jueves, 12 de enero de 2023

PaperPunk Cap 4: The Witch

 



Aunque, oficialmente, no eran novios, ciertamente estaban pasando por la fase de la luna de miel. 

Se iban conociendo, sentian que les gustaba todo del otro a pesar de que anteriormente no se habian llevado nada bien, pasaban todo el dia en la cama, repartiendo las horas entre sexo y conversaciones en las que reian como bobos. 


A Flug le gustaba apoyar la cabeza en su pecho, sintiendo sus latidos, extrañamente lentos, mezclados con suaves ronroneos. 

Le gustaba admirar los detalles de su piel, las escamas de serpiente, sin marcas ni imperfecciones. De vez en cuando, y sólo cuando el demonio estaba completamente relajado, curiosas anomalías comenzaban a aparecer, bocas y ojos justo debajo de la superficie de la piel. Desaparecían apenas intentaba tocarlas. 

Ese cuerpo era mejor de lo que había imaginado nunca, pero no era todo lo que le gustaba, de alguna forma se sentía privilegiado de estar ahí, atestiguando algo íntimo, cierta fragilidad secreta. No dejaba de sorprenderle lo mucho que le gustaba pasar tiempo con él. 


-Me haces cosquillas-se quejo, sintiendo los dedos de Flug en sus costillas. 

-Lo siento-rió-¿Lo desperté?-.

-No...-se estiró felinamente, atrapandolo en sus brazos y clavandole las garras en la espalda-¿Que hora es?-.

-Las 3 de la mañana-.

-La hora de las brujas-.

-Shisui debe estar revolviendo su caldero-bromeó.

-Sabes que es un brujo de verdad ¿No es así?-suspiró, acariciandole el cabello, un rojo intenso y antinatural-No usa ese sombrero no más porque si, así es como le decimos “El Brujo”-. 

-Uh...-bostezó-¿Y qué hay de usted? ¿Por qué le dicen Black Hat? Aparte de lo obvio, quiero decir, no sé su nombre-.

-Nadie lo sabe, es un secreto, solo mi creador lo sabe, para mi especie los nombres tienen poder, si alguna vez alguien averiguara mi verdadero nombre, tendría control sobre mi-. 

-Oh, ya veo-lo recorría con sus dedos, distraído, se detuvo en el pezón que tenía a su alcance y lo apretó juguetonamente.

-Quita...-le dio un golpe en la mano, riendo.


Ambos rieron, se besaron y Flug le dejó en el pecho pequeños mordiscos. El pelirrojo tenía la boca llena de afilados colmillos, pequeños y puntiagudos, como una piraña. 

A Black Hat le encantaban, de las pocas cosas que podían perforar su piel, la sensación era exquisita. 


Lo estaban haciendo de nuevo, Black Hat gemía de gusto, era como si no pudieran apartarse un segundo, como si estuvieran en celo, como si sintieran que el otro se iba a escapar en cualquier instante y debían aprovechar cada segundo. 

Al demonio nunca lo habían tratado tan bien, Flug manejaba su cuerpo como quería, no importaba si era brusco o gentil, si lo ataba a la cama o si lo sostenía como si lo amara de verdad, tan cerca que sentía su ser entero arder, sin importar que, siempre era éxtasis, dicha e...Incertidumbre, tan profunda que dolía. 


-Abrazame-gimió, extendiendo sus brazos hacia él. 


Flug le obedeció, sosteniéndolo cerca, haciéndole el amor con ternura. En esos momentos de nebuloso placer, a ambos se les daba por pensar que querían que durará para siempre. 


El sol salió y, tras un desayuno y una ducha, decidieron que era mejor si hacian algo productivo aparte de follar todo el dia. 


Flug miró, entretenido, como el otro se vestía. 


Camisa roja sin mangas, por como se veia las habia arrancado a lo bruto, jeans negros que se ajustaba deliciosamente a su figura, la chaqueta de cuero, las pesadas botas que sacaban traviesamente sus lenguas, el sombrero, tan peculiar. 


-Jefecito-dijo en tono de querer preguntar algo mientras se vestía él también.

-¿Hn?-Black Hat se miraba al espejo, acomodándose la chaqueta. 

-¿Por qué el sombrero de copa? Le sienta bien y todo, pero parece fuera de lugar-.

-Al principio coincidere vestirme todo elegante, con clase, ya sabes-le sonrió a través del espejo-Pero, luego me di cuenta que eso estaría complaciendo a mi padre, asi que opte por esto-se giró, los brazos en pose teatral-Pero el sombrero me gusta, así que me lo quede-. 

-Ya veo-rió-Se ve guapo con o sin él-.

-Nadie más que tú has visto lo que hay debajo, Doctor~-.


Salieron juntos al exterior. Las calles de ese vecindario lúgubre aún estaban quietas. 

Quizás era una tontería de su parte, pero le preocupaba que Black Hat viviera ahí, prácticamente solo. Aunque, claramente, no había nada ni nadie capaz de amenazarlo ¿Verdad?


-Tengo que ir a clases, Jefecito-le anunció después de un breve momento de silencio en el que ambos respiraban el aire matutino. 

-¿Insistes con eso?-.

-Aun quiero ir a la universidad, por muy productivo que sea trabajar para usted-.

-Eres mucho más inteligente que cualquiera que vaya a un lugar de esos-rodó su ojo, fastidiado-Mira todo el dinero que hemos hecho, además, si necesitas recursos, puedo conseguirte lo que quieras-.

-Lo se, pero...-suspiró-Lo discutiremos después ¿Si? ¿Me pasa a buscar y vamos a comer algo?-.

-Ok-.


Flug lo miró, tenía una expresión de capricho, como un niño chiquito al que no le habían comprado su juguete. Era adorable. 

Se le acercó y lo besó, no era el beso apasionado y lujurioso de siempre, era un beso suave, un cariñoso gesto de despedida. 


-¿Y eso?-Black Hat lo miró con sorpresa, sonrojado, eso había sido extrañamente...Íntimo. 

-Se me antojo-rió-Nos vemos, Jefecito-.


Flug se marchó por su lado, dejando al demonio solo, dedos sobre los labios, atónito. 


-Aww, eso fue encantador-Shisui había salido, literalmente, de la nada-¿Y te das cuenta que tienes una cita en la tarde?-hablaba extrañamente suave ese día, sonaba agotado.

-¡¿Una que?!-.

-Cita-.

-Pero...-.

-Viviras, Black Hat-rió quedamente-Se la pasan revolcándose y esto es lo que te altera-.

-Es...Diferente-apartó la mirada, no muy deseoso de que el otro lo leyera como un libro abierto-Sexo es una cosa, pero...-.

-¿Te asusta la intimidad? ¿Te asusta enamorarte? ¿Tomartelo en serio y ser rechazado?-sonrió con calma-Enamorado ya estas, en cuanto a lo otro, pues solo te queda ver qué pasa-le puso una mano en la mejilla, acariciando levemente bajo el monóculo-Estarás bien-lo miraba con cariño, como a un niño. 


Black Hat lo apartó de un manotazo, odiaba que lo tocaran. 


-Estas raro hoy- resopló-Y pálido-.

-Yo también puedo sentirme enfermo a veces-.

-Te la pasas metiendote porquerias en el cuerpo, no me sorprende-.

-Estoy...Solo, esta vez, Black Hat-.

-...-lo miró brevemente, nunca sabía qué sentir por él, lo apreciaba si iba al caso-¿Y entonces que? ¿Piensas morirte antes de lo habitual?-.

-Muero y renasco, siempre conciente de lo que soy en realidad, una y otra vez por la eternidad-dijo con claro cansancio-Pero no puedo suicidarme, si a eso te refieres, y no existe droga lo suficientemente potente como para matarme por “accidente”-. 

-Hn...-.

-¿Te preocupo?-sonrió.

-No-.

-Entonces no me cuestiones, solo intentaba disfrutar y ver lo que pasa, Black Hat, siempre tiendes a pensar demasiado-.

-Como sea- el demonio se fue por su lado, dejando al otro solo.


Shisui lo miró marchar, preocupado. Sabía que él, en una posición divina, no debería de sentir nada más que desprecio por aquella criatura oscura y retorcida, pero no podía evitar quererlo mucho, quizás su sufrimiento le recordaba al suyo propio, tal vez era solo lastima, realmente no estaba muy seguro. Solo sabía que Black Hat, por su propia creación y naturaleza, sufría constantemente, solo no lo dejaba ver, pero Shisui podía sentirlo todo y quería dar alivio a esa pena constante. 


El problema era que estaba cansado, él era un dios, no podía descansar. Ocupaba un cuerpo mortal que podía morir, pero siempre reencarnaba, sus memorias intactas, el peso de eones de existencia nunca desaparecía de sus hombros. 


Le había concedido a Black Hat un destino similar, el demonio no podía morir tal cual, pero su cuerpo podía ser destruido, su poder disminuido y sus memorias borradas, de esa forma, cuando el sufrimiento de su existencia era demasiado, podía descansar y empezar de nuevo. 


Shisui no tenía ese escape. 


Suspiró, mirando su aliento ascender en el aire helado de la mañana, cada día hacía más calor, pronto sería verano. Eso era bueno, los dioses renovaban energías con cada cambio de estación, además pronto sería luna llena y eso, a él que era el dios de dicho astro, le beneficiaba en gran manera. 

Sin embargo nada de eso iba a aliviar sus preocupaciones, el futuro se revelaba a él turbio e incierto y había un límite hasta donde podía interferir y proteger a esos que eran sus favoritos. 


Shisui dio un paso hacia atrás, sumergiéndose en las sombras de callejón, desapareció, dio un paso hacia adelante y ahora estaba en una habitación. Era un cuarto curioso, parecía que cada centímetro estaba ocupado por algo, objetos extraños que hacían ruidos constantes, frascos llenos de líquidos ominosos, en el hogar un caldero, en el centro una mesita con un mazo de cartas. 


Era su propia versión del tarot. Lo había construido con el tiempo, cada persona relevante que conocía era una nueva carta, algunos volvían a aparecer, otros nunca, por más que barajara las cartas una y otra vez. 


Shisui preparó su hookah, fumaba drogas de su propia creación en momentos como ese, algo que abriera el tercer ojo, por así decirlo. 

Barajó el mazo, sacó la primera carta y la dio vuelta.


“The Gentleman” 


-Así que él aparecerá luego-le dijo a la nada.


Alguien no de su pasado, si no del de Black Hat, uno que no podía recordar. Shisui suspiró con pesar, Black Hat habia escogido ser más libre esta vez, más joven, menos estricto, parecia que queria tomarse las cosas a la ligera, divertirse un poco, pero el destino era cruel con criaturas como él, quizás se lo merecía y todo, pero aun así...


-Pobre niño, creado de oscuridad, no elegiste lo que eres, disfrutas de tu propia maldad, pero no de las consecuencias ¿No es así?-buscó la carta de Black Hat, antes había sido “The Hat” pero a veces a esas cartas se les daba por cambiar por sí solas.


“ The Hat (The Punk)”


  • Supongo que portarte especialmente rebelde ha tenido influencia-sonrió-Ya no quieres complacer a tu padre y has proyectado tu ambición y tu maldad de forma diferente ¿Quizás solo quieres hacer travesuras?-.


Black Hat siempre había sido ambicioso, cruel, retorcido...Realmente no necesitaba una justificación para nada de ello, expandir la maldad lo hacía feliz, era algo que disfrutaba, era parte de su naturaleza.

Sin embargo, otros aspectos de su personalidad no lo eran, su frialdad, su renuencia a querer y ser querido, su tendencia a ver a sí mismo como un objeto...Aquello era trauma. 


Su alineación moral no lo hacía incapaz de amar, ningún demonio era incapaz de ello, no estaban restringidos por los padecimientos humanos tales como la psicopatía o la sociopatía, los demonios simplemente amaban diferente. 

Sin embargo, Black Hat era diferente a otros demonios, no había nacido de un ángel, de un humano que tras morir cayó al infierno, ni había nacido tampoco de otro demonio.


Había sido creado. 


Su creador gobernaba el Infierno, había moldeado a Black Hat usando almas corruptas, pura maldad, pesadillas, cosas frías y rastreras. Era el demonio perfecto, eso se suponía al menos. 

Su creador, su padre, jamás le brindó ningún tipo de afecto, no era más que un experimento, un objeto al cual observar. 


Su sola existencia era cruel, su cuerpo inestable dolía, era algo crónico, leve pero constante a lo que estaba tan acostumbrado que ya no le importaba. 

No comprendía sus propias emociones, la ira era explosiva, la ambición interminable y el amor... El amor lo hacía esclavo. 


Shisui sentía profunda pena por él, a pesar de todos sus crímenes, de lo aborrecible que podía llegar a ser, lo amaba. Era un amor como ningún otro, platónico por supuesto, pero no era amor de padre o madre, apenas eran amigos, lo amaba como sólo los dioses pueden amar, era inexplicable, eterno y un poco egoísta, pues Black Hat y las cosas que le pasaban lo entretenían, pero también quería verlo feliz. 


Durante mucho tiempo lo vio sufrir, solitario y profundamente melancólico. Hasta que llegó él, su querido Doctor. 


“The Doctor (Ther Nerd)” 


Leía la carta. 


Él era lo que le había prometido, un compañero, alguien que lo amara de verdad, porque había muchos que amaban a Black Hat, pero el amor de ellos era posesivo y cruel, lo amaban como se amaba a un objeto muy valioso. Flug era el único capaz de verlo como a una persona y de amarlo tal cual era. 


Pero el amor lo hacía esclavo. 


Black Hat era de pocas emociones y, las que tenía, eran absolutas y crudas. Si amaba, lo hacía con cada fibra de su ser. Si Flug le pedía que bajara la luna y las estrellas lo haría, literalmente. 

Si Flug le pedía el mundo, se lo daría entero.

Si Flug le pedía que se pusiera de rodillas y rogara, lo haría también, porque era prisionero y una cadena invisible lo mantenía bien sujeto, ansioso de ser correspondido, dispuesto a todo. 


Pero Flug era Flug, tan retorcido y cruel, como dulce y afectuoso. Nunca le haría algo como eso a su Jefecito, porque él mismo era leal y devoto. Tenía poco más que ofrecer más que sí mismo, así que se entregaba completo. 


Se complementaban a la perfección. 


Shisui barajó de nuevo y se sacó a sí mismo. 


“The Witch (The Wolf) (The Moon)” 


Miró la ilustración que lo representaba, la luna de fondo, la silueta de un lobo, su imagen tejiendo hilos rojos que se extendían a alguna parte. 


Los eternos hilos del destino. 


Esa era su bendición y maldición. Unía las personas unas a otras, para bien y para mal, aseguraba reencarnación y reencuentro, amor verdadero a cambio de sufrimiento. 


Shisui era un dios, cariñoso y dedicado.

Shisui era un dios, mundano y hedonista.

Shisui era un dios, benevolente y cruel. 

Después de todo, la luna tenía dos caras. 


Shisui, siempre sonriente, acomodó otra carta entre las que representaban a Black Hat y Flug


“The Date”


-Esperemos que les vaya bien eso-rió.


Black Hat, que ese día no fue al colegio, pasó esas horas nervioso. No entendía porque, sabía que Shisui tenía razón, le asustaba la intimidad, pero aun así, aquello no era realmente una cita ¿O si?

Además ¿Qué tan diferente podía ser de lo que ya hacían?


Cuando se hizo la hora Black Hat subió a su auto y fue en busca de Flug. 

Amaba ese auto, un Plymouth, de allá de los 50. Viejo, elegante a su manera, tenía un toque de rebeldía. 

Lo cuidaba como nada, la pintura intacta y perfectamente brillante, el interior siempre con olor a nuevo, el motor ronroneaba como un gatito. Literalmente, sonaba vivo, quizás lo estaba. A veces, cuando un objeto era muy querido por un demonio, tomaba vida propia. 

-Vamos a buscar al Doctor~-le dijo, poniéndolo en marcha-Te recomiendo que te comportes, querida-le advirtió. 


El auto, al que Black Hat siempre se refería como una ella, no podía responder, pero se hacía entender a su manera. Jugaba con la radio, ponía canciones a su antojo, abría y cerraba puertas, activaba los limpiaparabrisas, el aire acondicionado y la calefacción, pero en esa ocasión se quedó quieta, sabía que era un día importante para su amo. 


Llegó a la escuela y salió del auto a esperar, apoyado contra el mismo, no podía evitar sentirse ligeramente ansioso. 


-¡Jefecito!-Flug se le acercó corriendo, una gran sonrisa oculta bajo la bolsa, pero se le notaba en los ojos. 


Black Hat sintió su corazón revolotear e iba a decir algo, pero Flug lo interrumpió con un beso de bienvenida, otra vez, tan simple y suave. Ahora sentía que su corazón iba a estallar. 


-Y...Ah... ¿A dónde quieres ir?-atinó a decir, con una expresión algo boba. 


Flug rió al verlo, pero prefirió no comentar al respecto o el demonio se pondría a la defensiva. 


-Hay un café aquí cerca que me gusta-.

-Bien, sube-le abrió la puerta del auto para que entrara.

-Oh, tan caballeroso-sonrió, aceptando la invitación y tomando asiento. 


Black Hat resopló y tomó su lugar en el asiento del conductor. 


“Every time I see you something happens to me

Like a chain reaction between you and me

My heart starts missing a beat

My heart starts missing a beat

Every time

Oh oh oh, every time...”


Comenzó a sonar apenas cerró la puerta.


-¡Cállate!- Black Hat estaba rojo como un tomate, le dio un golpe al manubrio y le dio marcha con su vista fija al frente. 


Flug nada más se aguantaba la risa, pero le ardían las mejillas también, quizás no debía porque no quería tomarse nada de eso muy en serio ¡Pero es que era demasiado adorable!  


Lo miró conducir en silencio, se le antojaba hermoso como siempre, pero ese día era un poco diferente, se le hacía muy lindo y quería pasar el rato con él, sin tanta lujuria de por medio. 


-Es un auto muy hermoso, Jefecito-sonrió

-No la halagues mucho, luego no te dejará salir-.


El auto emitió el equivalente a un ronroneo en respuesta.


-¿Tiene nombre? No me diga que se llama Christine-.

-Ya tenemos suficientes referencias de esas-negó-Se llama Nyx-.

-Ah, la diosa de la noche- suspiró, viendo el paisaje avanzar-Jefecito, a usted no le gusta estar solo ¿Verdad?-.


Black Hat lo miró de reojo, extrañado, Flug había dado en el clavo.


-¿Por qué lo dices?-.

-Su ropa, este vehículo...Están vivos-se encogió de hombros-Pareciera que odia la idea de estar solo-.

-Flug, los demonios son muy sociables ¿Sabes? Como una manada de lobos o una colonia de gatos, pero yo vivo entre los mortales, así que estoy solo, supongo que estoy llenando alguna clase de necesidad biológica, por decirlo así-. 

-¿Por eso mismo se rodea de personas?-.

-Personas malvadas, si-asintió.

-Ya veo...-le tomó la mano que tenía más cerca y apretó apenas-Bueno, no está solo-.


El demonio miró sus manos, sentía su corazón latir con fuerza.


-Lo sé-.

-A lo que me refiero, es que no está solo solo ¿Me entiende? No solo tiene seguidores y familiares como este auto que están para servirle, tiene amigos...Me tiene a mi-rió, nervioso y avergonzado de lo que acababa de decir. 


Black Hat detuvo el vehículo y lo miró con seriedad.


-¿Y qué somos tú y yo? Flug-.

-Ah...Uh...-el doctor miró a todos lados, jugando con sus manos, como si así fuese a encontrar una respuesta coherente. 


La verdad era que no sabía, en esas semanas había aprendido a querer al otro, se había olvidado por completo de su rencor por él y, poco a poco, grecia una idea, una aterradora idea. 


Que estaba enamorado de él. 


¡No podía! Estaba más que seguro que Black Hat iba a rechazar sus afectos, que iba a romperle el corazón, además de que él no era para nada lo que había imaginado cuando pensaba en alguien de quien enamorarse, pero... Pero lo miraba y lo escuchaba hablar, y todo de él le parecía encantador y quería saber más. 

Lo miraba y solo queria llenarlo de cariño porque, le parecia a él, el demonio estaba hambriento de ello, de afecto verdadero, no solo sexo, aunque este era increiblemente bueno, lo que solo alimentaba su repentino apego, si era sincero. 


-No lo sé-admitió-Se que solo estamos...J-juntos...Por beneficio propio y todo eso, pero no se...Y-yo...Ay...- respiró hondo, intentando no entrar en pánico-Yo, quiero hacerle compañía, serle útil, no se que o que no siento por usted, pero quiero permanecer a su lado tanto como sea posible-. 

-Me gusta tu compañía-fue todo lo que dijo antes de volver a ponerse en marcha. 


Se quedaron en silencio, había incertidumbre, pero también una extraña calma, como si hubiesen dado el paso correcto, por el momento. 


Black Hat sabía de sobra que estaba enamorado de Flug, pero no iba a admitirlo, no podía, le aterraba. Le alegraba saber que Flug quería quedarse, que disfrutaba de su tiempo juntos, que le era leal de alguna forma, pero estaba en él esa inseguridad, pensaba que no podia ser amado, que no se lo merecía, si se confesaba Flug lo iba a rechazar, porque por mucho que lo quisiera, esos sentimientos nunca iban a ser amor, no del tipo que él sentía. 


Así que calló, furioso con sus propias inseguridades.


Tal vez, solo tal vez, si alguna vez Flug se confesaba primero, entonces Black Hat se permitiría amarlo de regreso, se dejaría amar, pero por el momento estaba esa barrera y no había nada que hacer al respecto, cada uno la había construido de su lado, con sus inseguridades y temores.


Pero por el momento nada de eso importaba mucho, acordaron silenciosamente el disfrutar de esa cita improvisada. 


Era uno de esos cafecitos discretos donde los jóvenes iban a estudiar en un ambiente relajado, la mayoría se sentaba a solas, rodeados de libros o enfocados en una laptop. 


-Me esperaba algo más romántico-bromeó el demonio.

-Ay, pero el café es muy bueno-rió.


A Flug le gustaba el café mocha con mucha crema, a Black Hat le gustaba el pumpkin spice latte, al verlos lo último que se pensaría era que les gustaba tanto el azúcar. 


-... Y entonces, lo tire a un barril de ácido, oh Jefecito, debió oír los gritos, eran casi musicales-. 

-Hn...-a Black Hat prácticamente se le veían los corazones flotando a su alrededor-¿Y cómo es que no te han descubierto? Doctor-.

-Se como borrar la evidencia, también sirve mantener el perfil bajo y parecer, pues...-.

-¿Débil? ¿Patético?-rió.

-Agh, bueno si, pero no necesita decirlo de esa forma-. 


Ambos rieron y se tomaron de la mano, entrelazando los dedos sobre la mesa. 


-Te daré lo que necesites para seguir con tu trabajo, sé que fabricar drogas no es realmente lo tuyo, pero si hacemos dinero suficiente, podrás dedicarte a lo que quiera sin tener que irte lejos-.

-Yo...Lo pensaré-asintió-Tiene hasta después de las vacaciones de verano para convencerme-rió apenas, no muy seguro de nada. 

-Bien...-Black Hat tomó un sorbo de café, su otra mano apretando la de Flug, no quería dejarlo ir. 

-Jefecito, usted es muy ambicioso ¿No es así?-.

-Lo soy-asintió.

-¿Entonces por qué ser un pandillero? Con sus capacidades, podría ser un hombre de negocios, podría dedicarse a cosas mejores que vender drogas y pintar graffitis-.

-Mi padre es un hombre de negocios-suspiró-Y no tengo planeado seguir sus pasos, no más, haré las cosas a mi manera, por ahora somos pandilleros, pero pronto seremos una mafia, LA mafia-sonrió siniestramente-Primero esta ciudad, luego el Estado, el país...El mundo-rió-Tengo la eternidad para ello y tú, mi querido doctor, tienes al menos un milenio por delante, no hay apuro, así que por el momento planeo divertirme con ello-. 

-Ya veo, me gusta como piensa-suspiró, tocando su rostro bajo la bolsa-Un milenio...-.

-Es lo que vive naturalmente tu especie, si nada te mata por el camino-. 

-Lo se, es solo que...Bueno, es mucho tiempo-. 

-Supongo que lo es- lo miró, serio-¿Por que lo hiciste? Flug-.

-Estaba harto, eso creo-. 


En realidad era otra cosa de la que no estaba seguro, era cierto que su vida siempre habia sido dificil, habia crecido en un hogar disfuncional, sus padres y su hermano no pasaban un día sin atormentarlo en múltiples formas, pero no lo había hecho por eso, de ellos solo quería vengarse, no darles el gusto de morirse. 

Sin embargo, un día se le ocurrió acabar con su vida, pero en vez de morir despertó con una naturaleza nueva, semi inmortal, eternamente hambriento por carne humana. 

Sus primeras víctimas fueron su familia entera, con eso calmó su instinto y recobró, gran parte, de su cordura. 

Con el tiempo fue descubriendo un poco más de esa maldición que había impuesto sobre si mismo.

No podía morir, su cuerpo se regeneraba, pero siempre dejaba cicatrices. Experimento en sí mismo, mutiló su cuerpo en varias formas, arruinó su propio rostro en autodestructiva desesperación y locura, pero solo logró crear profundas cicatrices que nunca se irían.

Se había convertido en un monstruo y las consecuencias de su pecado durarían mil años. 


Pero...Pero no se arrepentía, odiaba su rostro, su hambre le atormentaba, pero no se arrepentía, sentía muy en el fondo que lo había hecho por algo importante, solo que aun no sabia el que. 


-¿Quieres ir a algún otro lugar? Doctor~-.

-¿Vamos al cine?-le sonrió.


Alguien más observaba, oculto en sombras, los vio tomarse de la mano, darse un beso y continuar su camino, parecían divertirse en su pequeña cita. 


Oh, no has cambiado nada, My Dear


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