré todo reluciente para la noche-. 

-Ok-.


Flug, sin muchos ánimos, se cambió y fue a instalarse a la playa. El sol pegaba con fuerza, pero él se mantuvo bajo la sombra del parasol, sentado en su toalla, abrazándose las piernas. 


Se sentía miserable, sentía como si le hubieran arrancado el corazón. 


Black Hat no era su propiedad y, realmente, no tenía derecho a celarlo, pero...


¡¿Pero por qué tenía que ser Hatfield?! ¡¿Y por qué así tan de repente?! 


¿Había hecho algo mal? ¿Black Hat se había aburrido de él?


Se quedó ahí, escuchando el mar, sumido en sus pensamientos, hasta que llegó la noche y Shisui lo llamó desde la casa. 


-La cena está lista-le dijo con voz cantarina.

-Gracias, Shisui-Flug se sentó a la mesa, aunque no tenía mucha hambre. 


Shisui nada más le sonreía, podía sentir todo lo que Flug sentía, ser empático era una maldición, pero no se quejaba, nunca lo hacía. 


-Te prepare tu favorito, no creo que lo extrañen-señaló la carne al horno con papas sobre la mesa.


Flug no pudo evitar reír. 


-Con suerte no-. 


Flug se mantuvo callado tras eso y Shisui respetó ese silencio. En cuanto vació el plato se puso de pie, dispuesto a irse a dormir.


-Deja los platos, los lavaré mañana temprano-le dijo al pelinegro.

-Está bien-asintió este.


Ambos subieron las escaleras hacia los cuartos, Flug estaba a punto de entrar al suyo, cuando Shisui lo detuvo.


-Espera, quería preguntarte algo...-entró a su cuarto, que era contiguo, y regresó al instante con algo en brazos-Me lo encontré en el ático ¿Puedo quedarmelo?-.


Flug miró aquella...cosa. 


Parecía una marioneta, con una sonrisa y unos ojitos muy peculiares. No lo había visto en su vida. 


-No sé de dónde habrá salido, supongo que puedes quedártelo-asintió.

-¡Yeay!-Shisui estrujó la marioneta-¿Ya escuchaste? Wally Darling, vendrás conmigo, en cuanto te saque todo ese polvo te veras muy guapo~-. 

-Ay, Shisui, que raro eres-negó, riendo-Buenas noches-.

-Buenas noches-. 


Flug despertó al día siguiente, pensando que tendría un dia normal en la playa, quizás podría distraerse, divertirse, en vez de pensar en Black Hat. 


Lo primero que se encontró fue ese títere girando en la lavadora. Flug lo miró girar como loco, un borrón de colores, sus zapatos haciendo fuertes ¡Thud! ¡Thud! ¡Thud! contra el tambor metálico. 


Notó que eran negros y blancos, como los de Black Hat. Una simple casualidad, pero trajo al demonio de vuelta a su mente y, de seguro, se quedaría ahí el resto del día. 


En fin, por lo menos hacía buen viento, podría volar un papalote por un rato. Tenía una colección que cuidaba con mucho mimo, así que eligió uno, lo descolgó con cuidado del techo y salió a jugar un rato. 


Mientras Shisui colgaba al pobre Wally del tendedero, observó a Flug ahí en medio de la playa, volando su papalote con clara melancolía. 


A él y a Black Hat los amaba mucho, quería verlos felices y entendía el dolor de ambos, realmente no podía ponerse del lado de ninguno pero, en ese momento preciso, estaba enojado con Black Hat. 


-Va a regresar llorando muy pronto-le dijo a la marioneta, que lo miraba con una sempiterna sonrisa y ojos perezosos y coquetos-Y yo sentiré su dolor como mío-se tocó el pecho-Pero no puedo quejarme, porque mi dolor es el suyo, sería como quejarse con un amputado de haberme cortado un dedo-rió.


Los días pasaron y Flug simplemente iba con las emociones. Estaba deprimido. 

Iba a nadar, a pescar, volaba sus papalotes y sus aviones a control remoto pero, en realidad, no disfrutaba de nada de ello.


Se sentía miserable y solo. 


Black Hat le había dado tanta dicha, solo para arrebatarsela cruelmente y de golpe, desarraigandola de su corazón como una mala hierba, dañandolo en el proceso. 


Y aun así, no podía odiarlo.


Lo amaba demasiado. Leal e irremediablemente devoto. 


¿Qué más podía hacer aparte de lamentarse? Había pensado seriamente en ir al mar y dejar que se lo tragaran las aguas, que las olas se llevaran sus penas. 

Lo habría hecho de no estar Shisui, estaba seguro de que el Brujo iba a arrojarse a salvarlo y al pobre la aterraba el mar, no quería hacerlo pasar por eso. 


Con todo eso pasó un mes y Flug ya llevaba unos días sin querer levantarse de la cama, su pena cada vez mayor.


-¡Levántate, Flug!-Shisui entró a su habitación con estruendo, alegre-¡Vamos!-. 


Con un movimiento, le dio vuelta al colchón y Flug cayó rodando.


-¡Shisui!-le reprochó, poniéndose de pie de un salto. 

-Vamos, vamos...-lo empujó, guiandolo fuera de la habitación, hacia el baño-Date una ducha, arréglate un poco-sonrió.

-¿Por qué debería?-dijo, dejándose arrastrar de mala gana.

-Porque él viene hoy-dijo como si nada, dándole un último empujón, obligándolo a entrar en el baño. 


Shisui cerró la puerta y Flug se quedó solo. 


Se duchó de mala gana ¿Que le hacía pensar a Shisui que quería ver a Black Hat?


Quería verlo. 


Pero no sabía que haría cuando lo hiciera. 


Se encontró con Shisui en la playa. Siempre que estaba cerca del mar, a Shisui se lo notaba más pálido que de costumbre.


Estaba bajo el parasol, manteniendo la distancia, mirando la arena. 


-Ay, Shisui ¿Tienes que traer esa cosa a todos lados?-suspiró, viendo que, a su lado, estaba aquella marioneta.

-Aún no puede caminar por su cuenta-le contestó en tono misterioso. 


Flug prefirió no preguntar y se sentó a su lado.


-¿De verdad va a venir hoy?-.

-Si, en un rato-sonrió-Relájate-.


Jugó ansiosamente con sus manos ¿Qué haría? ¿Le gritaría? ¿Intentaría agredirlo? Tal vez Black Hat se lo merecía, pero no quería hacerle daño. 

De hecho, estaba preocupado por él, llevaba un mes sin saber de su paradero ¿Estaba bien? 

En todo ese tiempo no hubo llamadas ni mensajes, ni para él, ni para Shisui. Le preocupaba lo que Hatfield pudiera estar haciéndole...


¡Oh, cómo lo amaba! ¡¿Por qué su corazón debía ser tan blando?!


¡No quería verlo, no quería perdonarlo, no quería amarlo de nuevo!


¡Oh, pero ahí estaba! ¡Su inconfundible figura en la distancia!


-¡Black Hat!-Flug se levantó con torpeza de la arena, corrió hacia él, se tropezó consigo mismo, volvió a ponerse de pie y siguió corriendo con los brazos abiertos y una gran sonrisa ocultaba bajo la bolsa-¡Black Hat!-.


El demonio no tuvo tiempo de nada, Flug lo derribó contra la suave y cálida arena, abrazándolo con todas sus fuerzas.


-Black Hat...-le acarició las mejillas, quería besarlo entero-Black Hat-pronunció más duramente, recordando que estaba enojado con él. 

-Lo siento-fue todo lo que dijo, mirándolo a los ojos. 


Black Hat esperaba que Flug lo golpeara, se lo merecía, pero en cambio este lo ayudó a ponerse de pie y lo abrazó, rodeando su cintura, como solía hacer siempre. 

El demonio hizo lo suyo, pasando sus brazos sobre los hombros del otro, poniendo sus rostros muy cerca. 


-Lo extrañe, pero sigo enojado con usted-le acarició la espalda con gentileza.

-Te lo compensaré-ronroneó, estremeciéndose, ansioso. 


No necesitaban más palabras, Flug lo tomó en brazos, estilo nupcial. 


-Nos vemos luego, Shisui-le dijo, caminando hacia la casa.

-Como en tres días-rió el demonio. 

-Diviertanse-Shisui rió también, despidiéndose con un gesto.


Flug lo dejó con cuidado sobre la cama y se apartó solo un momento para cerrar la puerta. 

Black Hat se quedó ahí, expectante y dócil. 


Por su presencia sobre él, ese aire de depredador furioso, sabía que Flug quería desquitarse. Podía hacer lo que quisiera, le gustaba esa combinación de excitación y miedo.


Lo ansiaba.


Quería que Flug lo devorara completo, que inundara sus sentidos de dolor y placer y le hiciera olvidar sus penas. 


Quería sentirse amado de nuevo. 


Y Flug le dio gusto, porque se desquito con él, rudo y dominante, haciéndolo gemir y estremecer de pies a cabeza, lo hizo rogar y suplicar por más. 


Pero también, cuando Black Hat en medio del éxtasis, le rogó por cariño y afecto, se le concedió sin dudar. 

Le ofreció cariño y caricias tiernas, un ritmo lento y dulce. 


Black Hat se sentía en las nubes. No podía hacer mucho más que aferrarse a él o a las sábanas y gemir, pero era tan dichoso con ello.


Se sentía amado. Valorado. 


No importaba si era rudo o gentil. 


Flug le hacía el amor y era el único en haberlo hecho nunca. Con él no era solo sexo, era romance y pasion. Flug era un amante generoso y Black Hat adoraba eso de él. 


-Quiereme, amame-le rogó, exhausto, jadeando. 

-Lo hago-Flug lo acarició con ternura, dándole consuelo-Lo amo mucho-. 


Tras eso durmieron por horas, íntimamente abrazados, como si temieran que el otro fuese a escapar o desaparecer. 

Despertaron, se dieron un baño y comieron algo ligero, para luego volver a la cama y repetir todo de nuevo. 


Era como si quisieran compensar el mes perdido. El tiempo lejos habia sido tortura. 


La noche del tercer día tuvieron suficiente, así que solo se dedicaron a dormir. El fresco del mar entraba por la ventana, permitiéndoles abrazarse a gusto. 


Pero Black Hat no podía dormir...


Apartó al otro con cuidado y salió de la casa. No vestía más que una camisa de Flug, pero no importaba mucho a esas horas.


Caminó sobre la arena fina y fría. Paseó por la orilla del mar, las olas apenas rozando sus pies descalzos. 


Había cometido un error, había tomado la decisión equivocada.


¡Oh, pero estaba tan feliz de que Flug lo había aceptado de vuelta!


No se merecía su cariño. 


Miró la extensión del mar, la luna iluminando con su luz gentil. Evocaba soledad. 


Casi había perdido algo valioso por un capricho. 


Pudo haber terminado solo de nuevo. 


Quería llorar, pero no lo hizo porque unas manos lo rodearon desde atrás, apretándolo con ternura y sacándole un leve suspiro.


-Flug...-.

-¿No puede dormir?-le habló al oído. 

-No-acarició las manos que le sostenían el vientre y sonrió-¿Y tu?-.


Flug soltó una risita.


-Me imagine que vino a dar un paseo e iba a dejarlo, pero me levanté a tomar agua y esa condenada marioneta me dio un susto de muerte, no creo que pueda volver a dormir-. 

-Lo vi, está ahí sentado en el sofá-rió-Creo que lo vi parpadear-. 

-Shisui dice que debería de poder moverse por su cuenta pronto-negó-Es perturbador-.

-Ay, Flug, primero ten en cuenta que tienes entre tus brazos antes de criticar-. 


Ambos rieron y luego se quedaron en silenció. No se dijeron nada por un largo rato, solo escuchando el mar, intercambiando una caricia ocasional. 


-Flug...-.

-¿Hn?-. 

-Te amo-.


El pelirrojo sonrió, feliz y orgulloso de sí mismo.


-Yo también lo amo-. 



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