martes, 1 de noviembre de 2022

La forma en que amamos Cap. 7: Castigo



Flug despertó con un fuerte dolor de cabeza y la boca seca, le tomó unos momentos recordar que había pasado y no tenía mucha idea de donde estaba, aun no había abierto los ojos siquiera. 

Recordó entonces que, después de mandar a dormir a los mellizos, 505 y Demencia, habían quedado los demás a conversar y beber. 

Por alguna estúpida razón le había parecido buena idea seguirle el ritmo a Seto con las bebidas mientras hablaban de sus proyectos científicos.

¿Qué más? ¡Ah sí! Había bailado con Black Hat, varias veces de hecho, al menos eso había sido divertido, tenían buena sincronía para ello. 


Abrió los ojos y se encontró con el techo de su cuarto, no su cuarto de siempre en el avión, el cuarto que había compartido con Venus ¿Que hacía ahí? No había vuelto a usarlo desde su muerte. 

Miro a un lado y se encontró con Black Hat, al parecer dormía, pero no estaba del todo seguro ... ¿Había pasado algo? 


-Uh ... - se quejó, le dolía la cabeza de solo intentar recordar.

-Buenos días- Black Hat lo saludó, por su tono y postura se notaba que no tenía muchas ganas de despertar tampoco. 

-¿Qué hace en mi cama?- inquirió, un poco alarmado.

-Tranquilízate, no pasó nada... Ya quisiera yo- lo miró por fin, de mal humor- Bebimos demasiado y no tenía fuerzas para llevarte a tu otro cuarto, así que te traje aquí, pero luego ya no tenía fuerzas para ir a mi cuarto sin tener que sostenerme de las paredes, así que me quede- se encogió de hombros. 

-Oh- suspiró- Ok, si, ya recuerdo-. 

-25 mil años y sigo sin aprender a no beber a la par de Seto- se lamentó.

-No me gusta como lo trata... - comentó de forma casual, se sentía raro tenerlo ahí en su cama, aunque estaban bastante separados. 

-Siempre hemos sido así, no tiene mucha importancia, no tengo interés en agradarle ni mucho menos, intento evitarlo la mayor parte del tiempo- se le acercó un poco- Al menos pude bailar con mi doctor- le ronroneó.

-No me molestaría hacer eso más seguido-sonrió. 

-Podemos llegar a un arreglo- se acercó más y apoyó la cabeza en su pecho, sin tocar nada más, era tortura estar juntos en una cama y no poder tocarlo- ¿Me amarias si fuese alguien diferente? - le pregunto en un idioma que sabía que el otro no entendía. 

-¿Qué?-.

-Nada, iré a ver a los niños...- se apartó, su cabeza zumbando, y salió de la habitación sin más. 


Flug se permitió estar en la cama un poco más, había ahí un aroma nostálgico, incluso si había pasado un año su especie le daba un olfato privilegiado. 

Olía a Venus, pero ahora también estaba la esencia del demonio flotando con sutileza ... ¡Ah, ahí estaba ese rencor de nuevo!


Cuando bajó a la cocina se encontró con Black Hat y Seto dando de comer a los mellizos, Shisui preparaba el desayuno para todos. Demencia, 505 y Bell estaban ausentes.

Seto atendía a Misantropía con una gran sonrisa, a pesar de como trataba a Black Hat, era en realidad una persona bastante dulce.


-Siempre quiso tener hijos, pero no es una posibilidad para él- le comento Shisui, notando como Flug lo miraba.

-¿Y por qué no hizo del Jefecito su hijo?- le murmuró, ayudándolo con la comida.

-Porque Black Hat siempre ha sido tal cual es ¿Te lo contó no es así? Nunca ha sido un niño, Seto no lo creo con ese propósito-.

-Hn ...-.

-Seguramente habría ayudado a su carácter el tener una infancia, pero ni modo- negó- Ahora, siéntate, te hice panqueques- lo alentó con un empujón.


Flug se sentó y miró en silencio a los otros dos, aunque no realmente, tenía su mente en otros lares. Quería volver al trabajo y distraerse de todo ello unas horas. 


-Estoy en lo correcto ¿No es así? Tienen mucho potencial- dijo Black Hat, sin ocultar su orgullo.

-Oh, sin duda- Seto asintió- Misantropía tendrá la mente de su padre, eso puedo verlo incluso ahora, en cuanto a Malicia...-.

-Es mi princesa del mal ¿No es cierto? Mi pequeña Imp- le jaló un cachete con cariño, haciéndola reír. 


Seto nada más sonrió, intrigado, nunca había visto a su creación progresar tanto en lo que se refería a su emociones. Estaba enamorado, estaba criando niños, había aprendido a ser cariñoso y considerado, todo un logro considerando los pasados 25 mil años. Era una lástima que, para esa creación suya, amar implicaba sufrir. 

Se marchó poco después junto a su esposo, iba a mantener vigilada esa mansión y esa familia.

El resto del día transcurrió con normalidad, Flug pasaba sus horas en el laboratorio, ausente de la vida de sus hijos. En esos momentos, mientras veía químicos burbujear, consideró si es que era un mal padre, no estaba tan envuelto en su crianza como debería, en el día solo los veía cuando Black Hat lo visitaba con ellos en brazos y eran solo un par de minutos. 

Pero no era así, no era un mal padre, solo tenía mucho trabajo. Black Hat en cambio, con su trabajo de escritorio, tenía mucho más tiempo libre para dedicarles. 

Era como si Black Hat era la madre que trabajaba desde casa y él el padre que pasaba largas horas ausente en un trabajo demandante pero necesario. 

¿Cuántas veces se había encontrado a su demonio y a sus bebés en situaciones de lo más hogareñas? 

Cuando lo veía no podía evitar pensar lo adorable que era y cuánto se lo agradecía y ... Cuanto rencor le tenía por ser quien estaba ahí, en vez de Venus. 

Era completamente injustificado, por supuesto, no era como si Black Hat tuviese la culpa de su ausencia, no la había matado para sacarla del camino o algo así, estaba seguro de eso. No era que su jefe no fuese capaz de tal cosa, lo era, pero no tenía sentido.

Black Hat había aceptado su rechazo, en ningún momento había intentado forzar una relación con manipulación o amenazas, de quererlo podría tenerlo cautivo y obligarlo a todo tipo de cosas, pero eso no era el caso. Había aceptado que amaba a alguien más y había aceptado a Venus en sus vidas. 

Pero ... No podía evitar proyectar sus frustraciones en él y, al parecer, tenía todo su permiso de hacerlo. 


Esa noche se encontraron, no necesitaban decirse nada, Black Hat sabía lo que Flug quería. 

Se dejó llevar dócilmente a las profundidades del laboratorio, donde Flug trabajaba con sus especímenes, se dejó atar a una mesa y lo miró, expectante y ... Asustado. 

Quizas, en otras circunstancias, habria encontrado cierto erotismo en aquella situacion, pero no podia evitar tenerle miedo a su doctor, su tonto corazon no iba a permitirle defenderse si este decidia ponerse del todo en su contra, si Flug decidia tenerlo ahi por la eternidad con las tripas abiertas, se lo iba a permitir. 


-¿Promete que me detendrá si lo considera necesario? - le preguntó, el brillo de las luces dándole un toque siniestro a sus ojos. 

-Ya te dije que si, ve al grano- suspiró. 

Flug suspiro, los considero solo un momento y sus manos fueron directo a su cuello, apretando con toda la fuerza de la que era capaz. 

¿Cuántas veces había fantaseado con estrangularlo? ¿Con hacerlo callar a él y a sus palabras venenosas? Pero no era ese pasado el motivo de su rencor, era otra cosa que no entendía, en cualquier caso en ese momento solo disfrutaba de verlo retorcerse.

Apretó cruelmente hasta que Black Hat dejó de moverse y quejarse, en cuanto lo soltó, no sin cierta alarma, el demonio recobró el aliento de inmediato. Por supuesto, el sujeto era inmortal, Flug no tenía que preocuparse de matarlo por accidente. 


Black Hat tosio y luchó un momento por aire, no le hacía mucha gracia ser estrangulado, pero podía discutir eso con Flug luego. Lo miró y asintió, dándole permiso de continuar. 

De lo que pasó después el demonio recordaría poco, sabía que había agonía y sangre y huesos rotos, pero el como de ello se le escaparía al intentar recordar. No tenía mucha importancia de todas formas. Era lo que Flug quería, era lo que podía hacer para hacerlo feliz y aliviar sus penas y frustraciones. 


El aire se llenó de sus gemidos y lamentos y de la risa maniática de Flug, quien se permitió disfrutar crudamente de todo, de su dolor, de sus reacciones, del poder explorar esa criatura por la que siempre había sentido curiosidad científica, siempre había deseado abrirlo y ver como funcionaba.

 

Y sintió hambre y le clavó los colmillos, bebió su sangre y le arrancó trozos, era delicioso, algo denso, amargo y dulce a la vez. 

En ese momento, mientras se alimentaba, hubo intimidad y placer entre ambos, los gemidos del demonio tenían un tono diferente, dócil y suplicante. 

El doctor sintio cosas inaceptables, asi que dejo de hacer aquello y retomo su tortura. 

Black Hat no le dijo nada, sabía que había súplica en su mirada, no podía hacer nada con ello, pero no le dijo nada y aceptó el sufrir más agonía en vez de placer. 

Fue cuando Flug intentó ir por su rostro que decidió que ambos habían tenido suficiente.


-Detente- dijo, su voz apenas sonando como la suya, afónico de tanto gritar. 


Flug se detuvo sin dudar, dejó el bisturí que sostenía de lado y liberó al demonio de sus ataduras. 

Se quedó ahí tendido y Flug lo miró regenerarse hasta que quedó como si nada hubiese pasado en lo absoluto, pero Black Hat estaba agotado así que se quedó en su sitio, mirando el techo, odiandose a si mismo. 

Flug lo miró y le tuvo lástima, así que se le acercó y le regaló un beso, se saborearon con vehemencia, el doctor olvidándose de todo por un momento.


Black Hat en cambio era un lío de emociones, sabía que el otro lo besaba por lástima, pero aun así era feliz, había soñado tanto con esos labios, con esa lengua bailando con la suya. Era tan patético, lo amaba tanto y todo lo que recibía de él era dolor y besos de lastima. Se lamentó en aquel beso, se odiaba a sí mismo tanto como amaba a su doctor, ese beso lo hacía feliz e infeliz por partes iguales. 

Por primera vez en muchos siglos lloró una única lágrima mientras el doctor dejaba ir su boca y se marchaba a otra parte sin decir nada. 


La relación de ambos continuó como siempre, quizás un poco mejor que antes. Flug parecía haber encontrado paz, estaba más cómodo con la cercanía del otro y no pensaba mucho en lo cariñosos que se habían vuelto.


Casi no lo notaban, pero siempre que estaban cerca, Flug tenía las manos en la cintura de su jefe y Black Hat tenía las suyas sobre los hombros de su doctor, todo mientras hablaban casualmente de lo que sea que fuese necesario en el momento.

Se tomaban de la mano, dedos entrelazados sobre la mesa o el escritorio. Se acurrucaban en el sofá, ya no tanto por agotamiento de un largo día de trabajo y de cuidar infantes, si no porque era algo que en verdad deseaban hacer. Miraban televisión mientras Flug dejaba a Black Hat descansar sobre sus piernas, ronroneando con fuerza, Flug acariciándole la espalda con ternura. 


Black Hat recibía todo ese anhelado afecto a cambio de ser torturado un par de veces al mes, unas pocas horas de agonía a cambio de calidez y cariño. 

Al final de cada sesión Flug le regalaba un beso y Black Hat lloraba un poco más, lo amaba un poco más, se odiaba un poco más. 


Amar para ti significa sufrir, amar para ti es agonía, nunca habrá auténtico placer ¡Oh, cuánto ansias que te haga el amor! Pensar que antes llamar asi al sexo te parecia ridiculo, pero es lo que quieres ¿No es asi? ¡Que te haga el amor! ¡Que sea gentil y delicado! ¡Que te haga estremecer con tiernas caricias! ¡Jajajaja! ¡Nunca tendrás nada de eso! ¡Tú eres Black Hat! ¡Todo para ti es pena y oscuridad!


Y así, con Black Hat mandando como siempre en los negocios y Flug mandando en lo que podía llamarse intimidad, pasaron otros cuatro años. 


Los mellizos tenían ahora cinco años, eran un par elocuente y avanzado para su edad, sus padres ya llevaban un par de años educandolos, habían decido educarlos en casa hasta que tuvieran edad suficiente para asistir a la academia de la organización. Mientras tanto tendrían tutores e irían al campamento para jóvenes villanos, también parte de la organización.

Por el momento, sin embargo, bastaba con los habitantes de la casa.

Black Hat les enseñaba a leer y escribir en varios idiomas, aparte de algo de magia básica que a Malicia parecía interesarle mucho.

Flug les enseñaba matemáticas y ciencias, lo más básico de todo por supuesto. Eran las materias favoritas de Misantropía.

Shisui se encargaba de instruirlos en lo básico de la vida diaria, cocina, limpieza, todo tipo de tareas hogareñas y etiqueta, esto último a pedido de Black Hat.

505, quien sin la interferencia de Black Hat matándolo como solía hacer, había crecido un poco más mentalmente, aún era un niño y no hablaba, pero cumplía su papel como hermano mayor, con él tenían sus tiempo de ocio.

Demencia, sorpresivamente, tenía mucho conocimiento sobre héroes y villanos, así que les contaba historias al respecto, muy a su manera. 


Black Hat tenía a Malicia en su regazo e iba guiando su manito, dibujando un simple círculo mágico. 


-Y terminamos de unir ...- completaron el círculo y de este floreció una vivaz flor.

-Bonita- Malicia aplaudio.

-¿En francés?-. 

-Belle- le sonrió, el único ojo que mostraba brillante de emoción y cariño por su padre.

-Muy bien- le acomodó el cabello, pero Malicia volvió a ponerse el flequillo de vuelta en la cara- ¿Quieres tener un solo ojo como papá?-rio.

-Si, y este, como el de papi- se señaló el ojo que había heredado de Flug- Misantropía también quiere-.

-Lo note- suspiró- Ya veremos que dice Flug-. 

-Yo digo que deberían mostrar sus lindas caritas tal cual son- dijo Flug, habiendo escuchado la conversación, entró a la oficina y dejó una taza de café sobre el escritorio y un beso en la mejilla de su demonio.

-Pero quiero parecerme a papá- Malicia le besó la otra mejilla, haciéndolo sonreír.

-Pero tu otro ojo es como el de mamá- suspiró, apartandole el flequillo-¿No te gusta?-.


Les había hablado de Venus, les habían mostrado videos y fotos, pero los niños no parecían muy convencidos con eso de tener una mamá, tenían dos papás y punto, no daban mucho lugar a discusión sin ponerse a llorar.


-Prefiero verme como papá y tu- infló las mejillas. 

-Si, yo también- Misantropía apareció y jalo la bata de su padre, pidiendo ser cargado.

-Bien...- tomó a su hijo en brazos y suspiró con resignación, quizás entenderían mejor cuando fuesen mayores. 

-Malicia se verá como ella cuando sea mayor de todas formas- Black Hat tomó un sorbo de café con calma- Pero con tu color de pelo- lo miró- Misantropía esta al revez- sonrió- Tiene tu rostro, con el pelo de su madre ¿Tan malo es que quieran parecerse a mi en estética?-.


Flug lo miró a él y a sus hijos unos momentos y suspiró.


-No, no tiene nada de malo- admitió- Pero se hace tarde ¿Qué tal si se preparan para ir a dormir?-.

-Quiero un cuento- exigió Misantropia, jalando la bolsa de papel que cubría el rostro de su padre.

-Vayan a prepararse y los alcanzamos luego para su cuento- Black Hat los miró con diversión- Iré a plantar esto en el jardín- señaló la flor.

-Ok...- Malicia se bajó de un salto- Misantropía, vamos-.

-Voy ...- se soltó de los brazos de Flug y siguió a su hermana con rapidez. 


Black Hat tomó la flor en sus manos y salió de la oficina, seguido de Flug. 

La mansión tenía pasillos interminables, habitaciones misteriosas, puertas y ventanas que salían de la nada, si seguían los pasos correctos se podía encontrar una pesada y rústica puerta de madera que daba al jardín-invernadero que el amo de la casa cuidaba con diligencia.

Aquel jardín era cosa de pesadillas e imaginaciones febriles, hermoso y terrible, plantas de otros mundos se regocijaban por todo los rincones, moviéndose, exigiendo alimento y atenciones. 

Incluso las que no se movían eran ominosas, cargadas de venenos y maldiciones. 

No solo eso, entre las colecciones de plantas, en pequeños y especializados hábitats, había una colección de reptiles, insectos y arácnidos. Algunos eran mascotas y otros eran alimento de las plantas carnívoras... O del demonio cuando se le antojaban. 


Flug se sentó en una de las sillas del jardín y miró a su jefe trabajar en silencio, había sido en su momento un descubrimiento curioso, aquel hobby suyo. Le gustaba verlo dedicarse a ello, era pacifico y, aunque siniestro en ocasiones, para nada villanesco. Era algo que su demonio hacía por puro gusto. 


-Creó una hermosa dalia ¿No te parece? - le sonrió mientras ponía la flor en una maceta. 

-Está mejorando- asintió.

-¿Y qué tal le va a Misantropía con esos experimentos que mencionaste?-.

-Oh, muy bien- sonrió- Ayuda mucho lo calmo que es, recuerdo que a su edad ya me temblaban las manos cuando iba a intentar algo nuevo-rio. 

-Pues ahora tienes manos bastante firmes- siseó con suavidad.

-Se que hay alguna clase de doble sentido en eso y no pienso contestarle- frunció el ceño. 

-Para ser alguien que me abre las tripas regularme eres realmente remilgado por una simple insinuación-.


Flug lo miró no sin cierto fastidio, no era remilgado, era solo que ultimamente lo ponia un poco nervioso. Cuando lo miraba, como en ese momento que estaba sin su abrigo y con la camisa arremangada, a veces se encontraba deseándolo, pero sentía que era algo que no se podía permitir. 

Deseo y amor eran dos cosas diferentes, estaba seguro de que Black Hat estaría más que feliz de cumplir sus fantasías, pero ... Pero Black Hat estaba enamorado de él, ya jugaba lo suficiente con su corazón como para además usarlo de esa manera, era suficiente con que lo usaba para aliviar otro tipo de frustraciones y, quizás, eso era algo que debía detenerse también. 


-No se si quiero continuar con eso- le dijo sin más.

-¿Qué? - Black Hat casi deja caer la maceta, pero la atrapó y la dejó sobre una mesa.

-Ya no siento rencor hacia usted, eso creo ...- dijo con duda- Así que es mejor si ...-.

-¡No!-  le dijo con súplica, de rodillas ante él- Es ... Es la única intimidad que tengo contigo, es el único momento donde me besas-.

-Black Hat...- .

-¿Por qué me haces rogarte? ¿Te gusta que me humille? - le tomó las manos con desesperación- Si eso es lo que quieres lo haré, lo que desees lo haré-.

-Black Hat- le insistió. 

-Ya no vas a besarme ni siquiera por lastima- lo miró, su ojo lloroso y su voz ahogada- ¿Por qué no te gusto? Es tan poco lo que puedo hacer por ti, Flug, si ya ni siquiera te entretiene torturame entonces ¿Qué me queda?-. 

-¡Jefecito! - lo tomó por los hombros y lo sacudió, asustado de su actitud ¿Tanto así lo había roto? - Hace muchas otras cosas que me hacen feliz, ya no necesito desquitarme con usted, no debí en primer lugar-suspiró- He sido horrible con usted, ni siquiera se porque me sentía así, pero ya no lo hago, así que por favor...-.

-Vas a dejar de besarme- se lamentó, abrazandolo y ocultando el rostro.

-Yo...- no sabia que decirle, justamente quería detener todo eso. 

-¿Por qué no te gusto? - lo miró nuevamente- Puedo cambiar, puedo verme como quieras, puedo verme como ella si eso quieres-. 

-¿Qué? No- negó enérgicamente- Su apariencia no es el problema, es solo que lo que usted quiere, que lo ame... No se si eso es posible-.


¡Oh, había dicho algo tan cruel! 


-¿Me odias?- bajó la mirada.

-No, claro que no, sabe que lo quiero mucho-suspiró- Hay muchas formas de amar a alguien-.

-Yo no sé de eso...- se apartó, negando, y se sentó a su lado- No puedo amar a nada ni a nadie-.

-¿Y qué hay de mí entonces?-.

-Eres la excepción-suspiró - Solo hay espacio para uno-. 

-¿Y nuestros hijos?-.

-Los amo porque son tuyos, si fuesen niños de otro no me interesarian en lo absoluto-. 

-Oh... - comenzaba a entender algunas cosas ¿Por que no habían tenido esa conversación antes? - Y no puede ... ¿Amar a alguien más? Hay muchas personas dispuestas a amarlo-.

-Ya me hiciste esa pregunta una vez ¿Recuerdas lo que te dije?- Black Hat no lo miraba, tenía la vista fija en sus propias manos mientras jugaba con sus garras. 

-Dijo algo sobre lobos, cuervos y cisnes- recordó vagamente.

-¿Qué tienen en común?-.

-Hn - lo pensó largamente- Son... Monógamos-.


Black Hat asintió y resopló con una sonrisa dolorosa.


-Es como esos estúpidos cuentos de hadas que tengo que leerles a los mellizos, siempre es amor verdadero y para siempre y cosas así- rodó su ojo- Nunca voy a querer a otro, soy incapaz-. 

-Lo siento- se apoyó en su hombro- He estado jugando con sus sentimientos ¿No es así?-.

-No has hecho nada que no me merezca, se lo que soy y quien soy, incapaz de culpa, remordimiento, empatía-suspiró- Todo eso es ajeno para mí, he cometido actos terribles, conquistado mundos y lastimado infinidad de personas, sin que me importe lo más mínimo, nada me importa al menos que se trate de ti, es el orden cósmico de las cosas que me merezca sufrir por ti-.

-Lo siento- repitió, tomando una de sus manos y entrelazando sus dedos- ¿Solo lo hago sufrir?-.

-No, a veces es todo lo contrario, pero no soy bueno distinguiendo felicidad tampoco, por eso te hice esa promesa ¿Recuerdas? Para siempre asegurarme de no estar haciendo nada que te lastime-. 

-¿Hay algo que yo pueda hacer por usted?-.

-Mienteme...- sollozó- Mienteme y dime que me amas-. 

-Oh, Jefecito- le tomó el rostro entre las manos, odiaba verlo así, su sufrimiento físico era una cosa, pero ese sufrimiento emocional, no podía con ello- No puedo hacer eso, es cruel-.

-¿Aún la amas?- lo miró con dolor.

-No lo sé ¿Tal vez?- se encogió de hombros- Intento no pensar mucho en ello, cuando lo hago siento todas esas cosas horribles que hacen que lo lastime-. 

-Puedo verme como ella y dejar que hagas lo que quieras-.

-¡No!- dijo con firmeza- Ya deje de proponer eso, estaría mal para usted, para mi y para ella también-.

-Quiero estar contigo- suspiró - Llevo años queriendo estar contigo-dijo con notable frustración. 

-Si quiere un amante, tiene infinidad de candidatos- se cruzó de brazos, intentando mantenerse firme en su convicción. 

-Solo me gustas tú- le bufó ¿Por qué no lo entendía?

-No diga eso, es solo sexo, no tiene porque involucrar sentimientos...-. 

-¡Perdí interés en otros cuando me enamoré de ti!- le gritó, poniéndose de pie - ¡¿Tienes idea de lo frustrante que es para alguien como yo que siempre se ha regocijado en su propio hedonismo?! ¡¿Por qué no te gusto?! ¡¿Es mi cara, mi piel, este cuerpo?! ¡Puedo cambiarlo todo si eso es lo que quieres! ¡Hombre, mujer, no importa, seré lo que quieras!-. 


Quizás lo lógico habría sido callar su histeria con una bofetada, pero Flug rara vez pensaba con la cabeza primero, siempre se anteponian su corazón y sus instintos. 

Se besaron con hambre y ganas, era la primera vez que se besaban de verdad, sin el sabor de la lástima y la agonía, solo había pasión y desesperación. 

Flug sintió ese cuerpo delgado estremecerse completo en su agarre, lo escucho gemir de gusto contra sus labios y quiso devorarlo en todos los sentidos. Recorrió su figura con vehemencia, siempre le habían gustado su delicada figura y esas largas piernas. 

Le gustaba esa lengua de serpiente danzando con la suya, le gustaba su sabor, su aroma, su cuerpo ligero y frío. Le gustaba todo lo que veia y tocaba, Black Hat era un tonto por pensar lo contrario. 


Black Hat no pensaba en nada, solo había deseo y añoranza, quería ser todo suyo, completo y para siempre. Amaba esa boca suave y esas manos ásperas, amaba ese rostro lleno de cicatrices y ese cabello esponjoso que siempre olía a algo frutal y empalagoso. Se regocijó en sus sentidos y lo saboreó todo con ansias, apasionado y dócil, completamente entregado. 


Se separaron en busca de aire, Flug miró a su demonio, la boca entreabierta, la lengua serpentina asomandose, la respiración agitada, la mirada ida y el rostro sonrojado. Sensual. 

¡Oh diablos!


-¿Vamos a otro lado?- preguntó no sin cierta timidez.

Black Hat rio y, sujetándolo, los hizo desaparecer y reaparecer en su cuarto.

-Oh, nunca había visto ...-.

-Puedes curiosear después- dijo Black Hat con un ronroneo, para luego atrapar sus labios nuevamente. 

-Pienso curiosear muchas cosas- no tardó en abrirle la camisa de un tirón y llenarlo de mordiscos mientras Black Hat lo guiaba hacia la cama. 


Se dejaron caer en el amplio y suave lecho, Flug no pudo evitar reír cuando rebotaron ligeramente, su demonio debajo suyo, mirándolo con diversión y expectativa. 

Se besaron un largo rato con algo más de ternura, aunque Black Hat le jalaba el cabello con clara ansiedad, su bolsa había ido a parar a quien sabía donde en algún momento. 

Se desnudaron con premura, admirandose el uno al otro un momento. Flug siempre con un toque de inseguridad, nunca entendería que podían ver en él personas perfectas y hermosas como había sido Venus, como era su jefe en ese momento. El demonio era hermoso, sin imperfecciones en la suave piel de serpiente, mientras que él tenía marcas y cicatrices por doquier.


-Me encantan- le ronroneó, recorriendo las cicatrices con sus garras, rozandolas con suavidad. Lo conocía más que suficiente como saber que lo hacía inseguro, no le iba a permitir el dar marcha atrás. 


Flug nada más sonrió y se dedicó a llenar cada rincón a su alcance de besos y mordiscos, sacándole todo tipo de sonidos. Black Hat hacía mucho uso de su voz. 

El demonio se dejó hacer, tranquilo y dócil, entregado a lo que sea que el otro quisiera. 


-Se gentil- le pidió nada más.


Hicieron el amor con gentileza, pasión y un hambre que llevaba ahí un largo tiempo y que tardaría en ser saciada. 

Black Hat, enamorado, se entregó completo ¡Oh, eran tan feliz! Incluso si solo era sexo, incluso si Flug no le correspondia, en ese momento era feliz. Quería estar así con él para siempre, ahogado en pasión y placer, estremeciéndose bajo sus toques gentiles y los no tan gentiles. 


“Todo tuyo” “Eres perfecto para mi” “Me encanto contigo” se le escapaba decir de vez en cuando, en los momentos de más éxtasis cuando no podía evitar clavarle las garras en la espalda, siempre acompañados de “Flug” “Mi doctor” entre gemidos, apretando los dientes, ligeramente avergonzado de lo ruidoso que estaba siendo.

No podía evitarlo, había esperado tanto tiempo por estar así con él y ser todo suyo, en dar y recibir placer. Quería sumirse por siempre en su amor y su lujuria por él.    

 

Y Flug sencillamente se dejó llevar por esa criatura pecaminosa y tentadora, libre de preocupaciones y pensamientos intrusivos, solo estaban él y Black Hat y deliciosos placeres carnales. Por el momento, mientras le hacía el amor, no había ninguna otra preocupación en el mundo y fue feliz. 


Sus pasiones eran crudas, pero lejos de ser crueles. No eran para nada como aquellas sesiones de tortura, llenas de pensamientos de oscuridad y sentimientos de inadecuacion y miseria. No había culpa, ni rencor, ni remordimientos. Solo ellos dos y la lujuria. 


En otra parte de la casa, Shisui les leía su cuento a los mellizos con una sonrisa de oreja a oreja. 


-¿Dónde están mis papás?- inquirió Malicia, frotándose un ojito, somnolienta.

-Oh, están ocupados cariño- su cola de lobo se agitó de lado a lado-Los verán en la mañana-.


No hay comentarios:

Publicar un comentario